⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Zender era diferente a Cornelia.
Él no huyó.
Zender Buchanan Nesstian permaneció en la gran mansión de Nesstian.
Sin embargo, no estaba en su despacho.
Los caballeros de Asterian lo encontraron en una habitación oculta en lo más profundo de la mansión Nesstian.
Era una habitación que Thiel jamás había visto en todo el tiempo que pasó en la mansión.
También era la segunda mejor habitación de toda la residencia Nesstian.
—Este lugar…
Thiel descubrió ese día, por primera vez, que tal habitación existía.
Era mucho más espaciosa que cualquier otra y parecía haber sido decorada con sumo cuidado por su dueña en vida, pues era extremadamente hermosa.
Al mismo tiempo, estaba bien cuidada y en orden, con un suave aroma a té impregnando el aire.
Era un lugar tan limpio que daba la impresión de que su dueña regresaría en cualquier momento.
Además, parecía que a la dueña de la habitación le gustaba enormemente el color azul.
Las cortinas, las sábanas de la cama y hasta los pequeños adornos estaban teñidos de ese tono.
En ese dormitorio azul, decorado con esmero, la figura de Zender, sentado en soledad, resultaba totalmente fuera de lugar.
Él no encajaba en absoluto en aquella habitación.
Al menos, así lo veía Thiel.
En ese instante, una pequeña duda surgió en su mente.
¿Por qué Zender estaba allí en lugar de su despacho?
Sabía perfectamente que los leopardos negros de Asterian estaban por llegar para hacer justicia.
No se había escondido en esa habitación, pues la puerta no estaba cerrada con llave cuando los caballeros lo encontraron.
Entonces, sin darse cuenta, la mirada de Thiel se deslizó más allá del hombro de Zender.
Y fue en ese momento que entendió el porqué.
—Eso es…
Sobre el hombro de Zender colgaba un enorme retrato.
Era el retrato de una joven con una larga cabellera plateada y brillantes ojos azules.
En la pintura, la muchacha corría con una adorable sonrisa en el rostro.
Apenas cruzó la mirada con la imagen de la joven en el cuadro, Thiel lo comprendió.
Esta es la habitación de mamá.
Ese lugar pertenecía a Lena Nesstian.
A veces, hay cosas que se saben sin necesidad de que nadie las diga.
Los ojos dorados de Thiel recorrieron lentamente la habitación antes de posarse sobre el rostro arrugado de Zender.
—Señor.
En ese momento, uno de los capitanes de los caballeros, que estaba de pie detrás de Thiel y Karthus, la llamó en voz baja.
Thiel asintió.
—Esperen aquí. Papá y yo nos encargaremos.
Los caballeros de Asterian no podían acercarse a Zender.
Rowen ya no tenía habilidades sobrenaturales y Cornelia, desde un principio, tenía una habilidad insignificante y débil, lo que facilitó su captura.
Pero Zender era distinto.
Él era el líder de la familia Nesstian, el jefe de los leopardos de las nieves y uno de los cinco guerreros más fuertes entre los hombres bestia que aún existían.
Si los caballeros sin habilidades intentaban apresurarlo con imprudencia, saldrían gravemente heridos.
Por eso, esperaban con cautela detrás de Thiel y karthus, sin atreverse a acercarse.
Thiel les indicó que aguardaran y luego fijó su mirada en Zender.
Él, aún sentado en la cama, la observaba con la mirada perdida.
Se ve agotado.
Ese anciano aterrador, que jamás había mostrado signos de fatiga, ahora respiraba con dificultad, con un aspecto envejecido.
Thiel lo miró con serenidad.
Zender parecía alguien que había renunciado a todo, alguien resignado.
Al mismo tiempo, también parecía alguien que anhelaba con desesperación a una persona ausente.
¿Extraña a mamá?
Seguramente era eso.
Ese era el último momento en que Zender Buchanan Nesstian podía permanecer en la mansión como su dueño.
Y él lo sabía perfectamente.
El hecho de que estuviera pasando ese momento en la habitación de su hija, en la habitación de Lena…
Debe ser porque extraña a mamá.
Ese viejo Duque aún buscaba la sombra de Lena.
En esta habitación vacía, de la que su dueña se había ido hace tanto tiempo.
Cuando se dio cuenta de ello, Thiel comprendió aún menos a Zender.
Si tanto amabas a mamá, ¿por qué me odiaste hasta el punto de matarme?
Soy la hija que ella trajo al mundo.
Llevo la sangre de Lena Nesstian, a quien tanto amaste.
Entonces, ¿por qué me detestaste tanto?
En algún momento, lo había pensado.
Que, como maté a mamá al nacer, merecía ser odiada.
Que no tenía derecho a ser amada.
Pero ahora lo sabía.
No existía tal cosa como un ‘niño que no merezca ser amado’.
Si un anciano decidió odiar hasta la muerte a su nieta solo porque su hija murió dándola a luz, el problema era él, no la niña.
Desde el momento en que un niño nace, tiene el derecho incondicional de ser amado.
Ese era el derecho y la obligación que todos los niños compartían por igual.
Zender Buchanan Nesstian había pisoteado ese derecho y había herido el alma de Thiel.
Por ello, cometió un pecado imperdonable.
Thiel lo observó en silencio por un momento y luego abrió la boca lentamente.
—¿Tiene algo que decirme?
El viejo Duque, que hasta entonces había estado mirando fijamente a su nieta, negó con la cabeza, muy despacio.
—No.
Era una respuesta tan propia de Zender.
Ni pidió perdón ni se encolerizó diciendo que todo era culpa suya.
Simplemente desvió la mirada y contempló el retrato de Lena Nesstian.
De esa joven que ya no existía en el mundo.
—¿Extraña a mamá?
Preguntó Thiel.
—Sí.
Zender respondió.
Thiel exhaló suavemente y, con una mirada firme e inquebrantable, observó la nuca de Zender.
Y entonces, habló con claridad.
—Pero mamá no querría verte.
—……
—Porque me hiciste daño. Porque me heriste y cometiste contra mí un error irreparable, mamá no querría verte.
Esa voz ya no sonaba como la de una niña.
No era la voz de una niña asustada, ni la de una nieta desesperada por el amor de su abuelo.
—¿En qué parte del mundo hay una madre que quiera ver a quien lastimó a su hija amada…?
—…
—Cometiste un pecado imperdonable contra mí, y aunque perdonara a todo el mundo, no quiero perdonarte a ti.
Esa era la voz de Thiel.
—Seguramente… debió haber una mejor manera. Una manera mejor que encerrarme en el ático. Pero tú decidiste ignorarlas todas, y por eso no quiero perdonarte.
Era la voz de Thiel Asterian, la pantera de las nieves que había crecido y se había convertido en una adulta.
Zender, que la había escuchado en silencio, asintió.
—…Supongo que sí. Eres la hija de Lena.
Thiel respondió de inmediato.
—No es porque sea la hija de mamá. Zender, lo que hiciste fue algo que nadie podría perdonar…
—…….
—Aunque mueras, no te perdonaré. Sin embargo, en el momento en que salga de esta mansión, borraré por completo todo lo que me hiciste.
Los ojos dorados de Thiel brillaron.
—Porque no quiero seguir permitiendo que me hagas daño.
Entonces, el viejo duque habló lentamente.
—Tú ya escapaste de mi control hace mucho tiempo. Ya no puedes ser lastimada por mí.
Thiel respondió con la misma calma.
—No, incluso después de eso, estuve herida por mucho tiempo.
¿Por qué las heridas de la infancia no desaparecen con la adultez?
¿Por qué se pueden ocultar, pero nunca sanar por completo?
Thiel temió la mansión de Nesstian durante mucho tiempo. Incluso después de haber encontrado a su familia en Asterian, ese miedo persistía.
Zender había dejado en ella cicatrices imborrables con tan solo un fragmento de sus recuerdos de la infancia.
Pero Thiel ya no quería vivir de esa manera.
No quería que Zender siguiera interfiriendo en su vida ni influyendo en ella para siempre.
—Si olvido todo esto, entonces perderás para siempre la oportunidad de ser perdonado. Ya no recordaré las palabras crueles que me dijiste…
Los ojos de Thiel se dirigieron más allá del hombro de Zender.
En ese instante, tuvo la sensación de que la niña en el retrato la observaba con una sonrisa radiante.
Desvió la mirada del retrato de Lena Nesstian y volvió a fijarse en Zender.
Zender, en algún momento, también había girado la cabeza para mirarla.
Sus miradas se encontraron.
—Zender Buchanan Nesstian.
Los labios de Thiel se movieron lentamente.
—Tu final ha llegado…
En ese momento, una ráfaga de viento frío se coló por la ventana entreabierta.
El helado viento de la vasta estepa nevada de Nesstian rozó las mejillas de quienes estaban en la habitación.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Nesstian había cometido un crimen equiparable a la traición, pero no fue el Imperio quien dictó su castigo, sino Asterian.
La razón era simple.
Existía una regla no escrita: los asuntos de un linaje debían resolverse dentro del mismo linaje.
Por ello, la líder de Asterian, Thiel Asterian, llegó a Nesstian con sus caballeros y capturó a los culpables.
Serían juzgados.
Y en ese juicio, era imposible que lograran salir ‘ilesos’.
En otras palabras, el linaje de Nesstian había llegado a su fin.
Todo por la ambición de Zender Buchanan Nesstian.
Después de que Zender fue escoltado sin resistencia, Thiel se quedó en la habitación de Lena y la recorrió con la mirada.
Parecía que Zender la había cuidado con esmero durante años; no había ni una sola mota de polvo en los muebles.
Entonces, al inspeccionar una vitrina, Thiel se detuvo.
—Esto es…
Sus grandes ojos se abrieron con sorpresa.
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