⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Las dos familias que conformaban y sostenían el clan de los leopardos de las nieves: Asterian y Nesstian.
Durante mucho tiempo, ambas familias compitieron entre sí mientras gobernaban con sabiduría al clan.
Hasta ahora, al menos.
—Parece que Nesstian será borrado de la historia.
Ferdian murmuró mientras inclinaba su taza de té. Su actitud era relajada y despreocupada.
Rudian respondió con calma:
—Era la familia de nuestra madre. Si lo piensas así, es un poco lamentable. Si Zender no hubiera hecho semejante cosa, la familia de nuestra madre habría salido ilesa.
A diferencia de cuando era niño, ahora Rudian también hablaba con un tono tranquilo.
Delante de Ferdian y Rudian había un periódico recién impreso.
Thiel bajó la mirada y observó el titular.
<¿Qué pasará ahora con la Casa Ducal Nesstian del clan de los leopardos de las nieves?>
Lo primero que captó su atención fue la gran impresión de la portada.
Debajo, el artículo relataba que Zender Nesstian, Rowen Nesstian y Cornelia Nesstian estaban actualmente encarcelados en una prisión perteneciente a Asterian.
Thiel apartó la mirada del periódico. Desde ese punto en adelante, ya sabía lo que decía.
Serían sometidos a juicio y, una vez terminara el proceso, serían castigados de acuerdo con la ley.
Y el territorio de Nesstian probablemente…
En ese momento, Ferdian dejó su taza sobre la mesa con un golpe seco y comentó:
—Bueno, al menos hay algo bueno en todo esto. Ahora las llanuras nevadas de Nesstian se incorporarán a nuestro territorio. Después de todo, es un asunto interno del clan.
Thiel asintió.
Ferdian tenía razón. Una parte del territorio de Nesstian pasaría a ser propiedad del Imperio de Cracion según el procedimiento legal, pero el resto pertenecería por completo a Asterian.
En otras palabras, Thiel ya no tenía que temer las llanuras de Nesstian.
Al recordar ese hecho, sintió un ligero alivio.
El aroma del té perfumado cosquilleaba en su nariz.
A través de las ventanas transparentes, la luz del sol se derramaba sobre los tres presentes.
Sentada junto a la ventana, Thiel tomó un sorbo de su té, dejó la taza sobre la mesa y miró a las dos personas sentadas frente a ella.
Sus dos hermanos mayores estaban allí, uno al lado del otro, discutiendo sin siquiera mirarse.
Thiel sonrió suavemente.
Siguen siendo los mismos de siempre.
Ferdian Asterian y Rudian Asterian.
Apenas habían cambiado con los años.
La única diferencia era que el cabello de Ferdian ahora era un poco más largo y que Rudian, en lugar de llevar el cabello desordenado, lo peinaba completamente hacia atrás.
Aunque, últimamente, ese es el problema…
Ambos tenían ahora veintitantos años, una edad en la que, en otras familias, ya se habrían casado y tendrían hijos.
Sin embargo, ni Ferdian ni Rudian estaban casados.
No tienen intención de hacerlo por ahora… Tal vez más adelante.
La razón era sencilla: en ese momento, ninguno de los dos tenía interés en el matrimonio.
Por supuesto, había alguien que encontraba esta actitud frustrante.
¿Que no tienen intención de casarse?
Su abuelo, Alpheus.
¿Cómo pueden decir semejante tontería? ¿Acaso saben cuántas propuestas de matrimonio han recibido?
Alpheus se desesperaba con la falta de interés de sus nietos en el matrimonio, pero ni Ferdian ni Rudian le hacían el menor caso.
Desde que cumplían poco más de veinte años, ambos habían aprendido a evadir sus regaños como anguilas escurridizas.
Cada vez que eso pasaba, Alpheus recurría a Karthus en busca de ayuda.
( ¡Haz algo con tus hijos! ¿Cómo es posible que a su edad sigan sin casarse? )
( Los jóvenes de hoy son diferentes a los de nuestra época. Si esperamos, encontrarán pareja por su cuenta. )
Pero su padre, Karthus, solo respondía con indiferencia.
Al final, tras tantas veces llevándose las manos a la cabeza, Alpheus terminó rindiéndose en su misión de casarlos pronto.
Las jóvenes aristócratas de Cracion, que durante tanto tiempo habían esperado que cambiara la postura de los dos hermanos, quedaron devastadas cuando se enteraron de la noticia.
Jaja…
Thiel recordó la constante lucha entre Alpheus y sus hermanos y se rió en silencio.
Luego, con cautela, decidió preguntar algo.
—Ferdian, ¿no estás viendo a alguien últimamente?
—¿Viendo a alguien? No, de verdad que no tengo ningún interés por ahora. ¿Pero por qué preguntas eso? No me digas que el abuelo te pidió que lo hicieras.
—No, no lo hizo. Solo tenía curiosidad…
Ferdian, observando a Thiel, de repente le dio una palmada en la espalda a Rudian.
—Yo no, pero quién sabe, tal vez este sí.
En ese instante, el rostro de Rudian se puso rojo como un tomate.
—¿Q-qué estás diciendo? ¡Yo tampoco estoy saliendo con nadie!
—¿Por qué reaccionas de manera tan exagerada? Pareces alguien que tiene la conciencia sucia.
—¡¿Conciencia sucia?!
Ferdian y Rudian comenzaron a discutir de nuevo. Thiel los observó mientras reía suavemente.
Y de forma natural, comenzó a pensar en el matrimonio.
Matrimonio…
Mientras jugueteaba con la taza de té en sus manos, recordó a Iandros.
Thiel e Ian no habían celebrado una ceremonia de compromiso, pero estaban unidos por un vínculo mucho más fuerte que cualquier ceremonia: la marca. Por eso, los dos eran oficialmente prometidos.
Eso significaba que, tarde o temprano, se casarían y vivirían juntos.
Thiel sería la esposa de Ian, e Iandros sería el esposo de Thiel.
Es un poco extraño pensarlo así…
Habían estado comprometidos durante mucho tiempo, y desde que eran pequeños siempre habían estado juntos. Entonces, ¿por qué cada vez que pensaba en ello se sentía tan avergonzada?
Thiel se ruborizó al recordar a Iandros y, sin darse cuenta, volvió a juguetear con la taza de té.
—Thiel, tu rostro está rojo. ¿Te sientes mal?
Rudian, que estaba discutiendo con Ferdian, la notó y le preguntó preocupado.
Thiel, sorprendida, dejó la taza de té y agitó las manos apresuradamente.
—¡No, no! No estoy enferma.
—¿Seguro? Tienes la cara bastante enrojecida.
Thiel agitó la mano aún más, intentando ocultar su rostro ligeramente sonrojado.
—E-Estoy bien. Creo que es porque hace un poco de calor aquí. Estoy sentada junto a la ventana y…
En ese momento-
—¿Calor? Entonces, ¿por qué no cambias de lugar? Parece que uno de tus hermanos está sentado en la sombra… ¿Quieres que le quite el sitio por ti?
Alguien apareció y le habló con una voz amable mientras se acercaba a su lado.
Con una mano, tomó suavemente la mejilla sonrojada de Thiel, y con la otra, hizo sombra para bloquear la luz del sol que caía sobre su rostro.
Thiel, que estaba aturdida, levantó la cabeza de golpe y abrió los ojos de par en par.
—¿I-Ian…?
—Hola, Thiel.
Iandros tomó el rostro de Thiel entre sus manos. Sus mejillas, aún ligeramente acaloradas por la vergüenza, quedaron atrapadas dentro del calor de sus palmas.
Thiel lo miró fijamente con una expresión aturdida durante un largo rato.
Su cabello dorado brillaba aún más bajo la luz del sol, al igual que sus resplandecientes ojos color esmeralda.
Iandros Cracion… ¡era realmente su prometido!
Thiel, aún nerviosa, tomó ambas manos de Iandros entre las suyas y le preguntó:
—Ian, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no avisaste que vendrías…?
—Vine en carruaje. Y no te avisé porque quería sorprender a mi prometida.
Iandros sonrió.
—Por la expresión de tu rostro, parece que lo logré.
Luego, puso en sus brazos un ramo de flores de primavera entrelazadas y le preguntó:
—¿Disfrutaste la hora del té? ¿No fue muy ruidosa con tus dos hermanos aquí?
—¿Eh? ¡No! No fue nada ruidoso. Pero esto… ¿esto es…?
—Un regalo para ti. No quería venir con las manos vacías.
Thiel, con las mejillas ligeramente sonrojadas, tomó el ramo y, levantándose de su asiento, abrazó suavemente a Iandros.
El tono de su piel se había teñido con el mismo delicado rosa de las flores que tenía entre sus brazos.
—Es realmente hermoso. Gracias, Ian. Lo colocaré en mi habitación y lo cuidaré bien para que no se marchite.
—No importa si se marchita, puedo comprarte tantos como quieras. Pero, más importante…
Los ojos de Iandros se afilaron mientras dirigía su mirada a las dos panteras negras sentadas frente a Thiel.
Ferdian y Rudian.
Iandros recorrió a ambos con la mirada, observándolos de manera descarada, y luego volvió a enfocarse en Thiel.
—Creo que es un buen momento para terminar la hora del té. Hace tiempo que quiero estar a solas contigo.
Y, mientras tomaba la mano de Thiel, le susurró suavemente.
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