⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Era una clara orden de expulsión.
Ferdian y Rudian estaban demasiado acostumbrados a esta situación, hasta el punto de sentirse agotados.
Este lugar era la mansión Asterian, su propio hogar, y la persona con la que habían estado conversando hasta hace un momento no era otra que su hermana menor.
Bueno, ya ni sorprende.
Después de todo, ¿no era Iandros el hombre que había permanecido al lado de Thiel desde que ella era muy pequeña?
Además, era su ‘compañero’, aquel con quien había formado un vínculo sagrado. Por ello, Iandros había ido y venido de la mansión Asterian desde que eran niños, como si fuera su propia casa, solo para ver a Thiel.
No era algo extraño. Después de todo, Iandros era un asunto que concernía únicamente a Thiel.
El único problema era uno.
¿Por qué demonios viene tan seguido?
Cuando eran niños, ya le parecía que venía con demasiada frecuencia. Pero ahora que Thiel había alcanzado la adultez, la frecuencia con la que Iandros visitaba la mansión había aumentado aún más.
Y después de que todos los asuntos se resolvieron, parecía como si la mansión Asterian estuviera cubierta de miel, porque Iandros prácticamente desgastaba el umbral de tanto entrar y salir.
Ahora mismo, ambos se miraban como si fueran amantes que no se habían visto en mucho tiempo, pero Ferdian conocía la verdad.
¿Hace mucho? ¿De qué hablas?
Apenas ayer se habían encontrado.
Así que lo que estaban haciendo ahora era simplemente actuar como si no pudieran vivir el uno sin el otro después de solo un día de separación.
Ferdian, después de analizar toda la situación, miró a Iandros con una expresión algo agotada.
Iandros, por su parte, los observaba a él y a Rudian con una mirada que claramente decía: ‘¿Y qué esperan para largarse?’
Parecía dispuesto a quedarse allí de pie, mirándolos, hasta que se levantaran y se fueran.
—Ni siquiera necesitas mirarnos así, ya nos vamos. No te preocupes. Por cierto, ¿no es esta una época especialmente ocupada para ti?
—Sí, lo es. Pero aquí hay algo más importante que cualquier ocupación.
Iandros pronunció esas palabras vergonzosamente cursis sin que su expresión cambiara en lo más mínimo.
Rudian frunció el ceño con disgusto y se levantó de su asiento.
—Está bien. Ha sido un té agradable, Thiel. Ahora pasa tiempo con tu prometido. Yo me prepararé para partir.
—¡Ah! ¿Te marchas hacia el norte, hermano?
Desde hace algún tiempo, Rudian había recibido la orden del Emperador de permanecer cerca de la frontera norte.
Teniendo en cuenta su personalidad, alguien que siempre prefirió la espada sobre la pluma, era algo completamente natural.
—Sí. No nos veremos por un tiempo. Pero me alegra haber podido estar contigo.
Rudian le sonrió cálidamente y extendió una mano hacia Thiel.
Ella, que estaba de pie junto a Iandros, se acercó a Rudian y tomó su mano con una gran sonrisa.
—A mí también, hermano. Antes de partir al norte, avísame. Quiero despedirte.
—No hace falta que lo hagas si estás cansada. No quiero que te fatigues por mi culpa.
Sin embargo, a pesar de sus palabras, su expresión al escuchar la palabra ‘despedida’ reflejaba un ligero placer.
—¡No te preocupes!
Thiel decidió en su interior que, sin importar lo cansada que estuviera, se aseguraría de despedir a Rudian el día en que partiera hacia el norte.
Cuando Rudian se levantó, Ferdian también se puso de pie y miró a Thiel.
Con su habitual sonrisa amable, le dijo:
—Thiel, como soy un hermano considerado e inteligente, me retiraré en este momento. Disfruta tu tiempo con tu prometido.
Thiel, avergonzada, lanzó una mirada fugaz a Iandros. Sus mejillas aún estaban teñidas de un suave tono rosado.
Ferdian y Rudian, al ver a su hermana así, sonrieron con satisfacción y finalmente se marcharon.
Iandros, como si fuera lo más natural del mundo, extendió una mano hacia Thiel.
—¿Quieres dar un paseo?
Y con la otra, volvió a cubrir su frente con la sombra de su mano.
—Vamos a un lugar donde el sol no brille tanto.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Thiel e Iandros caminaron lentamente por el jardín.
En la mansión Asterian había un camino bordeado de árboles, y al caminar bajo su sombra, los rayos del sol dejaban de ser molestos.
Thiel miraba a Iandros.
Iandros miraba a Thiel.
Los dos ajustaban su paso al del otro, y cualquiera que los viera pensaría que eran una pareja profundamente enamorada.
De vez en cuando, el sonido de sus risas se deslizaba con la brisa, cosquilleando los oídos de las doncellas cercanas.
Los sirvientes de la mansión Asterian, al ver la escena, parecían incluso más emocionados que la propia pareja.
—¿Cuándo se casará la señorita con el príncipe heredero?
—Aún hay muchas cosas que arreglar, así que probablemente no este año. Quizás el próximo.
—¡Ah, ojalá se casen pronto! Hacen una pareja perfecta.
Las doncellas susurraban con las mejillas sonrojadas.
El problema fue que hablaron un poco más alto de lo que debían, lo suficiente para que Thiel alcanzara a oír algunos fragmentos de la conversación.
Matrimonio…
Thiel reflexionó sobre la idea un poco más y, sintiéndose avergonzada sin razón aparente, entrelazó sus manos con fuerza.
Iandros, que observó su reacción, se inclinó hacia ella y, con un gesto familiar, apartó su largo cabello detrás de su oreja.
—Thiel.
La voz de Iandros era profunda y amable, muy agradable de escuchar.
—Sí, Iandros.
Thiel siempre había pensado que la voz de Ian era realmente agradable de escuchar.
Bajo la cálida luz del sol, sus miradas se encontraron. Los ojos esmeralda de Ian brillaban hermosamente.
Sin embargo, al momento siguiente, aquellos hermosos ojos esmeralda se entrecerraron ligeramente.
Thiel lo miró fijamente, aturdida.
Ian sonrió con los ojos entrecerrados y tomó su mano.
—Cuando todo esté un poco más tranquilo y yo tenga algo de tiempo libre, ¿quieres irnos de viaje juntos?
—¿Un viaje?
—Sí, si hay algún lugar al que Siempre hayas querido ir, vayamos juntos.
Ian golpeó suavemente el dorso de la mano de Thiel con la punta de los dedos.
—Hasta ahora hemos estado realmente ocupados, pero ahora todas esas cosas que nos mantenían ocupados han desaparecido…
—¿Quieres que viajemos para descansar un poco?
—Sí.
Thiel bajó la mirada con las mejillas sonrojadas.
—Yo… me gusta la idea. Si es un viaje con Ian, cualquier lugar está bien.
Su voz fue suave, pero en ese momento, para Ian, sonó más clara y nítida que cualquier otra cosa.
Thiel lo miró y continuó.
—Un lugar con mar sería bonito, pero también un sitio en medio de las montañas. Quiero ir a un lugar donde no haya nadie más y descansar contigo…
En ese instante, Ian sintió como si una pequeña luz brillara junto a Thiel. ¿Fue solo una ilusión?
La observó, ligeramente aturdido, antes de sonreír nuevamente. Su expresión se suavizó.
—Sí, el mar suena bien, y un lugar en las montañas también. Una villa en una isla remota sería perfecta. Podríamos quedarnos a descansar una semana… o incluso un mes entero.
—¡Si nos vamos a una isla remota, todos se preocuparán! Yo soy la líder de Asterian, e Ian es el príncipe heredero de CraCion…
—Tú eres la líder de Asterian y yo el príncipe heredero de este imperio. ¿Quién podría detenernos?
Ian sostuvo la mano de Thiel y se acercó un paso más.
—Podemos ir a cualquier lugar que desees. Yo me encargaré de hacerlo posible.
Thiel lo miró, aún con sus manos entrelazadas.
Ambos estaban de pie bajo la sombra de los árboles, pero curiosamente, el rostro de Ian parecía brillar con claridad, como si la sombra no lo alcanzara.
Ella lo contempló por un momento, como si estuviera admirando sus facciones bien definidas, antes de preguntar en voz baja.
—… ¿De verdad?
Ian respondió.
—Sí, de verdad.
—¿Incluso si quiero ir a un lugar completamente extraño y sin sentido? ¿Vendrías conmigo?
—Si es lo que deseas, Thiel, haré que ese ‘lugar sin sentido’ se convierta en un sitio bastante agradable.
Había una certeza en la voz de Ian, una seguridad con fundamento.
Mientras sentía su mirada, cálida y llena de afecto, Thiel notó un leve cosquilleo en la punta de los dedos.
¿Era porque le gustaba Ian?
Era un cosquilleo tan dulce y embriagador que le hacía estremecer las manos y los pies.
Pensándolo bien, Ian siempre la había llevado a donde ella quería ir.
Incluso desde la primera vez que se conocieron.
Si no hubiera sido por Ian, nunca habría salido de ahí.
Si Ian no la hubiera llevado a Asterian… Si aquel día hubiera ignorado a la niña que se escondía en esa habitación…
Thiel nunca habría salido del desván. No habría crecido así. No habría podido encontrarse con Ian cara a cara.
Así que, en cierto modo, Ian siempre había sido la persona que la ‘llevó’ a donde ella quería estar.
Al recordar esto, Thiel sintió nuevamente que su pecho se calentaba y su corazón latía con fuerza.
Con cuidado, extendió la mano y tiró suavemente de Ian, abrazándolo con delicadeza alrededor de la cintura y apoyando su rostro contra él.
—¿Qué es eso…? Jaja… Eso de que puedes convertir un ‘lugar extraño’ en un ‘lugar maravilloso’… Esas son palabras realmente extrañas…
Y, sin separarse de él, dejó escapar una risa. Luego, con una voz más baja, añadió.
—Pero…
Thiel se puso de puntillas y, al encontrarse con la mirada de Ian, depositó un suave beso en su mejilla mientras susurraba.
—Me encanta escuchar esas palabras. Estoy muy feliz de que me hayas invitado a viajar contigo, Ian…
Ian, que la miraba sonreír, extendió los brazos y la envolvió suavemente por la cintura.
Y así, con sus frentes juntas, los dos continuaron riendo durante un buen rato.
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