⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—… Iandros también.
Thiel abrió los labios con cautela.
—Iandros también ha hecho un gran esfuerzo. Pasaste muchas dificultades ayudándome… debió haber sido duro para ti también…
Iandros esperó pacientemente a que Thiel terminara de hablar.
—Gracias por estar conmigo.
Cuando terminó de hablar, Thiel sonrió suavemente.
En ese instante, Iandros vio superpuesta la imagen de la pequeña pantera de las nieves que ella había sido en el pasado.
Thiel había cambiado mucho desde su infancia, atravesando numerosas experiencias, pero su sonrisa seguía siendo la misma, sin importar cuánto creciera.
Al darse cuenta de ello, su corazón se sintió cálido y le hizo cosquillas en el pecho.
Por un momento, Iandros no pudo responder, sobrecogido por la emoción. Finalmente, asintió con la cabeza.
Los dos permanecieron en la playa por un buen rato más.
Solo cuando el sol comenzó a ocultarse decidieron levantarse.
Para entonces, el dobladillo húmedo del vestido de Thiel ya se había secado, y sus pies, antes mojados, ahora estaban completamente secos.
Justo cuando Thiel estaba a punto de quitarse el sombrero, pensando que ya no era necesario con el sol poniéndose, Iandros se lo tomó de las manos y preguntó:
—¿No te parece una lástima regresar así?
Thiel lo miró fijamente por un momento y luego sonrió ampliamente, asintiendo con la cabeza.
—Sí, quiero seguir divirtiéndome contigo, Iandros.
—Lo sabía. Vamos al pueblo en carruaje. He oído que por estas fechas hacen un gran mercado nocturno no muy lejos de aquí.
—¿Y la cena? ¿No tienes hambre?
—Estoy bien, ¿y tú? En el mercado seguro encontramos algo para comer, así que no es necesario cenar en el palacio.
—Entonces también estoy bien. No tengo tanta hambre.
Charlando animadamente, Iandros y Thiel regresaron al palacio.
Tomaron una taza de té con un trozo de pan, luego se lavaron para quitarse la arena y se cambiaron de ropa antes de prepararse para salir nuevamente.
No podían evitar asearse. Sus cuerpos estaban llenos de arena.
Cuando Thiel terminó de arreglarse, abrió con cuidado la puerta que conectaba con la habitación de Iandros.
Él ya estaba listo y se ponía la chaqueta.
Dado que planeaban ir al mercado nocturno sin revelar su identidad, ambos vestían de forma sencilla, muy diferente a su vestimenta habitual.
Pero la apariencia de Iandros era difícil de disimular. A pesar de llevar ropas modestas y comunes, su rostro lo hacía lucir elegante y refinado, como si estuviera vestido con telas lujosas.
Thiel se acercó con cuidado para ayudarle a ajustar la chaqueta mientras preguntaba:
—¿Deberíamos cubrir tu rostro también? Para ocultar tu identidad, tu cabello dorado es demasiado…
—¿Demasiado llamativo? No importa. Habrá mucha gente en el mercado y ya está oscuro, así que no será tan visible. El problema es…
Thiel jugueteó con un mechón de su cabello blanco, sonriendo con vergüenza. No era el momento de preocuparse por los demás.
—Está oscuro… así que no se notará mucho, ¿verdad?
—Se verá, pero la gente no le prestará demasiada atención. Como dije, habrá mucha gente. Aun así…
Iandros hizo un gesto con la mano, y una de las doncellas trajo un accesorio para el cabello.
Era un adorno diseñado para cubrir su cabello.
Iandros lo colocó cuidadosamente sobre la cabeza de Thiel y, después, dejó un beso ligero en su frente.
—Así será mejor.
Thiel sintió cómo la zona donde la besó se calentaba de inmediato.
Se sobresaltó, abrió los ojos de par en par y miró a Iandros. Luego, nerviosa, tomó su mano y desvió la mirada.
Sus mejillas se habían teñido de un rosa intenso.
—S-Sí, gracias… Ahora, vámonos ya. Es mejor darnos prisa antes de que nos cansemos demasiado.
Su voz delataba lo desconcertada que estaba por el beso, pero Iandros no hizo ningún comentario al respecto.
—Está bien, vamos, Thiel.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
El carruaje que los transportaba se detuvo a cierta distancia del mercado nocturno.
Aunque habían elegido un carruaje sin los emblemas de la familia real de Cracion, seguía siendo lo suficientemente lujoso como para atraer la atención.
Era mejor descender lejos del mercado.
Thiel bajó del carruaje de la mano de Iandros y miró hacia la distancia.
Desde allí, podía oír las voces animadas de muchos suin charlando y riendo.
Numerosas luces iluminaban la zona, extendiéndose a lo largo de la playa.
Era un mercado nocturno de una magnitud impresionante.
—Wow…
—¿Has estado antes en un mercado nocturno?
—Es mi primera vez.
Sujeta de la mano de Iandros, Thiel empezó a caminar.
Los caballeros que los escoltaban los vigilaban desde una distancia prudente.
No había razón para preocuparse, incluso si entraban entre la multitud.
En poco tiempo, se adentraron en el mercado y se mezclaron con la multitud.
Había muchas cosas en los puestos del mercado.
—¡Son flores importadas de Arne! ¡No se marchitan aunque pasen siete días sin agua! ¡Son perfectas para regalar a un ser querido!
—¡Este collar está hecho con conchas traídas de Arcadia! ¡Miren el brillo, es diferente, ¿verdad?!
—¡Esto viene del territorio de Asterian!
—¡Y esto de Wolfgang…!
Los puestos estaban llenos de artículos traídos de todas partes, esperando a que alguien los comprara.
El mercado era de una magnitud impresionante y los artículos que se vendían no parecían objetos comunes.
En ese momento.
—¡Ah!
Alguien pasó junto a Thiel y la empujó levemente en el hombro.
Iandros la sujetó con firmeza, envolviendo su hombro y atrayéndola hacia su pecho.
—Debes tener cuidado. No sueltes mi mano. Aquí hay mucha gente, y si nos separamos, será difícil encontrarnos de nuevo.
Thiel, si usaba su poder, podría encontrar a Iandros en un instante.
Pero decidió no mencionar eso.
—Sí, tendré cuidado de no soltarte.
Debido al bullicio y la cantidad de personas, Thiel e Iandros tenían que acercar sus rostros casi hasta sus oídos para poder hablarse.
Sin embargo, no les desagradaba.
De hecho, les gustaba la atmósfera del mercado nocturno.
Iandros, aún sujetando la mano de Thiel, se acercó a un comerciante que momentos antes estaba anunciando las ‘flores traídas de Arne’.
—Deme un ramo de flores.
—¡Excelente elección! ¡Seguro que se lo regalará a la bella dama que le acompaña! ¡Déjeme envolverlo hermosamente para usted!
El vendedor de flores, tarareando animadamente, tomó un ramo y lo ató con una cinta.
Era un ramo mucho más frondoso y llamativo que los demás.
—Aquí tiene. ¡Que disfruten su paseo!
Thiel e Iandros se sobresaltaron al escuchar esas palabras.
¿Se notaba tanto que eran forasteros?
Pero al observar a su alrededor, pronto se tranquilizaron.
Aquel era un destino turístico muy popular, y había muchos otros visitantes, al igual que ellos.
Iandros le entregó el ramo a Thiel y susurró:
—Parecía que no podías apartar la vista de estas flores.
—Sí, me parecieron realmente hermosas. Además, al escuchar que eran de Arne, me vinieron recuerdos de cuando pasé un tiempo allí…
Thiel sonrió suavemente.
Iandros la observó en silencio por un momento y, como si hubiera tomado una decisión, le sujetó la mano con más firmeza.
—¿Eh? ¿Iandros?
Aún tomándola de la mano, comenzó a recorrer rápidamente los puestos del mercado nocturno, comprando sin parar.
—Deme esto también.
—Esto también.
—Esto se ve bien.
Después de un rato de moverse entre la multitud, Iandros tenía las manos llenas de paquetes y objetos.
Todos eran regalos para Thiel.
Ella, alarmada, intentó quitarle algunos de los artículos que él sostenía.
—¡Iandros! ¿Por qué compraste tantas cosas? Deben de estar pesadas, déjame ayudarte…
—Thiel, ¿acaso olvidaste la habilidad de tu prometido?
Iandros la llevó momentáneamente a un rincón más apartado y, asegurándose de que nadie los viera, abrió su espacio dimensional por un instante y guardó todas las compras en su interior.
Cuando volvió a cerrarlo, sus manos estaban completamente vacías.
—¡…!
Los ojos de Thiel se abrieron cada vez más al ver a su prometido haciendo compras impulsivas y luego ocultándolas con tanta facilidad.
Pero Iandros, como si nada hubiera pasado, se encogió de hombros con indiferencia.
—¿Seguimos? Si ves algo que te guste, dímelo en cualquier momento.
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