⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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—Hasta el final, fingiendo ser refinada. ¡Qué fastidio! ¡Oye! ¿Quién te crees para intentar enseñar a tu dueña?
—No era esa mi intención…
—¡Cállate! Siempre respondiendo. ¿Crees que no sé cómo son ustedes, los nobles? ¿Crees que no me doy cuenta cuando llaman a la gente para burlarse de ellos de todas las formas posibles?
Linia apretó los dientes como si recordara algo.
—¡Hipócritas! ¡Mentirosos! ¿Tienen idea de quién les permite vivir sin ensuciarse las manos? ¡Es gracias al pueblo! Mi hermano se encarga de esos mercenarios vulgares y gana las guerras por ustedes…
Sus palabras comenzaron a volverse incoherentes, pero Ethel permaneció en silencio, escuchándola.
Podía intuir por qué estaba enojada Linia.
También se dio cuenta de que Linia estaba ansiosa y aterrorizada.
Después de desahogarse durante un rato, Linia finalmente levantó las manos en un gesto de frustración al ver la expresión tranquila de Ethel.
—¡Sal de aquí! No quiero verte.
—…Me retiraré.
Ethel se levantó en silencio y salió de la habitación de Linia dando unos pasos hacia atrás.
Cuando cerró la puerta, un nombre que no había pronunciado en mucho tiempo salió de sus labios como un suspiro.
—Lin…
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( Hermana, ¿crees que cuando cumpla doce años seré tan inteligente como tú? )
( ¿Qué dices, Lin? Ya eres suficientemente inteligente. )
( …Papá dice que soy una niña tonta. )
En ese momento, Ethel se quedó sin palabras.
Su hermana menor, la pequeña de la familia, Lin, solo tenía diez años entonces.
La violencia verbal dirigida a su joven hermana la hacía sufrir a ella también. Pero como no podía criticar a su padre, intentó consolarla con la voz más suave que pudo.
( Ah, ya sabes que papá… sus palabras son un poco duras. Seguro que solo quiere decir que trabajes más duro. No lo dice en serio. )
( ¿De verdad? )
Los ojos de Lin se llenaron de melancolía.
Ethel tenía solo doce años en ese momento, pero instintivamente sabía que los ojos de una niña de diez años no deberían tener esa expresión.
( ¡Lin! ¿Bajamos a comer unas galletas? Ya casi es hora de la merienda. )
Intentó cambiar el ambiente, pero Lin negó con la cabeza.
( Dijeron que no merezco comer galletas. Me han prohibido las meriendas por un tiempo. )
( ¿Qué? )
( Tú ve y come, hermana. Yo leeré un libro aquí. )
Lin forzó una sonrisa, tomó un libro cercano y se sentó en una silla en la esquina.
Los sentimientos que Ethel experimentó en ese momento eran demasiado complejos para que los entendiera con doce años, pero ahora lo sabía.
Estaba furiosa.
Furiosa con su padre, que cada día vertía palabras crueles sobre la adorable e inteligente Lin, y con la forma en que ellas eran ‘educadas’ de esa manera.
Pero también estaba llena de rabia y tristeza por no poder cambiar nada.
( ¡Lin! ¿Puedes dormir después de entregar un examen tan desastroso? ¿Crees que traigo profesores a esta casa para ver estas tonterías? )
( Lo… lo siento, papá. )
( Si realmente lo sientes, copia diez veces las respuestas correctas de este examen y ponlo en mi escritorio mañana por la mañana. No debe haber ni un solo error. )
( Sí… )
( ¡Responde con claridad y brevedad! )
( Sí, padre. )
Su padre irrumpía en su habitación mientras ya estaban en pijama, les gritaba y luego se marchaba.
Lin, en silencio, se ponía un chal, se sentaba frente al escritorio y comenzaba a revisar libros.
Ethel, incluso en esas situaciones, no podía hacer nada por Lin. Sus propias circunstancias no eran tan diferentes a las de su hermana.
( Hermana, yo… ya no puedo soportarlo. )
( Lin, aguanta un poco más. Una vez que nos casemos, las cosas serán mejores. )
( Es fácil para ti decir eso porque no estás en mi lugar. Yo ya he soportado todo lo que podía. Esta vida, de todos modos, no vale la pena. )
( ¡Lin! ¿Qué estás diciendo? ¡No hables así! )
( ¡No me hables como lo hace papá! ¡Yo también tengo boca, pensamientos y sentimientos! ¿Por qué no puedo decir lo que quiero? )
A los dieciséis años, Lin se volvió cada vez más sensible y todo en su vida parecía inestable.
La terrible noticia llegó unos días después de esa conversación.
Cuando una criada irrumpió con el cabello desordenado, Ethel sintió un mal presentimiento.
( ¡Señorita! ¡La señorita Lin…! )
( ¿Qué pasa? ¿Qué le pasó a Lin? )
( Ugh… ¡Se cayó del balcón del tercer piso! )
( ¿Qué…? )
Sintió que su mente se quedaba en blanco.
Pensó en cuánto se habría lastimado mientras corría hacia la habitación de Lin, donde la gente se había reunido.
Sin embargo, su padre la apartó, diciendo que no hiciera ruido.
Ethel tuvo que esperar ansiosa en su habitación por más noticias.
Dioses, por favor, permitan que Lin se recupere pronto. Es demasiado joven para quedar inválida. Por favor…
Pero los dioses habían preparado un desenlace aún más cruel.
( Lin está muerta. )
La noticia fue tan breve y seca que parecía imposible de creer.
( Eso… ¿Qué quiere decir con eso? )
( ¿Qué crees que significa? ¿Te has vuelto una tonta también? Está muerta, ¿qué más explicación necesitas? )
Ethel temblaba y, finalmente, se dejó caer al suelo.
Sin embargo, su padre no la consoló.
( Lin cayó accidentalmente mientras miraba hacia afuera desde el balcón del tercer piso. Eso es lo que pasó. Lo sabes, y ten cuidado de que no se difundan rumores innecesarios. )
Solo entonces lo entendió.
Lin… se suicidó.
Parecía que todo el mundo se teñía de negro con la desesperación.
Lo que era aún más increíble era el único pensamiento que llenaba su mente.
Lin ha encontrado la libertad.
En ese momento, se dio cuenta. Ella también siempre había considerado la misma salida que Lin.
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Ethel caminaba por el oscuro pasillo, recordando a la Lin de dieciséis años, ansiosa y llena de nervios.
Lin y Linia.
Incluso sus nombres eran similares de alguna manera, y también lo eran ellas.
Ambas fueron obligadas a aceptar cosas que no deseaban.
Lin era, por naturaleza, una niña libre y extrovertida. Que su padre intentara moldearla dentro del concepto de ‘dama perfecta’ que tenía en mente no era algo que ella pudiera soportar.
Lo mismo ocurría con Linia.
Era evidente que ella era una persona alegre y encantadora. Sin embargo, cuando su hermano se convirtió en Conde, de la noche a la mañana pasó a ser la hija de una familia con título nobiliario.
Alguien que no sabía nada sobre las normas, modales, lenguaje o conocimientos de la sociedad noble no podía adaptarse de repente a su nueva posición.
Seguramente, los nobles también la usaban como objeto de burla. Tal vez porque era más fácil intimidarla que a su hermano mayor, o para buscar una excusa para atacar a Laszlo a través de Linia.
Por eso nació en ella una ira contra la nobleza. Pero, al mismo tiempo, seguramente quería ser reconocida por ellos.
Ethel conocía bien el carácter frío y cruel de la sociedad noble. Aunque su vida no había sido muy larga, había visto muchas veces cómo la aristocracia elevaba a alguien para luego destruirlo.
Ella misma había sido alabada como ‘la novia ideal del imperio’, pero tan pronto como se anunció su matrimonio con el Duque de Lancaster, fue objeto de innumerables rumores malintencionados.
La actitud de las personas cambia más rápido que dar vuelta la palma de una mano.
Gracias a años de educación, Ethel había aprendido cómo soportar esas situaciones. Sabía cómo mantenerse serena y sonreír hasta que el interés de la gente se desvaneciera, actuando como si guardara algún secreto más profundo que los demás desconocían.
Pero para Linia eso sería difícil.
Era solo una suposición, pero probablemente ni siquiera podía hablar adecuadamente fuera de casa. Y la frustración que sentía la desahogaba con las criadas más débiles dentro de su hogar.
Liberar la ira contra el poder convirtiéndote en el opresor es claramente incorrecto. Pero ni siquiera hay alguien a su lado que se lo enseñe.
Laszlo, ocupado con su trabajo en el palacio, era demasiado distante como para cuidar adecuadamente de Linia.
Aunque pudiera hacerlo, él mismo no comprendía completamente la sociedad noble, por lo que le resultaría difícil aconsejarla de manera adecuada.
Si el Conde de Crises hubiera contratado un tutor para su hermana, las cosas habrían sido diferentes. ¿Debería mencionárselo?
Pero, ¿quién era ella para ofrecer ese tipo de consejo?
Quizás había razones por las que no habían conseguido un tutor privado.
Tal vez los tutores no querían trabajar con la familia debido a los orígenes del conde Crises…
Especialmente si se trataba de enseñar con detalle a una mujer joven que pronto debutaría en la sociedad. Un tutor adecuado no sería una noble empobrecida, sino alguien como la esposa de un miembro de una familia influyente.
Más allá del salario, ¿quién enviaría a su esposa a trabajar para la familia Crises, tan vigilada y criticada por los nobles?
Aunque no era asunto suyo, Ethel dejó escapar un suspiro.
No es mi problema. No debo involucrarme.
Ethel trató de convencerse mientras regresaba a su habitación. Pero, por alguna razón, la sensación de inquietud y ansiedad permanecía en su pecho, haciéndolo latir con fuerza.
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Laszlo llegó a casa ese día al caer el sol.
Dejó su caballo a cargo del cochero y abrió la puerta de la mansión, pero no había nadie para recibirlo.
Después de todo, la mansión se utilizaba principalmente como un lugar para reuniones secretas con miembros del gremio de mercenarios mientras ocultaba su actividad de los demás nobles. No le importaban mucho las normas de etiqueta de los sirvientes.
Sin embargo, a veces, la discrepancia entre su título y su vida real lo irritaba.
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