⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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¿Qué clase de casa de Conde es esta?
Él tampoco sabía exactamente cómo debía ser una verdadera casa de Conde, pero al menos estaba seguro de que no sería un lugar donde nadie saliera a recibir al cabeza de familia al regresar.
La casa es innecesariamente grande. Mantener una casa como esta requiere un montón de personal.
Honestamente, según sus estándares, una casa tan grande y tantos sirvientes eran completamente innecesarios.
Los hermanos habían vivido en una casa decente en una calle de clase media, donde tenían a un sirviente hombre encargado de los caballos y las cargas pesadas, y a dos sirvientas para las tareas del hogar. Con eso ya llevaban una vida bastante lujosa.
Sin embargo, cuando el Emperador les otorgó la mansión, recomendó contratar a al menos diez sirvientes hombres, incluido un mayordomo, dieciséis sirvientas, incluida una jefa de servicio, además de un cocinero y ayudantes de cocina. Incluso afirmó que ese era el mínimo personal necesario.
Ni siquiera he conseguido un mayordomo todavía, y las sirvientas siguen renunciando. Ahora apenas tengo diez. Ah, con esa mujer, son once.
Al entrar en la mansión, miró a su alrededor. Todo le parecía ajeno.
Había pedido a Linia que arreglara el lugar con la ayuda de la jefa de las sirvientas, pero la casa seguía pareciendo incompleta. No sabía exactamente qué faltaba, pero algo faltaba.
—Tch. Realmente molesto.
Murmuró en voz baja mientras subía al segundo piso, cuando Linia salió corriendo de su habitación para recibirlo.
—¡Hermano! ¿Ya llegaste?
—Sí.
Respondió con indiferencia mientras se dirigía a su habitación, pero Linia, sin tener realmente algo importante que decir, lo siguió.
—¿Qué hiciste hoy en el palacio?
—Lo de siempre. ¿Por qué preguntas?
—Oh, bueno, solo por curiosidad…
Linia lo siguió incluso hasta su habitación, observando cómo su hermano, con evidente cansancio, se quitaba el abrigo y aflojaba la corbata, sin mostrar intención de marcharse.
Finalmente, Laszlo preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Qué quieres?
Con un tono mezclado de irritación, Linia encogió los hombros y respondió en voz baja:
—Bueno, no es nada importante… Me invitaron a una fiesta del té dentro de dos semanas. La organiza la señora del Vizconde Emerson. ¿La conoces?
—No.
—Oh, ya veo…
Laszlo, sinceramente, encontraba a su hermana exasperante. Deseaba que hablara con claridad en lugar de andar con rodeos. Desde que se mudaron a la mansión, Linia siempre parecía cuidarse de no incomodarlo, girando en círculos con sus palabras.
—Si no quieres ir, no vayas.
—¡No, no es eso! Es solo que… Si no voy a esas cosas, nunca podré usar los bonitos vestidos que tengo.
—Entonces ve.
—Pero… No sé qué decir cuando estoy allí.
—Si no sabes qué decir, es mejor que te calles.
—¿Y si preguntan sobre ti? ¿Solo digo que no sé?
—Sí.
Linia asintió tímidamente, sin mucha confianza.
La verdad era que las invitaciones que llegaban le generaban una mezcla de emoción y ansiedad.
La jefa de servicio le había dicho que, como joven dama de una familia noble, era natural socializar con otros nobles. Lo entendía perfectamente.
Sin embargo, en las fiestas del té, reuniones o banquetes a los que había asistido, Linia siempre había sido objeto de exclusión o burla. Aunque no lo hacían abiertamente, no era tan ingenua como para no darse cuenta.
Si van a tratarme como si no existiera, ¿para qué me invitan?
Sabía que no responder a las invitaciones era un gran desaire, pero no sabía cómo rechazarlas adecuadamente.
Además, no tenía muchas otras oportunidades de salir. Eso hacía que las invitaciones fueran tanto una oportunidad como una carga.
Así que asistía a las reuniones aunque no quisiera, pero, con cada nueva experiencia, su confianza se desmoronaba más y más.
( Señorita Linia, debería aprender modales y etiqueta desde el principio. Una joven que está en edad de casarse no puede ni siquiera usar los cubiertos adecuadamente. )
Después de escuchar ese tipo de comentarios, empezó a evitar comer en público.
—Hermano… ¿Crees que podrías conseguir un buen tutor para mí?
Ante esa petición, Laszlo giró hacia ella con una mirada severa.
—¿Si consigo uno? ¿Esta vez de verdad aprenderás sin montar un escándalo?
—No es que… Yo no…
—Linia Crises. Responde claramente. ¿Cuántas veces te he conseguido tutores? ¿Y cuántas de esas veces renunciaron antes de las dos semanas? ¿De quién fue la culpa?
Linia no pudo decir nada y solo miró al suelo.
Pero, por dentro, sentía una profunda injusticia.
¡Esas mujeres fueron las que se burlaron de mí primero!
Esas tutoras, que frente a Laszlo actuaban de forma educada y sofisticada, cambiaban de actitud en cuanto se daban cuenta de que Linia no sabía absolutamente nada.
Una mirada desde arriba.
Cada vez que sentía la burla, el desprecio y la indiferencia que se escondían en esos ojos, se prometía a sí misma aguantar por su hermano. Sin embargo, cuando recibía críticas directas como ‘¿Cómo es que no sabes esto?’ o ‘¿Cuántas veces más tengo que explicártelo?’, incluso Linia era incapaz de soportarlo.
( Si te pagan por enseñar, haz tu trabajo bien. ¿Quién te crees que eres para burlarte de mí? )
Incluso con solo responder de esa manera, las tutoras de origen noble temblaban de miedo y salían corriendo de la casa.
¿Eso fue mi culpa?
Incluso Laszlo no se habría quedado de brazos cruzados si lo hubiera presenciado.
Sin embargo, Linia no podía contarle todo con detalle, por miedo a que su hermano se sintiera herido o, peor aún, que algo grave sucediera.
—Esas mujeres crecieron demasiado protegidas. ¿Cómo puede alguien renunciar al trabajo solo porque le han dicho algo?
—Si no tienes intención de cambiar tu actitud, entonces no habrá tutores. Además, ya no tengo a quién más pedir recomendaciones.
Linia frunció los labios, sintiéndose ignorada por su hermano, y de repente recordó a alguien que decidió mencionar.
—Por cierto, esa mujer que era la ‘Duquesa Lancaster’ parece algo diferente.
Laszlo, que había girado la cabeza, volvió a mirarla, pero Linia continuó hablando sin darle importancia.
—Aunque era una noble mucho más alta que cualquier otra tutora que hayamos tenido, parecía no tener nada de orgullo. ¿Sabes? Le dije que se arrodillara y lo hizo. ¡Me sorprendió tanto!
—¿Qué? ¿Le pediste que se arrodillara? ¿Por qué?
—Pues… Quería verla llorar, así que la llamé. Pero empezó a responderme con esa actitud altiva, fingiendo ser elegante. Me molestó tanto que le ordené que se arrodillara…
—¡Linia Crises!
Linia se sobresaltó y levantó la cabeza cuando Laszlo alzó la voz de repente.
Los ojos de su hermano parecían más furiosos que antes.
—¿Por qué me gritas así?
—¿Ni siquiera te das cuenta de la vergonzosa estupidez que acabas de cometer?
—¿Qué hice?
Laszlo se revolvió el cabello con frustración y suspiró profundamente.
Aunque comprendía la confusión que Linia había estado experimentando desde que se convirtieron en nobles, ella estaba empezando a comportarse exactamente como aquellos aristócratas a los que ambos despreciaban.
—¿En qué es diferente lo que estás haciendo ahora de lo que esos nobles te hacían a ti?
—…
—Si vas a usar tu poder para pisotear a alguien más débil que tú, entonces no te quejes cuando alguien más fuerte te pisotee a ti. ¿No crees?
Linia entendía lo que decía, pero sentía una rebeldía arder dentro de ella.
—¡Quiero despreciar a los nobles que me despreciaron! ¿No puedo al menos hacer eso?
—No despreciaste a ningún noble. Jugaste con una sirvienta. Esa mujer ya no es una noble.
—¡Pero aun así…!
—Ni siquiera puedes decir una palabra delante de los verdaderos nobles. ¿No crees que eso es cobarde?
Linia terminó con los ojos llenos de lágrimas.
—¡Tú… tú no sabes nada! ¿Cómo crees que me sentí, tan enfadada y humillada, para hacer algo así?
—¡Linia!
—¿Si sabes que apenas puedo abrir la boca en esas reuniones, no deberías al menos intentar ayudarme? ¡Dime qué se supone que haga!
Laszlo suspiró nuevamente mientras miraba a su hermana, que lloraba a gritos.
Sabía cómo se sentía Linia, pero él tampoco sabía cómo ayudarla.
—Si es tan difícil para ti, entonces no vayas más a las reuniones de los nobles.
—¡No me refiero a eso!
—¿No quieres ser ignorada, pero también quieres encajar entre los nobles?
—¡Claro! ¡Eres perfecto, ¿no?! ¡No te importa lo que me pase!
Linia finalmente se secó las lágrimas y salió corriendo.
Laszlo se sintió abrumado.
Habían pasado tres años desde que el Emperador le dio el título de Conde, algo que nunca había querido.
Aunque él seguía igual que siempre, todo a su alrededor había cambiado rápidamente.
Entre esos cambios, Linia, que ahora tenía dieciocho años y estaba en edad de pensar en casarse, era su mayor preocupación.
Cuando solo tenía que ganar suficiente dinero para mantenerla, todo era más fácil.
Laszlo tomó una botella de agua cercana, la llenó y bebió profundamente para calmar la frustración.
De repente, recordó a Ethel, la mujer a la que Linia había obligado a arrodillarse.
Aunque intentó mantener la compostura frente a Linia, probablemente esté llorando sola ahora.
No era asunto suyo. Si no podía soportar eso, no servía para nada.
Pero al imaginar a Ethel soportando la humillación de arrodillarse, Laszlo sintió que algo lo molestaba profundamente.
De forma impulsiva, salió de la habitación y se dirigió al ala oeste, donde estaban los aposentos de los sirvientes.
Aunque algunos empleados aún ocupados inclinaron la cabeza al verlo, no encontró a Ethel por ninguna parte.
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