⋆˚ʚɞ Traducción: Nue / Corrección: Nue
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( ¿El heredero del Duque de Berington, que ha enviudado dos veces en circunstancias sospechosas? ¿El primogénito de la familia Tolrain, de quien dicen que tiene tan poca inteligencia que ni siquiera puede hablar bien? ¿O el segundo hijo, famoso por coquetear con toda mujer que se le cruza? En cuanto a la familia Windblair, ni siquiera tienen hombres para proponer en matrimonio. )
( Madre… )
( Tu padre hará lo que sea para casarte con alguna de las ‘Cuatro Grandes Familias’. Ya lo sabes, ¿verdad? )
Por supuesto. Estaba harta de escuchar a su padre hablar sin cesar de las Cuatro Grandes Familias. Desde que era pequeña, había soportado interminables presiones para casarse con alguien de una de las familias más poderosas del imperio.
( La propuesta del Duque de Lancaster es, en todo caso, la mejor opción. Él ya tiene una amante desde hace años, y sus hijos son mayores. No creo que se moleste en tocarte. Además, cuando muera, recibirás una gran herencia. Entonces podrás vivir como quieras. )
( ¿Cómo puede estar tan segura de cuándo morirá el Duque? ¡Probablemente no será hasta que yo tenga más de treinta años! )
( ¿Y qué importa esperar diez años por cuarenta de vida cómoda? )
Luego murmuró para sí misma:
( Cuando seas Duquesa, incluso tu padre tendrá que inclinar la cabeza ante ti. ¿Qué es lo que tanto te disgusta de esto? )
Esas palabras hicieron que los ojos de Ethel se abrieran de par en par. Ya estaba asfixiada por la tiranía y la obstinación de su padre, pero la esperanza de escapar de él le dio fuerzas para recomponerse.
Está bien. Si me caso, podré salir de la casa del Conde Canyon. Si aguanto unos años, seré libre. Solo debo soportarlo. Soportarlo.
Desde entonces, Ethel comenzó a preparar su boda diligentemente, exactamente como su padre quería. Sabía que se hablaba mucho a sus espaldas, pero en las fiestas y reuniones, siempre sonreía como si estuviera feliz.
Sin embargo, tan pronto como entró en la casa ducal, se dio cuenta de que ese lugar nunca podría ser su hogar.
( Dicen que tu padre te educó bien. Actúa como una perfecta Duquesa. No seas ambiciosa y limítate a existir en ese puesto. Esa es tu única función. )
En la noche de bodas, el Duque de Lancaster entró brevemente en la habitación de Ethel, le dio esa ‘orden’ y luego se retiró a su propia habitación, donde lo esperaba su amante.
Aunque se sintió humillada, también experimentó alivio.
No solo porque el Duque realmente no la tocó, sino porque había sido educada de manera rigurosa, casi abusiva, para convertirse en una dama noble. Pensó que vivir en la casa ducal no sería tan difícil.
Pero estaba completamente equivocada.
El hecho de que el Duque no la tocara significaba que sería tratada como un ser invisible en esa casa.
Además, los hijos adultos del Duque también eran abiertamente hostiles hacia ella. No querían compartir su herencia ni su poder con alguien que consideraban una intrusa.
( ¿Qué le faltaba a nuestro padre para que se casara de nuevo? ¡Y encima con una mujer de una familia sin importancia! )
( Insistió en que alguien debía ocupar el puesto de Duquesa. Parece que no soportaba que le llamaran viudo. )
( ¿Viudo? ¡Si lleva más de quince años con su amante! )
( Pero no podía elevar a esa mujer de baja cuna al título de Duquesa. Aunque esta tampoco me agrada mucho. )
( ¿Eso importa? He oído que el Conde Canyon hizo todo lo posible para vincularse con nuestra familia. )
Los hijos del Duque discutían abiertamente frente a Ethel, riéndose de su incapacidad para responderles.
( Mantente al margen y vive en silencio. Si no, te las verás muy feas. )
Ethel soportaba esas palabras con los dientes apretados, enfrentando cada día como podía.
Organizaba impecables banquetes en la Casa Ducal, administraba decenas de libros contables y gestionaba a más de un centenar de sirvientes. Atendía a los visitantes que llegaban a diario, sin cometer un solo error.
En la sociedad, se esforzaba por no manchar el nombre de la casa Lancaster ni su propia reputación, actuando como si fuera completamente feliz.
Solo necesito aguantar unos años más. Cuando el Duque muera, seré libre y viviré como quiera.
Se aferró a ese único pensamiento para resistir.
Pero todo fue un esfuerzo inútil.
El ‘Plan de Independencia del Ducado’ del Duque se descubrió mucho antes de lo esperado, y el Emperador, enfurecido, aplastó el ducado sin piedad.
( ¡Huye, mi señora! ¡El ejército del Emperador está llegando! ¡Rápido! )
Ese día, el mayordomo corrió hacia ella, desaliñado y casi gritando de desesperación. Ese recuerdo permanecía tan fresco en la mente de Ethel como si hubiera ocurrido ayer.
Había pensado que el Duque debía tener suficiente fuerza para desafiar al Emperador, pero el ejército ducal fue completamente aniquilado sin lograr una sola victoria.
Mientras tanto, las damas de compañía que estaban en la residencia ducal empacaron apresuradamente y regresaron a sus hogares. Los sirvientes más astutos robaron pertenencias del ducado antes de escapar.
Sin embargo, Ethel permaneció en el castillo. Sentía que debía quedarse.
Soy la dueña de este castillo. ¡No tengo otro lugar a dónde ir!
Aunque nunca había tenido poder real ni sido tratada como una persona importante, intentó cumplir con su deber como Duquesa.
Sin embargo, el mayordomo la arrastró fuera del despacho del Duque, mientras le gritaba:
( ¡Todo está perdido! ¡La casa ducal se acabó! ¡Los hijos del Duque ya han huido! )
El hombre que empujaba la espalda de Ethel para que huyera salió corriendo despavorido tan pronto como escuchó el sonido de la puerta del castillo rompiéndose. Aun así, fue la única persona que mostró preocupación por ella hasta el final. Nadie más se molestó siquiera en decirle que escapara.
Desde el pasillo del tercer piso del castillo, Ethel observaba el caos que se desataba abajo. Fue entonces cuando comprendió que la habían abandonado. También entendió que no había forma de salvar su vida.
El camino hacia el exterior estaba bloqueado, y la familia del Duque no le había revelado la existencia de ningún pasaje secreto en el castillo. Sin otra opción, corrió hasta el último piso y se escondió en el desván, que se usaba como almacén.
¿Por qué me ha abandonado Dios? ¿Qué hice mal para merecer esto?
Se acurrucó en un rincón oscuro del desván, reflexionando sobre sus preguntas, para las que no tenía respuestas.
Desde pequeña, había soportado la rigurosa y cruel educación de su padre. Se esforzó por convertirse en una dama perfecta, irreprochable ante los ojos de cualquiera, y fue reconocida en la alta sociedad por ello.
Sin embargo, ser alabada como una cáscara vacía creada según los planes de su padre era doloroso y vacío. Sentía que si seguía viviendo así, algún día desaparecería como persona.
¿Acaso todo ese sufrimiento era una advertencia de Dios para que huyera?
Afuera, los gritos desgarradores y el sonido de espadas chocando no cesaban.
Solo he sido una herramienta toda mi vida. Una herramienta para que mi padre y mi familia ganaran más dinero y poder, una herramienta para preservar la apariencia de la casa ducal…
Incluso en ese momento, seguía siendo lo mismo. Mientras los soldados de la fuerza imperial buscaban a Ethel en el castillo, los hijos del Duque seguramente estaban huyendo lo más lejos posible.
Soy solo un señuelo. Probablemente hayan informado deliberadamente que yo estoy aquí.
Al darse cuenta de que su muerte era inevitable, esconderse en un rincón dejó de tener sentido.
Está bien. Soy la Duquesa. Si mi vida fue creada y moldeada para este propósito, al menos en mi final debo comportarme como tal.
Determinada a no enfrentar la muerte de manera indigna, Ethel se levantó del suelo donde estaba acurrucada.
Sacó una vieja silla que estaba arrinconada, la colocó en el centro del desván y se sentó con elegancia. Arregló la falda de su vestido, acomodó su cabello y se secó el sudor frío de la frente con un pañuelo que tenía en el bolsillo.
Mientras hacía esto, el sonido de pasos subiendo las escaleras se acercaba rápidamente.
Oh, Dios todopoderoso y misericordioso, por favor, llévame contigo sin mucho sufrimiento.
En ese último momento, Ethel buscó consuelo en Dios, aunque nunca había concedido ninguno de sus deseos.
¡Clang, clang!
La puerta empezó a sacudirse.
( ¡Esta es la única puerta que está cerrada! )
( ¡Capitán! ¡Parece que está aquí! )
Los soldados de la fuerza imperial, que ya habían revisado todas las habitaciones del castillo, se reunieron frente a la última puerta del desván en el piso superior.
Ethel, que había estado rezando, apretó con fuerza las manos temblorosas que mantenía unidas.
Sé fuerte ante el sufrimiento. Confía en el plan de Dios y soporta con paciencia. El sufrimiento es pasajero; los frutos de la paciencia son dulces.
Con sus labios resecos, murmuró las palabras del versículo que siempre recitaba. Incluso si lo único que obtendría de soportar el sufrimiento sería la muerte.
( Rompan la puerta. )
Con la orden de un hombre, algo comenzó a golpear con fuerza la puerta. Las bisagras desgastadas no resistieron muchos impactos y la puerta cayó al suelo. Detrás de la puerta, un hombre con un rostro impasible apareció.
Había más soldados a su lado, pero su presencia era tan imponente que hacía que los demás parecieran insignificantes.
Laszlo Crises… ¿El perro de caza del Emperador?
Un hombre que nunca había conocido la derrota. Y esta vez tampoco había fallado en cumplir las órdenes de su amo.
( ¿Es usted la Duquesa Ethel Lancaster? )
Preguntó, sin molestarse en limpiar las manchas de sangre en sus mejillas y manos. Por supuesto, la pregunta no era porque tuviera dudas.
( Vaya, tal como dicen los rumores, es una belleza. )
( ¿Incluso siendo la segunda esposa, sigue siendo una Duquesa, verdad? Aun en este caos… )
Los soldados que lo acompañaban soltaban comentarios sarcásticos, pero su expresión permanecía inmutable. Bajo su cabello negro desordenado, sus ojos afilados y su nariz recta, adornada por una barba irregular, dejaban una impresión memorable.
( Soy Ethel Lancaster. ¿Planean ejecutarme aquí mismo? )
Preguntó Ethel, esperando que la mataran en ese lugar.
Su actitud tranquila dejó a los soldados desconcertados, quienes silbaron o la miraron con incredulidad. Sin embargo, Laszlo, con ojos vacíos de emoción, simplemente respondió.
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