⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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Cuando pienso en aquel momento, la rabia vuelve a surgir.
En aquel entonces, Laszlo solo tenía una opción.
Debía demostrar una diferencia de habilidad tan abrumadora que los miembros de la Guardia no pudieran evitar reconocerlo. Y a aquellos que quisieran aprender de él, debía enseñarles con imparcialidad, dejando a un lado cualquier emoción personal.
Además, liderar en todos los campos de batalla donde la Guardia era necesaria, mostrando una actitud ‘implacable’, resultó ser la estrategia más efectiva. En cualquier caso, nunca le molestaron los caballeros con deseos de superación.
—Es admirable que quieran hacerse más fuertes y estén dispuestos a entrenar más. Pero… ¿por qué, precisamente, en mi casa?
Ante esto, los tres hombres intercambiaron miradas incómodas antes de hablar con dificultad.
—Bueno… Es que, por alguna razón… no queremos llamar la atención de nuestros superiores en el palacio.
—Ah, claro, por supuesto. Estamos seguros de que ellos apreciarían nuestra iniciativa de entrenar con usted, capitán. Pero no sabemos cómo lo verían nuestros compañeros…
La excusa que dieron sonaba tan plausible que Laszlo no dudó en aceptarla.
—Supongo que tiene sentido.
—Entonces…
—No puedo durante la semana. Si el fin de semana les parece bien, ¿qué tal el próximo sábado a las 3 de la tarde?
—¿El próximo sábado a las 3? ¡Iremos! Pase lo que pase, ahí estaremos.
Ante la aprobación de Laszlo, los tres hombres brillaron de entusiasmo, agradecidos.
Laszlo, interpretando sus reacciones como un reflejo del genuino deseo de superación de jóvenes caballeros, los observó con aprobación y asintió.
—Entonces, cuídense. Nos vemos el sábado.
—¡Gracias, Sir Crises!
—¡Muchas gracias!
Dejando tras de sí una ruidosa expresión de gratitud, los tres hombres salieron del despacho. Incluso al caminar por los pasillos, se escuchaban sus risas y comentarios celebratorios.
Ojalá todos se enfocaran tanto en mejorar sus habilidades…
Muchos que portaban espadas preferían involucrarse en intrigas políticas. Por eso, individuos simples y directos como ellos llegaban a parecerle hasta reconfortantes.
Lo lamentable era que dudaba de su capacidad para alcanzar grandes logros. Solo con observarlos podía adivinarlo.
Sus cuerpos están en mal estado y sus posturas son pésimas. Aunque los entrene durante tres horas, ¿qué tanto podrán absorber?
Quizás todo se reduciría a enseñarles lo básico. Y, tal vez, eso sería lo mejor para ellos, ya que un entrenamiento real dejaría sus cuerpos llenos de moretones.
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( Recuerda esto. Solo puede ser uno de los ‘Cuatro Grandes Linajes’. Mantén la cabeza fría y no prestes atención a tipos extraños. )
En cuanto escuchó esas palabras, Ethel se dio cuenta de que estaba soñando.
Su vista, antes oscura, comenzó a iluminarse, y al mirar a su alrededor, reconoció el condado de Canyon tal y como lo recordaba.
¿Desde qué edad empecé a escuchar esas palabras? ¿Fue cuando comencé mi educación a los ocho años? No, creo que incluso antes de eso…
Recordó la insistente cantinela de su padre sobre los ‘Cuatro Grandes Linajes’, algo que había escuchado desde una edad tan temprana que ya ni siquiera podía recordar el inicio.
En el Imperio Pispera, había muchos nobles, pero los cuatro linajes que se conocían como los ‘Cuatro Grandes’ los Duques Lancaster y Berington, y los Marqueses Tolrain y Windblair eran tan poderosos que incluso la familia imperial evitaba enfrentarse a ellos.
El padre de Ethel tenía una obsesión con formar una alianza matrimonial con uno de estos linajes, viéndolo como la clave para su propio ascenso.
La familia tenía dinero, pero carecía de influencia.
El origen del condado de Canyon no era particularmente notable.
El bisabuelo de Ethel, un jugador empedernido, ganó un pedazo de tierra extranjera como parte de una apuesta. Durante décadas, esa tierra solo produjo modestos ingresos por impuestos, hasta que, de repente, se descubrió una enorme mina de zafiros.
El abuelo de Ethel, convertido en millonario de la noche a la mañana, ofreció una gran cantidad de zafiros y cofres de oro a un Emperador que atravesaba dificultades financieras. En agradecimiento, el Emperador le otorgó el título de Conde.
Esa historia, sin ningún tipo de adorno, se filtró en los círculos sociales, lo que llevó a que el condado de Canyon fuera visto como una familia adinerada, pero poco relevante.
¿No podía haber estado satisfecho con ser un Conde rico?
A pesar de su posición, su padre siempre estaba furioso porque se le trataba como a un advenedizo. Creía firmemente que la única forma de superar esa percepción era casar a su hija con una de las Cuatro Grandes Familias. Era una obsesión enfermiza.
( ¡Con este nivel, ninguna de las Cuatro Grandes Familias te considerará como candidata para nuera! ¡Debes ser perfecta! ¡Más allá de lo que cualquiera pueda igualar! )
Ethel suspiró al recordar el rostro distorsionado de su padre, gritando con furia.
Aunque los tutores la elogiaban y recibía alabanzas en los círculos sociales, el Conde de Canyon siempre encontraba algo que criticar y le gritaba.
¿Por qué tenía que sacrificarme para aliviar los complejos de mi padre?
En aquel entonces, solo podía llorar y prometer hacerlo mejor, temerosa de su ira. Pero siempre se había sentido insatisfecha y desconcertada.
Si realmente quería ser un noble digno y honorable, ¿por qué no lideraba con el ejemplo?
Podría haber donado a orfanatos o clínicas para plebeyos, o apoyado a artistas necesitados. Tal vez así habrían dejado de llamarlo un advenedizo. Pero el Conde de Canyon encontraba insoportable gastar dinero en cosas así.
Decías que gastar dinero en cosas inútiles es una tontería, pero al final, ¿qué has ganado derrochando en otras cosas, padre?
Mientras reflexionaba sobre esto, la escena frente a ella cambió de nuevo.
En una mesa decorada con un banquete, toda la familia del Conde de Canyon estaba sentada alrededor.
Sin embargo, a pesar de ver a su familia después de tanto tiempo, Ethel no sentía alegría alguna. No tenía recuerdos lo suficientemente dulces como para desear que aparecieran en sus sueños.
( ¡Si no es para casarte con una buena familia, ¿para qué sirve una hija? ¡Si vas a convertirte en una inútil que solo gasta dinero sin hacer nada, sal de esta casa de inmediato! )
El Conde de Canyon repetía esas palabras en cada comida, logrando que Ethel perdiera el apetito.
No importaba lo deliciosa o valiosa que fuera la comida servida. Los únicos que podían comer libremente en la mesa eran sus hermanos. Ethel y Lin, por otro lado, debían servirse porciones pequeñas para evitar ser consideradas ‘inútiles’.
Y pensar que otros envidiaban el esbelto cuerpo de las mujeres de nuestra familia sin saber la verdad.
Ethel dejó escapar una pequeña risa.
Cuando vivía allí, no se daba cuenta. Pero tras ser abandonada por su familia y reflexionar, llegó a la conclusión de que el condado de Canyon merecía ser tratado como una familia de advenedizos.
Incluso pensó que ni siquiera merecían ese término, considerando que les dolía gastar dinero en alimentar y vestir a su propia familia.
Y, aun así, su padre no se detuvo ahí.
¡Zas!
Un sonido desgarrador que Ethel jamás podría olvidar resonó en el sueño.
Ella se encontraba en el suelo, sujetándose la mejilla mientras miraba a su imponente padre.
( ¿Por qué siempre tienes que hacer cosas tan estúpidas, eh? ¿Acaso quieres demostrar que eres una mujer? ¿Cómo no pudiste controlarte un poco y terminaste avergonzando a la familia del Marqués de Tolrain? ¿Sabes cuánto daño le has causado a nuestra familia? )
Ese recuerdo era imposible de borrar de su mente.
Fue durante el verano en que tenía dieciocho años. En esa temporada, cuando las telas eran más ligeras y la piel quedaba más expuesta, había asistido a un picnic al que la familia del Marqués de Tolrain la había invitado.
El segundo hijo del Marqués, un soltero de una de las ‘Cuatro Grandes Familias’ que su padre tanto mencionaba, se le insinuó en ese evento.
Ethel reprimió su repulsión natural y paseó con él por los senderos, confiando en que, como miembro de una familia noble, él respetaría su honor.
Pero, ¿fue un error creer eso?
Cuando llegaron a un lugar apartado, él se acercó bruscamente y comenzó a tocarla. Sorprendida, Ethel forcejeó.
En ese momento, él le dijo algo que nunca olvidaría:
( No hay nadie mirando, señorita. No se haga la difícil. Todo el mundo sabe que el Condado de Canyon está desesperado por emparentar con las Cuatro Grandes Familias. )
La humillación fue indescriptible.
Con todas sus fuerzas, Ethel lo empujó y corrió hacia donde había más gente.
Aunque no explicó lo que había ocurrido, las personas parecían haber entendido lo esencial al ver al hijo del Marqués regresar cubierto de polvo y abandonar el lugar poco después.
Cuando el Conde de Canyon se enteró, estalló de furia y golpeó a Ethel.
En lugar de preocuparse porque fui acosada, solo le importaba no haber molestado al Marqués de Tolrain.
Probablemente fue en ese momento cuando Ethel dejó de esperar algo de su padre.
El Conde de Canyon jamás cambió. Continuó tratándola como una herramienta y, al final, la desechó.
Si, incluso después de haber sido abandonada, siento alivio… Sí, creo que ahora estoy mejor así.
Ethel cerró los ojos con fuerza, sin querer seguir recordando el pasado.
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—Hmm…
Abrió los ojos lentamente y vio la ventana que comenzaba a iluminarse con la luz del amanecer.
Al darse cuenta de que había despertado, Ethel dejó escapar un suspiro de alivio.
Quizá porque la última escena de su sueño fue cuando su padre la golpeaba, se encontró con la mandíbula apretada mientras dormía.
—Me duele la mandíbula…
Mientras masajeaba su mandíbula rígida, Ethel se dio la vuelta en la cama. Fue entonces cuando notó que no solo su mandíbula, sino todo su cuerpo dolía.
También tenía fiebre.
Quizá por eso tuve ese sueño.
Para ella, su padre era alguien que incluso en los sueños afectaba negativamente su salud.
Intentó calmar su acelerado corazón, recordándose que ya estaba a salvo y que no volvería a ser controlada por él.
Sin embargo, consolarse no era suficiente para aliviar un cuerpo con fiebre.
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