⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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Esto es un problema… No puedo descansar solo porque esté enferma…
Dejando de lado que aún faltaban manos en la lavandería, era evidente que Marsha no permitiría que tomara un día de reposo por enfermedad.
Ethel suspiró mientras se incorporaba lentamente.
Primero saldré a trabajar, luego intentaré almorzar rápido y le pediré al señor Marco que me compre un medicamento. Al menos me deberían permitir tomar algo para aliviarme.
El señor Marco Molton, padre de Daisy, a quien había conocido hace un mes durante una presentación, le había dicho que podía contar con él para comprar algo o realizar un encargo fuera de la casa.
Aunque Ethel prefería evitar depender de los demás, no podía salir libremente de la mansión siendo una prisionera. Esta vez tendría que pedir ayuda.
Se sintió aliviada de tener a alguien a quien recurrir en esa situación, y con esfuerzo levantó su cuerpo pesado como si estuviera empapado en agua.
Cuando se encontró con Celia y Laila en el desayuno, ambas notaron de inmediato que algo andaba mal con ella.
—¿Te sientes mal? No tienes buen semblante…
—Creo que me he resfriado. Tomaré un medicamento y dormiré bien esta noche; con eso debería bastar.
—No subestimes un resfriado. Si no te cuidas, puede convertirse en neumonía. Hoy no hay demasiada ropa por lavar, así que trabaja con calma.
—Celia…
Ethel estaba a punto de agradecerles, cuando Marsha apareció liderando a su pequeño grupo de fieles seguidoras.
Al ver a Ethel, Marsha esbozó una sonrisa cargada de significado. Nada en su actitud presagiaba algo bueno.
—¡Mmm! Ya ha pasado más de un mes desde que comenzó el nuevo año. En poco tiempo estaremos en marzo.
Ante el comentario repentino de Marsha, todos dejaron de comer y la miraron con extrañeza. Aún faltaba más de un mes y medio para marzo.
Pero Marsha, ignorando las miradas de los demás, continuó:
—En marzo hay que hacer la limpieza de primavera en la mansión. Si esperamos hasta el último momento, será una locura. ¿No lo creen?
—Bueno… supongo que sí.
Alguien respondió con desgana, pero los sirvientes seguían desconfiando. Era una tarea rutinaria cada año, y la familia Crises no solía hacer grandes decoraciones en la casa con el cambio de estación.
Sin embargo, Marsha fingió estar reflexionando profundamente antes de levantar la cabeza como si hubiera tomado una decisión. Miró en dirección a Celia.
—¡Celia!
—¿Sí…?
—Hoy quiero que laves todas las cortinas que se usan en primavera.
—¿Qué? ¿De repente? ¡Aún falta mucho para marzo!
El ceño de Celia se frunció de golpe, pero Marsha parecía disfrutar con esa reacción.
—Ya sea hoy o dentro de un mes, tendrás que hacerlo de todos modos. Mejor adelantarnos. Además, el clima estará bueno hoy y mañana, así que se secarán rápido.
—¡Pero ya hay suficiente ropa acumulada para lavar…!
—Por eso asigné más manos a la lavandería, ¿no? Tú y Laila se encargarán de la ropa de hoy, y las cortinas se las dejaremos a la nueva.
Ante eso, Celia y Laila dirigieron su mirada a Ethel. Era evidente que entendían cuál era la verdadera intención de Marsha.
—¡Ethel!
—Sí, señora.
—¿Podrás hacerlo? Ya llevas casi tres meses aprendiendo, y si no puedes con esto, entonces serías una inútil o una tonta, ¿no?
Era obvio que Marsha había notado que Ethel no se encontraba bien. De lo contrario, no habría sacado a relucir un trabajo que aún podía esperar casi dos meses.
Adiós a mi plan de conseguir medicamentos.
Ethel comprendió que ni siquiera tendría tiempo para pedirle ayuda a Marco. Incluso si se saltaba el almuerzo y se dedicaba únicamente a lavar, probablemente no terminaría a tiempo.
—Haré lo mejor que pueda.
—Hacer tu mejor esfuerzo no es suficiente. ¡Debes terminarlo todo! Y además…
Marsha reprimió una sonrisa, fingiendo severidad en su tono.
—Las cortinas se lavan con agua fría, ¿lo sabes? Como vienes de una vida privilegiada, no quiero que te atrevas a usar agua caliente.
—¡Señora! ¿Qué está diciendo? Hace muchísimo frío…
Celia intervino en su defensa, pero Marsha la miró con una expresión aún más severa.
—Celia, ¿alguna vez has lavado cortinas con agua caliente?
—¡Eso es porque nunca las lavamos en pleno invierno!
—¡Sea invierno o verano! Si usas mucha agua caliente, ¿quién pagará por toda la leña que se necesita para calentarla?
Marsha continuó murmurando que las sirvientas jóvenes de hoy en día eran demasiado consentidas e irresponsables, antes de añadir en voz baja:
—¿Por qué deberían recibir más leña? Si al menos hicieran algo para merecerlo…
Actuando como si nada hubiera pasado, retomó su desayuno. Era evidente que insinuaba que para conseguir mejores condiciones había que sobornarla.
Ethel, en silencio, desgarró un pedazo de pan. Sin embargo, la fiebre que había sentido desde la madrugada se estaba volviendo más intensa.
No importa. Si mantengo las manos en agua fría, tal vez la fiebre baje un poco…
Con una esperanza completamente inútil, empujó el pan seco por su garganta. Sabía que si no comía algo, no tendría fuerzas para resistir.
Sacaron las cortinas de primavera del almacén y solo trasladarlas hasta la lavandería ya era una tarea monumental, lo que hizo que Ethel se sintiera apresurada.
—Me adelantaré. Vengan con calma.
Después de vaciar rápidamente su plato, se recogió el cabello y lo aseguró con un pañuelo.
—Iremos contigo, Ethel.
—No es necesario. Sé en qué almacén están guardadas las cortinas de primavera.
—Puede que sepas dónde están, pero no cuántas son, ¿verdad? ¡Son nada menos que 75 bultos, 75 bultos!
Eso significaba que había un total de 75 sacos con cortinas en pares, uno para cada lado de las ventanas. En otras palabras, Ethel tendría que lavar 150 cortinas ese día.
Celia y Laila, casi metiéndose la comida en la boca de golpe, acompañaron a Ethel al almacén en el primer piso.
—Esa maldita mujer. Siempre tiene que comportarse de manera horrible.
Tan pronto como se alejaron del comedor, Celia comenzó a soltar insultos contra Marsha.
Laila asintió, uniéndose a su indignación.
—¿Sabes algo? Para convertirse en una de las ‘lacayas’ de la señora Bohen, hay que entregarle 100 lingtones cada mes. ¡Eso es una décima parte de nuestro salario mensual de mil lingtones!
—¿Entregarle dinero?
—¡Exacto, un pago! Qué apropiado, ¿no? Ese término lo aprendí recién.
Mientras Laila parecía encantada con su nuevo vocabulario, Celia apretaba los dientes con evidente enojo.
—¿Qué es esto, una pandilla? ¿Extorsionando a las personas con las que trabaja y dividiendo a los grupos?
—La señora Bohen está obsesionada con el dinero. Dicen que ha ganado tanto aquí que pudo comprarse una casa bastante decente en la calle Durum.
—¡Bah! Con tanto alboroto sobre el dinero, pensé que tenía una propiedad en el distrito de Carrera, pero es solo en el de Baltiche.
El distrito de Carrera era conocido como el área donde vivían los plebeyos adinerados, mientras que el distrito de Baltiche albergaba a la clase media.
Aunque Celia se burlaba de que no viviera en Carrera, incluso para una jefa de sirvientas de una familia noble importante, residir allí sería una extravagancia. Comprar una casa en una buena calle de Baltiche, como Durum, era considerado suficiente.
Además, si la había adquirido con el dinero que había ganado ‘aquí’, era un logro considerable.
La casa de los Crises solo tiene unos tres años y medio desde su fundación.
Cuando pensó en esto, Ethel sintió que algo no cuadraba.
¿Logró ahorrar suficiente dinero para comprar una casa en solo tres años y medio?
Incluso en un área habitada por plebeyos, adquirir una buena propiedad requería una suma importante.
Una casa en la calle Durum costaría al menos 300 mil lingtones, siendo conservadores. El salario de una jefa de sirvientas no sería mayor a cuatro mil lingtones al mes…
Incluso si no gastara ni un centavo de su salario, solo podría reunir 168 mil lingtones en ese tiempo. Aunque hubiera recibido contribuciones de los sirvientes, eso difícilmente igualaría su salario.
La única explicación que quedaba era una que Ethel no podía ignorar.
¿Podría ser… malversación?
No era raro que los empleados de familias nobles malversaran dinero y luego huyeran.
Esto era particularmente problemático con los mayordomos, que manejaban los flujos de dinero de las familias. Sin embargo, si la jefa de sirvientas hubiera malversado dinero, sería un escándalo que pondría a la familia Crissus en el punto de mira.
Si hasta la jefa de sirvientas está robando, eso significaría que la administración financiera de la familia es un desastre.
Desafortunadamente, dada la situación actual de los Crises, parecía una posibilidad muy real.
Mientras reflexionaba, llegaron al almacén. En una de las paredes del espacioso lugar había una pila de sacos idénticos cuidadosamente apilados.
—¿Planeabas mover todo esto sola, Ethel?
Celia dejó escapar una risa irónica. Incluso con tres personas, tomaría bastante tiempo trasladarlo todo.
Ethel decidió concentrarse en su tarea en lugar de preocuparse por otras cosas.
Al final, no es asunto mío preocuparme por la señora Bohen.
Tal vez el dinero provenía de la familia de Marsha o de su esposo. Era más lógico pensar así.
Parece que inconscientemente odio a la señora Bohen. Apenas pasó por mi mente y ya estaba sospechando de ella.
Mientras colocaba un saco en el carrito, se reprochó por su estrechez de pensamiento.
Apartando esos pensamientos, empujó el carrito hacia la lavandería.
La cantidad de cortinas en los 75 sacos era tan abrumadora que no podía pensar en otra cosa.
Tan pronto como llegaron a la lavandería, comenzaron a llenar grandes cubetas con agua. El recipiente más grande permitía lavar unas seis cortinas a la vez, y si querían terminar las 150 cortinas ese mismo día…
Llenar y vaciar las cubetas será una tarea titánica por sí sola.
Si al menos tuvieran detergente en polvo, sería más sencillo, pero en la lavandería sólo había jabón sólido.
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