⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
⠈⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄
—¿Dónde está esa mujer?
Marsha, visiblemente complacida, se levantó para seguir a Laszlo.
—La encerré en la lavandería. Le dije que no saliera hasta terminar todo el trabajo.
—¿Qué? ¿La encerraste?
—De otro modo, ¿cómo podría imponerle un castigo? No hace caso ni siquiera a mis órdenes.
Los labios de Marsha se torcieron en un gesto de enfado.
Sin decir nada más, Laszlo salió rápidamente del salón y se dirigió hacia la lavandería.
En ese momento, dos criadas que estaban merodeando cerca del vestíbulo se miraron entre sí, vacilantes, antes de acercarse apresuradamente a Laszlo.
Al mismo tiempo, Marsha alzó la voz con un tono agudo.
—¡Ustedes! ¿Cómo se atreven a imponerse en el camino del Conde? ¡El Conde está ocupado, así que apártense de inmediato!
Sin embargo, las dos criadas, Celia y Laila, aunque visiblemente nerviosas, se plantaron frente a Laszlo con determinación.
—Se-señor Conde, ¡Ethel está muy enferma! ¡Hoy no ha comido nada en todo el día y sigue encerrada en la lavandería! Tiene mucha fiebre…
—¡La señora Bohen le dio un trabajo imposible de completar! Ethel le pidió permiso para descansar medio día, pero la señora Bohen lo rechazó y…
Mientras las criadas hablaban, los ojos de Marsha destellaron de furia.
—¿Lo ve, señor Conde? Tal como le dije. Esa mujer es tan astuta que ha manipulado a estas dos jóvenes de la lavandería para convertirlas en sus aliadas.
Pero Laszlo ya no escuchaba las palabras de Marsha.
—¿Dices que está enferma?
Con esas palabras, Celia y Laila encontraron una pizca de esperanza y se acercaron más a Laszlo.
—¡Su frente estaba ardiendo! Ethel, que nunca se queja del trabajo, hoy no podía ocultar lo mal que se sentía, respiraba con dificultad…
—Con este frío, si sigue en contacto con agua helada en ese estado, ¡podría pasarle algo grave, señor Conde!
Laszlo corrió directamente hacia la lavandería.
La puerta de la lavandería estaba trabada con una larga vara de madera, y a través de las ventanas apenas se veía nada, ya que dentro estaba completamente oscuro, sin siquiera la luz de una vela.
El horario de trabajo de las criadas de lavandería comenzaba aproximadamente a las 8 de la mañana, y ahora ya eran las 7 de la noche.
¿Acaso ha estado encerrada todo ese tiempo?
Rápidamente retiró la vara de madera y abrió la puerta de golpe.
Dentro estaba tan oscuro que apenas podía distinguir nada, pero no se oía ningún sonido de alguien lavando ropa.
—¡Traigan una lámpara de aceite!
Ante su grito, un criado que estaba rondando cerca corrió a traer una lámpara de aceite.
La escena que la luz de la lámpara reveló dentro de la lavandería era peor de lo que esperaba.
—¡Ethel!
Antes de que Laszlo pudiera reaccionar, Celia y Laila soltaron gritos agudos y corrieron hacia Ethel, que estaba tirada en el suelo.
—¡Oh, no! ¡Ethel! ¡Despierta, por favor! ¡Ethel!
—¡Su cuerpo está ardiendo! ¡Señor Conde, a este paso podría morir!
Laszlo, que hasta entonces observaba la escena con los ojos muy abiertos, reaccionó al escuchar el grito de Laila. Se acercó rápidamente a Ethel y tocó la parte trasera de su cuello, solo para quedarse atónito.
Aunque estaba tumbada en el suelo mojado, su cuerpo ardía tanto que, literalmente, parecía que quemaba al tocarla.
—¡Marco! ¡Llamen a Marco!
Cuando alguien fue a buscar rápidamente al cochero Marco, Laszlo dio una orden urgente:
—Distrito 3 de Maze, calle Beitzley, número 53. Ve allí, dile que es una orden mía, y trae a un médico. ¡De inmediato!
Marco no dijo una palabra más y salió corriendo al instante.
Laszlo ordenó a Celia y Laila que llevaran a Ethel a una habitación de invitados en el segundo piso y que le cambiaran la ropa mojada por prendas secas.
Durante todo ese tiempo, Marsha observaba la situación con una expresión de desconcierto.
¿Qué está diciendo el Conde…?
Marsha ya sabía que Ethel estaba enferma, pero ¿realmente estaba tan mal como para colapsar?
Aunque así fuera, ¿no era normal que un sirviente pudiera desmayarse mientras trabajaba? Entonces, ¿por qué Laszlo estaba reaccionando de una forma tan exagerada?
El comportamiento del Conde no le gustaba en absoluto, y sin darse cuenta, Marsha frunció el ceño con desaprobación.
Celia y Laila ayudaron a Ethel a salir de la lavandería, y la atmósfera alrededor de Laszlo cambió de repente. Ahora era extremadamente amenazadora.
—Reúne a todos los sirvientes. Tienes cinco minutos.
Con una voz fría como el hielo, que parecía capaz de cortar cabezas, Laszlo dio la orden y se dirigió de nuevo hacia el vestíbulo.
La repentina y tensa atmósfera hizo que Marsha, presa del pánico, gritara con desesperación.
—¡Rápido, reúne a todos! ¡Vayan al vestíbulo! ¡De prisa!
Las criadas que la seguían corrieron hacia los alojamientos, golpeando cada puerta y llamando a todos los sirvientes.
Afortunadamente, antes de que la paciencia de Laszlo se agotara, todos los sirvientes ya estaban reunidos en el vestíbulo.
Cuando Laszlo convocó a los sirvientes, fue la primera vez que hacía algo así, por lo que todos mostraban expresiones de desconcierto.
—Yo…
Cuando Laszlo empezó a hablar, algunos, más perspicaces, comprendieron que era un momento en el que incluso debían contener la respiración.
—Hasta ahora… los he dejado actuar con bastante autonomía. Porque pensé que sabrían hacer bien las cosas. Pero…
El vestíbulo estaba tan silencioso que parecía que se podía oír el movimiento de los ojos de los presentes.
—¿Están demasiado absortos en su trabajo? Viendo que han dejado a una persona al borde de la muerte.
Se oyó el sonido de alguien tragando saliva con dificultad.
Los ojos fríos de Laszlo recorrieron a los sirvientes antes de detenerse en Marsha, que estaba al extremo izquierdo.
—Marsha.
—¡Sí, sí! Señor Conde.
—Ethel Lancaster… bueno, ya no es Lancaster. De todos modos, ¿qué dije sobre el estatus de esa mujer?
—Que… que era una, una prisionera, señor.
—¿Prisionera? No, no lo es.
Laszlo habló lenta y sombríamente, enfatizando cada palabra.
—Es una ‘prisionera que Su Majestad el Emperador me otorgó’. ¿Sabes lo que eso significa?
—…
—Siempre has dicho que tienes parientes en la corte imperial y que conoces todas las leyes.
En ese momento, los sirvientes que no seguían a Marsha celebraron internamente. Era un día en el que ella, quien siempre presumía de saberlo todo y menospreciaba a los demás, estaba siendo reprendida.
Por otro lado, Marsha, incapaz de responder, mordía sus labios, abrumada por la atmósfera que estaba tomando un rumbo muy distinto al que había esperado.
Mirándola fijamente, Laszlo se tomó el tiempo para explicarle.
—Si algo que ha sido otorgado por el Emperador resulta dañado, en el peor de los casos, podría ser considerado traición. Por eso, en ocasiones, deliberadamente envían personas como regalos, porque los humanos, de alguna forma, siempre terminan muriendo.
Al escuchar la palabra ‘traición’, Marsha levantó la cabeza sobresaltada.
—¿Qué? No, pero esto es diferente, ¿verdad? Usted ordenó usar a esa mujer como criada, así que…
—Dije que la usaras como criada, no que la destruyeras.
—¡No es mi culpa que ella se enfermara!
Marsha, llena de frustración, respondió desafiante. Su tono dejaba en claro su descontento.
Laszlo contuvo su creciente ira.
—Tú fuiste quien encerró a una persona enferma en un lugar así, como si quisiera que muriera. Incluso alguien sano terminaría en ese estado si lo dejaras todo el día en ese frío. No digas que no lo sabías, o te haré pasar por lo mismo.
El rostro de Marsha palideció.
Y Laszlo remató su advertencia.
—Si, por cualquier motivo, esa mujer muere, no serás llevada a la comisaría, sino a la Guardia Real. Lo que te pase después, déjalo a tu imaginación. Si no quieres eso, reza para que ella sobreviva.
Luego, mirando a los sirvientes que permanecían en silencio, Laszlo giró un anillo en su dedo derecho.
—Todos ustedes son cómplices, así que mantengan la boca cerrada.
En ese momento, los sirvientes sintieron un escalofrío en la nuca. El anillo que llevaba Laszlo era el emblema de la Gremio de Mercenarios Calíope, lo que significaba que si él lo deseaba, hacer desaparecer a varias personas no sería ningún problema.
Cuando Laszlo se marchó, los sirvientes intercambiaron miradas nerviosas y se dispersaron en silencio. Solo Marsha, aturdida, permanecía inmóvil.
¿Por qué pasó esto?
Jamás habría imaginado que las cosas llegarían a este punto.
Nunca se le ocurrió comprobar qué tan enferma estaba Ethel, mucho menos pensar que podría desmayarse. Tampoco sabía que el título de ‘prisionera otorgada por el Emperador’ tenía implicaciones tan serias.
Lo que más la sorprendió fue la mirada que hoy mostró Laszlo Crises, a quien siempre había subestimado como un mercenario ignorante.
Esto es un problema. Ese hombre no es tan ignorante como parece. Está fingiendo no saber.
Sin embargo, no tenía idea de cuánto sabía realmente.
Marsha, recordando todo el dinero que había estado desviando, calculaba rápidamente.
De todas formas, él no debe saber nada de lo que he estado robando. Si lo supiera, no me habría dejado en paz hasta ahora. Así que, solo un poco más y me escaparé.
Mientras pensaba en eso, vio a Marco subiendo apresuradamente las escaleras al segundo piso con un hombre que llevaba una gran maleta médica, y su expresión se tornó vacía.
Se dio cuenta de que todo dependería de que Ethel sobreviviera.
⠈⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄
—Uh…
Sintiendo cómo su mente, antes confusa, comenzaba a aclararse, Ethel giró la cabeza hacia un lado.
Había estado inconsciente durante mucho tiempo, pero no tenía idea de cuánto tiempo había pasado.
Comments for chapter "27"
MANGA DISCUSSION