⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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—Si debo ser sincero, todavía quiero observar los movimientos de Su Majestad el Emperador. Sin embargo, mi madre deseaba que me reuniera con usted, Conde. Creo que entenderá la razón.
Laszlo asintió brevemente.
Podía intuir que este encuentro había sido posible únicamente por el deseo de Barbara.
—El hecho de que la invitación llegara un mes después de que Ethel enviara su respuesta significa que a la Marquesa le tomó un mes convencer al Marqués, ¿no es así?
En ese momento, Barbara, que había estado observando a Laszlo con una mirada afilada, preguntó:
—¿Cómo está Ethel?
Laszlo pensó en todo lo que Barbara probablemente había reflexionado y abandonado antes de hacer esa pregunta. Aunque por ahora él estaba en una posición de ventaja en esta relación, quién sabía cómo cambiarían las cosas en el futuro.
Se bebió el resto del té que quedaba en su taza antes de responder:
—¿Cree usted que una persona nacida y criada como noble se sentirá cómoda viviendo como sirvienta? Además, recientemente se enfermó debido a las intrigas de la jefa de las sirvientas, que la envidiaba.
Barbara abrió los ojos con sorpresa.
—¿Qué ha dicho? ¿La jefa de las sirvientas se atrevió a dañar a una noble?
—Debería medir sus palabras, Marquesa. Ella ya no es una noble.
La respuesta de Laszlo hirió profundamente a Barbara. Pensar que Ethel, quien había sido más noble que nadie en los círculos sociales, ahora estaba en una posición en la que no podía defenderse de las artimañas de una simple jefa de sirvientas.
Barbara apretó los dientes y reprimió su conmoción.
—¿Y usted no tomó ninguna medida ante lo que ocurrió en su casa?
—Llamé a un médico muy capacitado para que la examinara y le recetara medicamentos. Ahora está descansando en una habitación para huéspedes y ha mejorado bastante.
—¿Y la jefa de las sirvientas?
—La advertí, así que no hará nada imprudente en el futuro.
—Tal vez ahora planee vengarse de una forma más calculada.
Laszlo dejó escapar una leve risa.
—Dudo que no sepa lo que les pasa a quienes ignoran mis advertencias…
Después de inclinar ligeramente la cabeza, volvió a mirar a Barbara y respondió con calma:
—Si aún así desobedece mis órdenes, bueno, tal vez no tenga una vida muy larga.
Aunque las palabras y la actitud de Laszlo eran firmes, parecían haber puesto algo nervioso al Marqués Celestine. Sin embargo, Barbara lo miró fijamente, sin inmutarse. Más bien, parecía que lo desafiaba con la mirada.
—No me importa lo que pase con esa jefa de sirvientas. Lo que quiero es que usted, Conde Crises, garantice la seguridad de Ethel en nombre de su familia. Antes de que esa chusma le haga algo más.
—¿Esa es la condición para que la casa Celestine declare lealtad a Su Majestad el Emperador?
—No he dicho eso.
—Pero el hecho de que me haya traído hasta esta noble residencia implica algo, ¿no? Sabe muy bien que hay muchas miradas puestas en mí.
Por un momento, la conversación se detuvo.
Como dijo Laszlo, la noticia de su visita a la residencia del Marqués Celestine ya debía haber llegado a las principales figuras de las tres grandes familias y más allá.
Con la familia ducal Lancaster, que una vez tuvo el mayor poder, destruida por el Emperador, todos los nobles, ya fueran partidarios del emperador, defensores de los privilegios tradicionales o los que se mantenían neutrales, estaban atentos a los cambios inminentes en el equilibrio de poder.
Era natural que alguien como Laszlo, en el centro de estos eventos, estuviera bajo vigilancia constante.
Laszlo dirigió su mirada al Marqués Celestine.
—¿Está seguro de esto, Marqués? Para ser franco, considerando las conexiones sociales de su madre, esta decisión podría traer problemas a su casa.
El Marqués Celestine sonrió ligeramente.
—Si Ethel hubiera sido llevada a otra familia, mi madre no habría organizado esta reunión. Simplemente la habría secuestrado.
—¿Debería sentirme honrado de que haya intentado dialogar primero?
—Jajaja. Lo que quiero decir es que el asunto de Ethel fue solo un catalizador para adelantar nuestra decisión. Pero la postura de la familia no habría cambiado mucho.
Sin embargo, el hecho de que la decisión se adelantara no era algo insignificante, lo que significaba que el asunto de Ethel tenía gran importancia, especialmente para Barbara.
—Si lo que Ethel escribió en su carta es cierto, usted es alguien que sabe proteger a los débiles. Pero ahora me dice que Ethel está enferma por culpa de la jefa de las sirvientas, y eso me confunde.
Viendo las profundas arrugas en el ceño de Barbara, Laszlo suspiró brevemente.
—Lo ocurrido fue mi error por no prestar suficiente atención. Cuando se recupere por completo, planeo asignarle trabajo fuera de la lavandería.
—Pero seguirá siendo una sirvienta…
—Si la trato de manera diferente, ¿sabe usted qué clase de rumores surgirán?
Por supuesto, el hecho de que trabajara como sirvienta no detendría todos los rumores, pero todos los empleados de la casa Crises ya sabían que Ethel estaba trabajando como sirvienta.
Eso debía ser suficiente para evitar que los chismes se extendieran demasiado en los círculos sociales.
—Planeo que permanezca como sirvienta hasta que el interés de la gente disminuya.
—¿Y cuando eso ocurra?
—Eso es algo que todavía estoy considerando. Por eso quería preguntarle algo…
Laszlo se dirigió directamente a Barbara.
—¿Hasta qué punto la Marquesa está dispuesta a considerar la situación de Ethel? ¿Qué estaría dispuesta a hacer por ella?
Si alguien más hubiera escuchado, habría pensado que era una pregunta extremadamente grosera, pero Barbara no lo consideró así.
Ella respondió como si hubiera estado esperando esa pregunta:
—Solo déjela ir. Yo me encargaré de todo lo demás.
—Si no la dejo ir, parece que realmente está dispuesta a robarla.
—Si es necesario.
A Laszlo le agradó mucho la actitud combativa y orgullosa de Barbara. Nunca antes le había gustado tanto una mujer mucho mayor que él.
—Puede que esto le incomode, Marquesa, pero creo que usted y yo podríamos llevarnos muy bien.
—Dicen que en el amor la edad no importa, pero una diferencia como la nuestra es difícil de superar, Conde.
—¡Jajaja! Qué lástima.
Laszlo soltó una carcajada, sorprendiendo al Marqués Celestine, mientras que la mirada de Barbara se volvía aún más penetrante al intentar descifrar sus intenciones.
Sin embargo, Laszlo estaba de muy buen humor.
La casa Celestine no es un mal lugar para entregar a Ethel. Ni siquiera el Conde Canyon ni las tres grandes familias podrían tocarla allí.
Que Barbara se encargara de resolver el futuro de Ethel aliviaba enormemente las preocupaciones de Laszlo.
—Con la condición de que nuestra relación avance en una dirección amistosa, prometo esto: cuando el nombre de Ethel deje de ser mencionado en los círculos sociales, la llevaré con usted en el momento oportuno. Después de eso, quedará en sus manos.
—… De acuerdo. Esperaré ese día.
El resto de la reunión transcurrió en un ambiente relativamente cordial.
Laszlo incluso recibió la carta que Barbara había escrito para Ethel antes de regresar a casa. Con un poco menos de culpa en el corazón, incluso sus pasos parecían más ligeros.
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¡Bang!
La puerta del despacho del Emperador se abrió bruscamente, y Dimarcus entró con un evidente aire de irritación. Miró al chambelán que estaba presente y dijo:
—Esta semana no dejarán de llegar peticiones de indulgencia y sobornos, así que que el Conde Talon se encargue de manejarlos.
—Muchos mencionarán al Emperador anterior, sin duda.
—Por supuesto. ¿Acaso hubo algún Emperador tan amado por los nobles como mi padre?
La voz de Dimarcus, al hablar de su padre, era notablemente áspera. Para él, su progenitor no había sido más que un desastre.
El Emperador anterior, es decir, el padre de Dimarcus, había mantenido una relación ‘demasiado’ buena con los nobles.
No era sorprendente.
El Emperador anterior no mostraba interés en gobernar; delegaba casi todas las tareas en sus administradores y, aunque los nobles causaran problemas, los perdonaba con generosidad. Al fin y al cabo, ellos eran los que le proporcionaban dinero y entretenimiento.
Deben estar muriéndose de nostalgia por esos tiempos, esos bastardos miserables.
Dimarcus acababa de rechazar todas las solicitudes de liberación de nobles criminales que, incluso habiendo cometido delitos graves, exigían ser exonerados con arrogancia.
Desde que asumió el trono, Dimarcus había declarado que él mismo revisaría todos los crímenes relacionados con los nobles. Como resultado, delincuentes que anteriormente habrían salido libres con un soborno ahora cumplían plenamente las penas establecidas por la ley.
—Su Majestad está restableciendo el orden de la ley en el imperio. Incluso hay nobles que aplauden los juicios más estrictos.
El Conde Talon, uno de los asistentes cercanos del Emperador, trató de aliviar la molestia de Dimarcus con esas palabras.
—Es una suerte que mi padre muriera antes de que todos los nobles se pudrieran completamente. De lo contrario, todo el país habría caído en la miseria.
—Antes de que eso ocurriera, seguramente el pueblo se habría levantado. Las personas tienen un límite de lo que pueden soportar.
—Tienes razón. Aunque esos imbéciles parecen no tener idea de dónde provienen su poder y su riqueza.
Dimarcus negó con la cabeza mientras miraba por la ventana.
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