⋆˚ʚɞ Traducción: Nue / Corrección: Nue
⠈⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄
Ethel dejó escapar un pequeño suspiro y continuó comiendo sin responder. Al verla, Lauren y Daria también parecieron perder el ánimo para seguir molestándola.
Pasó un tiempo, aunque no sabía cuánto exactamente.
—¡Lauren Lancaster! ¡Salga ahora!
Antes de que terminara la mañana, Lauren fue entregada a Sir Antes.
Cuando Lauren se marchó, Daria, visiblemente más nerviosa, también abandonó la prisión en menos de una hora.
Sin embargo, el nombre de Ethel no fue llamado durante mucho tiempo. En ese intervalo, Ethel reflexionó sobre cómo acabar con su vida.
Sería ideal encontrar algo afilado, como un trozo de metal o cristal, pero eso parece prácticamente imposible. Tal vez la mejor opción sea saltar del carruaje.
Su plan era lanzarse desde el carruaje y ser atropellada por otro vehículo.
Seguramente residirá en una zona con muchas mansiones nobles. Eso significa que habrá un buen número de carruajes transitando. Si puedo abrir el pestillo de la puerta del carruaje en silencio, podré saltar y ser atropellada inmediatamente.
Con suerte, sería un carruaje tirado por cuatro caballos. Incluso si no iba a gran velocidad, unos caballos desbocados por el susto podrían aplastar fácilmente sus costillas.
Morir instantáneamente al golpearse la cabeza sería el mejor resultado. Pero, dado que la suerte nunca estaba de su lado, Ethel no aspiraba a tanto. Se conformaría con que las costillas rotas perforaran su corazón de manera definitiva.
Lo único que no quiero es terminar con un pulmón perforado, siendo rescatada y sobreviviendo.
¿Cuán larga, dolorosa y humillante sería una muerte así?
Ethel, con las manos inquietas, estuvo a punto de morderse el labio reseco y cubierto de costras, pero se detuvo justo a tiempo. Era un mal hábito que solía surgir cuando estaba ansiosa.
Aunque la habían castigado varias veces con varazos por esa costumbre, sus manos seguían yendo instintivamente a sus labios.
Cuando el cielo visible por la ventana comenzó a teñirse de un color anaranjado rojizo, finalmente apareció un guardia.
—¡Ethel Lancaster! ¡Salga ahora!
El corazón de Ethel dio un vuelco, pero se levantó lentamente, sacudiendo suavemente los pliegues arrugados de su falda.
Aunque vaya a morir, no debo perder la dignidad hasta el final.
Esa era la última tarea que se había impuesto.
—Gracias.
Ethel hizo una leve reverencia al guardia que sostenía la puerta para ella y luego siguió al soldado que la escoltaba fuera de la prisión.
El cielo al oeste ya estaba cubierto por un resplandor crepuscular.
Mientras se dirigía al carruaje enviado por la familia del Conde Crises, Ethel fortaleció su determinación.
Probablemente hayan enviado a un sirviente masculino. Aunque sería mejor si fuera una doncella…
Si deciden que subir al carruaje está por encima de mi posición y me obligan a caminar, sería perfecto.
Si el sirviente compartía el carruaje con ella, sería más probable que le prestara atención. Esa vigilancia dificultaría encontrar un momento oportuno para actuar.
En ese caso, mejor mantener una conversación ligera para desviar su atención hacia la ventana.
Ethel sabía cómo romper el hielo con desconocidos, una habilidad esencial en los círculos sociales. Además, tenía fama de ser una excelente conversadora.
Aun así, rezaba para que el sirviente que viniera no mostrara interés alguno en ella y fuera torpe.
Sin embargo, para su sorpresa, la persona que la esperaba fuera de la puerta norte de la prisión era el propio Conde Laszlo Crises, con la misma expresión que tenía cuando la encontró escondida en un almacén.
—¡Oh! ¿El Capitán de la Guardia ha venido en persona? ¿No envió a un sirviente?
—Si ya me retiro del palacio, no tiene sentido movilizar a alguien más.
Laszlo ni siquiera miró a Ethel. Parecía que toda la situación le resultaba simplemente molesta.
—Suban.
Indicó con un gesto al guardia que estaba junto al carruaje.
Solo había un carruaje. No se veía ningún otro vehículo.
Ethel apretó los labios.
Esto es un desastre.
No había considerado la posibilidad de viajar sola con Laszlo en el carruaje.
Pero no tenía otra opción.
Ethel hizo una leve reverencia al guardia que estaba junto al carruaje, ofreciéndole su ayuda para subir.
—Puedo subir sola. Gracias por su consideración.
—Ah, sí, claro.
Había ofrecido la reverencia por miedo a que alguien la regañara, acusándola de actuar como si aún fuera una duquesa. Sin embargo, el guardia mantuvo la cabeza inclinada hasta que Ethel estuvo completamente dentro del carruaje.
Laszlo, quien había pasado todo el día lidiando con preguntas sobre Ethel, frunció el ceño al ver al guardia inclinarse ante ella.
Estos tipos, todos tan embelesados con la cara de una mujer. Tch.
Él, por su parte, estaba molesto por verse obligado a hacerse cargo de un ‘botín’ que no deseaba en absoluto.
Pero desquitarse con personas inocentes sería inútil. Sin decir nada, subió al carruaje y dio la orden de partir.
Cuando el carruaje comenzó a moverse, Ethel se sentó lo más cerca posible de la puerta, intentando calmar su corazón que latía con fuerza.
¿Y si intenta hablar conmigo?
Lo que Ethel pensó que sería sencillo ‘una conversación ligera’ resultó más complicado de lo que esperaba. Sentía el estómago encogerse cada vez más. ¿Sería porque la intensa impresión de Laszlo irrumpiendo en el castillo de Lancaster seguía viva en su mente?
Además, desde que subió al carruaje, él no dejaba de mirarla con una expresión severa.
No le agrado. Claro, siendo él el capitán de la guardia, es natural que alguien como yo, que fue Duquesa, no le caiga bien.
Si no mantenía las manos firmes, sentía que comenzarían a temblar.
De repente, Laszlo desató la capa que llevaba sobre los hombros y, sin previo aviso, la dejó caer sobre las piernas de Ethel.
Estuvo a punto de soltar un hipo de la sorpresa.
—¿P-por qué hace esto…?
—Deja de temblar.
Los ojos de Ethel se abrieron aún más.
¿Cómo sabe que estoy temblando? No, antes que eso, ¿por qué me da su capa si parece que tengo frío? ¿Por qué…?
No podía entender las intenciones de Laszlo. Después de arrojarle la capa, él giró la cabeza hacia la ventana, haciendo imposible que ella pudiera leer su expresión.
Sin embargo, la capa impregnada con el calor corporal de Laszlo era sorprendentemente cálida. Pensó que si la arrojaba hacia él al intentar saltar del carruaje, tal vez podría evitar que la atrapara.
Al sentirse un poco más tranquila, Ethel deslizó discretamente su mano hacia el pestillo de la puerta del carruaje.
Es un pestillo de diseño simple. He tenido suerte.
El cierre parecía tan endeble que, si el carruaje daba un pequeño sacudón, probablemente se abriría solo.
Ahora que lo pensaba, el carruaje que Laszlo había traído parecía demasiado modesto y pequeño para pertenecer a la familia del Conde Crises. Aunque era extraño, considerando que estaba a punto de morir, no era algo que realmente le importara.
Ethel tomó una respiración profunda y, mirando por la ventana, esperó el momento adecuado.
Era un alivio que Laszlo no le prestara más atención, pero el carruaje era pequeño, y si se demoraba aunque fuera un poco, él podría atraparla fácilmente.
Por favor, que funcione a la primera.
La situación era tan desesperada que Ethel incluso se vio obligada a rezar por su propia muerte. Aun así, morir parecía una alternativa menos horrible que seguir viviendo.
Sin embargo, a pesar de ser la hora en que las calles deberían estar llenas de tráfico, no pasaba ningún otro carruaje.
Debería haber muchos carruajes en esta hora, cuando la gente regresa a casa…
Para empeorar las cosas, el carruaje en el que estaban avanzaba muy lentamente.
A esa velocidad, incluso si lograba abrir la puerta y saltar, apenas conseguiría un par de rasguños.
El traqueteo lento del carruaje hacía que el viaje fuera menos incómodo físicamente, pero por dentro, Ethel sentía que se quemaba de ansiedad.
¡A este paso, llegaremos a la mansión Crises!
La urgencia comenzó a apoderarse de ella.
Justo en ese momento, como si lo hubiera estado esperando, vio un carruaje tirado por cuatro caballos venir de frente.
Avanzaba bastante rápido. Si lograba saltar adecuadamente, morir no sería tan difícil.
¡Es mi única oportunidad!
Ethel apretó los dientes y extendió la mano lentamente hacia el pestillo de la puerta. La fría sensación del metal rozó sus dedos.
Bien. Uno, dos…
Cuando estaba a punto de contar hasta tres, una voz baja y fría rompió el silencio.
—No creo que sea una buena idea.
Ethel se congeló en su lugar. Su mente quedó en blanco.
¿Cómo lo supo?
¿No estaba mirando por la ventana en dirección contraria…?
Mientras Ethel se quedaba paralizada por la sorpresa, el carruaje que venía de frente pasó rápidamente junto a ellos, dejando solo un incómodo silencio dentro del vehículo.
¿Qué hago ahora? No me va a dejar en paz.
Tragó saliva con dificultad.
La expresión de Laszlo no había cambiado en absoluto. Seguía mostrando esa mirada indiferente, casi perezosa, que parecía denotar aburrimiento.
Sin embargo, estaba claro que él había notado sus intenciones. Su rostro impasible no significaba que no estuviera molesto.
No había forma de justificar lo que había intentado hacer. Ethel cerró los ojos con fuerza.
Mi vida no hace más que empeorar.
Mientras Ethel se hundía en la desesperación, el carruaje continuó avanzando sin interrupciones hasta llegar a la mansión del Conde Crises.
Sin hacer ningún comentario adicional, Laszlo abrió la puerta y bajó primero, dejando una última instrucción seca.
—Baja.
Así debe sentirse un animal llevado al matadero.
Ethel se levantó. Sin embargo, después de haber estado tensándose todo el camino, sus piernas estaban rígidas y apenas podía moverlas.
Temiendo que la regañaran por demorarse, forzó sus piernas entumecidas para pisar el estribo del carruaje. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba a punto de caer de manera ridícula.
Comments for chapter "4"
MANGA DISCUSSION