⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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La persona se sentó en una silla de la cocina y comenzó a manipular lo que parecía ser un papel. Se escuchaba un leve sonido de papel arrugándose.
¿Qué está pasando? No parece que Lola venga aquí a esta hora.
Lola solía correr a su habitación a descansar tan pronto como tenía un momento libre.
Mientras Edel se preguntaba quién podría ser, alguien golpeó la puerta lateral de la cocina. La mujer que estaba sentada en la cocina se levantó y abrió la puerta.
—¡Buenas tardes!
Desde fuera, un hombre de mediana edad con una voz grave saludó con entusiasmo. Sin embargo, la mujer dentro de la cocina no respondió al saludo, y el hombre, como si estuviera acostumbrado, comenzó a dejar algo en el suelo de la cocina.
¿Un comerciante de vegetales…?
El sonido que hacían las cosas al ser colocadas en el suelo era parecido al de sacos de papas, así que Edel lo supuso.
El hombre dejó varios sacos en el suelo, sacudió las manos y dijo:
—¿Dónde debo firmar?
—¿Por qué preguntas eso cada vez? Ya lo has hecho muchas veces.
El tono de irritación en la voz de la mujer hizo que Edel se sobresaltara.
¿La señora Bohem?
Parecía que Marsha estaba comprando vegetales al comerciante y necesitaba firmar el recibo.
—Siempre traigo lo que me piden, firmo donde me dicen, pero… ¿esto está realmente bien?
—¿Ha pasado algo malo en los tres años que llevas viniendo aquí?
—No, pero últimamente me siento algo incómodo.
—¡Entonces déjalo! Podemos buscar a otro proveedor.
—¡No, no, para nada! ¡Ja, ja, ja! Bueno, nos vemos la próxima vez.
El hombre se inclinó rápidamente y se marchó como si huyera.
Cuando se cerró la puerta lateral de la cocina, Marsha volvió a manipular el papel y murmuró:
—Hasta les doy una oportunidad de ganar dinero extra, y aun así se quejan. Estos nobles no tienen idea de cuánto dinero puedo manejar mientras estoy aquí…
Hizo comentarios peligrosos antes de tomar los papeles y salir de la cocina.
Incluso después de que Marsha se fue, Edel se quedó un buen rato en silencio, escuchando y conteniendo la respiración. Finalmente, bajó lentamente las escaleras.
Al lado de la puerta lateral de la cocina estaban los sacos que había dejado el comerciante.
Debo revisarlos.
Edel abrió los sacos uno por uno.
Dentro había papas, cebollas, zanahorias, tomates secos, guisantes, ajos, jengibre y canela.
Son los mismos productos de siempre…
Pero entonces, ¿por qué Marsha habló de robar dinero a los nobles?
Mientras Edel reflexionaba, recordó cómo el comerciante había dudado antes de firmar.
Debe ser un recibo, pero parece que hay algo en él que lo preocupa.
Sin embargo, Marsha ya se había llevado el recibo, así que no podía revisarlo.
¿Qué hago?
Si lo dejaba pasar, podría tener un día tranquilo como cualquier otro.
Pero la actitud de Marsha no dejaba de intrigarla, y Edel no podía quedarse quieta.
Salió de la cocina, miró el reloj y trató de localizar a Marsha.
La vio bajando desde el segundo piso.
¿El segundo piso? ¿Habrá estado en la habitación de Linia? ¿O en el despacho del Conde?
Podría haber salido de la habitación de Linia, o tal vez había dejado el recibo en el escritorio del despacho de Laszlo.
Edel observó a Marsha entrar en su habitación para tomar el té con Mina. Una vez que confirmó que todos los demás sirvientes estaban descansando, se dirigió sigilosamente al segundo piso.
¿Qué pasará si me descubren entrando al despacho del Conde sin permiso?
Probablemente, Marsha aprovecharía la oportunidad para difamarla y acusarla falsamente.
Edel sabía bien el riesgo que estaba corriendo.
Aun así, sus pies se movían rápidamente hacia el despacho del conde, sin hacer ruido.
Cuando llegó frente a la puerta del despacho, revisó el pasillo para asegurarse de que no hubiera nadie, y luego abrió la puerta cuidadosamente y entró.
El aroma del Conde Crises…
El delicado perfume de su presencia llenaba la habitación.
El hecho de estar haciendo algo prohibido hizo que su corazón comenzara a latir rápidamente.
Edel se acercó al escritorio de Laszlo y revisó lo que había sobre él. Tal como sospechaba, el recibo de la compra de vegetales estaba descuidadamente colocado en una esquina.
Sacó el recibo y lo examinó.
[ Recibo de compra de artículos de:
- Papas de Chewik (calidad superior) 20 kg: 225 lingtens
- Zanahorias (calidad superior) 10 kg: 105 lingtens
- Chalotas de Cubeira (calidad superior) 20 kg: 372 lingtens
- Tomates secos (calidad superior) 1 kg: 120 lingtens
- Guisantes (calidad superior) 1 kg: 50 lingtens
…
Total: 2,038 lingtens
El importe ha sido recibido debidamente.
Alan Bovec]
Edel no podía creer lo que estaba viendo.
¿Papas de la montaña Chewik? Esas papas que vi antes eran pequeñas, insípidas y comunes, aptas solo para almacenamiento.
Las papas de la montaña Chewik eran conocidas como un producto de lujo delicioso. Sin embargo, las papas que Edel había revisado en la cocina no eran de Chewik, y lo sabía porque había comido esas papas de calidad toda su vida.
Incluso el peso era diferente.
¿20 kg? Eso es imposible. Lo que vi antes no pesaba más de 10 kg, siendo generosa.
No solo eran las papas.
Llamar ‘de primera calidad’ a esas pequeñas zanahorias y ajos era ridículo. Los guisantes encogidos y la canela sin aroma tampoco cumplían con el estándar.
Habían escrito que compraron chalotas, específicamente chalotas Cubeira de alta gama, pero lo que vio eran cebollas comunes y pequeñas. ¿Quizás habían comprado cebollas pequeñas para hacerlas pasar por chalotas?
Con solo esa hoja de recibo, Edel pudo darse cuenta de lo que Marsha había estado haciendo todo este tiempo.
¡La señora Bohem estaba embolsándose dinero en el proceso!
Ahora tenía sentido cómo Marsha había logrado comprar una casa en la calle Durum después de trabajar en esta mansión por menos de tres años.
Si siempre desviaba dinero de esta manera, comprar una casa no debía haber sido nada difícil.
No debe limitarse a los ingredientes. Todo lo que llena esta mansión probablemente se compró con el mismo esquema.
De repente, Edel recordó el carruaje en el que había llegado a la mansión.
En ese momento, pensó que era demasiado pequeño y gastado para pertenecer a la familia del Conde. ¿Podría ser que Marsha también hubiera manipulado la compra del carruaje?
Aunque parecía increíble que se atreviera a tanto, no podía evitar sospechar.
Edel devolvió el recibo al lugar donde lo había encontrado y salió silenciosamente del despacho de Laszlo.
Estaba a punto de alejarse de la puerta cuando escuchó:
—¿Edel Lancaster?
Su espalda se tensó y comenzó a sudar frío.
Edel giró lentamente, tratando de actuar con naturalidad mientras buscaba desesperadamente una excusa en su mente.
—¿Me llamabas, señorita?
Quien la había llamado era Linia.
—¿Qué haces aquí?
—Eso….
Su mente quedó en blanco.
Aunque el cuarto de Linia estaba en el segundo piso, nunca esperó encontrarse con ella.
¿Qué digo? Ya debe estar molesta conmigo…
La boca de Edel se sentía seca.
La última vez, cuando los caballeros imperiales se burlaron de ella, Linia también fue castigada. Por eso, Linia probablemente buscaría cualquier motivo para recriminarle, y ahora la había atrapado deambulando sospechosamente por el segundo piso. La situación no podía ser peor.
—Te he preguntado qué estabas haciendo.
—Lo siento mucho. En realidad…
—¿En realidad?
—Bueno… estaba preocupada por ti…
—¿Qué?
El corazón de Edel latía tan rápido que temía que se escuchara, pero decidió armarse de valor y continuar con su mentira.
—Sé que es una osadía de mi parte, pero… escuché que el Conde también te castigó por el incidente anterior, y estaba preocupada por cómo estabas.
Tal vez su respuesta fue inesperada porque Linia abrió los ojos de par en par y la miró.
—Sé que estabas en una posición en la que no podías evitar llamarme. No podías prever que los caballeros se comportarían de manera tan indecente. Aun así, ser castigada con dos semanas sin poder salir… parece un castigo demasiado severo.
—Entonces, ¿subiste a espiarme para ver qué estaba haciendo?
—¿Qué podría ganar espiándote, señorita? Solo….
Edel se humedeció los labios secos con la lengua, apostándolo todo.
—Solo estaba viendo si podía ayudarte con algo.
—¿Ayudarme? ¿Con algo como ser mi saco de boxeo?
—Si quieres abofetearme o patearme, lo aceptaré.
Linia rió como si no pudiera creer lo que escuchaba.
—¿Crees que soy como mi hermano, un mercenario? Yo no golpeo a la gente.
¿Sabría Linia que Edel suspiró internamente de alivio con esa respuesta?
Sin embargo, tras quedarse pensativa por un momento, Linia habló con una voz sorprendentemente suave, diciendo algo completamente inesperado.
—Además, gracias a ti, mi hermano redujo mi castigo.
—¿Perdón?
—Sí, él dijo que fue porque tú le pediste que lo hiciera. Tienes mucho valor.
Esta vez fue Edel quien no pudo responder.
—De todas formas, gracias.
—Me alegra… escuchar eso. Parece que el Conde entendió que no tenías mala intención.
—¡Ja! Siempre está encima de mí, pero bueno… en fin.
Linia, quien estaba a punto de quejarse, se detuvo y aclaró su garganta antes de hacer una pregunta inesperada.
—Por cierto, ¿conoces a la Vizcondesa Emerson?
—¿La Vizcondesa Emerson? ¿Puedo preguntar por qué quieres saber?
—Creo que le caigo bien. Me ha invitado por segunda vez a una fiesta que organiza. Es dentro de un mes, y al parecer es famosa por ser una de las fiestas más divertidas. Todos quieren ser invitados.
Parecía orgullosa al decir esto.
Sin embargo, Edel no podía deshacerse de una sensación de inquietud.
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