⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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Seguramente volverán a mirarme de reojo y murmurar entre ellas. Que lo hagan si quieren.
Gracias a Ethel, Linia había recuperado un poco de confianza en sí misma. Deliberadamente enderezó más los hombros y apenas tocó el té y los alimentos frente a ella.
Aunque la curiosidad la carcomía, evitó mirar a su alrededor y, en cambio, prestó atención a las conversaciones de las otras damas en su mesa, sonriendo ligeramente en señal de asentimiento.
Aunque las miradas que la examinaban no disminuyeron, ya no se sentía tan incómoda como antes.
¡Claro, ignorar a los demás lo hace todo más llevadero!
Linia, como si hubiera descubierto algo grandioso, se sintió animada.
Sin embargo, al reflexionar más, se dio cuenta de que no era porque ignorara a los demás que se sentía mejor. Las burlas y los comentarios maliciosos dirigidos hacia ella habían desaparecido.
¿Será que ya no encuentran nada de qué hablar? ¿Quizá lo que Ethel eligió fue realmente lo correcto?
Con esa certeza, comenzó a relajarse un poco, como si su visión se ampliara.
Ahora podía observar cómo iban vestidas las otras jóvenes de su edad y mirar tranquilamente a las personas bailando.
Cada vez que se cruzaba con alguna mirada desaprobatoria, sus hombros querían encogerse instintivamente, pero Linia hacía un esfuerzo por aparentar indiferencia.
Así, casi sin darse cuenta, se acercaron las once de la noche.
Hoy no estuvo tan mal.
A diferencia de ayer, cuando se había sentido como una completa tonta, ahora pensaba que las cosas habían salido bastante bien.
Justo cuando decidió que era momento de saludar a Camille, la anfitriona, y retirarse antes de que se hiciera demasiado tarde, la dama que estaba sentada junto a ella le dirigió unas palabras.
—El vestido de hoy le queda muy bien, señorita. Su piel luce mucho más luminosa.
—Ah… ¡M-muchas gracias!
Su corazón latía con tanta fuerza que parecía querer salirse de su pecho. Pero no solo fue esa dama; otra mujer también añadió un comentario:
—También acertó con el collar. Hoy en día, las jovencitas piensan que cuanto más lleven encima, mejor. Pero a su edad, es fácil que las joyas terminen eclipsándolas.
Las demás damas en la mesa rieron entre risas delicadas.
Por un momento, Linia pensó que esas palabras eran una referencia indirecta a cómo se había presentado el día anterior. Estuvo a punto de endurecer su expresión, pero recordó las palabras de Ethel: ‘Aparenta indiferencia’. Entonces simplemente esbozó una ligera sonrisa y se unió a las risas.
En ese momento, una dama mayor, que estaba sentada bastante lejos y cuya apariencia resultaba algo intimidante, se volvió hacia Linia y dijo:
—Sería buena idea mantener cerca a quien le ayudó con su arreglo hoy, señorita.
Ese comentario se grabó profundamente en el corazón de Linia.
La conversación en la mesa pronto cambió de tema, y algunas damas mayores se levantaron, excusándose con la necesidad de descansar.
Podría seguirlas y despedirme junto con ellas. Así evitaré cualquier otra situación embarazosa si voy sola.
Con esa idea, Linia las siguió hasta donde estaba Camille.
Cuando las vio llegar, Camille las recibió con una sonrisa radiante.
—¡Oh, señora Lesio! ¡Duquesa de Bruynhen!
—Nosotras, las mayores, hemos ocupado demasiado tiempo aquí. Es hora de retirarnos.
—¡No digan eso! Quédense un poco más. A medianoche, mi esposo ofrecerá champán y volveremos a bailar el vals. ¡No pueden irse sin mostrarnos sus habilidades en la pista!
Camille actuaba como si fuera una hija tratando de persuadir a su madre, incluso golpeando ligeramente el suelo con los pies. Las damas mayores, divertidas por su actitud encantadora, se despidieron con una sonrisa. Ambas sabían perfectamente que la invitación de quedarse era solo una formalidad.
Desde lejos, Linia observaba la escena con una mezcla de admiración y resentimiento.
¡Es tan afectuosa con las verdaderas damas nobles! Aunque, claro, al principio también fue así conmigo.
En su última fiesta de té, Camille había sido extremadamente amable y afectuosa. Sin embargo, en esta ocasión, la había ridiculizado abiertamente, de manera tan descarada que resultaba imposible ignorar sus intenciones.
Linia reprimió el deseo de agarrar aquel elaborado peinado de Camille y sacudirla, recordando una vez más las palabras de Ethel.
Con una sonrisa forzada, enderezó los hombros y caminó con calma hacia ella.
—Señora Emerson.
—¡Oh, señorita Crises! ¿Ya se marcha? ¡La fiesta apenas se pone interesante a medianoche!
Con las cejas ligeramente arqueadas en un gesto de fingido descontento, Camille parecía personificar todo lo que Linia alguna vez había admirado en una ‘dama popular’.
Sin embargo, ahora que conocía lo que había detrás de su fachada, ya no la encontraba tan encantadora.
—Si me quedo hasta tan tarde, mi hermano seguramente se enojará. Así que regresaré a casa ahora.
—¿No le ha parecido entretenida la fiesta?
—¡Por supuesto que no! Desde ‘ayer’ ha sido muy divertida.
Linia solo había dicho aquello por seguir aparentando indiferencia, pero sus palabras hicieron que Camille se detuviera por un instante. Fue un momento breve, pero perceptible.
Camille recuperó rápidamente su sonrisa afable y tomó la mano de Linia.
—¿Vendrá mañana, verdad? Le reservaré un lugar, así que no puede faltar.
—Por supuesto. Nos vemos mañana.
Linia siguió las instrucciones de Ethel y se despidió con cortesía antes de salir del salón detrás de las otras damas mayores.
Sin embargo, mientras Linia buscaba la carreta de su familia mirando a su alrededor, las damas que habían salido antes se giraron hacia ella y le sonrieron.
—Señorita Crises, ¡ha estado fantástica!
—¿Qué?
Confundida por el inesperado comentario, Linia las miró sorprendida. Las dos mujeres rieron suavemente antes de explicar:
—Nos referimos a cómo le diste una lección a Camille Emerson. Me sentí aliviada solo de verte.
—¡Esa Camille! Esa mujer que se cree la reina de todo. Siempre está empeñada en ridiculizar a los inocentes. Es tan incómodo estar en una fiesta con ella, de verdad.
—Para evitar que te trate así otra vez, tienes que ser tan clara como lo fuiste hoy. Si no, volverá a hacerlo.
—Es cierto. ¿Por qué una señorita como tú debería preocuparse por alguien tan insignificante como la señora Emerson?
Linia no entendía muy bien de qué hablaban las dos damas.
¿Yo le di una lección? ¿Le advertí algo? ¿Cuándo…?
Pero Linia también sabía que preguntar ‘¿De verdad fui yo?’ en ese momento sería un acto estúpido.
—Gracias por sus palabras…
—¡Ja, ja, ja! ¡Y además es una joven educada y encantadora!
—Así es. Nos vemos mañana, señorita Crises.
—Buenas noches.
Linia también les hizo una reverencia antes de subir a la carreta, sintiéndose un poco aturdida.
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Cuando la oscuridad cubría el exterior y la mayoría descansaba del agotador día, Mina apareció inesperadamente en la habitación de Ethel.
—¡Ethel! El Conde te llama. ¿Qué ha pasado esta vez?
Con una mezcla de irritación y cautela en sus ojos, Mina miraba a Ethel. Sin embargo, Ethel no tenía idea de qué se trataba.
Dado que la habían llamado con urgencia, Ethel se puso rápidamente un chal que Daisy le había regalado sobre su pijama y fue al despacho de Laszlo.
Para su sorpresa, Linia también estaba allí.
Linia tenía una expresión que reflejaba cierto entusiasmo, mientras que Laszlo parecía un poco complicado.
—Lamento llamarte a esta hora tan tarde.
—No hay problema.
—Quería esperar hasta mañana, pero esta insistió tanto que no tuve opción…
Laszlo echó un vistazo rápido a Linia, pero esta no mostró ninguna reacción y simplemente sonrió ampliamente.
Al ver aquello, incluso Laszlo sonrió débilmente. Esto hizo que Ethel, sintiéndose más tranquila, estuviera a punto de relajarse, hasta que escuchó las siguientes palabras.
—Sé que es algo repentino, pero quisiera que fueras la doncella personal de Linia.
—¿Qué…? ¿Yo?
—Pensándolo bien, no hay nadie en esta casa que sea más adecuada para ese trabajo que tú.
—Es verdad. ¿Por qué no lo habíamos pensado antes?
Linia interrumpió la conversación.
Hoy era el último día de la fiesta organizada por Camille Emerson, y Linia había pedido ‘nuevamente’ consejo a Ethel para elegir su vestido y joyas, asistiendo al evento visiblemente más animada que el día anterior.
—Eso es solo por tu complejo de inferioridad.
—¡No es cierto! ¿Cómo puedes decir eso ahora…?
—Si vuelves a causar algún problema, no lo dejaré pasar, Lin.
El corazón de Ethel se estremeció al escuchar el apodo con el que Laszlo se refería a Linia, pues era el mismo nombre de su difunta hermana menor.
Laszlo volvió a mirar a Ethel.
—¿Podrás hacerlo? Cambiarás a una habitación junto a la de Linia y tu salario aumentará. Pero si no quieres, puedes rechazarlo. No quiero forzarte.
—No hay problema. Si me lo permite, haré mi mejor esfuerzo.
—No es necesario que sea tu mejor esfuerzo. Solo hazlo moderadamente bien.
—¡Hermano!
Linia volvió a quejarse, mirando a Laszlo con fingida indignación. De alguna manera, Ethel envidiaba esa escena.
Ellos dos realmente tienen una relación cercana.
Linia respetaba y quería a su hermano, y aunque Laszlo lo disimulaba, también valoraba mucho a Linia.
Ethel nunca había sentido algo similar con sus hermanos, a pesar de tener dos.
Para nosotros, siempre fue como si fuéramos extraños.
Desde pequeña, había sido separada de ellos y educada por separado. Apenas había tenido unas pocas conversaciones con sus hermanos, y ellos tampoco la conocían realmente.
Cuando Ethel se negó a casarse con el Duque de Lancaster, ambos hermanos la criticaron duramente, igual que lo había hecho el Conde Canyon.
( ¡Si tan solo te sacrificaras un poco, todos seríamos felices! ¡No seas egoísta! )
Nunca había sentido verdaderamente el vínculo familiar, pero aquel día, Ethel perdió por completo cualquier sentimiento hacia su padre y sus hermanos.
—…¿Ethel? ¿Ethel?
—¡Ah, sí!
De repente, despertó de sus pensamientos. Había estado un momento distraída, pero no estaba segura de si incluso había cerrado los ojos por un instante.
—Parece que te hemos tenido de pie demasiado tiempo. Continuaremos esta conversación mañana por la mañana.
—No hay problema. Podemos hablar ahora mismo…
—Vuelve a descansar. Es tarde.
Aunque la expresión de Linia hacia Laszlo parecía algo inusual, Ethel no tuvo más remedio que hacer una reverencia y regresar a su habitación.
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