⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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—Al reflexionarlo nuevamente, no necesito más dinero del que ya gano. ¿De qué me servirían las ropas caras y las joyas si no tengo adónde ir?
Ante esas palabras, la expresión de Laszlo se tensó.
La razón por la cual ella no había tenido problemas encerrándose en esa casa era porque no tenía ningún lugar a donde ir.
Nadie recibe a los traidores.
Mientras Laszlo titubeaba, buscando qué responder, Ethel pareció recordar algo y dijo:
—Si el Conde desea otorgarme algo, preferiría pedir otra cosa en lugar de dinero.
Eso, en efecto, fue algo que Laszlo recibió con agrado.
—Lo que sea.
—Por favor, créame cuando digo que no miento.
—De acuerdo. Habla.
Después de un breve silencio, Ethel esbozó una sonrisa incómoda y continuó:
—Lo que acabo de decir es mi petición: que el Conde crea en mí.
Laszlo la miró fijamente con una expresión que dejaba claro que no entendía en absoluto, y respondió:
—No entiendo cómo eso puede ser una recompensa que sustituya un cheque en blanco.
—Algún día lo entenderá. Cuando llegue ese momento, me gustaría que por favor creyera en mis palabras.
La mirada seria de Ethel hizo que Laszlo también adoptara una expresión más solemne. Finalmente, asintió lentamente.
—De acuerdo. Lo haré.
—Gracias.
Ethel agradeció a Laszlo y salió de la habitación.
Sin embargo, Laszlo, que se quedó atrás, se pasó lentamente la mano por el cabello, despeinándolo completamente.
A esa mujer, a la que le arrebaté todos los lugares adonde podía ir, le pregunté por qué se encerró aquí. Qué idiota…
Estaba asombrado por su propia falta de sensibilidad, que solo salía a relucir frente a Ethel.
Quizás Ethel lo veía como un monstruo. Un monstruo que trivializaba todos los asesinatos que había cometido.
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—Es una pena que ya no estaremos cerca, hermana.
Daisy suspiró mientras ayudaba a Ethel a trasladar sus cosas.
—Si alguien nos escuchara, pensaría que nos estamos separando. Solo estoy cambiando de habitación.
—Eso es cierto, pero ahora ya no podremos comer bocadillos juntas por la noche….
Daisy dejó su frase inconclusa.
Ethel estaba trasladando sus pertenencias a la habitación de la doncella adjunta al cuarto de Linia.
Aunque habían pasado algunos días desde que Ethel se convirtió en la doncella personal de Linia, esa habitación había sido utilizada como almacén y limpiar todo había tomado un tiempo.
Aunque Daisy felicitaba sinceramente a Ethel por su ascenso, no podía evitar sentirse un poco triste por el cambio de habitación. Por otro lado, Ethel se sentía secretamente feliz de que Daisy estuviera apenada.
El hecho de ser la esposa de un traidor no significa que no pueda hacer amigos.
En el momento en que pensó que sus únicos compañeros serían las estrellas y la luna del cielo nocturno, Daisy apareció, ofreciéndole crema de manos, ungüento y palabras amables sin esperar nada a cambio.
Ethel nunca olvidaría aquella noche en la que Daisy llegó a verla. Fue la primera vez que hizo una amiga después de haberlo perdido todo.
Aunque las pertenencias que Ethel trasladaba eran solo unas pocas prendas, Daisy insistió en cargar la mitad, sacrificando su preciado tiempo de descanso.
Daisy era igual de agradecida y encantadora que la primera vez.
—¡Vaya! Nunca había entrado en esta habitación.
Daisy miró alrededor del nuevo cuarto de Ethel con asombro.
Era mucho mejor que las habitaciones para los sirvientes del ala oeste: más amplio, con muebles de mejor calidad.
En el pequeño cuarto al final del pasillo del ala oeste, apenas había una cama vieja, una mesa y una silla. Sin embargo, en esta nueva habitación había una mesa decente con dos sillas, un armario espacioso y un espejo lo suficientemente grande como para reflejar hasta el pecho.
A pesar de haber sido un almacén, tras limpiarlo estaba impecable.
—Me siento mal por usar una habitación tan buena yo sola.
—¿Por qué habría de sentirse mal? Es la doncella personal de la señorita. Es lógico que use una habitación como esta. Incluso Mina, que no es nada especial, tiene una buena habitación.
Ethel se detuvo, sorprendida al escuchar eso.
—¿La habitación de Mina no está en el mismo piso que la nuestra?
—Sí, pero las habitaciones de los sirvientes tienen diferentes tamaños. Las de nuestro lado son más pequeñas, mientras que las del lado de Mina son un poco más grandes.
—Si hay habitaciones grandes disponibles, ¿entonces por qué a las otras doncellas les dieron las más pequeñas?
—Ah, según Celia, es una especie de ‘clasificación’. ¿No le parece ridículo? ¡Clasificación entre doncellas!
Ridículo y hasta indignante.
Ethel siempre había asumido que la habitación de Mina era similar a la suya o a la de Daisy.
También había pensado que las doncellas de ese lado simplemente eran cercanas entre ellas, sin sospechar que todas estaban alineadas con Marsha.
—La distribución de las habitaciones, ¿la hizo la señora Bohen?
—Por supuesto.
Ethel confirmó otra irregularidad más de Marsha.
Durante algún tiempo, Ethel había estado investigando en secreto los actos de corrupción y malversación de Marsha, recopilando pruebas.
Parecía que cada vez que destapaba algo de Marsha, aparecía otro escándalo, como si fuera una cebolla interminable.
Que una jefa de doncellas pueda arruinar tanto a una familia noble… En cierto modo, es una persona impresionante.
Claro que, por muy impresionante que fuera esa mujer, no era algo justificable.
Si Laszlo no hubiera estado tan ocupado, Ethel se habría sentido profundamente decepcionada con él.
No es como en otras familias donde hay muchas personas para reemplazar al cabeza de familia, ni se convirtió en noble con algo preparado de antemano. Así es como las cosas llegaron a este punto.
Además, no había nadie que pudiera ayudarlo.
Siendo honesta, Ethel pensaba que el Emperador debería haberlo apoyado, pero también suponía que Laszlo, con su carácter, no habría aceptado la ayuda tan fácilmente.
—¡Hermana, hermana!
—¡Ah, sí!
Sumida en sus pensamientos sobre Marsha y Laszlo, Ethel reaccionó al llamado de Daisy.
Daisy la miraba con ojos soñadores.
—¿Cómo va a decorar esta habitación? Últimamente está de moda colgar varios pequeños retratos enmarcados. Dicen que hay una calle llena de retratistas. Son un poco caros, pero los hacen súper rápido y, además, te pintan muy bonita.
Hablaba emocionada, como si fuera ella quien hubiese recibido una nueva habitación. Su curiosidad por esa calle de retratistas era evidente, aunque trataba de disimularlo de manera adorable.
Pintarse retratos era originalmente una tradición de los nobles, pero parecía haberse puesto de moda entre los plebeyos. Los retratos al pastel eran especialmente populares por ser baratos y rápidos de hacer.
Ethel no tenía ningún interés en los retratos baratos, pero si era para compartir uno con Daisy, no le parecía una mala idea.
Ya que he descubierto que puedo salir…
Ethel sonrió y le propuso a Daisy:
—Entonces, ¿qué te parece si vamos a esa calle de retratistas este fin de semana? Si a ti te parece bien.
—¿De verdad? ¿Conmigo?
—Sí. De paso, hacemos algo de compras y comemos algo rico.
—¡Guau! ¡Claro que quiero ir! ¡Qué emoción!
Al ver a Daisy saltar de alegría, Ethel se sintió aún más feliz.
Aunque quería sentarse con ella a planear el fin de semana, Daisy debía visitar la habitación de su padre, el señor Marco, así que ambas se limitaron a fijar la hora del encuentro antes de despedirse.
Cuando Daisy se fue, Ethel notó que la habitación se sentía extrañamente silenciosa.
De alguna forma… esto es algo solitario.
Aunque la habitación era más grande y mejor, parecía vacía. Estar sola siempre había sido algo normal para ella, pero ahora sentía una inesperada melancolía.
No tengo nada que hacer. Quizás me vaya a dormir temprano.
A esa hora, normalmente estaría hablando y comiendo pan o manzanas con Daisy, pero con Linia no habría nada de eso. Ethel se dispuso a cambiarse al pijama.
Entonces, alguien llamó a la puerta.
—¿Daisy?
Pensando que Daisy había olvidado algo o que su visita al señor Marco se había cancelado, Ethel abrió la puerta con entusiasmo.
Sin embargo, quien estaba afuera era, sorprendentemente, Laszlo.
—…Pensé que al menos preguntarías quién era. Parece que no tienes mucha precaución.
—¿Conde?
—¿Puedo pasar un momento?
—Claro, claro. Adelante.
Ethel, incómoda, lo dejó entrar. Laszlo entró dejando la puerta casi completamente abierta.
Qué caballero.
Ethel agradeció que él se preocupara por mantener su reputación.
Pero seguía siendo extraño que la visitara a esa hora, y más que hubiera venido personalmente.
—La habitación es algo pequeña, ¿verdad? Fue construida así desde el principio. No puedo mover la habitación de Linia.
—Es mucho más grande y mejor que la habitación en la que estaba antes. Tiene muebles de buena calidad, y es muy cómoda para vivir.
—…¿Mucho más grande y mejor que la de antes?
—Sí.
—¿En qué clase de habitación vivías antes?
Claramente, él no había inspeccionado todas las áreas de la mansión. Ethel simplemente sonrió levemente.
—Por cierto… ¿puedo saber qué lo trae aquí?
—Ah, bueno…
Él desvió la mirada, examinando la habitación sin razón aparente.
—Quizás sea repetitivo, pero… gracias a ti, creo que Linia se ha vuelto mucho más alegre.
—El carácter de la señorita Linia es naturalmente brillante y vigoroso.
—Sí, solía ser así, pero últimamente… bueno, ya te imaginas.
Laszlo suspiró, sonriendo con amargura.
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