⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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Por supuesto, los precios de los retratos también eran distintos a los del ‘puente de los retratos’.
—Si yo los dibujo, un retrato individual cuesta 300 Lingtons y uno doble, 450 Lingtons. Si lo dibujan mis aprendices, serían 200 Lingtons y 300 Lingtons, respectivamente.
Al escuchar los precios, Daisy contuvo un sobresalto, pero Linia arrastró a su hermano hacia la silla destinada para los modelos sin dudarlo.
Sin embargo, al darse cuenta de que la apariencia de Laszlo no era precisamente impecable, comenzó a regañarlo.
—¡Hermano, por favor, haz algo! ¡Córtate el pelo, aféitate! ¡Y cómprate ropa decente!
—Si no te gusta, déjalo. Yo no tengo nada que perder.
—¡Ay, por favor!
Aunque Linia le dio un leve golpe en el brazo, no soltó a su hermano.
Laszlo, aunque claramente no estaba contento, permaneció a su lado, probablemente entendiendo los sentimientos de su hermana.
—Voy a comenzar a dibujar ahora. Es mejor no moverse demasiado, pero pueden tener una conversación ligera o estirar el cuello si lo necesitan.
El artista tomó los pasteles y comenzó a dibujar con movimientos rápidos y seguros. Laszlo y Linia, algo rígidos y torpes, soportaron el tiempo incómodo como pudieron.
Mientras tanto, Ethel y Daisy posaban frente al aprendiz del pintor.
Daisy, al igual que Linia y Laszlo, se veía un poco incómoda. Sin embargo, Ethel, que ya había posado para retratos antes, se mostró relajada, ayudando a Daisy a calmarse.
—¡Ya está listo!
Mientras tomaban las bebidas que el estudio ofrecía, Ethel y Daisy conversaron en voz baja, y los 30 minutos pasaron más rápido de lo que esperaban.
El retrato que realizó el aprendiz también era notablemente mejor que los que se ofrecían en el ‘puente de los retratos’.
Sin embargo, el aprendiz, observando el retrato con cierta insatisfacción, giró hacia Ethel y le dijo:
—Con un rostro tan bonito, es una lástima que solo sea criada. ¿Ha pensado en probar como cantante? Si acepta, podría hacerle un retrato gratuito para promocionarla en una compañía teatral.
Pero Ethel, sonriendo, negó con la cabeza.
Nada en este mundo es gratis. Estaba segura de que el aprendiz buscaría otra forma de cobrarle.
—No tengo intención de hacerlo. Estoy satisfecha con mi vida actual.
—Vamos, no lo descarte tan rápido. Si no tiene talento para el canto, podría ser actriz. Con este rostro, vendería entradas solo con estar en el escenario.
La insistencia del aprendiz comenzaba a incomodarla, pero antes de que pudiera responder, Laszlo intervino abruptamente, colocándose entre el aprendiz y ella. Más específicamente, justo frente al aprendiz.
—Si ya terminaste, quiero que hagas otro retrato.
—¿Eh? ¿De quién, señor?
—¡De Marco! Ya que estamos aquí, hazle un retrato con su hija.
Marco, que hasta ese momento miraba a su hija con una sonrisa de satisfacción, se sobresaltó como si hubiera recibido un golpe.
—¡S-señor! ¡Yo no podría…!
—¿Por qué tanto alboroto por algo tan sencillo? Sería bonito tener un retrato colgado en tu habitación con tu hija, ¿no crees?
Marco, sorprendido por el inesperado regalo, inclinó repetidamente la cabeza para agradecer a Laszlo.
Daisy, visiblemente emocionada, se ruborizó y, aunque un poco tímida, se agarró del brazo de su padre.
Ambos parecían algo incómodos posando frente al artista, pero se notaban afectuosos.
Qué tierna relación padre-hija. Qué envidia.
Al ver el amor paternal que nunca experimentó, Ethel no pudo evitar sentir celos de Daisy.
Mientras observaba la escena, Laszlo, que también miraba en silencio, llamó al pintor principal.
—Quiero que hagas otro retrato de esta mujer.
La sorprendida esta vez fue Ethel.
—¿De mí? ¿Otro retrato?
—La Marquesa Celestine está muy interesada en saber cómo estás. Aunque eventualmente se encontrarán, sería bueno enviarle un retrato tuyo de antemano.
No era algo que esperara escuchar.
Sintiendo un nudo en el pecho, Ethel presionó su clavícula con la mano y se inclinó ante Laszlo.
—Gracias, señor Conde, por pensar tanto en mí.
—Gracias debería darte yo. Gracias a ti, he creado un vínculo con la familia de la Marquesa Celestine.
Él sonrió ampliamente.
Aunque su rostro podía parecer rudo, Ethel no pudo evitar percibir una amabilidad genuina en él.
Sin más objeciones, se colocó frente al artista con disposición.
Al pensar en Barbara, logró sonreír de manera más natural que antes.
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Laszlo estaba cerca del ‘puente de los retratos’ por Linia. Alrededor del puente, donde se reunía la multitud, había muchos comerciantes vendiendo comida callejera.
—¡Mmm, delicioso! Por mucho que coma mejores alimentos, nunca puedo olvidar estos.
Linia visitaba regularmente los puestos de comida callejera.
Vendían cosas como pajaritos asados, salteados de vísceras de cerdo, empanadas de carne barata, caramelos, bebidas de sabores extraños y galletas con olor a harina.
—Creo que se me quedó grabado en la sangre por comerlos de niña. ¿A ti no te pasa, hermano?
En lugar de responder, Laszlo se echó un puñado de cacahuates tostados a la boca.
Tal como decía Linia, también sentía a menudo que la comida de sus días como plebeyo era la que más le agradaba.
Aunque la comida preparada por un chef también era deliciosa, en el fondo de su mente, Laszlo a menudo se preguntaba: ¿Realmente debería estar comiendo algo como esto?
Por eso, cada vez que Linia sugería ir al barrio de los plebeyos ‘a comer’, él fingía complacencia, aunque en realidad también lo disfrutaba bastante.
—Por cierto, hermano.
—¿Qué pasa?
—Creo que nunca te he preguntado esto antes…
Laszlo, que estaba soplando un pastel de carne recién horneado antes de comerlo, echó un vistazo a Linia. Se preguntó qué iba a decir esta vez con ese tono vacilante.
—Dijiste que tenías doce años cuando quedamos en la calle. Yo solo tenía tres.
—¿Y qué con eso?
—A los doce años todavía eras un niño… ¿Cómo sobreviviste? Y además, cuidándome a mí, que solo tenía tres años.
Con la pregunta de Linia, los recuerdos de Laszlo retrocedieron rápidamente dieciséis años.
Sus padres, que habían asistido juntos al funeral de un conocido, murieron en un absurdo accidente de carruaje.
En cuanto eso ocurrió, los parientes se abalanzaron para dividirse la herencia, dejando de lado al joven heredero y a Linia, que aún no sabía hablar bien.
¿Quién dice que los nobles son gente educada? Son peores que los animales.
A diferencia de lo que se conocía públicamente, en realidad Laszlo era heredero de una familia noble.
Sin embargo, una noche, mientras los parientes peleaban por la mansión, Laszlo salió de su habitación con una sensación de inquietud y escuchó algo que lo dejó helado.
( Ese niño, el varón, alguien está dispuesto a pagar una gran suma por él. A la niña podemos enviarla a un orfanato o venderla en cualquier lugar. )
Al darse cuenta de que ‘ese niño’ se refería a él, Laszlo regresó a su habitación, empacó una pequeña bolsa, cargó a la dormida Linia en su espalda y abandonó la casa en secreto.
Caminó sin descanso por un oscuro camino nocturno, con Linia murmurando entre sueños sobre su espalda.
Sus brazos dolían por cargarla junto con la bolsa, sus piernas se sentían como de plomo, y sus pies le dolían como si las uñas estuvieran a punto de desprenderse, pero él siguió adelante, decidido a sobrevivir.
Después de caminar durante un largo rato, al amanecer llegó al barrio de los plebeyos. Allí descubrió por primera vez que la gente ya estaba ocupada a esas horas y que había comerciantes vendiendo desayunos.
Estaba preocupado por dónde esconderme hasta que amaneciera, pero esto es perfecto.
Compró un alimento que nunca había visto antes, lo compartió con Linia y se sentó en un rincón para planear qué hacer a continuación.
Con el dinero que traje, podré sobrevivir por ahora. Pero necesito encontrar un lugar donde pueda dejar a Linia y quedarme.
Por más que lo pensaba, la situación parecía desesperante.
Mientras seguía sumido en pensamientos sin respuesta, la mujer de la pareja de ancianos que le había vendido un pastel de carne se le acercó.
( Niños, ¿por qué siguen aquí? )
En ese momento, Laszlo se dio cuenta de que esa pareja de ancianos eran personas amables. El simple hecho de preguntar por qué estaban allí indicaba que estaban dispuestos a ayudar.
Sin tener muchas opciones, Laszlo decidió hablar.
( Mis padres murieron y mis parientes vinieron a llevarse todo lo que tenía valor. Mi tía nos dijo que la esperáramos aquí, pero no ha vuelto. )
( ¡Dios mío! ¿No tienen adónde ir? )
( No, no tenemos. Probablemente muramos de hambre en la calle o alguien nos llevará a un lugar malo. )
Aunque podía parecer extraño que hablara de manera tan desapegada, los ancianos, acostumbrados a este tipo de situaciones, sintieron más preocupación y compasión que sospecha.
( Entonces, ¿qué tal si vienen a nuestra casa? )
A pesar de que era evidente que Laszlo y Linia no eran plebeyos por la ropa que llevaban, los ancianos les ofrecieron su hospitalidad sin dudarlo.
Los llevaron a su casa, les dieron pastel de carne y sopa, y les prepararon camas con mantas gruesas.
Laszlo no tuvo más opción que aferrarse incluso a esa pequeña muestra de suerte, por el bien de su hermana Linia, que no hacía más que llamar a su mamá y a su papá sin entender lo que estaba pasando.
Decidió olvidar por completo que alguna vez fue un noble: su nombre, sus padres, todo.
Y frente a los ancianos, se arrodilló y les suplicó:
( Por favor, déjenos quedarnos en la entrada de su casa, aunque solo sea para dormir. Les prometo que pagaré por la comida y el alojamiento de alguna manera. )
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