⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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Ethel ya lo sabía, pero solo sonrió suavemente.
Linia no me resulta desagradable porque me recuerda a Rin.
Además, Linia estaba cambiando poco a poco. Ahora hablaba con Ethel de manera bastante amigable e incluso intentaba darle cosas, aunque Ethel no las aceptara.
De cualquier manera, Ethel agradecía que, gracias a Linia, el ambiente que estaba a punto de volverse incómodo se aligerara un poco.
El ‘proyecto de transformación de Laszlo’ de Linia se llevó a cabo con un horario bastante apretado.
La tarde del mismo día en que se ocupó del cuidado de la piel y el cabello de Laszlo, llegó una persona de una sastrería de ropa masculina.
—¡Tenemos que terminar todo durante tus vacaciones, hermano! Así, el día que regreses, aparecerás con un ‘¡tachán!’ ¡Todos se sorprenderán!
Linia parecía estar recordando algún cuento de hadas donde el protagonista, cubierto de cenizas, se transformaba mágicamente gracias a un hada madrina.
Aunque Laszlo estaba horrorizado, Ethel también estaba de acuerdo con esa idea.
Puede que sea un poco ridículo aparecer de repente con una transformación, pero, dada la situación del Conde Crises, es necesario realizar algo así.
Incluso Ethel podía imaginar que, el día que Laszlo regresara al palacio imperial, su cambio sería un tema de conversación. No sabía si sería para bien o para mal, pero en este momento era mejor darle a la gente algo de qué hablar.
Además, mejorar su apariencia no es algo malo. Como dijo Linia, pronto podría empezar a recibir propuestas matrimoniales.
Mientras Ethel imaginaba la posibilidad de que Laszlo tomara una esposa, no pudo evitar preocuparse por su propia situación.
Era evidente que los rumores sobre ella en la sociedad no serían precisamente favorables.
Solo puedo esperar que el Conde Crises elija a una mujer compasiva como esposa.
Con una sonrisa amarga, Ethel hojeaba el catálogo de ropa masculina.
Incluso sumida en esos pensamientos, Ethel seleccionaba hábilmente prendas que le quedarían bien a Laszlo.
—Quiero que confeccionen una camisa de cada uno de estos modelos, por favor. Para ropa de paseo, me gustaría un conjunto de este diseño y otro de este. En cuanto a las corbatas, una lisa de seda brillante y otra de algodón con algún diseño discreto en los extremos…
Laszlo, que observaba en silencio mientras Ethel seleccionaba, frunció el ceño.
—¿Por qué estás comprando tanto? Ya tengo suficiente ropa.
—Porque voy a desechar todo lo que tienes. Esto apenas es lo mínimo necesario para reemplazarlo.
—¿Qué? ¿Por qué vas a tirar cosas que están en buen estado?
—…No están en buen estado.
Ethel apretó los dientes al responder.
El hecho de que Laszlo considerara ‘en buen estado’ esas camisas desgastadas le hacía sentir que el camino por recorrer sería difícil, lo que le provocaba un suspiro.
Linia, a un lado, se reía a carcajadas mientras aplaudía.
—¡Ay, qué divertido! ¡Es tan entretenido ver cómo regañan a mi hermano! ¡Ethel, hazlo más, más!
Al final, Linia recibió un leve golpe en la frente por parte de Laszlo, lo que le hizo gritar, mientras Ethel suspiraba nuevamente y revisaba el pedido que le entregaba el sastre.
Todavía quedaba mucho por hacer.
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—¡Ja, ja, ja, ja!
Nathan, quien había venido después de mucho tiempo a informar sobre los asuntos de Calliope, estalló en carcajadas al ver el aspecto impecable de Laszlo.
Era probable que sus compañeros mercenarios tuvieran la misma reacción si lo vieran.
—Por Dios, ¿quién fue el responsable de convertir al capitán en esto?
—Cállate, por favor.
Aunque estaba avergonzado, Laszlo no tenía más remedio que soportar las burlas de Nathan, ya que no podía revertir lo que ya estaba hecho.
—No, en serio, lo pregunto de verdad. ¿Fue una orden de Su Majestad el Emperador?
—Ese hombre ya llevaba tiempo insistiendo.
—Entonces, ¿quiere decir que la causa principal no fue Su Majestad? ¿Acaso apareció alguna mujer a la que quiera impresionar?
—¿Por qué siempre piensas en eso?
—Porque los hombres suelen actuar así.
Laszlo suspiró, sacudió la cabeza y respondió de forma casi desganada.
—Fue Linia, Linia. Esa niña no dejó de quejarse hasta que me hartó los oídos.
—¿Desde cuándo el capitán hace caso a lo que dice Linia?
Nathan murmuró, pero al ver la mirada severa de Laszlo, se calló rápidamente. Sin embargo, Laszlo, como pensando en algo, comentó:
—Es algo que he estado postergando, y por ello Linia ha tenido que soportar mucho.
—Entonces, ¿esto significa que ahora ha tomado una decisión?
—Por eso estoy haciendo estas cosas tan molestas.
Tras esa respuesta, Laszlo guardó silencio y comenzó a revisar el informe que Nathan había traído.
En ese momento, alguien llamó a la puerta del despacho.
—Adelante.
Cuando la seca respuesta de Laszlo terminó, la puerta se abrió y entró Ethel.
Al ver a Nathan, ella se detuvo.
—No sabía que estaba en medio de una reunión. Volveré más tarde.
—No te preocupes por este tipo. ¿De qué se trata?
—Vengo para que revise el plan de compras para los accesorios masculinos.
—Dámelo.
Laszlo dejó el documento que estaba leyendo y tomó rápidamente el papel que Ethel le entregó, revisándolo de un vistazo.
—Has comprado bastantes cosas.
—Si el monto es un problema, puedo reducir un broche y una hebilla.
—No hace falta. Estoy seguro de que lo incluiste todo por una razón.
Después de firmar al final del documento, Laszlo se lo devolvió a Ethel y dijo con indiferencia:
—Procede.
—Entendido. Con su permiso, me retiro.
Con eso, la breve visita de Ethel terminó. Laszlo volvió a enfocar su atención en el documento que estaba leyendo.
Sin embargo, Nathan, que había estado observando, inclinó la cabeza con curiosidad sin darse cuenta.
—¿Por qué esa mujer está comprando los accesorios del capitán?
—¿Hay alguien en esta casa con mejor gusto que ella?
—Bueno… eso es cierto, pero ella era una criada de la lavandería, ¿no?
—Ah, sí. Por ciertas razones, ahora es la asistente personal de Linia.
Nathan parpadeó nuevamente.
—¿Acaso esa mujer de antes fue quien transformó al capitán en algo tan elegante?
—…Aunque no me gusta cómo lo expresas, sí, fue ella. ¿Por qué preguntas?
—No, solo me parece extraño. Es como si su posición estuviera cambiando poco a poco…
—Solo la utilizo porque es la única persona capaz para lo que se necesita ahora. ¿Qué posición ni qué nada?
—Pero…
Nathan estaba a punto de decir algo más, pero no estaba seguro de qué le incomodaba exactamente, así que cerró la boca.
Sin embargo, parecen mucho más cercanos que la última vez que los vi juntos. ¿Estaré prestando atención a algo irrelevante?
Puede que fuera exagerado considerar que una breve conversación significaba cercanía, pero Nathan, quien había estado al lado de Laszlo durante mucho tiempo, notó el cambio de inmediato.
El capitán sonrió cuando la vio entrar.
Aunque fue momentáneo, Laszlo había sonreído. Incluso había dejado de leer el documento serio que estaba revisando para centrarse en ella. ¡El hombre que permanecía indiferente incluso frente a la llegada de la mujer más bella!
Este cambio del capitán… Parece que sí tiene que ver con una mujer, ¿no?
Nathan no estaba seguro de si eso era algo bueno o malo, así que decidió guardar sus pensamientos para sí mismo.
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—¡Hermano! ¿Van bien los preparativos para la fiesta?
—¡Angela! ¡Camille! Pasen, por favor.
La aparición de las dos bellezas hizo que Enoch, el futuro heredero del título de Conde de Bliss, sonriera ampliamente mostrando los dientes.
En esta ocasión, él estaba ayudando a su madre a organizar una fiesta en el jardín.
—Hace un par de días, de repente hizo frío y me preocupé, pero parece que mañana hará un clima muy soleado.
—Es una fiesta en el jardín organizada por mi querida tía. Por supuesto que será soleado. Es la protección de la diosa Phara.
Angela, alabando a la madre de Enoch, contribuyó a crear un ambiente animado.
Enoch tampoco tenía razones para contener su sonrisa.
Que dos mujeres conocidas por su belleza en la sociedad estuvieran interesadas en la fiesta era algo digno de celebrar.
—¿Pero qué las trae por aquí? No creo que hayan venido solo para supervisar los preparativos de la fiesta.
—¡Claro que no! En realidad, venimos porque queremos pedirte algo.
—¿Un favor? Si es un favor tuyo, Angela, haré lo que sea. Solo dímelo.
Ante la seguridad de su primo, la sonrisa de Angela y la de Camille, quien estaba a su lado, se hicieron aún más pronunciadas.
—¿Recuerdas que le di una invitación para la fiesta a la señorita Crises? Fue en la fiesta que organizó Camille.
—¡Ah, sí! De repente me pediste una invitación y la entregué apresuradamente. ¿Por qué?
Entonces Camille respondió:
—En esta fiesta, quiero que humilles un poco a esa chica. ¿Sí?
Camille comenzó a relatar con exageraciones cómo Linia la había humillado, añadiendo detalles aquí y allá.
Explicó que, aunque había sentido compasión por una plebeya que no encajaba bien en la alta sociedad y la había invitado, Linia actuó como si tuviera un rango más alto que ella, la miró desde arriba cuando se inclinó para saludarla y arruinó el ambiente de la zona donde estaba sentada, lo que la puso en una situación muy incómoda.
Mientras escuchaba, el ceño de Enoch se frunció.
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