⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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—El carruaje de la familia del Conde Crises ha llegado. Pronto entrarán al salón de banquetes.
—¿Ah, sí? Entonces ve y dile al Vizconde Benito que la invitada que estaba esperando ha llegado.
Después de enviar al sirviente hacia el Vizconde Benito, Enoch se acercó a Camille y Angela.
—Señoritas, parece que el entretenimiento de esta noche está a punto de comenzar.
—¡Oh! ¿Ha llegado Linia Crises?
—¿No es justo el momento perfecto para buscar un poco de diversión en la fiesta?
Dado que Linia no conocía a nadie en la fiesta, seguramente nadie la recibiría cálidamente. Tan pronto como llegara al salón, lo más probable es que se dirigiera a Angela, quien le había enviado la invitación.
Entonces, Enoch planeaba traer al Vizconde Benito y asegurarse de que este hiciera una oferta que Linia no pudiera rechazar, convirtiéndola en su pareja para la noche.
Al igual que el Vizconde Benito, los tres estaban llenos de expectativas.
En ese momento, la puerta principal se abrió y Linia apareció a la vista.
—¿Qué…?
En un instante, los tres no pudieron evitar emitir un sonido de asombro.
Linia Crises no estaba sola.
Sonreía radiante, del brazo de un hombre apuesto que nadie había visto antes.
—¿Q-qué? ¿Quién es ese…?
—No lo sé. Es un rostro completamente desconocido.
—No, espera… me resulta familiar de alguna manera…
Entrecerraron los ojos, tratando de recordar quién podría ser aquel hombre.
Sin embargo, si alguna vez hubieran visto a alguien tan guapo en la sociedad, era imposible que no lo recordaran.
Finalmente, Camille se burló y dio su veredicto.
—¡Ja! Seguro que es lo que pienso. ‘Servicio de acompañantes’.
—¿Servicio de acompañantes?
—Es una profesión vulgar para nobles arruinados. Hombres guapos que asisten a fiestas como pareja de mujeres solteras.
—¿Qué? ¿Estás diciendo que es un… gigoló?
—Es algo parecido.
Angela negó con la cabeza, con expresión de asco. Sin embargo, Enoch, preocupado por cómo explicarle esto al Vizconde Benito, examinaba desesperadamente al hombre que acompañaba a Linia.
Esto es extraño… Su rostro me resulta conocido…
Mientras conversaban, el Vizconde Benito, que rondaba cerca de Linia con expresión molesta, se acercó a Enoch.
—Señor Bliss, ¿la invitada que mencionó, esa ‘esperada’, es realmente la señorita Crises?
—Ah, sí, bueno, eso…
—Esto no tiene sentido. Me dijo que vendría sola.
Enoch quedó atrapado, sin saber qué decir, y Camille y Angela intervinieron rápidamente.
—Tranquilícese, Vizconde. Parece que le resultaba incómodo venir sola y decidió usar un servicio de acompañantes…
—¿Servicio de acompañantes? ¿De qué está hablando? Ese hombre es el Conde Crises.
—¿Qué?
—Todos tienen una vista pésima. Aunque se haya afeitado la barba y arreglado el cabello, ¿no es claramente Laszlo Crises?
Camille y Angela quedaron tan sorprendidas que casi se atragantan, y Enoch finalmente entendió por qué el rostro del hombre le resultaba familiar.
¡Es realmente Laszlo Crises!
Ahora que lo decía, era inconfundible.
Pero estaba tan cambiado que era comprensible que nadie lo reconociera.
El cabello desaliñado y la ropa desordenada que antes lo hacían parecer un jefe de bandidos habían desaparecido por completo.
Con su cabello negro peinado con elegancia, cejas definidas, rasgos faciales marcados, anchos hombros, una cintura firme y ropa lujosa aunque sobria, parecía un hombre completamente distinto.
El Laszlo que antes resultaba intimidante ahora era peligroso de una manera muy diferente. Su efecto era evidente al ver a las mujeres abanicándose para calmarse.
—¡Señor Bliss! ¿Está jugando conmigo? ¿Acaso planeaba divertirse viéndome proponerle ser mi pareja a una dama que llegó con semejante hombre y que, por supuesto, me rechazaría?
La voz enfurecida del Vizconde Benito devolvió a Enoch a la realidad.
—¡No, no, para nada! Esto, esto fue un error del sirviente. Esa dama no es la invitada de la que hablaba.
—¿En serio? Pero estas señoritas estaban convencidas de que era la señorita Crises…
—¡Ellas también lo malinterpretaron! Parece que la invitada llegará tarde. Por favor, espere un poco más.
—Hum… Más vale que no me decepcione, señor Bliss. Le daré 30 minutos más.
El Vizconde Benito se marchó, aún dudando de la explicación de Enoch.
Enoch sintió como si tuviera un incendio bajo los pies.
—¡Angela! ¡Camille! ¿Qué significa esto? ¡Nada de esto era parte del plan!
Después de todo, él no tenía la culpa. Habían sido Angela y Camille quienes le dijeron que Linia vendría sola y que debía buscarle pareja.
Sin embargo, las dos estaban tan confundidas como él.
—¿Por qué está aquí el Conde Crises? ¿Y qué le pasa? ¿Por qué tenía que aparecer así justo hoy?
Camille miraba con ojos llenos de resentimiento a Linia, quien le había causado una gran humillación, mientras esta paseaba por el salón del brazo del hombre más apuesto de la fiesta, recibiendo saludos de todas partes.
Sin embargo, las impresiones de Angela eran algo diferentes.
¿Quién habría pensado que Laszlo Crises pudiera ser un hombre así…?
Un Conde, con una apariencia impresionante, y ahora en el centro de atención de toda la sociedad.
Sin duda, pronto se convertiría en el tema candente de las reuniones sociales, y como aún estaba soltero, seguramente le lloverían propuestas de matrimonio.
En momentos como este, atacar primero es ganar.
Angela sonrió detrás de su abanico.
La respuesta a los problemas que la habían atormentado durante años estaba justo frente a ella. No había razón para dudar.
Angela comenzó calmando a Enoch, que estaba en una situación difícil.
—¿Hermano? ¿Tienes a alguien en mente para presentarle al Vizconde Benito en lugar de Linia?
—Tendré que buscar a alguien ahora mismo. Maldición, ¿dónde encuentro a una mujer así de repente…?
—En ese caso, ¿ves a esa mujer allá? La de cabello castaño, vestida con un vestido amarillo, que es bajita.
Enoch entrecerró los ojos mientras miraba en la dirección que Angela señalaba.
—¿La que está al lado de la mujer del vestido rosa?
—Sí. Preséntasela. Es la hija de un barón de algún lugar llamado Olanto o Volanto. Al parecer, está en la capital buscando un matrimonio adecuado mientras se queda en casa de unos parientes.
Era una joven de una familia noble de provincia y sin importancia.
Angela la había conocido en una fiesta hace poco, donde apenas intercambiaron un saludo superficial. En aquel momento, pensó que no valía la pena prestarle atención, pero precisamente por eso resultaba perfecta para esta ocasión.
—La familia con la que se queda, ¿es de influencia?
—Mira su ropa. ¿Te parece que lo sea?
—Tienes razón. Además, si está buscando pareja, podría encajar mejor con el Vizconde Benito.
Sin tiempo que perder, Enoch decidió hablar con su madre para asegurarse de que aquella joven estuviera junto al Vizconde Benito, y se marchó de inmediato.
Tras resolver el asunto de Enoch, Angela se volvió hacia Camille, que estaba gruñendo enojada, para calmarla.
—Camille, ya que estamos en esta situación, deberíamos acercarnos a saludar a la señorita Linia.
—¿Qué? ¡Ella debería venir a saludarnos a nosotras, no al revés!
—Si estuviera sola, tal vez. Pero ha venido acompañada del Conde Crises. Su título es más alto que el de mi hermano. Nos corresponde a nosotras ir primero a saludar.
Aunque no estaba equivocada, Camille no parecía menos molesta.
Sin embargo, Angela, que ya había fijado su objetivo, tomó a Camille de la muñeca y la llevó directamente hacia Linia.
—¡Bienvenida, señorita Linia! ¿Me recuerda?
Angela la saludó con entusiasmo, y Linia le devolvió una sonrisa mientras hacía una pequeña reverencia.
—¿Es usted la señorita Angela Bliss? Usted fue quien me envió la invitación…
—Mi primo, que es el anfitrión de la fiesta, debería haber venido a recibirla, pero está muy ocupado ahora mismo. ¿Le importaría que yo me encargue de darle la bienvenida?
—¡Por supuesto que no! ¡Es un placer! También saludo a la señora Baronesa Emerson.
Cuando Linia saludó con amabilidad, Camille, que hasta hacía poco estaba reticente, sonrió radiante.
—¡Señorita Linia! Hoy está deslumbrante. Y además, ¿ha traído como pareja a un hombre tan apuesto? ¿Podría presentárnoslo?
Linia, con una amplia sonrisa, miró a su hermano y lo presentó con orgullo.
—Hermano, saluda. Esta es la señorita Baronesa Camille Emerson, y esta es la señorita Angela Bliss. Señora Emerson, señorita Bliss, este es mi hermano, Laszlo Crises.
Con la presentación de Linia, todos inclinaron ligeramente la cabeza y se hicieron una leve reverencia.
De cerca, se ve aún mejor…
A Angela no le importaba que la mirada de Laszlo no pareciera particularmente amistosa.
Lo que realmente le interesaba era que su presencia y apariencia seguramente alterarían el orden en las listas de popularidad de la sociedad. Estaba encantada con lo impecable que era su vestimenta.
Angela le dirigió a Laszlo una mirada coqueta y dijo:
—Tengo entendido que esta es la primera vez que asiste a una fiesta, ¿verdad, Conde?
—Sí. Ha sido por circunstancias especiales.
A pesar de la respuesta breve y seca de Laszlo, Angela juntó las manos con una sonrisa radiante.
—Es un honor que la fiesta de nuestra familia sea el lugar de debut del Conde en la sociedad. Si no es demasiada molestia, ¿podría presentarles a mi abuelo y a mi padre?
La voz suave y el trato amable de Angela eran lo suficientemente agradables como para ganarse a cualquiera.
Sin embargo, Linia sintió una ligera incomodidad ante la situación.
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