⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
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¿Qué es esto? Cuando estaba sola, no era así.
Cuando Angela le dio a Linia la invitación para esta fiesta en la reunión de Camille, estaba claro que la menospreciaba.
Camille también había hecho lo mismo durante todo el tiempo.
Mientras Linia forzaba una sonrisa incómoda, Laszlo, que había echado un vistazo a su expresión, rechazó la propuesta de Angela.
—No es necesario que se moleste, ya están ocupados. Nosotros mismos iremos a saludar.
Luego, inclinó levemente la cabeza, miró brevemente a las dos mujeres y se alejó hacia el interior del salón con Linia.
Mientras observaba cómo se alejaban, Camille temblaba de ira, apretando los puños con fuerza.
—¡Qué, qué falta de modales…!
Sin embargo, Angela miraba la espalda de Laszlo con una sonrisa enigmática.
Es tan arrogante como su apariencia. Me gusta.
El hecho de haber sido ignorada no le afectaba en absoluto. Era mucho más divertido conquistar a un hombre orgulloso que a uno fácil.
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—¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja, ja!
—Haa…
Cada vez que Dimarcus estallaba en carcajadas, Laszlo suspiraba.
Tal como esperaba, en cuanto Dimarcus vio la transformación de Laszlo, no pudo contener la risa. Aunque por momentos lograba calmarse, tan pronto como volvía a mirar a Laszlo, estallaba nuevamente en risas.
Sin embargo, nadie podía culpar a Dimarcus por ello. Los demás también estaban igual de sorprendidos.
—¿Ese es realmente Laszlo Crises…?
Todos tenían miradas que reflejaban exactamente lo que pensaban mientras miraban de reojo a Laszlo.
Sabía que esto pasaría.
Laszlo apretó los dientes, soportando la vergüenza. Sabía que esta atención pronto desaparecería y, dado que no tenía intención de hablar con nadie, podía soportarlo.
Pero el problema era Dimarcus.
Alguien que parecía encontrar diversión en molestarle no dejaría pasar esta oportunidad fácilmente.
—Quiero almorzar solo con el Conde Crises hoy.
—Eso no suena nada romántico. Rechazo la invitación.
—No te lo decía a ti, sino a mi asistente.
La voz juguetona de Dimarcus estaba llena de diversión.
Sin embargo, cuando quedaron solos durante la comida, Dimarcus tenía una expresión más curiosa que burlona.
—No parece que decidieras afeitarte y arreglarte el cabello por tu cuenta… ¿Fue idea de tu hermana?
—La responsable fue Linia Crises, con la ayuda de su doncella personal.
—¿Doncella personal? …Debe de ser la hija del Conde Canyon.
Dimarcus dedujo rápidamente quién era esa doncella personal.
En esos momentos, Laszlo sentía una cautela especial hacia Dimarcus. Detrás de su expresión juguetona y despreocupada, no podía evitar preguntarse cuánta información y pensamiento se cruzaban.
Pero Dimarcus, como si hubiera notado la mirada aguda de Laszlo, volvió a reír con aire despreocupado.
—Así que esa mujer resultó ser útil. Bueno, cuando se trata de conocimientos en este campo, nadie la supera.
Mientras mordía un muslo de ave asada, no había ni rastro de maquinaciones ocultas en su expresión.
—Deberías probarlo también. ¿O acaso no te gusta la carne de ave?
—¿Acaso parezco el tipo de mercenario que se pone quisquilloso con la comida?
—No sería tan raro. Hay más personas de lo que piensas que no pueden comer aves porque les temen.
Dimarcus limpió su boca y los dedos con una servilleta mientras hablaba.
—En cualquier caso, aunque fue algo que te impusieron, debo decir que te ves muy bien.
—No me vestí así para que otros se deleitaran.
—Lo sé. Y tampoco creo que no entiendas lo que quiero decir.
Laszlo chasqueó la lengua suavemente.
Cualquier otra persona habría sido castigada por traición si se atreviera a hacer algo así frente al Emperador, pero Dimarcus lo dejó pasar con indulgencia.
—Fue un gran esfuerzo. Gracias.
El cambio de Laszlo no era solo un acto de sumisión a la adoración unilateral de Dimarcus. Era una declaración de que finalmente aceptaba su papel como leal seguidor de Dimarcus.
Para convertirse en un pilar del poder, Laszlo necesitaba decidir integrarse en la sociedad noble. Y para ello, lo primero era adoptar la apariencia de un noble.
—Fue una molestia.
Dimarcus soltó una pequeña risa y asintió con la cabeza ante esas palabras.
Algunos podrían considerar irrespetuoso que Laszlo tratara con tanta indiferencia el favor del Emperador, pero Dimarcus entendía perfectamente qué era lo que Laszlo había sacrificado.
Para él, lo más importante era la libertad… Que haya renunciado a ella y haya venido hasta aquí es algo que debo agradecerle.
Dimarcus, con una mirada compleja, contempló a Laszlo mientras tomaba un sorbo de vino.
Al principio, quería retener a Laszlo para convertirlo en su perro de caza, pero en el palacio imperial, manchado de intrigas y ambiciones, la falta de deseo y la actitud desapegada de Laszlo resultaban invaluables.
Con el tiempo, Dimarcus había llegado a depender de él.
Sin embargo, dado que Laszlo había decidido ocupar un lugar destacado entre los nobles partidarios del Emperador, inevitablemente se enfrentaría a innumerables tentaciones y dificultades, independientemente de su voluntad.
Y en el momento en que ese chico caiga en la corrupción, yo lo abandonaré.
Aunque era un vino de alta calidad, hoy le sabía especialmente amargo.
Sin saber si comprendía sus pensamientos o no, Laszlo, que seguía a Dimarcus mientras mordía la pierna del ave, mascaba la tierna carne mientras murmuraba:
—La verdad, no tiene un significado especial. Es solo que mi hermana debe casarse.
—¿Eh? ¿Qué significa eso?
—Con un hermano mayor que parece un mendigo y encima es el cabeza de familia, nadie quiere proponerle matrimonio.
—¡Jajaja! ¡Ah, ja, ja, ja! Tu hermana tampoco es alguien ordinario, ¿eh?
La risa despreocupada de Dimarcus alivió la tensión en el ambiente.
—Y no es para menos, dicen que la aparición sorpresa de anoche en la fiesta de los Condes Bliss ha sacudido la sociedad. Si incluso yo lo he oído, imagina lo ocupados que estarán los casamenteros.
—¿Por qué debería importar la apariencia del hermano mayor para recibir propuestas de matrimonio…?
—Oh, parece que olvidé algo. Los casamenteros no están ocupados por tu hermana, sino por ti.
La mandíbula de Laszlo se detuvo en seco mientras masticaba la carne.
—Tu hermana todavía es joven, tiene tiempo. Pero tú, en cambio, tienes prisa por casarte. Y, a ojos de los demás, eres un esposo potencial bastante atractivo.
—No tengo interés.
—¿Hasta cuándo?
Aunque la pregunta de Dimarcus llevaba un toque de humor, no era en absoluto ligera. Laszlo miró fijamente la carne desgarrada del ave sin decir nada.
El matrimonio, tal como él lo entendía, era una mezcla de mentiras, traición, hipocresía y obsesión.
Si Linia deseaba casarse, él no tenía problema en ayudarla, pero la idea de pasar el resto de su vida con una mujer desconocida era inconcebible para él.
—Supongo que hasta que Su Majestad ordene que me case.
Laszlo volvió a masticar su comida.
Dimarcus lo miró fijamente y comentó:
—Pero yo soy de los que creen en el ‘amor verdadero’. Quizás el último romántico en este mundo.
Aunque el rostro de Laszlo se contrajo al oírlo, Dimarcus volvió a retomar su comida con una expresión jovial.
—Por cierto, ¿cómo estuvo la fiesta de los Condes Bliss?
Al escuchar esto, Laszlo apretó inconscientemente el cuchillo que sostenía.
La noche anterior, comprendió lo que Ethel había querido decir con ‘Linia enfrentándose sola a toda la sociedad’. No era lo mismo escucharlo que verlo en persona.
—Fue un alivio que no estuviera permitido llevar una espada. Para ellos, claro.
Aunque fue difícil soportar a las mujeres que, atraídas por su nueva apariencia, le lanzaban miradas coquetas, lo más insoportable fue la amarga sonrisa de Linia.
—¿Recuerdas a la señorita Angela, esa que fingía ser amistosa conmigo antes? En la última fiesta que asistí, me preguntó algo como: ‘Ese adorno en tu cabello, ¿lo compraste en algún lugar de Baltiche?’
Baltiche, un área donde vivían los plebeyos de clase media, ni siquiera era tan rica como el distrito Carreras, hogar de los plebeyos más adinerados. Aunque Angela lo dijo como un cumplido, insinuaba claramente el origen plebeyo de Linia.
Pero había demasiadas personas que se habían burlado de Linia o le habían faltado al respeto como para que Laszlo regresara a enfrentarse solo a Angela o Camille. Era imposible contarlos todos.
Linia, diciendo que quería intentarlo una vez, desplegó su abanico y, cubriéndose la boca, señaló uno por uno a quienes la habían humillado. Aunque se reía mientras contaba sus experiencias, Laszlo se sintió desconcertado por su actitud.
Pero eso no fue todo.
( Hermano, ¿sabes bailar? )
( ¿Por qué? ¿Tengo que bailar contigo también? )
( Si no quieres, olvídalo. Es solo que pensé que no tendría otra oportunidad como hoy para bailar. )
Fue como si le hubieran golpeado en la nuca.
Aunque había asistido a muchas fiestas, su hermana nunca había tenido la oportunidad de bailar en ninguna. Laszlo no sabía cómo interpretar eso.
—Me quedó claro que he sido un mal hermano con mi hermana.
Mientras miraba el rostro tenso de Laszlo, Dimarcus asintió lentamente con la cabeza.
—Las cosas cambiarán. Que asistieras a la fiesta de anoche ya es un comienzo.
—Es lo que debe ser. Para eso fui.
Cuando Laszlo apretó el cuchillo en su mano, el hueso del pecho del ave se partió con un crujido seco. Si las personas que habían estado en la fiesta de la noche anterior lo hubieran visto, habrían sentido un escalofrío recorrerles el cuerpo.
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