⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Eve recibió directamente la caja de monedas de oro, ya que no tenía a nadie más que la ayudara con la tarea.
El peso de la caja, que simbolizaba su gran valor, le resultaba encantador, pero para proteger sus valiosos músculos, lanzó un hechizo de reducción de peso.
Eve caminó diligentemente hasta regresar a su residencia en el pabellón oriental del palacio.
—Ya regresé.
—¡Bienvenida, su alteza!
Debido a la disposición de la habitación, lo primero que se veía al abrir la puerta era la sala de estar. Desde detrás de un biombo que separaba los espacios, Sedella asomó la cabeza y saludó con entusiasmo.
—¡Ya casi termino, su alteza! Solo un momento más.
—Está bien. Tómate tu tiempo.
Eve se sentó frente a una mesa destinada a recibir invitados, sin dirigirse a su dormitorio. Mientras esperaba, comenzó a sentirse somnolienta.
El día había sido agotador, con un viaje de ida y vuelta al palacio principal, un traslado mágico al instituto de formación y la realización del ritual de grabado. Sin darse cuenta, empezó a cabecear.
—¡Ya está listo, su alteza!
La animada voz de Sedella despertó a Eve, quien rápidamente corrigió su postura y levantó la cabeza para mirar al frente. Sedella se estiraba orgullosa, con una expresión de satisfacción en su rostro, mientras echaba un vistazo detrás del biombo.
—Salga, Sir Agnito.
Con pasos firmes, Michael apareció desde detrás del biombo. Bajo el toque experto de Sedella, estaba completamente arreglado.
El homúnculo, que antes parecía un ave salvaje atrapada en una jaula de hierro, ya no existía. Su cabello había sido cuidadosamente arreglado, y llevaba un uniforme de caballero perfectamente ajustado que resaltaba su musculatura esbelta.
El uniforme exclusivo para caballeros personales, en burdeos con detalles dorados, era una obra de arte en sí mismo. Diseñado más para el espectáculo que para la funcionalidad, cada línea y adorno hablaban de elegancia.
Ver a Michael, que ya parecía una deidad en forma humana, vestido así, era simplemente impresionante. Eve se quedó sin palabras.
Vaya…
Al ver al transformado Michael, Eve estuvo a punto de contener un jadeo. Ahora entendía por qué Sedella estaba tan satisfecha. Michael, en ese instante, parecía una obra maestra en exhibición.
Aunque en su vida pasada había presenciado innumerables veces la belleza de Michael, su nueva apariencia era asombrosa.
Con razón incluso Rosie, que era tan exigente, cayó rendida. ¡Ahora lo entiendo, Rosie!
Su belleza era peligrosa, incluso para el corazón. Eve se felicitó por no haberse dejado llevar inmediatamente por su apariencia. Sin embargo, eso sólo demostraba que había madurado y aprendido a valorar más allá de lo superficial.
En ese momento, Michael, que hasta entonces parecía una estatua, habló.
—¿Por qué me miras así? ¿Acaso hay algo raro?
—Ah, no, en absoluto.
Su voz profunda y resonante, como el sonido de un instrumento de cuerdas, junto con su apariencia, resultaban un asalto a los sentidos. Por poco, Eve se dejaba llevar. Aún le faltaba algo de autocontrol.
—¿Puedo acercarme?
—Sí, siéntate aquí.
Michael se acercó a la mesa y se sentó frente a Eve. El aroma sutil del té blanco que emanaba de él, probablemente por haberse bañado recientemente, acarició los sentidos de Eve.
El olor dulce y refrescante era algo completamente nuevo para ella.
Cálmate, pensó, mientras respiraba hondo para recuperar la compostura.
Eve volvió a su habitual actitud relajada y le habló de manera amistosa.
—El uniforme te queda muy bien. Lo único que falta es una espada. Lamento que no tuviera tiempo de preparar una antes del ritual. Más adelante, te conseguiré una excelente. Si tienes algún tipo o estilo preferido, házmelo saber.
Su seguridad para hacer esa promesa provenía del generoso premio en monedas de oro que había recibido del Emperador.
—Pero ahora, ¿qué podríamos hacer? No puedes andar por ahí con las manos vacías.
—Cuando se informe mi registro como caballero de la guardia imperial, se puede solicitar una espada larga estándar. Por lo general, junto con el uniforme se entrega una espada, pero parece que asumieron que, siendo caballero personal, no usaría una básica y decidieron omitirla por su cuenta.
Para los nobles, los caballeros personales no eran meros guerreros, sino símbolos de estatus, y competían entre sí para embellecerlos. Era impensable entregarles una espada común y corriente que pudiera dañar esa imagen.
Eve iba a disculparse nuevamente, pero Michael rápidamente añadió:
—No dije eso para que te preocuparas. Solo estaba explicando los hechos.
—Por cierto, sabes muchas cosas. Es como si ya hubieras vivido en el palacio.
—Durante mi tiempo en el instituto de formación, me educaron hasta el cansancio en este tipo de cosas. Como recibí la calificación más alta, mi entrada al palacio estaba asegurada, así que tenía que aprender todas las normas de etiqueta, el funcionamiento del palacio y cómo servir a la realeza.
Michael mostró una sonrisa cínica al final.
Entre las habilidades que se enseñaban sobre cómo servir a la realeza, también se incluía atenderlos en la intimidad de sus dormitorios, lo que acentuaba su desdén.
Eve no supo qué decir al respecto, así que solo sonrió incómodamente y cambió de tema.
—Ah, mejor hablemos de esto mientras tomamos té.
Aunque el tema anterior había sido incómodo, Eve estaba aliviada de que Michael, al menos, no mostrara rechazo a conversar.
En esta ocasión, Eve decidió organizar un momento formal de socialización.
Quería acercarse a Michael. No, tenía que hacerlo.
Haber logrado convertir a Michael en su caballero personal no significaba que podía tratarlo como si fuera un pez ya atrapado en su red. Eso sería un grave error.
El grabado era solo una solución temporal. En un máximo de dos años, él despertaría como el Rey de los Homúnculos, y en ese momento, el inmenso poder de Michael superaría el control del grabado.
No solo desarrollaría una mayor resistencia al dominio, sino que también sería capaz de engañar dicho control si así lo decidía.
En su vida pasada, Michael logró salir de la prisión aérea dos años después gracias a esta capacidad de camuflarse.
Temporalmente fingió someterse al dominio, juró falsa lealtad a Desmond II y escapó de la prisión. Además, simuló estar bajo el grabado de Roseneit, quien no tenía ningún talento en alquimia.
En aquel entonces, nadie sospechó de Michael.
Él soportó en silencio todo tipo de humillaciones y misiones degradantes que Desmond II le impuso para probar su lealtad. Asimismo, actuó como el caballero personal perfecto para Roseneit, fingiendo dedicarse exclusivamente a ella.
Desmond II y Roseneit cayeron completamente en su engaño.
Eve no estaba exenta de sufrir el mismo destino.
Si el Michael despertado decidía rebelarse, ella no tendría forma de detenerlo. Por lo tanto, en lugar de depender de un grabado con tiempo limitado, debía comenzar desde ahora a construir una relación positiva y duradera con él.
Socios. Esa es la relación ideal.
En ese momento, Sedella, siempre una doncella eficiente, apareció lista para asistirla.
—¿Qué té desea que prepare, su alteza?
—Lo haré yo misma, Sedella.
Eve quería mostrar su sinceridad.
Sedella, aunque sorprendida por un momento, obedeció rápidamente.
La mesa de trabajo para mezclar té de Eve fue trasladada de su dormitorio a la sala de estar por Sedella.
—Siéntate cómodo, Michael.
Tras dar la orden, Eve se levantó sola y se colocó frente a la mesa de trabajo.
Buscando elegir un té que agradara a Michael, Eve intentó recordar detalles de su vida pasada.
Lamentablemente, nunca había compartido con él un momento privado tomando té.
Eve, como una princesa aislada y rechazada incluso en la alta sociedad, siempre había mantenido una barrera entre ella y los homúnculos. Michael, por su parte, era el caballero personal de la Rosa Blanca del Imperio.
Sería extraño que tuvieran tantas interacciones como para tomar el té juntos.
Ah, aunque hubo una vez que tomamos té juntos.
Fue un día en el que decidió disfrutar del té al aire libre, aprovechando el buen clima. Por casualidad, Michael cruzó el jardín y se encontraron.
Intercambiaron saludos incómodos y, sin pensarlo mucho, Eve le ofreció una taza de té.
Solo lo dije por cortesía, pero realmente aceptó. Aunque dijo que tenía prisa por regresar con Roseneit, bebió rápidamente y se fue.
Eve trató de recordar la conversación que tuvieron ese día para deducir qué tipo de té le había servido.
( No estoy segura de si este té será de su agrado, Sir Agnito. ¿Qué opina? )
Incluso mientras bebía té, Michael tenía una elegancia y un encanto únicos.
Con movimientos suaves, acercó la taza a sus labios, tomó un sorbo y respondió:
( Me gusta su aroma y color. Especialmente el color; me recuerda a los ojos de su alteza. )
Comparar el té con sus ojos y llevar la taza a los labios como si fuera un beso hizo que Eve se sintiera extraña.
De hecho, Michaelis Agnito era una presencia que hacía que cualquiera se sintiera abrumado con solo mirarlo.
( ¿Se encuentra incómoda, su alteza? )
( Sí, por tu culpa… Ah, no, nada. )
( …Entonces, con su permiso, iré a ver a la octava princesa. Que tenga un buen día. )
El incómodo recuerdo terminaba ahí, pero fue suficiente para que Eve dedujera que el té que sirvió debía ser oolong, considerando el color similar a sus ojos.
Sin embargo, entre los tés oolong ya preparados, ninguno parecía adecuado.
Tomó una receta y comenzó a preparar una nueva mezcla.
Michael observaba con curiosidad cómo Eve pesaba diferentes ingredientes.
—¿Qué es eso? ¿Alquimia?
—No, es té.
Eve preparó un oolong con esencia de pera. Luego, sacó su juego de té de porcelana favorito y comenzó a infusionar el té en agua caliente.
Giró el reloj de arena y, mientras esperaba, continuaron conversando.
—Debí preguntar antes. ¿Qué opinas del mundo exterior, Michael?
—No estoy seguro…
Michael desvió la mirada hacia la ventana, ganando tiempo para pensar en su respuesta.
La vista desde la sala de estar no era mala; un jardín de césped verde brillante se extendía entre árboles frondosos.
Finalmente, encontró una respuesta adecuada y habló:
—Hay muchas cosas que me recuerdan a tu color de cabello.
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