⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—Eso es realmente algo importante.
Aunque no era su especialidad principal, sino secundaria, Eve también era una practicante de la magia.
Eve, como si fuera lo más natural, terminó inmediatamente la hora del té.
—Entonces, ve a entrenar y nos vemos mañana.
—¿Mañana?
—Sí, ¿por qué?
No era como si Eve hubiera dicho algo inapropiado, pero Michael parecía sorprendido. No parecía que estuviera decepcionado porque la hora del té terminara temprano.
Michael, como si quisiera confirmar algo, preguntó nuevamente.
—¿Con eso basta? ¿Hoy ya terminó?
—Sí, es básico terminar temprano el primer día.
—¿De verdad no me llamarás esta noche?
—¿Te gustaría que te llamara?
—No, no es eso.
—Bien, dijiste que tenías que entrenar.
La intención de Eve de alentar el deseo de aprendizaje era completamente pura. Michael, con una expresión un poco desconcertada, murmuró:
—…Pensé que era improbable, pero realmente me estás dejando ir.
—¿Eh?
—No, nada.
Michael tragó una risa amarga.
Por lo general, el día de la ceremonia de selección y grabado, existía la desagradable y deplorable costumbre en la familia real de exigir a los homúnculos que cumplieran con servicios nocturnos bajo el pretexto de una ‘inspección’
Debido a la decadencia que impregnaba el palacio real, Michael había supuesto que Eve podría no ser diferente de otros miembros de la realeza y se había preparado mentalmente para ello.
Sin embargo, al final, solo su imaginación lo dejó avergonzado.
—Entonces me retiro. Que descanse bien, mi princesa.
—Sí, nos vemos mañana.
Michael realizó un saludo con la mano en el pecho según las normas de los caballeros, mientras Eve simplemente agitaba su mano de manera informal.
Cuando Michael se dirigía hacia la puerta, Sedella lo siguió, aparentemente para despedirlo.
Tan pronto como salieron al pasillo, Sedella cerró la puerta detrás de ellos y llamó a Michael.
—Sir Agnito.
—¿Qué sucede?
La expresión de Sedella mientras miraba a Michael era serena, pero no sonreía.
Con un rostro neutral, comenzó a hablar con tranquilidad.
—Es extremadamente raro que Su Alteza prepare el té personalmente. En todo este tiempo, solo la he visto hacerlo tres veces. Para su maestro de alquimia, para el líder de la Torre de Magia y para el difunto cuarto príncipe heredero… Todas personas a las que Su Alteza Eve respeta profundamente. Ahora, Sir Agnito se ha convertido en el cuarto.
—…
—Solo quería que lo supiera.
Sedella enfatizó que los gestos de cortesía de Eve no eran algo común.
Su observación fue efectiva, y Michael respondió con una expresión seria.
—Entendido. Lo tendré en cuenta.
—Gracias. Por favor, cuide bien de Su Alteza.
Solo entonces Sedella le dedicó una sonrisa a Michael.
El agotamiento tras la ceremonia de grabado era considerable.
Eve abrió los ojos al día siguiente, tras haber pasado un día entero durmiendo.
Despertó bebiendo un té Earl Grey intenso que Sedella había preparado para ella.
—¿Dónde está Michael?
—Está esperando en el salón.
—¿Ya? Tengo que darme prisa.
Optó por un arreglo matutino mucho más sencillo que el del día anterior.
Hoy llevaba un vestido con rayas verticales en tonos grises y celestes que daba una impresión urbana.
Llevaba el cabello semirecogido, asegurado con un broche de perlas, y terminó con un maquillaje ligero y algunos accesorios. Luego salió del dormitorio hacia el salón conectado.
—Buenos días, Michael.
—Buenos días, Alteza.
—¿Todo bien ayer?
—No hay nada especial que reportar.
—Bien, me alegra escucharlo.
Michael llevaba una larga espada en la cintura.
Aunque era un arma estándar, como pertenecía a la familia real, reflejaba cierto nivel de sofisticación.
La forma refinada del arma era tan impresionante como la cintura bien definida de Michael en su ajustado uniforme.
Eve se dirigió a su estación de mezcla de té y preparó una gran cantidad de rooibos con bálsamo de limón, el té que había sido crucial para ganarse el favor de Desmond II el día anterior.
Mientras se preparaban para partir hacia el palacio principal, Eve le recordó a Michael:
—Michael, frente a mi padre, debes mostrar modales impecables.
—Entendido.
—Y también conmigo.
—Por supuesto.
—¿Quieres practicar hablando formalmente?
—Qué preocupada estás. ¿No confías en mí?
—Es mejor ser precavida.
Aunque Michael parecía pensar que Eve estaba siendo demasiado cautelosa, obedeció.
Con un semblante solemne, Michael se arrodilló sobre una rodilla frente a ella.
Llevó los labios al dorso de la mano izquierda de Eve, dejando un beso reverencial que dejó una sensación peculiar en su piel.
Cuando Eve retrocedió levemente, Michael la miró con una expresión de devoción, como si fuera su soberana de hace diez años, y declaró:
—Dedicaré mi cuerpo y alma a servirle, Su Alteza la séptima princesa.
Con su postura perfecta y su rostro atractivo, parecía una obra de arte viviente.
Sintiendo que su corazón latía demasiado rápido, Eve decidió levantarlo rápidamente.
—Levántese, Sir Agnito.
—Como desee, Su Alteza.
Incluso el movimiento de Michael al levantarse en respuesta al gesto de Eve tenía la precisión de una técnica de esgrima.
Cuando terminaron de practicar, Michael volvió a su tono habitual y preguntó:
—¿También me hablarás formalmente a mí?
—Sí. En eventos oficiales, lo haré. Es una de las pocas formas en las que puedo mostrarte respeto.
—…Si eso es lo que deseas.
Aunque su respuesta parecía indiferente, no podía desagradarle que Eve lo tratara con tanta consideración.
En ese momento, Sedella miró el reloj y habló:
—Alteza, es hora de partir.
—De acuerdo. Vámonos.
Eve partió hacia el palacio principal acompañada por Michael.
En la habitación donde había sido guiado por el chambelán, no pasó mucho tiempo antes de que el emperador lo llamara.
—Ven, Eve.
Desmond II estaba sentado en una silla espléndidamente decorada con oro y rubíes, irradiando una atmósfera imponente mientras recibía a Eve y Michael.
—La séptima princesa, Evienrose Cloelle Hadelamide, saluda al gran océano del Imperio, Su Majestad Imperial, mi padre. ¿Se encuentra bien?
—Sí… Veamos…
La mirada de Desmond II se posó en Michael, quien estaba de pie, manteniendo la reverencia protocolaria ligeramente detrás de Eve. Observó a Michael de arriba abajo, como evaluándolo.
—¿Ese es el monstruo de la prisión aérea?
—Sí, padre. Es Michaelis Agnito.
—Ya veo. Ese insolente monstruo es el que rechazó la bendición de mi augusta persona.
Desmond II habló con un tono fingidamente enojado. Eve intervino con cautela.
—Calme su enojo, padre. Según lo que investigué, la negativa al juramento de lealtad no fue voluntad del caballero Agnito.
—¿Entonces?
—Como sospechábamos, el circuito de maná del caballero Agnito tenía anomalías. La cantidad de maná que posee el caballero Agnito es sobresaliente incluso entre los homúnculos. Sin embargo, debido al tiempo prolongado bajo restricciones, el flujo de su maná fue bloqueado, torciendo su circuito. Esto impidió que funcionara correctamente, considerando las características intrincadas con las que fueron diseñados los homúnculos.
—Hmm, ¿es eso cierto?
Eve, manteniendo una expresión serena, inventó una explicación que sonara agradable para los oídos de Desmond II.
—Déjame preguntarte algo, Eve. ¿Cómo resolviste ese problema?
—Cuando llegué, el circuito de maná del caballero Agnito ya mostraba las áreas torcidas de manera visible. Simplemente al liberar ligeramente las partes bloqueadas, el circuito pudo volver a la normalidad. Tuvimos mucha suerte.
Los ojos de Desmond II se volvieron más pesados mientras miraba a Eve desde arriba.
—¿Mucha suerte?
La pregunta repetida estaba cargada de escepticismo, haciendo que Eve se tensara.
La creación de homúnculos es un derecho exclusivo del Emperador. En otras palabras, padre es quien más sabe sobre ellos. ¿Acaso no va a colar mi explicación superficial?
Cuando comenzaba a sudar frío, Desmond II cambió la atmósfera con una leve sonrisa.
—Eve, ¿a qué le temes?
—¿Perdón?
—¿Por qué temes tanto mostrar tu extraordinaria habilidad para gobernar? ¿Es que el trono te aterra tanto?
—¿Perdón?
Eve parpadeó tres veces, tratando de comprender las palabras de Desmond II.
¡Vaya, padre! ¿Cómo puede interpretar las cosas a mi favor de esta manera?
Era momento de actuar con rapidez. Adoptando una expresión solemne, respondió:
—Sería un engaño negar lo que me dice. Su trono, padre, es para mí demasiado alto, lejano y deslumbrante. Lo que siento no es simple temor, sino una mezcla de respeto y veneración. Ante usted, no puedo evitar mostrar humildad y prudencia.
—Ja, no sabía que mi séptima hija fuera tan elocuente.
Desmond II parecía estar muy satisfecho.
La mirada que Eve recibía ahora era completamente distinta de la de su vida anterior, y esto le provocó una sensación extraña.
—Está bien. Solo con empezar a comportarte como corresponde a un miembro de la familia imperial, ya es suficiente mérito. No tengo intención de exigir más de ti por ahora.
—Gracias, padre.
—Hiciste un buen trabajo al grabar a la bestia de la prisión aérea. Ahora que lleva un uniforme, parece bastante presentable. Qué bien se ve siendo limpio y obediente.
Aunque las palabras eran peyorativas, Eve se atrevió a aprovechar el aprecio que estaba comenzando a recibir para hacer un comentario audaz.
—Padre, con el debido respeto, Michaelis Agnito es ahora mi caballero directo desde ayer. Creo que sería más apropiado referirse a él como caballero Agnito.
—Jajaja, tienes razón, Eve. Pero para que sea reconocido como un verdadero caballero, primero debe pasar por ciertos procedimientos. ¿No es así?
Se creaba el ambiente para realizar de inmediato el juramento de lealtad.
Aunque Eve había venido preparada para ello, no pudo evitar sentir nervios.
Desmond II apoyó un brazo en el reposabrazos del trono y se llevó la mano al mentón.
Con una postura altiva y una expresión apática, dio su orden.
—Michaelis Agnito.
—Sí, Su Majestad.
—Levántate y acércate a mí.
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