⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Cuando Desmond II mostró públicamente su favoritismo hacia Eve, muchos nobles quedaron ansiosos por entablar conversación con ella.
Eve, rodeada por los nobles como si estuvieran sitiándola, finalmente logró liberarse después de mucho tiempo.
Michael la escoltó hacia un rincón del salón de banquetes y expresó su preocupación.
—¿Te duelen mucho las piernas?
—Un poco.
—Debemos encontrar un lugar donde puedas descansar.
—Hay muchos lugares para descansar. Vamos a la ‘Habitación de la Perla’.
Aunque era la primera vez que escuchaba ese nombre, Michael pudo deducirlo de inmediato.
—¿Es así como llaman a los refugios discretos del salón de baile?
—Por supuesto, lo sabes al instante.
—He recibido educación teórica sobre estos lugares.
En los banquetes y bailes, inevitablemente surgen encuentros apasionados entre hombres y mujeres. En el Palacio Imperial, que ama la cultura libertina y decadente, las relaciones entre hombres y mujeres no son un tabú, a menos que impliquen infidelidad.
Por eso, en el Palacio Imperial se diseñaron pequeños cuartos a lo largo del pasillo del gran salón de banquetes. Oficialmente se llaman espacios de descanso, pero si una pareja no casada era descubierta entrando junta, debía estar preparada para ser el tema de los chismes del día siguiente.
En otras palabras, la ‘Habitación de la Perla’ era prácticamente un espacio sancionado por el Palacio Imperial para encuentros románticos.
—No tengo intención de practicar nada, así que no te preocupes.
—Entendido.
El rostro de Michael, oculto bajo su parche, permanecía inexpresivo, por lo que era difícil saber si realmente estaba aliviado o simplemente indiferente.
Entraron en un pasillo profundo y oscuro. Allí, varias cortinas de terciopelo colgaban a intervalos regulares.
Al apartar una de esas cortinas, se revelaba la Habitación de la Perla.
—A veces llenan el pasillo con fragancias embriagadoras, pero supongo que hoy no lo hicieron porque el banquete está dedicado a menores de edad.
Cuando Eve terminó de explicar, un caballero homúnculo, encargado de la vigilancia, se acercó.
—¿Va a entrar?
—Sí.
El pequeño refugio, diseñado en un espacio profundo de la pared, era más un lecho que una habitación.
Sobre un suelo elevado como una plataforma, había un gran y suave sofá de terciopelo en forma de concha, más parecido a una cama.
El techo bajo sostenía un pequeño candelabro que emitía una luz tenue, creando un ambiente romántico y ligeramente sugerente.
Eve entró en la Habitación de la Perla y se dejó caer profundamente en el sofá.
Michael no entró. No podía compartir un espacio tan íntimo con la princesa, que era prácticamente una cama, a menos que fuera en cumplimiento de un deber estrictamente confidencial como caballero personal.
—Me quedaré afuera.
—De acuerdo.
Eve comprendió la situación y no insistió.
Con las cortinas de terciopelo entre ellos, comenzaron a conversar.
—Es muy tranquilo. ¿No hay nadie más aquí además de nosotros?
—No, hay varias personas utilizando estas habitaciones. El cordón dorado indica que una habitación está ocupada.
—Pero no se escucha nada.
—Desde un paso antes de entrar, hay un hechizo de insonorización. No se escucha nada ni dentro ni fuera.
—Ah, ya veo.
Michael, al darse cuenta del hechizo, se sintió un poco avergonzado. Eve, sonriendo con comprensión, agregó:
—Estás especializado en magia ofensiva, Michael. Es normal que no seas tan bueno con los hechizos de barrera.
Michael se sorprendió de lo bien que Eve conocía su especialidad, pero rápidamente cambió de tema para evitar la incomodidad.
—Ahora que lo mencionas, tú te especializas en magia práctica, ¿verdad?
—Sí. Aprendí un poco de magia de varias áreas y me especializo en combinarlas. Por eso también aprendí magia de barrera para cosas como la protección contra incendios o agua. Sin embargo, la magia ofensiva nunca se me dio bien. Simplemente no tengo talento para eso.
—¿Tu progreso académico está limitado? Qué lástima.
—No es algo tan grave. Después de todo, la magia ofensiva no tiene mucho uso práctico en la vida cotidiana.
—Eso es un alivio. Y, en cierto modo, creo que es algo positivo.
—¿Ah, sí?
—Ahora que soy tu espada, no tendrás que pelear tú misma nunca más.
Fue una promesa de protección conmovedora, incluso si era solo una frase protocolaria de un caballero personal.
Eve, aunque lo sabía, no pudo evitar sentirse complacida.
—Claro, asegúrate de protegerme bien. Sin falta.
—Por supuesto.
De repente, Eve sintió ganas de hacer una pregunta capciosa.
—Ah, cierto. ¿Qué opinas de haber visto a la Rosa Blanca del Imperio en persona?
—No se parece en nada a ti.
—Claro. Ambas nos parecemos a nuestra madre. En cualquier caso, ¿no es Rosie hermosa?
—Era exactamente como en su retrato. Pienso que su fama no es infundada.
Las respuestas de Michael, rápidas y sin vacilación, carecían de emoción.
Era evidente que la belleza de Roseneit no le había causado ninguna impresión especial. De hecho, al recordar su primer encuentro, incluso parecía ligeramente disgustado.
—Aunque no entiendo por qué decidió besarme la mano frente a su caballero personal.
Con esas palabras, Eve recordó cuando Michael, después del beso en la mano, discretamente se limpió los labios.
Aunque fue un detalle insignificante, para Eve había sido una escena muy entretenida.
Desde detrás de las cortinas de terciopelo, luchó por contener la risa.
—¿Está bien, Alteza?
—Sí… estoy bien…
En ese momento, desde el gran salón de banquetes se escucharon aplausos que resonaron hasta el pasillo profundo.
La Habitación de la Perla donde estaba Eve no bloqueaba los sonidos externos, por lo que podía escucharlos.
Eve dedujo lo que ocurría en el salón: probablemente estaban cortando el enorme pastel de cumpleaños y descorchando champán.
Se enderezó y se sentó con más compostura.
—Es hora de ocuparse del último asunto. Te lo encargo, Michael.
Michael, como si ya estuviera al tanto, comprendió de inmediato.
—Traeré a la invitada más importante del día.
Haciendo una reverencia hacia donde estaba Eve tras las cortinas de terciopelo, Michael se retiró.
Eve, ahora sola, pensó en la joven que había visto ocasionalmente en el salón de banquetes.
La joven con cabello castaño claro, hija de un conde, no parecía disfrutar del ambiente festivo.
Estaba en un rincón del salón, con el rostro ansioso, bebiendo una copa tras otra de vino.
Anais Luchiad, hija del Conde.
Esa era la persona que pronto ayudaría a Eve a recaudar fondos.
En la mesa junto a Anais se acumulaban las copas vacías.
Aunque el sabor y aroma del vino ya no se percibían, Anais seguía tomando una copa tras otra, incapaz de detener su mano.
Anais era la única hija de la familia Luchiad, propietaria de un comercio de materiales de construcción.
En la sociedad, ya se la reconocía como la heredera del vizcondado de Luchiad, y siempre estaba rodeada de jóvenes que buscaban acercarse a ella.
Sin embargo, ese día Anais no tenía ánimo para socializar con tranquilidad.
。。+゜゜。。+゜゜。。+゜゜。。
¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?
La razón de su nerviosismo era simple: un negocio encargado por la familia imperial había llevado a su casa al borde de la ruina.
La ciudad imperial, Hadelun, era tan vasta que el emperador no podía supervisarlo todo.
Por eso, los proyectos públicos rentables se entregaban como recompensa a aliados o se delegaban en familias nobles para aliviar la carga del gobierno.
El año anterior, la familia Luchiad, siguiendo una recomendación de la tercera princesa, Brigitte, emprendió un negocio.
Se trataba de construir y operar baños públicos en toda la ciudad imperial para mejorar la higiene de los ciudadanos.
Aunque la rentabilidad esperada no era alta, el proyecto tenía una causa honorable al contribuir al bienestar de la ciudad, por lo que aceptaron sin dudarlo.
Mi padre cayó en las dulces palabras de la tercera princesa y estampó el sello de la familia demasiado rápido.
Poco después de comenzar la construcción, surgieron problemas.
El núcleo del negocio era suministrar agua caliente. Para calentarla, no se podía usar fuego, sino piedras mágicas.
En Hadelun, el uso de fuego estaba prohibido en cualquier negocio que no fuera un pequeño restaurante o taller, para prevenir incendios.
El problema era que, a principios de ese año, el precio de las piedras mágicas subió drásticamente.
Si seguían operando los baños públicos cobrando solo la tarifa fijada por la familia imperial, las pérdidas serían abrumadoras.
Incluso si volcaban todas las ganancias del comercio de la familia en el proyecto, no podrían cubrir los déficits operativos.
Y ahora la tercera princesa ni siquiera se digna a recibirnos.
Anais había enviado varias cartas a Brigitte solicitando discutir el problema, pero no recibió respuesta.
Preocupada, solicitó audiencia con Desmond II, pero los funcionarios del protocolo rechazaron la petición.
Al final, Anais no tenía a nadie más que Brigitte, que guardaba un silencio absoluto.
La razón por la que Anais asistió al banquete ese día era para encontrarse con la princesa. Pero Brigitte la evitaba descaradamente.
La tercera princesa está ignorando la crisis de mi familia. Esto es desesperante.
Un proyecto encargado por la familia imperial era un compromiso con el Emperador, y fallar en cumplirlo significaba un castigo severo.
Incluso si explicaban sus esfuerzos, la familia Luchiad probablemente tendría que vender no solo su comercio, sino también sus tierras y títulos.
En resumen, era una crisis que amenazaba con destruir a su familia.
—Haa…
Anais volvió a alcanzar el vino fuerte.
En ese momento, alguien le ofreció un vaso de agua helada.
—Señorita Anais, cuando se tiene sed, es mejor beber agua.
—No te preocupes… ¿Un homúnculo?
Al ver al caballero de cabello negro y un parche en el ojo, Anais abrió los ojos sorprendida.
Mientras aceptaba el agua de forma instintiva, el caballero se presentó y explicó el propósito de su presencia.
—Soy Michaelis Agnito, al servicio de Su Alteza la Séptima Princesa. Mi señora desea reunirse con usted.
Comments for chapter "32"
MANGA DISCUSSION