⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—¿Se refiere a que el valor se subestima?
—El cristal mágico no es algo que se obtenga gratuitamente. Simplemente, el costo lo paga alguien más a través de su sacrificio, y por eso no lo vemos.
Era evidente que Eve se refería a los homúnculos que trabajaban en las minas.
Como era de esperar de la séptima princesa, conocida como el ‘paria del imperio’, sus palabras no encajaban con los ideales tradicionales.
Sin embargo, Anais no sólo no sintió rechazo ante lo que Eve decía, sino que se descubrió a sí misma asintiendo, reconociendo que era cierto.
—Oh, perdón, me desvié del tema por un momento.
Eve se dio cuenta de que había expresado un pensamiento demasiado personal y rápidamente cambió de tema.
—Además de las panaderías, también se puede utilizar el calor de los hornos de las alfarerías. El baño público que se está construyendo en el Distrito 17 está cerca de la ‘Calle de los Artesanos’, donde hay muchas alfarerías. Creo que podrían considerar este detalle al modificar los planos.
—Ah, claro, los hornos de las alfarerías generan temperaturas mucho más altas que los de las panaderías.
Eve agitó su mano derecha, y los dibujos de luz que había trazado en el aire desaparecieron.
—¿He sido de suficiente ayuda, joven Condesa?
—Decir que fue suficiente no es suficiente para expresar mi gratitud. Su Alteza ha traído la sabiduría que salvará a nuestra familia. Como heredera de los Luchiad, le agradezco profundamente de corazón.
—Es un placer escuchar eso.
Eve sonrió ampliamente, no con la sonrisa artificial que a veces usaba para socializar, sino con una sonrisa genuina.
Se sentía satisfecha, pues acababa de corregir una injusticia y tragedia de su vida pasada.
En aquella vida, la casa de los Luchiad no pudo evitar la bancarrota.
Todo había sido una artimaña de Brigitte; el consorcio comercial de la familia Luchiad fue absorbido completamente por el consorcio Chensley.
En ese proceso, el negocio de los baños públicos también pasó a manos de los Chensley. Brigitte, a diferencia de cuando manipuló a los Luchiad, no dudó en apoyar con todo su poder a los Chensley, su principal fuente de financiación, incluso relajando las normas de seguridad contra incendios.
Gracias al poder político de Brigitte, el negocio de los baños públicos de los Chensley prosperó, estableciendo la cultura de los baños en todo Hadelun y logrando un éxito espectacular.
Tanto así que incluso los nobles y el propio Emperador adoptaron esta costumbre popular.
El Emperador Desmond II llegó a deshacerse de la bañera de mármol que usaba en su dormitorio y construyó un lujoso baño exclusivo para él.
Por supuesto, el encargado de la construcción fue el Marqués Chensley.
Recuerdo que el Conde Luchiad, al escuchar la noticia, no pudo soportar la humillación y terminó quitándose la vida.
Si la historia hubiese terminado ahí, los baños públicos habrían quedado como el símbolo de la tragedia y el sacrificio político de una familia.
Pero las consecuencias de los actos de Brigitte y el Marqués Chensley no acabaron ahí.
Uno de los baños públicos, que operaba exitosamente, fue arrasado por un incendio de gran magnitud.
La causa del incendio fue la negligencia en la gestión del fuego, consecuencia directa de las excesivas relajaciones en las normas contra incendios promovidas por Brigitte.
El desastre dejó más de 300 víctimas mortales, y las ruinas del baño público se convirtieron en un enorme lugar de luto.
Y aun así, Brigitte no asumió ninguna responsabilidad ni castigó al Marqués Chensley.
Era algo que no podía repetirse.
Además de cortar la fuente de financiación de Brigitte y asegurar la suya propia, Eve debía impedir un futuro donde las vidas de los ciudadanos fueran sacrificadas.
Fue entonces cuando la clara voz de Anais sacó a Eve de sus pensamientos.
—Su Alteza nos ha extendido una mano amiga. Por lo tanto, debo corresponder esa generosidad. ¿Acaso lo que busca es patrocinio, Alteza?
—Oh, veo que está al tanto de mi dedicación a la alquimia —Eve sonrió ante la sugerencia—. Agradezco la oferta, pero lo que deseo es algo diferente.
—¿Qué es lo que desea? Por favor, dígamelo, Alteza.
—Quiero hacer negocios con usted.
—¿Negocios?
Anais abrió los ojos de par en par.
La reacción era comprensible, considerando que Eve, quien había evitado las actividades sociales hasta hacía poco, ahora mostraba interés en un proyecto tan dinámico y social.
Con una actitud decidida, Eve presentó su propuesta, algo que había estado preparando durante mucho tiempo.
—Estoy muy interesada en el negocio de los baños públicos. Creo que los baños con agua caliente no solo serán una forma de higiene, sino que se convertirán en una cultura en Hadelun, ayudando a las personas a aliviar el cansancio.
—Y si las cosas avanzan como espera, ¿qué otro negocio podría desarrollarse a la par?
—El negocio del jabón.
El brillo de interés en los ojos de Anais fue evidente.
Eve, animada por esa señal positiva, continuó con entusiasmo.
—No puede ser cualquier jabón. El jabón que usan los plebeyos actualmente es de baja calidad. No es muy diferente del jabón para lavar ropa que usan los nobles. Huele mal, no produce suficiente espuma y puede dañar la piel sensible de algunas personas.
—Entonces, desea invertir en un negocio de jabones de alta calidad.
—Así es. Es una gran oportunidad para ofrecer buenos jabones al pueblo. Planeo adquirir un taller y producir jabones usando una receta que he desarrollado personalmente. Estoy segura de que funcionará.
En su vida pasada, cuando el negocio de los baños comenzó a florecer, Eve había desarrollado un pasatiempo creando jabones y cremas hidratantes utilizando sus habilidades en alquimia y mezcla de tés.
Dado su interés en el tema, también conocía todos los productos populares de la época. Era una inversión destinada al éxito.
Anais, al notar la determinación en los ojos de Eve, pareció intuir también el éxito de la propuesta. Asintió con seriedad.
—De acuerdo. Comenzaremos con jabones y, si la respuesta es positiva, expandiremos el negocio a otros productos de baño.
—Gracias por su respuesta positiva, joven Condesa.
—Gracias, no. Más bien, estoy encantada de haber encontrado una oportunidad de inversión tan prometedora.
Mientras ambas intercambiaban sonrisas, Eve recordó algo más y decidió hablar de ello.
—Hay otra industria que podría desarrollarse si el negocio de los baños prospera.
—¿Cuál sería?
Anais, intrigada por la posibilidad de otra fuente de ingresos, mostró interés. Sin embargo, lo que Eve estaba a punto de revelar no era un tema optimista.
—La industria del sexo.
—¡¿…?!
—Donde hombres y mujeres se encuentran desnudos, es inevitable que algunos alimenten esos deseos. Y este tipo de negocio, en las sombras, siempre genera enormes riquezas.
Los recuerdos de Eve de su vida pasada cruzaron por su mente.
En aquella época, el Marqués Chensley, con la aprobación tácita de Brigitte, había llevado a cabo negocios de prostitución de manera activa y clandestina. Esto generó enormes riquezas, que Brigitte utilizó para crear un fondo de dinero negro.
La proliferación de la prostitución trajo caos al orden público en Hadelun.
Las áreas cercanas a los baños públicos, donde se formaron burdeles, se convirtieron en focos de criminalidad. Además, para abastecer la demanda de jóvenes, niñas y niños eran secuestrados y víctimas de tráfico humano.
En esencia, era como si la esclavitud hubiese resurgido.
En ese momento, Anais, tras observar a Eve en silencio durante un rato, finalmente habló con labios temblorosos.
—Su Alteza.
—Dígame, joven Condesa.
—Con el debido respeto, en nuestra familia Luchiad jamás permitiremos involucrarnos en la prostitución.
—Esa es una decisión admirable. Precisamente por eso quería trabajar con usted.
Al escuchar la respuesta de Eve, Anais dejó escapar un profundo suspiro de alivio sin darse cuenta.
Eve, al notarlo, preguntó con una leve sonrisa en su voz.
—Oh, ¿estaba nerviosa pensando que podría proponerle entrar en el negocio de la prostitución?
—Yo… yo… mis disculpas. Solo estaba preocupada por si acaso… Sin querer, terminé ofendiendo su honor incluso en pensamiento.
—No tiene por qué disculparse. Es razonable sospecharlo, considerando cuántas personas ha visto sucumbir ante el dinero —Eve continuó con tono calmado—: Por cierto, su declaración anterior fue una muestra de valentía y franqueza.
—No… no hice más que hablar impulsivamente. Lo lamento profundamente…
Este pequeño malentendido ayudó a Eve y Anais a comprender mejor el carácter de la otra, fortaleciendo su confianza mutua.
La habitación decorada con perlas era ideal para una conversación privada breve, pero no era adecuada para discutir detalles por mucho tiempo.
Eve decidió concluir la reunión.
—Hablemos de los detalles en otra ocasión, joven Condesa.
—Por supuesto, Alteza. Si le parece bien, mañana temprano iré directamente al palacio.
—No, no será necesario. En el palacio hay demasiados ojos y oídos. En teoría, ahora mismo usted debería estar esperando ansiosamente la respuesta de la tercera princesa. Si, de repente, viene a verme, sería extraño que este hecho llegara a oídos de la corte.
—Entonces, ¿qué propone?
—Enviaré a mi doncella personal a la casa de la ciudad de los Luchiad. Si una doncella llega con un ramo de flores amarillas de Rudbeckia, por favor recíbala con amabilidad.
Eve ya tenía varias tareas preparadas para Sedella.
—Joven Condesa, supongo que no ha podido descansar bien debido a las preocupaciones recientes. Me gustaría recomendarle regresar a su casa y descansar, pero debe mantenerse en el baile para engañar los ojos y oídos de la tercera princesa.
—Entendido. De hecho, planeaba mostrarme preocupada y ansiosa en el salón de baile antes de retirarme.
La respuesta de Anais fue solemne.
Aunque no lo deseaba, ahora estaba destinada a enfrentarse a Brigitte.
Si quería proteger a su familia y su consorcio, debía estar siempre alerta en el futuro.
—Ha sido un tiempo muy valioso. Con su permiso, me retiro, Alteza.
—Cuídese, joven Condesa.
El encuentro con Anais había sido un éxito. Eve sintió cómo se disipaba la tensión acumulada.
Dejó caer su cuerpo en el diván, cerrando los ojos para relajarse por un momento.
—Michael, ya he terminado.
No hubo respuesta.
—¿Michael?
Sintiendo algo extraño, Eve corrió las cortinas de terciopelo y asomó la cabeza.
Sin embargo, no había rastro de Michael, quien debería haber estado esperándola afuera.
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