⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Sedella, quien había salido a hacer un recado fuera del palacio imperial, aún no había regresado.
Lian, Piony y Balthasar, aunque sorprendidos por la repentina situación, se esforzaron diligentemente en preparar el té y organizar la mesa de té.
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—Me inclino ante Su Majestad, el Sol del Imperio.
—Oh, oh, sí. ¿Cómo has estado, Eve?
—Gracias a la protección de Su Majestad, he estado bien. ¿Y Su Majestad ha estado saludable?
—Claro, muy bien.
Tras un breve intercambio de saludos, Eve también inclinó ligeramente las rodillas hacia Brigitte y las demás princesas mayores.
—Saludos, hermanas mayores.
—Sí.
Brigitte respondió con una voz fría.
Por su actitud altiva, parecía más la Emperatriz que Desmond II mismo.
—Bueno, bueno, sentémonos todos. Vamos, tomen asiento.
—Sí, Su Majestad.
Siguiendo al Emperador, las princesas tomaron asiento según su rango: Brigitte, Hessia, Aisel y Stephania se sentaron con la ayuda de sus caballeros personales.
Eve también se sentó, ayudada por Michael.
La sala de recepción de la Habitación del Verdor, decorada en tonos plateados y esmeralda, era normalmente un lugar que transmitía suavidad y comodidad.
Sin embargo, con el imponente Emperador y la poderosa candidata al trono ocupando el centro, además de los inexpresivos caballeros personales de pie junto a las paredes, el ambiente se sentía tenso.
Eve aprovechó la ocasión para observar al caballero personal de Brigitte.
Como la princesa heredera, que había arruinado la casa imperial con su harén, Brigitte tenía fama de cambiar constantemente de caballero personal debido a sus numerosos amantes.
Era una buena oportunidad para memorizar quién era.
El caballero homúnculo que llamó su atención tenía cabello castaño oscuro, ojos amarillos limón y una distintiva marca de lágrima debajo del ojo izquierdo.
Es Elijah Halsthein.
Un rostro bastante memorable.
Desde que Brigitte tuvo su primera ceremonia de selección a los 16 años, casi cada año había cambiado de caballero personal.
Sin embargo, Elijah Halsthein, de manera excepcional, había permanecido durante bastante tiempo como su caballero personal.
Se rumoreaba que el secreto de su permanencia radicaba en que Brigitte estaba satisfecha con él en las noches, aunque no se podía confirmar.
Elijah pareció notar la mirada de Eve.
Mientras que un homúnculo normal habría desviado la mirada con un rostro inexpresivo, Elijah fue diferente.
No evitó su mirada y, con una sutil sonrisa, levantó ligeramente las comisuras de sus labios.
Sorprendida, Eve miró hacia el frente.
En ese momento, Lian y Piony comenzaron a servir el té.
El líquido, de un atractivo color rubí, llenó las tazas blancas mientras liberaba un aroma fragante.
Eve explicó brevemente:
—Es una mezcla de cinco frutas tropicales con un toque de hibisco. Su aroma dulce combina bien con la primavera.
—Oh, ya veo. Veamos… Hm, el aroma es realmente dulce. El sabor, sin embargo, tiene un toque ácido.
—Es el sabor característico del hibisco. Aunque puede ser divisivo, no he agregado mucho para equilibrarlo. ¿Qué le parece?
—Está bien.
—En ese caso, quizás desee añadir un poco de azúcar. Podrá disfrutarlo más.
—¡Oh, vaya! Este té dulce y ácido tiene un sabor peculiarmente agradable. Me gusta mucho.
—Me alegra que le agrade, Su Majestad.
Las princesas mayores también levantaron sus tazas de té.
Aunque inicialmente pensaron que sería insignificante, tras un sorbo, sus expresiones cambiaron ligeramente.
—Bueno… no está mal.
—Hm, no es algo vergonzoso para presentar ante Su Majestad.
Aisel, la quinta princesa, famosa por encargarse de las tareas más mundanas de Brigitte, hizo una evaluación mezquina. Luego, Hessia, la cuarta princesa y hermana de sangre de Brigitte, ofreció un halagador pero poco sincero comentario.
—Por cierto, la Habitación del Verdor es realmente hermosa.
Brigitte nunca ensuciaba sus propias manos ni palabras.
Con elegancia, dejó su taza sobre la mesa y, con ese comentario, recordó al emperador el motivo de su visita.
—¿Qué te parece tu nueva residencia?
—Me encanta, Su Majestad. Había escuchado sobre la belleza de la Habitación del Verdor, pero supera mis expectativas. En particular, la decoración de la lámpara de cristal con forma de enredadera en el salón de recepción es tan mágica como hermosa. Me siento muy feliz de poder servirle té a usted y a mis hermanas en un lugar así.
—¡Ja, ja, ja! Me alegra que te guste. Fue una buena decisión otorgarte la Habitación del Verdor.
Entre las princesas presentes, aparte de Brigitte, Eve era la única con una residencia tan notable. Naturalmente, esto provocó el disgusto de las otras princesas mayores.
—¿Le otorgaron la Habitación del Verdor? Parece que Su Majestad está especialmente complacido con el hecho de que Eve haya designado a un caballero personal.
—Así es. Que Su Majestad muestre tal favor solo por designar un caballero personal es algo inimaginable para nosotras.
—Cuando lo escuché, pensé que Eve había logrado algún mérito en la alquimia. ¡Ja, ja, ja!
El tono de la conversación se estaba volviendo cada vez más hostil.
Finalmente, Hessia llegó a insinuar que, de haber sabido esto, ella también habría esperado un año antes de designar a su propio caballero personal.
La expresión de Desmond II se endureció al escuchar los comentarios fuera de lugar, pero Brigitte rápidamente asumió el papel de una hermana mayor digna de respeto.
—Modérense un poco, por favor.
—Sí, hermana.
Las princesas rubias se tranquilizaron de inmediato.
Brigitte también tomó la delantera para aliviar la atmósfera pesada.
—Ahora que lo pienso, Padre, al escuchar sobre logros, recordé algo. ¿Es cierto que últimamente está interesado por la reconstrucción y los proyectos de desarrollo en Hadelun?
—¿Eso ha llegado a tus oídos? Parece que los funcionarios del departamento de protocolo no saben guardar secretos.
—Es algo que siempre me ha fascinado, así que lo supe de manera natural.
—¿En serio?
—Sí. Tengo grandes expectativas sobre el desarrollo que traerán la reconstrucción y los proyectos de desarrollo en Hadelun. Si hay algo relacionado con los logros, me encantaría participar, Padre.
Brigitte era experta en redirigir las conversaciones hacia los temas que le convenían.
Eve, al captar la dirección que tomaba la charla, entendió rápidamente las intenciones de su hermana.
Así que todo esto era para hablar sobre los proyectos de desarrollo. Usó a las princesas como pretexto para introducir el tema. Quiere demostrar sus habilidades políticas a Padre mientras tantea si hay espacio para involucrar al Marqués Chensley, su principal fuente de fondos, en un negocio rentable.
Eve ya había presenciado algo similar en su vida pasada.
En aquella ocasión, Brigitte había utilizado el problema de la disminución en la extracción de cristales mágicos como excusa. Ahora, tras darse cuenta de que Desmond II estaba harto de hablar sobre eso, había cambiado de enfoque.
Supongo que estoy aquí solo para hacer bulto.
Probablemente sí.
Sin embargo, si Eve mostraba una postura de apoyo en temas relacionados con los homúnculos, Brigitte no dudaría en atacarla y arruinar su reputación, como lo había hecho en su vida anterior.
La amarga experiencia de ser expulsada de una audiencia matutina por desagradar a Desmond II aún estaba fresca en su memoria.
Esta vez, Eve no estaba dispuesta a repetir el mismo error.
—Betty, parece que te interesa este proyecto.
—Sí, Padre.
Desmond II confiaba y apreciaba a Brigitte en muchos aspectos.
Con gusto comenzó a explicarle sus nuevos planes.
—Tengo la intención de trasladar el barrio marginal situado al este del distrito 14 hacia el distrito 27, en la zona sur de desarrollo.
—¡Oh, ya veo! Una política brillante que refleja vuestra gran sabiduría, Padre.
Brigitte, con tan solo unas palabras, fingió comprender todos los detalles y expresó su admiración.
Eve bajó la mirada hacia su taza de té.
Ah, esa política condenada al fracaso.
Desmond II y Brigitte, sin conocimiento del futuro, estaban entusiasmados discutiendo una política que Eve sabía que sería desastrosa.
—Oh, Betty, ¿has captado mi intención?
—Por supuesto, Padre. El barrio marginal actual se creó hace más de cien años durante el reinado del decimotercer emperador, Siegfried III. En aquel entonces, la región oriental de Hadelun era frecuentemente invadida por bestias mágicas provenientes del bosque de Regrion.
Los barrios marginales se establecieron para actuar como una barrera, recibiendo primero los daños de las invasiones. Por eso, Siegfried III permitió la ocupación ilegal de las tierras por parte de los pobres, eximiéndolos de pagar impuestos.
—Es correcto.
—Sin embargo, la situación ha cambiado. Con las continuas campañas para erradicar las bestias del bosque de Regrion, ya no hay invasiones en el barrio marginal. Además, con el desarrollo de la región este, las tierras del barrio marginal han adquirido un gran valor como ruta comercial, convirtiéndose en un terreno codiciado.
—Así es. Estás bien informada, Betty.
—Por otro lado, el sur de Hadelun ha sufrido un aumento en los ataques de bestias mágicas durante la última década. Especialmente después de las temporadas de lluvias de verano e invierno, el distrito 27 ha sufrido enormemente. Al trasladar a los pobres del barrio marginal allí, no solo se recuperarán tierras valiosas, sino que se mitigará el daño en el distrito 27, y además, los pobres podrán desarrollar esas nuevas tierras. Es una política que logra tres objetivos a la vez. Estaba maravillada al escuchar vuestra explicación, Padre.
—¡Ja, ja, ja! Sabía que eras excepcional, Betty. Que comprendas mis intenciones tan rápidamente demuestra que eres una persona valiosa.
Eve, que había estado escuchando en silencio, sintió que sus manos temblaban al sostener la taza de té.
Aunque sean pobres que no pagan impuestos, ¿no es demasiado arrebatarles su hogar y usarlos como escudos humanos para desarrollar tierras baldías?
No era muy diferente de tratar a los pobres como criminales enviados a un puesto de avanzada para actuar como carnada para las bestias mágicas.
En su vida pasada, Eve no había tenido la oportunidad de escuchar las conversaciones entre Desmond II y Brigitte sobre la política de traslado del barrio marginal, por lo que no conocía los detalles.
Había pensado que era simplemente un error político, pero ahora descubría que era un plan deliberado llevado a cabo en conjunto por padre e hija. La revelación fue impactante.
En ese momento, Brigitte, con una fría sonrisa, intervino.
—Padre, incluso los pobres de los barrios marginales son ciudadanos del imperio. Creo que un gobernante debe cuidar a los humildes como si fueran flores silvestres.
Eve parpadeó, sorprendida.
¿Acaso había oído mal?
Mientras tanto, Brigitte continuó hablando.
—Hay una forma de garantizar que los pobres se conviertan en ciudadanos dignos a través de este traslado. ¿Podría escuchar mi propuesta?
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