⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—Dilo.
—Lo que más necesitan los habitantes de los barrios marginales es un hogar donde vivir y un trabajo. Si construimos casas en la zona a la que serán trasladados y permitimos que los que acepten el cambio las compren con préstamos a bajo interés, todo saldrá bien.
—Hmm…
—De todos modos, durante la futura reconstrucción de los barrios marginales, necesitaremos una gran cantidad de mano de obra. Si los registramos en los talleres reales, les proporcionaremos empleo y podrán pagar el préstamo poco a poco, sin ningún problema.
—¿Proporcionarles casas y empleos en talleres reales?
—Sí. Con ello, tendrán un hogar y un trabajo, dejando de ser simples habitantes de barrios marginales para convertirse en ciudadanos respetables del imperio. La nueva zona ya no será considerada un barrio marginal, y ellos alabarán la gracia de Su Majestad por otorgarles tal oportunidad.
—Interesante…
Desmond II parecía intrigado. Las palabras de Brigitte, a primera vista, sonaban compasivas e incluso razonables. Sin embargo, Eve apenas podía sostener su taza de té debido al temblor de sus manos.
Si los registran para recibir las casas, automáticamente tendrán que pagar impuestos. Hace 100 años al menos no les cobraban impuestos y solo los usaban como escudo humano. Pero ahora, además de cobrarles, los están enviando a su perdición.
Eve no quería enfrentarse a Brigitte, pero tampoco podía quedarse callada. Dejando su taza de té, habló:
—No, si se hace de esa manera, los habitantes de los barrios marginales rechazarán el traslado.
—¿Qué has dicho?
Brigitte la miró con dureza, pero Eve sostuvo su mirada helada antes de volverse hacia Desmond II y expresar su opinión.
—Durante más de 100 años, los barrios marginales han sido un escudo protector para la capital imperial. Ahora que la zona este es segura, ¿cree que aceptarán ser utilizados como herramientas y enviados al sur para el mismo propósito? Aunque la oferta de casas y empleos sea tentadora, no arriesgarán sus vidas por ello. Ellos se negarán al traslado.
—Hmm…
Desmond II frunció el ceño, incómodo por la verdad expuesta. Pero Eve continuó:
—Es posible que Su Majestad piense en enviar a la Guardia Real para obligarlos a trasladarse bajo órdenes imperiales. La Guardia Real, al recibir la orden, actuará estrictamente, incluso con excesos. Los que se resistan podrían ser ejecutados en el acto o tratados como traidores. Esto podría desencadenar un caos inimaginable.
Un silencio sepulcral llenó la sala. Solo la voz de Eve rompía esa calma:
—La Guardia Real es un símbolo del Emperador. Las acciones que lleven a cabo bajo sus órdenes se propagarán rápidamente por toda la capital y el imperio, contadas por aquellos que logren escapar del traslado. Aunque los habitantes de los barrios marginales sean pobres, siguen siendo humanos. Los ciudadanos de fuera no ignorarán su sufrimiento ni su dolor. Esto tendrá un impacto negativo en el gobierno de Su Majestad.
Desmond II permaneció en silencio, con los labios apretados. El peso de ese silencio recaía sobre Eve.
En realidad, sus dedos temblaban bajo la mesa, recordando cómo en su vida pasada había perdido el favor del Emperador al dar su opinión sobre la minería de piedras mágicas.
Esto es diferente. No es como antes.
Se repetía a sí misma para mantener la compostura, cuando una voz interrumpió:
—Es una buena opinión, Eve.
No era la voz de Desmond II. Eve giró la cabeza hacia el origen de las palabras.
En el centro de su visión estaba Brigitte, con una expresión fría.
—¿Estás sugiriendo que debemos tolerar a aquellos que se atrevan a desobedecer una orden imperial? ¿Que deberíamos permitirles causar caos en Hadelune? Quizás deberíamos controlar a los barrios marginales con firmeza y no mostrar piedad, ¿verdad?
La crueldad de Brigitte casi hizo que Eve perdiera el aliento. Con esfuerzo, logró responder:
—La prensa no se puede silenciar tan fácilmente. Además, fue usted misma quien mencionó que debemos tratar a los pobres con compasión, como flores delicadas. Le pido que no olvide sus propias palabras.
—¿Cómo podemos ser compasivos con aquellos que no pagan impuestos y desobedecen órdenes imperiales? Un gobernante debe ser firme y eliminar lo que no es necesario.
—Los habitantes de los barrios marginales, aunque no paguen impuestos, contribuyen al sistema económico de Hadelune con su trabajo a bajo costo. Si ellos caen, ¿podrá usted soportar el impacto que esto tendrá en la economía?
Brigitte parecía cada vez más molesta por las constantes refutaciones de Eve. Con irritación, dejó su taza de té ruidosamente sobre la mesa y respondió:
—Cualquiera puede criticar sin proponer soluciones. Entonces, ¿cuál es tu plan? ¿Insinúas que lo mejor es abandonar por completo el proyecto de desarrollo?
Esta vez, Eve guardó silencio. Brigitte, al verla, esbozó una expresión de triunfo, y Desmond II arqueó una ceja, expectante.
Fue entonces cuando Eve habló con firmeza:
—No.
Sus ojos ámbar se encontraron con los de Desmond II.
—Tengo una solución.
—Habla.
Aunque el tono de Desmond II era frío, no había hostilidad en sus palabras. Ese pequeño detalle dio a Eve el valor para continuar.
Dirigiéndose a todos en la sala, Eve comenzó:
—Para que los habitantes de los barrios marginales acepten el traslado de forma voluntaria, primero debemos garantizar la seguridad de su nuevo lugar de residencia. Sólo cuando sientan que estarán protegidos contra los ataques de bestias mágicas, estarán dispuestos a mudarse.
—No hay tropas disponibles para enviar allí. Si las hubiera, ¿crees que habríamos permitido que el distrito 27 sufriera tanto en cada temporada de lluvias?
Brigitte intervino con desdén, pero Eve no le prestó atención y continuó mirando directamente a Desmond II.
—¿Realmente no será necesario establecer instalaciones de combate o movilizar tropas? ¿Es posible garantizar la seguridad en los distritos de colonización sin grandes inversiones?
—Sí, hay una forma de asegurar una fuerza contra los monstruos en los distritos de colonización sin grandes costos adicionales.
—¿En serio? Habla ya.
—Proporcione residencias permanentes a los caballeros de la guardia imperial en los alrededores de los distritos de colonización.
Aunque sean caballeros, los homúnculos son considerados propiedad del imperio, y por tanto, no se les reconoce el derecho a tener bienes propios. Nunca en la historia ha existido un homúnculo que posea su propia vivienda.
La sugerencia fue tan impactante que todos en la mesa contuvieron la respiración. Incluso Michael y los caballeros asignados a la sala que estaban de pie junto a las paredes se mostraron sorprendidos y miraron a Eve con incredulidad.
—En el Palacio Imperial, hay una fuerza de élite de 300 caballeros de la guardia imperial que residen exclusivamente en los dormitorios del palacio durante los 365 días del año. Esa fuerza de combate excedente necesita ser distribuida de manera más eficiente. Si solo el 10% de ellos permanece en los distritos de colonización durante su tiempo libre, estos distritos podrían contar con una defensa autónoma suficiente.
Establecer puestos de vigilancia requiere una inversión considerable. Además, el uso de la guardia imperial, las tropas personales del Emperador, para defender un área específica, es una propuesta inusual.
Sin embargo, si se asignaran viviendas a los homúnculos en las zonas de colonización, se verían obligados a asumir la responsabilidad de proteger la zona y enfrentar a los monstruos de forma natural mientras residan allí.
Eve miró a Desmond II, esperando su reacción con tensión en el aire.
—¡Vaya, qué idea tan ingeniosa! ¡Nada mal!
Desmond II acogió la propuesta de Eve con entusiasmo.
—De todas formas, si seguimos el plan de Betty, el imperio iba a construir viviendas para los pobres en los distritos de colonización. Solo necesitamos hacerlas un poco más cómodas, así que el costo será casi nulo. Y si un homúnculo muere, la casa volverá a ser propiedad del imperio de todos modos.
—Así es.
—Eve, tu visión política es extraordinaria. ¡Impresionante! Nunca pensé que mi séptima hija tendría un sentido político tan agudo.
—Es un halago inmerecido.
Eve respondió con calma, ocultando su satisfacción de que su propuesta hubiera sido aceptada.
Mientras tanto, Brigitte, quien intentaba lucirse políticamente frente a Desmond II, no pudo ocultar su disgusto por haber sido eclipsada por Eve. Los músculos alrededor de sus ojos temblaban de frustración.
—Qué inesperado, Eve. Con el prestigio de los caballeros en juego, sugerir que vivan en distritos habitados por pobres… Nunca habría imaginado que tú, de entre todos, propondrías algo tan indigno. No pareces la misma persona que antes defendía tanto a los homúnculos.
Parecía lamentar no haber podido acusar a Eve de proteger a los homúnculos como en su vida anterior. Eve sonrió a Brigitte con serenidad.
—El beneficio del imperio es más importante que el honor de los homúnculos, ¿no crees?
—Parece que te has convertido en una auténtica princesa del imperio.
—Gracias.
Eve improvisó su respuesta con la compostura de una princesa ejemplar y, en su interior, agradeció los prejuicios de Brigitte, centrados exclusivamente en el honor.
Para Eve, los derechos como ser humano eran más importantes que el honor como caballero.
¿Qué importaba si el lugar era un distrito de colonización? Con esta medida, los homúnculos obtendrían al menos los derechos básicos de residencia, fundamentales para la ciudadanía. Este era un paso crucial para facilitar futuras acciones de Eve.
Desmond II, complacido con la astucia política de Eve, no escatimó en elogios.
—Voy a tener en cuenta tus opiniones con frecuencia para este proyecto, Eve.
—Es un honor poder contribuir al imperio de mi padre.
—Muy bien. ¿Hay algo más que hayas pensado?
Desmond II inclinó su cuerpo hacia adelante, mostrando interés. Eve simuló reflexionar un momento antes de responder.
—Creo que necesitamos incentivos más poderosos que los que Betty mencionó. Los distritos de colonización no solo deben ofrecer viviendas y trabajos, sino también ser lugares donde los pobres puedan renacer como ciudadanos verdaderamente libres. Creo que este papel podría desempeñarlo una institución educativa.
—¿Estás proponiendo establecer academias?
—Sí. La educación ofrece la oportunidad de mejorar la vida. Proporcione educación gratuita a los hijos de los pobres que se muden a estos distritos. Así, los padres que desean evitar perpetuar la pobreza de sus hijos estarán dispuestos a mudarse voluntariamente.
—¡Sí, sí, eso también suena excelente!
Desmond II parecía dispuesto a aceptar todas las sugerencias de Eve.
Mientras mantenía una conversación animada con Desmond II, Eve sintió las miradas penetrantes de Brigitte y otras hermanas mayores, llenas de resentimiento, dirigidas hacia ella.
Sin embargo, estas miradas de envidia no representaban ninguna amenaza. Eve fingió no darse cuenta y sorbió su té tranquilamente mientras continuaba acaparando la atención del Emperador durante el resto de la reunión.
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