⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Eve miró a su alrededor.
Parecía que solo ella y Michael se sentían incómodos con la obra de teatro.
Los espectadores plebeyos estaban tan concentrados en la actuación que incluso se secaban las lágrimas con los bordes de sus mangas.
Cuando la princesa y su caballero personal confirmaron sus sentimientos y compartieron un beso, la plaza entera se convirtió en un mar de lágrimas.
Incapaz de soportarlo más, Eve agarró la muñeca de Michael.
—La falta de precisión histórica es insoportable. Vámonos, Michael.
—Siempre me salvas con esa frase. Te seguiré.
Dejaron atrás los efectos mágicos de polvo de color rosa y se abrieron paso entre la multitud.
Había tanta gente que les llevó bastante tiempo llegar al borde de la plaza.
El cielo ya estaba oscureciendo.
Para evitar seguir escuchando las voces de los actores, Eve y Michael decidieron salir del mercado festivo.
Sin embargo, algo llamó su atención. En un rincón oscuro de un callejón, se estaba desarrollando una disputa.
—¡He dicho que no! ¡Apártate!
La voz que rompió el silencio de la noche pertenecía a una chica vestida con un elegante vestido rojo como una rosa.
Era una joven hermosa con una piel dorada y saludable y un cabello negro rizado que resaltaba su atractivo.
¿Hmm? Esa chica… creo que la he visto antes.
Eve no tuvo mucho tiempo para reflexionar.
—Espera un momento, ¿no puedes escucharme?
Un hombre con una expresión desagradable y salpicado de pecas bloqueaba el paso de la chica.
—Michael.
Eve se preparó para actuar, pidiendo a Michael que estuviera listo en caso de emergencia.
Desde su posición, pudieron escuchar la conversación entre el hombre y la chica.
—Oye, sabes que soy el hijo del director de la compañía, ¿no? Si sales conmigo, te dejaré cantar en el último espectáculo como antes.
—Así que fuiste tú quien movió los hilos. ¿Es necesario que insistas tanto?
—Dicen que los valientes conquistan a las bellezas, ¿no? Te trataré muy bien. Sal conmigo, ¿sí?
—Mi madre siempre decía que no debía relacionarme con personas que creen que el mundo gira a su alrededor. Así que, no.
—Ah, qué frustrante. ¿No ves que la obra está a punto de terminar? No hay tiempo, así que deja de resistirte y… ¡Agh, mi pierna!
El hombre saltó, sujetándose la espinilla que había recibido una patada de la chica.
—¡Deberías haberte apartado cuando te lo dije!
—¿A dónde crees que vas, maldita mujer? ¿Qué harás con mi pierna? ¡Es tu responsabilidad!
—¿Qué dices?
—¡No puedes irte! Como me has dejado lisiado, según las tradiciones gitanas, debes casarte conmigo.
—Deja de decir tonterías… ¡Ahhh!
El hombre, tambaleándose, extendió la mano para agarrar a la chica, pero accidentalmente le sujetó el cabello, desequilibrándola.
Ambos estuvieron a punto de caer al suelo, pero la caballerosidad de Michael reaccionó de inmediato.
En un abrir y cerrar de ojos, Michael llegó a donde estaban. Con un brazo sujetó la cintura de la chica y con la otra mano empujó al hombre contra la pared, inmovilizándolo.
—¡Ugh! ¿Q-qué… quién eres tú?
El hombre, aunque no había caído al suelo, quedó atrapado contra la pared, incapaz de moverse.
Michael lo miró con frialdad mientras hablaba.
—Parecías estar en un aprieto, así que te ayudé. ¿Algún problema con eso?
—¡Hik!
Aunque la mirada de Michael no transmitía intención asesina, el hombre retrocedió, aterrorizado.
Eve intervino.
—Si no quieres que te tomen por un acosador, deberías retirarte ahora mismo.
—¿Y ustedes qué? ¡No se metan en lo que no les importa! Tengo algo que hablar con esa chica y…
—Si deseas que te consideren un acosador…
Antes de que Eve terminara su frase, la mano de Michael se movió hacia la empuñadura de su espada.
El hombre, que estaba lo suficientemente cerca como para ver el gesto claramente, gritó.
—¡Ahhh! ¡Está bien, ya me voy!
—Buena decisión.
El hombre aceptó el consejo de Eve, pero mientras se alejaba del callejón, gritó con enojo hacia la chica de cabello negro.
—¡Ya verás cómo lo lamentas! ¡Tú misma rechazaste tu oportunidad, Limona!
La chica, que había mostrado tanta valentía al patearle la espinilla, se estremeció por primera vez al escuchar su nombre.
Mientras tanto, Eve abrió mucho los ojos al oírlo.
¿Limona?
No era una coincidencia que la chica le resultara familiar al verla por primera vez.
Limona Lund. En su vida pasada, había sido la cantante más querida del imperio, famosa por su talento en la ópera.
¡No puedo creerlo! ¡He conocido a la futura diosa de la ópera!
En algún momento, Limona se convertiría en una invitada indispensable en los banquetes imperiales.
Su voz, famosa por su capacidad de conmover a los corazones, se ganaba elogios como una melodía que tocaba directamente el alma.
Incluso Eve, que no era especialmente aficionada al arte, adoraba sus canciones al punto de poseer un gólem grabador con sus interpretaciones.
En sus momentos de tristeza o soledad en el palacio, las canciones de Limona le habían proporcionado consuelo en numerosas ocasiones.
Eve, ligeramente emocionada, se acercó a Limona.
—¿Estás bien?
—Estoy bien. Gracias por ayudarme.
Limona también habló con naturalidad y sin formalidades, probablemente porque Eve vestía algo parecido a un uniforme de sirvienta y tenía una edad similar.
En ese momento, desde el centro de la plaza donde estaba el escenario, se escucharon estruendosos aplausos y vítores. La obra había terminado.
Para prolongar la emoción del final, la orquesta comenzó a tocar. La introducción de una famosa canción se alzó en el cielo nocturno. Limona se sobresaltó de inmediato.
—¡Mi actuación…!
—¿Limona?
Limona salió corriendo hacia la plaza. Sin embargo, ni siquiera pudo acercarse al escenario o abrirse paso entre la multitud antes de detenerse, completamente desconcertada.
Lo que detuvo a Limona fue una voz cantando.
En el escenario principal, ya había una mujer con un vestido similar al suyo, interpretando la canción.
—Ah… era mi actuación…
En el mercado festivo, que se celebra una vez por estación, no es fácil conseguir la oportunidad de cantar en un escenario.
—Hic…
Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Limona. Su llanto pronto se convirtió en un sollozo desesperado, como el de una niña.
Gritando con toda su fuerza, Limona señaló hacia el escenario mientras lloraba.
—¡Ahhh! ¡Tú, imbécil, tan flaco como un espárrago seco y tan pegajoso como un puré de manzana podrido! ¿Crees que basta con ser el hijo del director de la compañía? ¡Ojalá caigas en un cubo de basura mientras caminas por la calle!
—¡¿El director también está sordo o qué?! ¿A quién podrían poner en el último número si no es a mí? ¿Cómo pueden poner a alguien que canta tan mal, como si estuvieran matando a un cerdo, en mi lugar? ¿Están locos?
—¡Ahhh! ¡Que todo se arruine! ¡Que la compañía Pegaso se hunda por completo!
Limona pasó un buen rato lanzando maldiciones.
En su vida pasada, tenía la imagen de una mujer sensible y bondadosa, pero parecía que había habido muchos malentendidos y prejuicios al respecto.
Limona se secó las lágrimas con las mangas antes de volverse hacia Eve.
Vista bajo una nueva luz, su expresión mostraba una testarudez que no era evidente antes.
Eve, rápidamente, sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo ofreció.
Limona lo aceptó sin dudar y sonó su nariz con fuerza.
—Gracias por todo, desde antes. Soy Limona Lund. Si me dices dónde vives, lavaré el pañuelo y te lo devolveré.
—No hace falta que me lo devuelvas.
—No, no. Mi madre decía que, si alguien te ayuda, debes devolver el favor en la misma medida. No puedo simplemente ignorar que me ayudaste dos veces.
—Hmm…
Eve se encontró en una posición complicada. Revelar que vivía en el palacio como la séptima princesa no era una opción para algo tan trivial. Pero tampoco quería mentir.
Miró a Limona, que mordía su labio inferior.
Aunque intentaba aparentar estar bien, estaba claro que aún estaba conteniendo el llanto.
Eve habló.
—Limona, parece que ahora es cuando más necesitas ayuda.
—Si hablas de consuelo, no hace falta. Estas cosas son comunes aquí… Estoy bien.
—No hablo de consuelo, me refiero a una ayuda real.
—No es algo que puedas hacer.
—Eso no lo sabes.
Que una cantante destinada a convertirse en una joya de Hadelamide estuviera llorando porque no podía obtener un lugar en el escenario de una pequeña compañía era algo inaceptable.
Además, Limona había sido una fuente de consuelo para Eve con sus canciones en su vida pasada.
Impulsada por su admiración como fan, Eve tomó una decisión.
—Te ayudaré, Limona.
Por supuesto, Limona no pudo creerlo tan fácilmente.
—¿Ayudarme? ¿Sabes siquiera cuál es mi situación?
—Perdiste la oportunidad de cantar en el escenario más grande disponible para una cantante desconocida esta temporada, y fue por culpa del hijo del director de la compañía.
—Lo sabes bien. Pero, ¿cómo podrías ayudarme?
—Sí.
—El director ya aprobó que otra cantante actúe. ¿Cómo podrías ayudar en esta situación?
—No te apresures, solo espera un momento.
—No es que me apresure, es que…
La cantante en el escenario ya estaba interpretando su segunda canción.
Con los efectos especiales creados por magia ilusoria volviéndose cada vez más elaborados, era evidente que esta canción o la siguiente serían las últimas.
Como no había tiempo, Eve dejó las explicaciones para después.
Junto con Michael, se dirigió a la oficina improvisada de la compañía.
—¡El director de la compañía no recibe a cualquiera! ¡No hagas algo inútil!
Limona gritó detrás de ella, pero Eve se mantuvo firme.
Frente a la carpa donde estaba la oficina, dos mercenarios vigilaban como guardias. Eve se dirigió a ellos con determinación.
—Quiero hablar con el director de la compañía Pegaso.
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