⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
En ese instante, la luz y la oscuridad se separaron claramente. A diferencia de Eve, radiante y brillante, Derick mostraba un rostro cargado de toda la desesperación y el terror del mundo mientras gritaba:
—¡No, no puede ser!
—Sí puede ser.
—¡He dicho que no puede ser!
—Te digo que sí puede.
—¡E-Eve! ¡Tú, tú, eso devuélvemelo!
—No quiero.
—¡Aah, Eve! Por favor, te lo ruego. Devuélveselo a este tu hermano mayor, ¿sí?
Derick intentó de todo: intimidar, suplicar, hacer promesas. Estaba desesperado.
Para ese momento, Michael ya había terminado de encargarse de su parte. Se acercó con los homúnculos de ambos nobles a su lado.
—La misión ha sido completada, Alteza.
—¿Tan rápido?
—Sí.
Thud.
Snowret y Litver se arrodillaron al lado de Eve. Había sido una victoria abrumadora y una derrota limpia, ya que no mostraban heridas graves.
Desde el fondo de la zanja, Stephania y Derick pudieron ver claramente la escena. Lejos de sentirse aliviados porque sus homúnculos no estaban gravemente heridos, solo podían enfurecerse al verlos arrodillados.
—¡No puede ser! ¿Perdieron? ¡Pero si eran dos contra uno!
—¡U-Ustedes, inútiles de poca monta…! ¿Cómo es que pueden aceptar que sus amos sean humillados de esta manera?
Snowret y Litver mordieron sus labios con vergüenza.
Eve, por su parte, fingió haber pisado mal, haciendo que un poco de tierra cayera hacia el interior de la zanja.
Cuando el bullicio cesó, volvió al tema principal:
—En cualquier caso, parece que el futuro matrimonio de mi hermano mayor está en mis manos. No se preocupen, no tengo intención de reportarlo a la prensa sensacionalista a menos que sea absolutamente necesario.
—¿D-De verdad?
—Sí. Ahora, volvamos a la conversación que quedó pendiente, ¿de acuerdo?
El interrogatorio se reanudó.
—Entonces, ¿quién les dio la orden de hacer esto?
—…
—¿Van a hacerme perder el tiempo otra vez?
—…Brigitte.
Finalmente, el nombre que Eve esperaba salió a relucir. Sin embargo, lejos de sentirse satisfecha, sintió un escalofrío helado recorrer su pecho izquierdo.
Con la misma expresión y tono de voz, formuló la siguiente pregunta:
—Por favor, cuéntame específicamente qué les dijo que hicieran.
—Que hiciera que tu caballero directo… dejara de ser funcional como tal y lo expulsaran del palacio.
—Ajá… continúa.
—Me dijo que inventara problemas relacionados con la asistencia nocturna y que provocara una pelea entre los caballeros, asegurándome de que uno de ellos quedara gravemente herido. Si acaso se defendía con su espada, debía acusarlo de intento de regicidio. Y bueno, si fuera posible, debía provocar la segunda opción porque sería más conveniente…
—¡T-Todo fue ordenado por la Tercera Princesa! ¡Solo hicimos lo que nos mandaron!
Aunque ya esperaba esas palabras, escucharlas directamente hizo que a Eve le resultara difícil mantener la calma.
Su rostro permanecía inexpresivo, pero cualquiera podía percibir la profunda furia en sus ojos fríos y sus labios firmemente apretados.
—¿Q-Qué demonios…? ¡Es aterradora!
Detrás de ella, Michael, que había demostrado su impresionante habilidad en combate, permanecía de pie con una presencia intimidante. La escena completa era escalofriantemente armoniosa.
Stephania y Derick, intentando evitar su ira, gritaron desesperados:
—¡Si sigues enfadada, castiga a nuestros caballeros personales!
—¡Sí, exacto! Si tienes algún problema, descárgalo con los caballeros, no con nosotros.
—No tiene sentido que los nobles se insulten directamente entre sí. ¡Eso sería indigno de nuestra posición!
—¡Seamos justos! Solo castiga a nuestros caballeros en proporción al daño que sufrió el tuyo. Pero, por favor, evita las caras, porque la apariencia es esencial para ellos…
Hablar de dignidad y justicia mientras usaban a otros como escudo era la peor de las bajezas.
Sin embargo, ninguno de los dos mostraba ni una pizca de vergüenza.
Para los nobles, los homúnculos eran poco más que herramientas. Era común que los caballeros personales de los nobles fueran utilizados como peones en el tablero del poder, intercambiados como trofeos o castigados en su lugar según las circunstancias.
—¿Eve? Vamos, ¿sí? Seamos razonables.
—Eso, eso. ¿Por qué discutir entre nosotros cuando tenemos caballeros perfectamente sanos para eso?
Eve, que había presenciado estas situaciones una y otra vez en su vida anterior, sentía un profundo asco.
El problema era que incluso los propios homúnculos compartían esa percepción errónea.
Snowret y Litver, conscientes de lo que se esperaba de ellos, se adelantaron voluntariamente:
—Por favor, castíguenos, Su Alteza la Séptima Princesa.
—Si nuestra penitencia puede calmar su enojo, la aceptaremos con gusto.
La respuesta de Eve fue tajante:
—No lo haré.
—Alteza, por favor, permítanos…
—He dicho que no.
—Pero, Alteza…
Snowret y Litver comenzaron a mostrarse ansiosos, pero Eve ignoró sus súplicas, dirigiendo toda su atención hacia Stephania y Derick:
—Si quisiera, podría acusar a sus caballeros de intento de regicidio. Y en esta situación, ¿en lugar de protegerlos, quieren usarlos como escudo? Qué sentido de la responsabilidad tan ridículo.
—¡E-Es porque tú irrumpiste de repente y bloqueaste a nuestros caballeros! ¡No es justo!
Ignoró sus quejas indignadas. Eve remarcó una vez más su postura:
—No voy a castigar a sus caballeros personales. No es justo que dos caballeros que solo seguían órdenes sean sacrificados por las peleas entre nobles.
Snowret y Litver, que habían escuchado cabizbajos, mostraron una fugaz expresión de sorpresa.
Tan rápido desapareció que la única persona que lo vio fue Michael.
Eve volvió a guardar el gólem de vigilancia dentro de su manga. Luego entrelazó las manos y las colocó sobre sus rodillas mientras hablaba.
—No creo que sea necesario que sea yo quien frustre el sueño de ascender en estatus social de mi hermano. Guardaré silencio sobre lo sucedido hoy.
—¿Eh? ¿De verdad?
Los dos hermanos reales, quienes daban por hecho que todo sería expuesto públicamente, rápidamente mostraron alivio.
—Pero hay una condición.
—¿Qué… qué condición?
—Discúlpenme con el caballero Agnito.
—¿Qué? ¿Disculparnos? —gritó Derick, completamente incrédulo.
—Sí, pero no su caballero personal, sino ustedes dos, directamente —insistió Eve.
—¿Q-qué…? —La incredulidad de Stephania y Derick era evidente. Miraban a Eve desde abajo con una expresión de asombro absoluto.
Pensé que era solo una sabionda de escritorio, ¡pero resulta que está completamente loca!
Era algo sin precedentes. Que se les exigiera disculparse con un homúnculo, quienes durante generaciones habían sido tratados como esclavos, era algo impensable.
—¡Eso no tiene ningún sentido! —gritó Stephania, herida en su orgullo.
Michael, por otro lado, estaba igualmente impactado. Aunque su rostro entrenado para la neutralidad no lo demostraba del todo, estaba tan sorprendido como los hermanos.
Michael observó fijamente a Eve. A pesar de la intensidad de su mirada, ella no mostró ninguna vacilación en su expresión.
—Discúlpense —reiteró Eve.
—¿D-disculparme con él? Si acaso tendría sentido disculparme contigo, ¡pero con un homúnculo…!
—Discúlpate con el caballero Agnito —repitió Eve con firmeza. Su tono no daba lugar a dudas de que no cedería.
—Grrr…
Derick, quien había soñado con la posición de Duque Consorte, se encontraba completamente acorralado. No le quedaba otra opción.
Finalmente, Derick y Stephania aceptaron la condición de Eve, temblando de humillación.
—Lo… lo siento, caballero Agnito. Me disculpo por la ofensa —dijo Derick, con los dientes apretados.
—Yo también me disculpo… Espero que puedas olvidarlo, caballero Agnito —añadió Stephania.
Por supuesto, sus disculpas no tenían ni un ápice de sinceridad. El rechinar de sus dientes era más fuerte que sus palabras, y su tono era tan vago que apenas se entendía.
Sin embargo, considerando la primitiva percepción que tenían sobre los homúnculos, este era un logro significativo para el día.
Eve miró hacia Michael. Él, siendo el primer homúnculo en recibir una disculpa de un miembro de la realeza, parecía atónito. Al notar la mirada de Eve, respondió apresuradamente.
—Acepto las disculpas.
—Eso es… bueno —dijo Derick con un tono casi quebrado.
Su rostro estaba rojo de vergüenza y frustración.
Stephania, por su parte, estaba tan afectada que ni siquiera pudo responder. Temblaba de ira contenida, y sus ojos, húmedos y enrojecidos, delataban su herido orgullo.
Qué exageración.
Eve decidió dejarlo ahí. No veía sentido en bajar aún más el nivel de la conversación.
Con un gesto de su mano, activó un hechizo. El terreno colapsado comenzó a restaurarse, volviendo a su estado original.
Gracias a esto, Stephania y Derick finalmente pudieron salir del agujero en el que estaban atrapados.
Eve soltó el hechizo de levitación y se levantó, pronunciando unas palabras que sonaron tanto como consejo como advertencia.
—Espero que hayan aprendido algo de esto. Intentar imponer su autoridad de manera tan superficial sobre mí solo les traerá problemas.
—Sí… entendido —respondieron los dos hermanos con tono derrotado, ya habiendo comprendido la lección.
Finalmente, Eve dirigió su mirada hacia Snowret y Litver, quienes aún estaban de rodillas. Su expresión se suavizó notablemente al mirar a los caballeros.
Eve se dirigió a Snowret.
—Creo que te llamas Sir Wind, ¿verdad?
—Sí, su Alteza.
—Esta barrera de restricción parece ser tu obra.
—S-sí, lo es.
—Es una barrera impresionante. Es lamentable que un talento como el tuyo haya sido usado en los conflictos internos de la familia real. Como princesa, lo lamento.
El tono amable de Eve no mostraba ninguna intención de reproche o juicio. Incluso podría interpretarse como una disculpa.
—Lo que ocurrió hoy no es culpa de ustedes. No se culpen a sí mismos por ello.
Snowret miró a Eve fijamente, olvidando incluso las normas de etiqueta. Ella rápidamente adoptó un tono más formal.
—Quiero salir. Abre la barrera.
—Sí, su Alteza.
La barrera semiesférica se desvaneció lentamente, revelando un cielo más claro entre las densas hojas de los árboles.
El gólem de vigilancia, que había estado rondando sin rumbo, recuperó su trayecto habitual y se movió rápidamente hacia su posición.
Eve se volvió hacia Michael.
—Volvamos, caballero Agnito.
—Como desee, su Alteza.
Eve y Michael abandonaron el lugar con la seguridad y dignidad de los vencedores.
Los dos miembros de la realeza restantes, sintiéndose como soldados derrotados, temblaban de ira y humillación.
—Juro que esta humillación… ¡Aaaah! ¡Mis ojos! ¡Aaaah! —gritó Derick cuando una paloma le dejó caer excremento directamente en la cara.
El grito de dolor resonó entre los árboles durante un buen rato, dejando claro que su humillación no terminaría pronto.
Derick estaba cubriéndose los ojos mientras derramaba lágrimas y mocos de manera lastimera.
Comments for chapter "55"
MANGA DISCUSSION