⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
En ese momento, Eve y Michael ya estaban bastante alejados del cortavientos.
Eve se dirigía hacia su residencia.
El camino entre los setos de haya era tan tranquilo y silencioso que solo se escuchaban los pasos, lo que proporcionaba una sensación de calma.
Eve, quien caminaba delante por el camino recto, se detuvo de repente sin previo aviso.
Michael, que caminaba dos pasos detrás, también se detuvo al mismo tiempo, justo cuando Eve habló sin volverse hacia él.
—Michael.
—Sí, Alteza.
Aunque estaban solos, Michael respondió automáticamente con formalidad.
Parece que el impacto de la reciente demostración de autoridad por parte de Eve como princesa aún resonaba en él más de lo que esperaba.
Michael sintió de repente que había roto alguna regla tácita entre ellos y se dio cuenta un poco tarde.
Eve se giró lentamente para mirar a Michael.
Sus ojos ámbar, que se encontraron con los suyos, parecían misteriosamente fríos.
—Cuando llegué, ¿por qué habías soltado tu espada?
Aunque su tono era amable, estaba claramente exigiendo una explicación por su error.
A pesar de haber reprendido a los dos miembros de la realeza hace poco, Eve no parecía particularmente satisfecha.
¿Será por mi culpa?
Michael, incapaz de prever esta situación, estaba sinceramente desconcertado.
Mientras buscaba las palabras para responder, Eve le preguntó con mayor precisión.
—Eres fuerte, Michael. Usando la espada podrías haber resuelto la situación por ti mismo. Sin embargo, cuando llegué, estabas prácticamente indefenso. ¿Por qué lo hiciste?
—Eso… era lo mejor que podía hacer.
—Quiero escuchar de tu boca por qué creíste que era lo mejor.
Eve parecía estar haciendo la pregunta sabiendo perfectamente qué respuesta recibiría de Michael.
Michael era bastante perspicaz.
Aunque no entendía del todo qué había hecho mal, intuía que cualquier explicación que ofreciera podría ser interpretada como una confesión que le perjudicaría.
El problema era que, aunque podía prever el peligro, no se le ocurría una manera inteligente de salir de esa situación.
Y, sobre todo, la persona que hacía la pregunta era Eve, su objeto de lealtad.
El sentido de responsabilidad y honestidad de Michael como caballero se activó, y antes de darse cuenta, ya estaba hablando.
—Como sabes, si me acusaban de intento de asesinato contra la realeza, las consecuencias recaerían sobre ti.
—Sí.
—Además, tú eres alguien que alberga grandes aspiraciones, y en el palacio ya hay muchos que conspiran para frustrar tus planes.
—Sí, es cierto.
Eve asintió afirmativamente en dos ocasiones, animando a Michael a expresar sus ideas con mayor firmeza.
—No quería darles una excusa a esos adversarios para que obstaculizaran tu camino. Por eso, en aquella situación, decidí que renunciar a resistirme era lo mejor. Fue una decisión acorde a mi deber como tu caballero personal.
En sus palabras había un rastro, aunque débil, de una protesta: debería estar recibiendo elogios por su lealtad, no una reprimenda.
Sin embargo, esta vez Eve no asintió.
En cambio, suspiró profundamente y habló con tono tranquilizador.
—Michael, te lo dije antes, ¿verdad? Que haría todo lo posible como princesa para protegerte.
—Lo recuerdo.
—Cuando dije que te protegería, también incluía situaciones en las que metieras la pata y hubiera que arreglarlo después. En momentos de peligro, puedes contraatacar activamente. Yo me encargaré de las consecuencias.
—Pero, ¿acaso no tienes todavía poco poder en el palacio?
—¡Ugh…!
La pregunta inocente de Michael se convirtió en una crítica directa a la capacidad política de Eve.
—Eso fue cruel. ¡Puedo hacerlo! Después de todo, soy una princesa.
—Vaya, parece que sin querer he insultado tu honor. Lo siento.
—Mientras lo entiendas…
Aunque dijo que estaba bien, Eve desvió la mirada, y su rostro aún mostraba señales de haber sido herida.
Michael, al darse cuenta de la inesperada situación, se sintió incómodo.
Temía que los malentendidos y las heridas de Eve se profundizaran, así que decidió actuar rápidamente para demostrar su sinceridad.
Con un golpe seco, se arrodilló.
—¡Michael! ¿Qué estás haciendo?
Eve, en una rara ocasión, levantó la voz.
Michael, de repente, había adoptado la postura formal de reverencia de un caballero.
Cuando Eve vio que la mano derecha herida de Michael y su rodilla izquierda se apoyaban firmemente en el suelo, se alarmó.
—¡Levántate, ahora mismo!
—Alteza.
—Sí, si me consideras tu Alteza, levántate rápido.
Michael, por alguna razón, no obedeció la orden de Eve.
Con el rostro solemne y los ojos bajos, como si no sintiera ningún dolor, dijo:
—No es que no confíe en ti. Nunca.
—Sí, está bien, lo entiendo.
—Es en serio. Sin embargo, admito que mi actitud fue un problema. Tú eres alguien que alberga grandes y nobles ideales, pero preocuparme por tus capacidades y asumir conclusiones por mi cuenta fue arrogante y estúpido.
—¿Te preocupaste?
Eve se enfocó en un punto ligeramente distinto.
Al parecer, las situaciones de crisis obligan a las personas a ser honestas.
La actitud de Michael, que hasta ahora aparentaba ser indiferente a preocuparse por la realeza, desapareció, y confirmó su preocupación sin dudar.
—Mi intención era preocuparme, pero parece que terminó siendo una falta de respeto. Te pido disculpas sinceramente.
—Ah, bueno. Está bien. Te perdono, así que levántate.
Michael, que había estado inclinado como un culpable, alzó la cabeza.
Sus ojos púrpura, de un tono intenso, miraron hacia Eve.
—Gracias por salvarme.
Eve quedó sorprendida, sin saber cómo reaccionar a esas palabras que no esperaba escuchar.
Michael volvió a hablar:
—Sobreviví gracias a tu protección.
—Solo cumplí mi promesa de protegerte, nada más.
—Era una promesa difícil, y aun así la cumpliste. Por eso, confiaré en ti de ahora en adelante.
Los ojos púrpura que se encontraron con los suyos parecían fascinantes.
Eran hermosos y brillantes, pero, más allá de su apariencia, los ojos de Michael reflejaban de manera sincera lo conmovido que estaba por lo que Eve había hecho por él en el cortavientos.
Eve, algo aturdida, pensó:
¿Siempre ha sido Michael tan honesto?
Sus ojos parecían ventanas.
Era la primera vez que veía tan claramente los pensamientos de Michael.
Además, los sentimientos que él albergaba en ese momento parecían estar separados del vínculo de lealtad que los unía.
Mientras Eve permanecía desconcertada mirándolo desde arriba, Michael, decidido a reafirmar su compromiso, abrió la boca para hablar de nuevo:
—Hoy he comprendido lo afortunado que soy de ser tu caballero personal. Hasta el día en que asciendas al trono, deseo apoyarte con todo mi corazón y mi cuerpo como tu espada. ¿Me lo permites?
—Por supuesto que sí.
Era el momento en que Michael, con sinceridad y convicción, se ofrecía a ser el caballero de Eve.
Para Eve, aquello fue profundamente conmovedor.
En su vida pasada, Michael había sido un traidor, pero en esta vida la había elegido a ella.
Eso era un indicador de que estaba tomando el camino correcto, y su pecho se llenó de una leve emoción.
De repente, una voz resonó en su mente.
( Ves, deberías haberme elegido. )
Era la voz de Michael, la última vez que lo vio, en los calabozos de su vida pasada.
Eve pensó que tal vez aquellas palabras no eran un reproche sarcástico, sino una muestra de genuina sinceridad.
—Dame tu mano.
—¿Eh?
En ese momento, Michael tomó cuidadosamente la mano izquierda de Eve y la llevó hacia su rostro.
Con un beso ligero en la punta de sus dedos, que parecía más delicado que el roce de una pluma, Michael finalmente se levantó.
Aunque solo fue un beso leve en la mano, Eve sintió un cosquilleo inexplicable y notó cómo las puntas de sus orejas se sonrojaban ligeramente.
Entonces, recordó algo y volvió en sí, alarmada.
—¡Ah, tu rodilla! Estás sangrando otra vez. Vamos rápido a tratarte.
—Entendido.
Ambos aceleraron el paso.
Su destino era la residencia de Eve, donde Sedella, siempre competente, ya había preparado un médico para atenderlos.
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