⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Sedella había creado la oportunidad, y ahora era evidente que los asistentes planeaban aprovecharla para forzar a Michael a entrar en la habitación de Eve. Con ello, buscaban poner fin a las especulaciones sobre la relación de Eve y Michael.
Vaya, con razón los asistentes parecían coordinarse tan bien.
Sin embargo, no sentía enojo al respecto. Los asistentes apenas comenzaban a comprender cómo funcionaba la vida en el Palacio Real, y si deseaban restaurar el honor de la familia imperial según las costumbres palaciegas, esta realmente era la mejor opción.
Solo una cosa le intrigaba.
¿Acaso esto fue idea de la Princesa?
Los ojos de Michael temblaron ligeramente. Con su mente y corazón sumidos en el caos, Hugh comenzó a asistirlo en su baño.
El joven noble no era particularmente hábil, así que el proceso tomó bastante tiempo. Como resultado, el aceite perfumado se impregnó profundamente en todo el cuerpo de Michael.
Hugh parecía más que satisfecho con el resultado: Michael lucía fresco y fragante, como una flor recién cortada.
Para cuando Michael terminó de vestirse con el nuevo uniforme que le habían proporcionado, Piony y Lian ya habían regresado al aposento y estaban trasladando comida desde la cocina.
Por las conversaciones, parecía que el lugar elegido para la cena era la habitación de Eve.
Aunque la Sala del Verdor tenía un comedor separado, insistir en preparar la cena en una habitación, especialmente para una cena entre un hombre y una mujer, solo serviría para alimentar rumores y malentendidos.
Hah…
Michael suspiró en silencio mientras su incomodidad crecía. Fue entonces cuando Sedella apareció en la sala de estar.
—Caballero Agnito, todo está listo. Por favor, pase —dijo con amabilidad.
—Entendido —respondió Michael.
Aunque su corazón no estaba preparado, no tenía otra opción. Sus largas piernas avanzaron con paso firme.
Pasó por el tocador y llegó a la habitación. Detrás de él, el sonido de la puerta cerrándose marcó el fin de su posible retirada.
—Bienvenido, Michael.
Eve lo saludó desde detrás de un grueso montón de papeles que estaba leyendo. Llevaba un sencillo vestido chemise que parecía cómodo, con el cabello recién lavado cayendo sobre un hombro.
El vestido, con un fondo blanco marfil y pequeños patrones florales, no era transparente, pero tenía un diseño que hacía difícil distinguir si era ropa de estar en casa o un camisón.
Michael se sentó en el lado opuesto de la mesa. Fue entonces cuando Eve, a regañadientes, dejó los papeles a un lado. Su expresión de concentración relajó un poco la tensión de Michael.
—¿No iba a descansar, Su Alteza? —preguntó él.
—Había olvidado revisar estos documentos de investigación. Solo miraré esto y me iré a descansar.
—Siempre parece ocupada, Su Alteza.
—Cuando estableces un objetivo, hay mucho que hacer. De repente tengo montones de tareas acumuladas.
—Habla como si hubiera establecido su objetivo de manera repentina.
—Y así fue.
—No parece un objetivo que uno pueda decidir de la noche a la mañana.
—Jajaja. Cuesta creerlo, pero es cierto.
—Si Su Alteza lo dice, así será.
En la habitación, Sedella y Piony permanecían para asistir durante la cena. Dado que Eve aún no había revelado sus aspiraciones a los asistentes, las palabras sobre la sucesión al trono se resumían simplemente en ‘un objetivo’.
Eve tomó el cuchillo y el tenedor mientras hablaba:
—Debes de tener hambre. Comamos.
La cena preparada por el chef real del Palacio Oriental consistía en espaguetis con crema, filete de cordero, ensalada verde y sangría de arándanos.
Eve observaba detenidamente a Michael mientras este comía con modales impecables.
—Está delicioso —comentó Michael.
—¿En serio? ¿Qué tal si cenamos juntos más a menudo? —propuso Eve con confianza.
Michael vaciló por un momento, pero gracias a su entrenamiento en ocultar emociones y mantener la compostura, recuperó rápidamente su expresión serena.
—Si eso es lo que desea, Su Alteza.
—Entonces, cenemos juntos.
Eve sonrió ampliamente, ajena a las deliberaciones internas de Michael, quien intentaba descifrar la verdadera intención detrás de la invitación.
El resto de la cena transcurrió sin problemas. Eve mantuvo su actitud habitual, dominando la conversación, mientras que Michael, aunque algo tenso, hizo un buen trabajo ocultándolo.
—…Así que, por ahora, es suficiente con mantener a la sexta princesa y al sexto príncipe bajo control. No tengo intención de divulgar ni filtrar los registros del gólem de vigilancia. Además, es demasiado pronto para enfrentar directamente a la tercera princesa.
—¿Tiene pensado conservar el gólem de vigilancia, Su Alteza?
—Sí. Lo tengo asegurado para que no pueda escapar. Está ahí, ¿lo ves?
Eve señaló una jaula colgando del techo. Dentro, un gólem estaba atrapado bajo una barrera mágica.
—Estás ocupando ilegalmente un recurso del tesoro imperial. No sé si eso sea prudente.
—Para eso está Alben en el Departamento de Ceremonias. Seguro podrá manejar algo tan simple como ocultar un gólem de vigilancia.
—Ah, así que el encargo que enviaste antes al Departamento de Ceremonias tenía que ver con eso.
—Sí, exactamente.
El gólem de vigilancia, atrapado en la jaula, movía su larga cola y golpeaba su cabeza, que también era su cuerpo, contra las paredes.
Aunque no tenía vida ni la más mínima conciencia propia, se comportaba como un animal atrapado que quería salir desesperadamente.
—Aun así, no podemos dejarlo así indefinidamente, ¿verdad?
—Tienes razón. Si alguien entra a mi habitación y lo encuentra, sería un problema. Además, parece demasiado miserable ahí encerrado.
—¿Qué tal si extraemos su núcleo y destruimos su cuerpo completamente, reduciéndolo a polvo?
—No pensé que fueras tan cruel, Michael.
—Solo sugiero un método razonable para eliminar pruebas.
—De ninguna manera, tienes que llevarte bien con Tail.
—…¿Tail? ¿Incluso le has puesto un nombre?
Eve respondió con una sonrisa en lugar de palabras.
—Ya tengo una idea para su utilidad. Me ocuparé de él más tarde, cuando tenga tiempo.
Eve se bebió lo que quedaba de su sangría de un solo trago.
Para ese momento, tanto Eve como Michael ya habían colocado sus cuchillos y tenedores en orden sobre los platos, indicando que habían terminado de comer.
Sedella y Piony comenzaron a retirar los platos de la mesa.
Mientras las observaba llevarse los platos y utensilios vacíos en bandejas, Eve les habló:
—Yo me encargo del té. Sedella y Piony, pueden retirarse y descansar.
—Sí, Su Alteza.
—Que descanse bien.
Las doncellas respondieron con cortesía mientras se retiraban. Al verlas salir, Michael sintió que el nerviosismo que casi había olvidado volvía a apoderarse de él.
¿Ya se van a dormir?
Aún era temprano como para llamar noche a esas horas. La despedida de Pionie fue tan directa y reveladora que Michael estuvo a punto de soltar una risa sarcástica.
—Ya que estamos solos, hablemos cómodamente mientras tomamos té. Aunque, ahora que lo pienso, olvidé preparar el té oolong.
Eve, aparentemente sin preocuparse mucho, se dirigió a la mesa de mezclas de té y comenzó a preparar una combinación de hojas.
Mientras sacaba los utensilios y preparaba el té oolong, cada uno de sus movimientos, desde la mirada hasta la precisión de sus dedos, era increíblemente elegante y refinado.
No había ningún indicio de que estuviera tramando algo inapropiado, ni en sus gestos ni en su expresión.
Incluso el té que sirvió estaba claro y limpio.
Claro, no hay forma de que la Princesa tenga intenciones ocultas.
Al observarla, Michael comenzó a sentir culpa por haberla sospechado.
—Michael.
Eve se sentó, tomó su taza de té y lo llamó.
Michael, con la mente aún perturbada por sus propios pensamientos de culpa, levantó la vista para encontrarse con la suya.
Los ojos de color ámbar de Eve lo miraban con intensidad y seriedad.
—Como quizás sospeches, tengo una propuesta para ti.
Michael, que no había sospechado nada en absoluto, se sintió desconcertado por completo.
—¿Te quedarías a descansar en mi habitación esta noche?
En ese momento, Michael experimentó de primera mano lo que era quedarse en blanco por completo.
En una relación entre un hombre y una mujer, esas palabras podrían tener varias connotaciones. Pero en el contexto de una princesa y su caballero personal, era una orden directa.
De acuerdo con las costumbres del Palacio Real, las palabras de Eve significaban claramente: ‘Quiero que me asistas esta noche.’
El cerebro de Michael, paralizado por un momento, comenzó a trabajar nuevamente, aunque seguía sumido en la confusión.
Por un lado, confiaba en que Eve no tenía esas intenciones. Pero, por otro lado, sabía que como miembro de la realeza, era inevitable que llegara un día como este.
Michael bebió el té oolong caliente de un solo trago.
Incluso después de eso, no lograba calmar su sed. Sin darse cuenta, llevó la taza vacía a sus labios una y otra vez.
—¿Michael?
A estas alturas, incluso Eve parecía haber notado el evidente nerviosismo de Michael.
Michael, mientras tanto, parecía haber tomado una decisión interna. Respiró profundamente, tragó saliva y miró a Eve directamente a los ojos.
Cuando habló, su voz, ligeramente tensa, tenía un tono bajo y firme.
—Princesa.
—Sí.
—En el entrenamiento nos enseñaron que cuando un miembro de la realeza ordena quedarse a pasar la noche, eso significa… que debemos asistirle.
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