⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El maestro de Eve residía en el bosque de los abetos, una región dentro del bosque de Ilimone, al noreste de Hadelamide.
Llegar allí requería un viaje mucho más largo que una simple salida a las afueras de la capital imperial.
Eve y Michael utilizaron el portal de teletransporte de largo alcance del palacio imperial.
Los portales de teletransporte solo permitían viajar hacia otros portales similares. Después del salto, tuvieron que utilizar un vehículo volador mágico y luego una carreta para continuar el trayecto.
Tras dos transbordos, finalmente llegaron al bosque de Ilimone.
Para entonces, el sol ya se estaba poniendo en el horizonte occidental. Michael expresó su preocupación por adentrarse al bosque de noche, pero Eve avanzó con valentía al frente.
—Hay un portal de teletransporte de rango medio. Podremos llegar directamente a la cabaña de mi maestro, así que no te preocupes.
—¿Ese portal de rango medio está lejos de aquí?
—No mucho, pero está muy bien escondido, fuera del camino principal.
Eve se adentró en el bosque, abriéndose paso entre la maleza. Gracias a una barrera mágica que actuaba como un paraguas, no había riesgo de que se lastimara con ramas o arbustos.
Michael, siguiéndola de cerca, observaba a Eve con atención.
—Parece que estás familiarizada con el lugar.
—Cuando era niña, venía aquí cada verano e invierno durante un mes para aprender alquimia. Este camino me resulta tan familiar como el que lleva del palacio de verano al palacio imperial.
—¿Cómo llegaste a tener al sabio como maestro? Pensé que los miembros de la realeza recibían instrucción de los alquimistas afiliados a la asociación real de alquimia.
—El maestro era originalmente el mentor de mi madre. Cuando ella ingresó al palacio como la sexta Emperatriz, su relación como maestro y discípula se interrumpió… pero, antes de fallecer, mi madre expresó en su testamento que deseaba que mi formación en alquimia quedara a cargo de él. Mi padre aceptó su voluntad, y el maestro también estuvo de acuerdo en enseñarme. Así fue como tuve el honor de recibir la instrucción del gran sabio.
—…No debí haber hecho esa pregunta. Lamento haberte hecho recordar a la Emperatriz.
—No pasa nada. Si tienes más preguntas, no dudes en hacerlas.
Para cambiar el tema, Michael se esforzó en encontrar otra cosa sobre la que preguntar.
—Bueno… siendo maestro de la Emperatriz, debe de ser alguien de una edad muy avanzada.
—Lo es, pero físicamente parece completamente joven. Dicen que cuando alguien alcanza el rango de sabio, su cuerpo prácticamente deja de envejecer.
Cuando alguien alcanzaba la cúspide en el manejo del maná, la juventud era una de las recompensas que obtenía.
Esto no solo se aplicaba a la alquimia y la magia, sino también al arte de la espada.
Por supuesto, tales individuos eran extremadamente raros, apenas uno en un siglo.
Sin embargo, los homúnculos, creados artificialmente, envejecían de forma más lenta de manera natural, sin necesidad de alcanzar el pináculo de sus habilidades.
—Ahora que lo pienso, Michael tampoco envejece fácilmente.
—Es probable.
Aun así, si un homúnculo no alcanzaba el rango de sabio o maestro de espadas, no podía escapar por completo al paso del tiempo.
En ese caso, eran superados por homúnculos más jóvenes, relegados a rangos inferiores y, a menudo, llevados a un final prematuro.
Por esta razón, la longevidad de los homúnculos seguía siendo un tema poco comprendido.
Cuando mi princesa esté en el poder, las cosas serán diferentes.
En ese momento, entre los arbustos, encontraron el portal de teletransporte de rango medio.
Fragmentos de piedra esparcidos en el suelo reaccionaron a la magia de Eve, elevándose en el aire y formando un portal circular.
—Entremos.
Atravesaron el espacio y finalmente llegaron a su destino.
Un bosque de abetos con flores rojas floreciendo en su centro albergaba una cabaña de dos pisos hecha de madera.
Eve atravesó un campo de hierbas altas y golpeó la puerta.
—¿No hay nadie en casa?
Parecía que el maestro estaba fuera, ya que no hubo respuesta.
Eve, que había recibido permiso no solo para usar el portal, sino también para acceder a la cabaña, abrió la puerta.
Clac.
Al entrar, fueron recibidos por un gólem guardián en forma de serpiente con pequeñas alas.
—Hola, Uro.
Sssss.
El gólem movió su lengua de forma juguetona y frotó su cabeza contra la mano de Eve.
Aunque las serpientes eran vistas como criaturas desagradables, entre los alquimistas eran muy populares, pues simbolizaban la alquimia.
Michael, que había seguido a Eve, colocó sobre una mesa la jaula que había traído desde el palacio imperial.
Dentro de la jaula estaba ‘Tail’, un gólem espía que Eve había logrado recuperar con la ayuda de Alben.
Michael echó un vistazo a su alrededor.
La cabaña de dos pisos parecía sacada de un cuento de hadas: el hogar perfecto para un alquimista.
Las paredes estaban cubiertas de libros, ingredientes secos colgaban del techo como cortinas, y diversas herramientas mágicas emitían una tenue luz por todo el lugar.
Era un sitio hermoso y lleno de misterio. Sin embargo, había un problema evidente: libros y materiales estaban esparcidos por todas partes, creando un desorden considerable.
Eve tosió ligeramente.
—Cuánto polvo hay aquí…
El estado del jardín lleno de maleza ya le había dado una pista, pero la cabaña estaba claramente desatendida, como si no hubiera sido limpiada en al menos un mes.
Eve se remangó.
—Voy a limpiar un poco. Michael, quédate ahí un momento.
—¿La princesa limpiando personalmente?
—Soy su discípula, ¿no? Es lo mínimo que puedo hacer.
Por supuesto, no pensaba ensuciarse las manos directamente. Después de todo, esta era la casa de un gran sabio, equipada con lo último en alquimia y magia.
Eve activó una piedra mágica para purificar el aire y puso en funcionamiento un gólem limpiador con forma de mariquita gigante.
Para los libros apilados en el suelo, Eve utilizó magia directamente. Decenas de tomos se elevaron en el aire y se colocaron ordenadamente en los estantes vacíos.
Michael, que hasta ahora había permanecido impasible ante todo lo que veía, no pudo evitar sorprenderse por esa demostración.
—¿Princesa, qué fue eso que acabas de hacer?
—¿Hm? Solo estaba organizando la estantería. Apliqué magia de levitación y magia de memoria para devolver todo a su posición original. Nada del otro mundo.
—No, no es nada sencillo.
Michael negó con firmeza.
—¿No calculaste en ese breve instante la posición y trayectoria de varios objetos para moverlos? Calcular coordenadas múltiples no es algo que cualquiera pueda hacer sin una percepción espacial sobresaliente.
—¿De verdad crees eso?
Era solo magia cotidiana que había desarrollado para evitar moverse mucho, pero Michael parecía impresionado.
—El cálculo de coordenadas es crucial en la magia de ataque a distancia. Puede que tengas un talento innato en ese campo, princesa.
—Bueno, aun así, no soy buena combinando magias de combate.
—En cualquier caso, mi tarea es evitar que te encuentres en situaciones donde necesites luchar. No creo que debas preocuparte demasiado por eso.
Ni Eve ni Michael parecían muy interesados en explorar el talento oculto que ella pudiera tener. Dejaron el tema rápidamente.
Eve llevó a Michael a recorrer el interior de la cabaña de troncos.
—Veo que hay muchos gólems.
—Mi madre los hizo. Ella era una alquimista especializada en gólems.
Michael sintió nuevamente la necesidad de desviar rápidamente el tema.
—Ahora que lo pienso, solo conozco tu especialidad en magia. No estoy al tanto de tu enfoque en alquimia. ¿En qué te especializaste?
—Bueno, en algo que se parece a los gólems.
—¿Parecido?
—Ah… creo que será mejor que lo explique mientras lo muestro. Ven, te enseñaré mi antigua habitación.
Subieron al segundo piso. Al entrar, un fuerte aroma a madera y hierbas invadió el espacio.
Sin embargo, contrastando con el ambiente calmante, las paredes estaban cubiertas de ilustraciones anatómicas humanas.
En cada rincón, había modelos anatómicos realistas y réplicas de órganos humanos.
Michael los examinó detenidamente antes de preguntar directamente:
—¿Alquimia humana? Princesa, ¿estás planeando traición?
La transmutación humana era alquimia prohibida, otro nombre para la creación de homúnculos.
El derecho exclusivo de crear homúnculos pertenecía al Emperador de Hadelamide. Cualquiera que investigara sobre homúnculos sería acusado de traición.
Por supuesto, Eve negó con vehemencia, sacudiendo las manos.
—¡Ah, no, no! No hago cosas como la transmutación humana. Solo estaba investigando órganos gólem para sustituir partes del cuerpo.
—¿Órganos de reemplazo?
—Mira esto.
Eve mostró un domo de vidrio protegido con magia. Dentro, un órgano plateado y grisáceo latía rítmicamente.
Era un corazón creado con alquimia de gólems.
—La principal causa de muerte entre los súbditos son las enfermedades cardíacas. Pero ni la magia ni los tratamientos herbales son suficientes para solucionarlo. Por eso investigué órganos de reemplazo que pudieran trasplantarse en lugar del corazón original.
Era un objetivo que Eve se había planteado en los días en que no deseaba el trono. Sus ojos reflejaban un leve dejo de melancolía.
—Planeo entregar la investigación del corazón gólem a la Asociación de Alquimia Imperial más adelante. El costo de investigación es alto y no puedo cubrirlo sola, pero creo que estará bien si se lo dejo a ellos.
Michael notó una nota que parecía haber sido escrita hacía mucho tiempo con una lista de materiales.
Incluso Michael, que no sabía mucho de alquimia, pudo reconocer nombres que indicaban un alto costo. Entre ellos había materiales como el núcleo de un dragón negro, algo prácticamente imposible de conseguir incluso con dinero.
En ese momento, Eve cambió el tono y dijo:
—Ya que estamos en mi laboratorio, resolveré algo que tengo pendiente.
—¿Qué planeas hacer?
—Voy a crear un gólem guardián.
Los gólems guardianes eran pequeños gólems que los alquimistas usaban como mascotas. Podían servir como intermediarios de comunicación o almacenar recuerdos.
En el palacio imperial, los gólems de vigilancia eran una variación de los gólems guardianes.
—Quiero usarlo como un intermediario para las comunicaciones entre nosotros.
—Entendido.
Un gólem guardián también funcionaría como un sistema de seguridad, similar a las piedras mágicas Aegis incrustadas en las fundas de las espadas.
Era una medida para proteger a Michael en caso de que enfrentara algún peligro en ausencia de Eve.
—Michael, ¿puedes traerme la jaula con el tail que está allá?
—De acuerdo.
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