⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El comentario de Roseneit, aunque dirigido a Eve, estaba claramente destinado a captar la atención de Michael. Al final de sus palabras, su mirada también estaba fija en él.
La situación hacía que el deseo de Eve de que Roseneit no coqueteara con Michael pareciera en vano. Eve contuvo una risa sarcástica.
Sin embargo, algo curioso ocurrió. Michael desvió la mirada, fingiendo no notar que Roseneit lo observaba.
Asimismo, fingió que la pregunta no iba dirigida a él y permaneció en completo silencio.
Esto creó un incómodo silencio en el jardín.
—Ah… ¿Sir Agnito? —preguntó Roseneit, visiblemente incómoda.
Solo entonces Michael reaccionó.
—¿Me llamabas, Su Alteza, la Octava Princesa?
—¿No vas a responder a mi pregunta anterior?
—Mis disculpas. Ambas Altezas…
La oración quedó sin concluir mientras Michael evitaba completamente la interacción, lo que sumió el ambiente en un silencio aún más tenso.
Finalmente, Silvestian, viendo el apuro de Roseneit, tomó la iniciativa de despedirse:
—Que tenga un buen día, Su Alteza, la Séptima Princesa.
Eve y Michael abandonaron el jardín con pasos apresurados.
Una vez en un lugar tranquilo donde estaban solos, Michael habló, con un gesto sombrío en su rostro:
—Parece que he puesto a Su Alteza en una situación incómoda. Pido disculpas por mi actitud inapropiada como su caballero personal.
—Ah, no te preocupes. Pero, por favor, ten cuidado con los otros miembros de la familia real. Especialmente frente a Su Majestad, el Emperador.
—Por supuesto. No será un problema con los demás. No causaré más molestias.
Sin embargo, hubo algo en las palabras de Michael que dejó a Eve intrigada.
—¿Con los otros miembros de la familia real no hay problema? Entonces, ¿quieres decir que solo Roseneit te desagrada?
—….
—Habla con libertad.
—…La Octava Princesa me genera rechazo. Más que el Emperador, incluso.
Los ojos de Eve se agrandaron de sorpresa ante la confesión de Michael.
Mientras tanto, Michael también se sentía inquieto. No entendía por qué sentía un rechazo tan fuerte cada vez que estaba frente a Roseneit.
Fue entonces cuando, de repente, tanto Eve como Michael tuvieron una revelación al mismo tiempo.
¿Podría ser un eco del inconsciente de la vida pasada?
Ambos llegaron a la misma conclusión simultáneamente.
Eve reflexionó:
Michael solo sedujo a Roseneit para utilizarla. Alguien que aborrece a la familia real como él nunca podría sentir emociones positivas mientras fingía amor y devoción. Además, el Emperador y Roseneit lo pusieron a prueba muchas veces, exigiéndole cosas excesivas.
El odio acumulado a lo largo de los años explicaba su reacción. Sin embargo, a Eve se le ocurrió otra posible razón.
¿Podría ser que el hecho de que Roseneit me envenenara también lo haya afectado?
Por alguna razón, le parecía plausible. Si Michael había retrocedido en el tiempo por ella, quizás también retenía inconscientemente recuerdos de quien la había matado.
Michael….
De repente, Eve sintió con claridad la profundidad de los sentimientos de Michael. Sus ojos ámbar se llenaron de emoción.
Mientras Eve estaba inmersa en sus pensamientos, Michael también buscaba una respuesta.
La Sabia dijo que mi despertar era una gran causa. En mi vida pasada ya me había despertado una vez. Aunque no acumulé suficientes causas como para recordar mi vida pasada, parece que quedaron restos de emociones.
Tal vez ese rechazo extremo era un mensaje de su yo pasado hacia su yo actual.
La Octava Princesa debió de ser mi enemiga más aborrecible.
En la relación entre la familia real y los homúnculos, los abusos y humillaciones no tenían límites. Michael apartó esos pensamientos, concentrándose únicamente en la percepción de ‘enemiga’ al referirse a Roseneit.
En comparación, mi princesa…
Los ojos de Michael se posaron en Eve. En ese momento, ella también lo miraba, como si lo hubiera estado observando desde hacía un buen rato.
Michael notó la calidez en los ojos ámbar de Eve, un brillo lleno de ternura.
—¿Princesa?
Era la primera vez que recibía una mirada así. Michael, intentando controlar su corazón, que latía con fuerza, le preguntó:
—¿Estás bien, Princesa?
—¿Eh? ¿Por qué?
—Pareces… extraña.
—¿Yo?
—…Nada. Ya estás bien ahora.
Michael decidió guardar silencio. No podía decirle que parecía a punto de llorar.
En ese momento, Peony apareció en el balcón, cuidando un macizo de hierbas, y saludó a Eve. Parecía tener algo que decir.
—Su Alteza, acerca de la planta que trajo de su excursión reciente…
—¿Hay algún problema?
—Ha comenzado a desarrollar un capullo.
—Déjame ver.
Eve se inclinó hacia una maceta grande que contenía la planta.
A primera vista, parecía una orquídea ornamental común. Lo único peculiar era el tamaño excepcionalmente grande del capullo.
—A pesar de no ser un árbol, está produciendo una flor tan grande como una peonía. Me preocupa que el tallo no soporte su peso y se rompa.
—Por si acaso, sería bueno que hicieras un soporte.
—Sí. Pero, Su Alteza, ¿qué planta es esta exactamente?
—Ah, ¿esta?
Eve sonrió mientras respondía.
—Mandrágora.
—¿Qué?
El nombre de una planta bulbosa legendaria apareció. Era una planta aterradora, con raíces que tenían forma humana y que gritaban cuando se arrancaban, pudiendo causar la muerte a quienes escucharan ese grito.
—¿Lo entiendes? Así que jamás intentes trasplantarla cuando yo no esté. Aunque le he puesto un encantamiento de insonorización a la maceta, es mejor prevenir.
—Sí, sí, ¡lo recordaré!
Eve aprovechó la oportunidad para explicar cómo estaba cultivando la mandrágora.
—La Tercera Emperatriz está muy interesada en la jardinería. Planeo regalarle esto como muestra de agradecimiento por haberte enviado a ti y a los demás para que trabajaran para mí.
—Entendido. Haré todo lo posible para cuidarla. Déjelo en mis manos, Su Alteza.
Peony, Lian y Hugh originalmente servían a la Tercera Emperatriz, Philinelli. Peony, al recordar el carácter estricto de Philinelli, adoptó una expresión solemne.
Eve se dirigió a su despacho. Pronto, Sedella comenzó a preparar el té mientras daba su informe.
—Las familias Amelrose, Luchiad y Yegrin han comenzado oficialmente con sus negocios de perlas.
—Rápido.
—Amelrose está orientando su negocio hacia el mercado de artículos de lujo. Han decidido centrarse en productos como tinta y lacre (material usado para sellar cartas, también conocido como cera de sellado) y están desarrollando sus líneas de productos según conceptos específicos.
—¿Qué conceptos han decidido?
—Por ahora, han desarrollado tres líneas: piedras de nacimiento, signos del zodiaco y estaciones. Planean lanzar y vender los productos a partir de la próxima semana.
—No hay nada mejor que un conjunto para despertar el deseo de colección. Si hay algún beneficio adicional al adquirir todo el conjunto, será aún mejor.
—Transmitiré su opinión.
Sedella continuó con su informe.
—Luchiad informó que el desarrollo del pigmento perlado está casi completo. Los primeros lugares donde se aplicará serán una sala especial en un baño público aún no inaugurado y el interior de la casa urbana de Luchiad, que pronto comenzará a renovarse.
—Eso es un poco preocupante. Los baños públicos son frecuentados principalmente por plebeyos, y el Conde Luchiad no es alguien que participe activamente en eventos sociales. No parece que invite a muchas personas a su casa urbana. Será difícil promocionarlo entre los nobles.
—Sí. Por eso están planeando un proyecto promocional aparte.
—¿Cuál es?
—Decoración de carruajes. Pretenden pintar los carruajes de las familias nobles con el pigmento perlado para transformarlos.
—Vaya, impresionante. Como era de esperar del Conde.
Los carruajes, símbolo de las familias nobles, eran algo en lo que invertían mucho esfuerzo para decorar. Con la movilidad que ofrecían, serían una herramienta de promoción eficaz.
Si uno de los consejeros que entraban y salían del palacio todos los días aparecía en un carruaje decorado con perlas, seguramente sería el tema de conversación en la sociedad.
Eve, mientras sorbía su té, comentó:
—Parece que el negocio de la casa del Conde Yegrin es el más lento.
—Sí. Aunque ya tienen prototipos, están siendo muy cautelosos, ya que los productos entrarán en contacto con el cuerpo humano. Aun así, creen que podrán lanzar los productos antes de que termine esta temporada social. Esto concluye el informe.
—Bien. Buen trabajo, Sedella.
Eve le entregó su taza vacía a Sedella con una sonrisa juguetona.
—Al escucharte, se me ocurrió una buena idea. ¿Qué tal si le pedimos al Conde Luchiad que se encargue de renovar el interior de tu casa? Podría convertir una habitación vacía en un baño. Por supuesto, yo cubriré los costos.
—Su Alteza…
Sedella, usualmente una asistente decidida, se mostró desconcertada.
Últimamente, Eve disfrutaba observando cómo Sedella se ponía nerviosa cada vez que el tema de su casa salía a relucir.
—Estoy agradecida, Su Alteza. Ya me ha dado un regalo más que suficiente.
—No puedes decir eso por una sola casa. Todavía quiero darte muchas cosas, así que acostúmbrate.
—De verdad, Su Alteza…
Al ver a Eve, que parecía estar planeando otra sorpresa, Sedella quedó pensativa por un momento.
El día que Eve dio vacaciones a sus sirvientes y envió a Sedella a hacer un recado a una casa urbana…
Sedella sospechó cuando las sirvientas que la recibieron la trataron con un nivel de cortesía excesivo para una simple visita.
La sorpresa fue mayor cuando las sirvientas comenzaron a llamarla ‘joven señora’.
Intentó regresar, convencida de que se habían equivocado de persona, pero Alben, quien estaba de paso tras su jornada laboral, la detuvo.
( Por favor, cálmese, señorita Arpel. Esta casa es un regalo de Su Alteza la Princesa. )
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