⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—Haa…
La pregunta llegó en el momento justo. Sedella respiró profundamente.
—¿Por qué suspira, señorita Arpel?
—No tenemos tiempo, así que hablaré brevemente. Por favor, escuchen con atención.
Todos percibieron que la situación no era normal y se pusieron tensos.
—Sea lo que sea lo que ocurra a partir de ahora, no se sorprendan, no hagan preguntas y reaccionen con calma.
—¿Eh? ¿Qué significa eso exactamente…?
—Bueno… para explicarlo de forma sencilla, consideren que Su Alteza está a punto de evaluar su capacidad de reacción y su habilidad para captar señales sutiles. Estoy segura de que todas ustedes son expertas en mantener la compostura en la sociedad, así que confío en que lo harán estupendamente.
La explicación era insuficiente, demasiado vaga. Anaís y Olivia no pudieron ocultar su confusión en sus rostros.
Sin embargo, había quienes se adaptaban rápidamente.
—¿Una evaluación de Su Alteza? Suena interesante. Estoy segura de que pasaré con la mejor puntuación. Ja, ja…
Yulia mostró un destello de competitividad en sus ojos verdes.
Mientras tanto, en el vestidor, Limona estaba cambiándose de ropa con la ayuda de Eve y Lian.
—Eve, ¿qué tal si uso esto?
Lian contuvo la respiración. La voz inocente de Limona, llamando con familiaridad a su señor, le hacía latir el corazón de forma inquietante.
Al principio, Eve estaba preocupada por la condición de Lian, pero ahora parecía haberse acostumbrado a la situación y se concentraba en ayudar a Limona a arreglarse.
—Sí, Limona. Ese azul te queda muy bien. No es demasiado llamativo y es perfecto para la ocasión.
—¿Es este un vestido de la señorita Sedella? ¿Está bien que yo lo use?
—Te lo ha permitido, así que no hay problema.
—Por cierto, Eve, eres terrible atando cintas. Mira lo bien vestida que vas tú. Es curioso.
—…
—¿De verdad eres una criada?
Eve se sobresaltó. Sospechando algo, Limona observó detenidamente los dedos de Eve mientras ataba la cinta.
Quería comprobar si sus manos mostraban señales de estar acostumbradas al trabajo manual.
En ese momento, Lian, rápida de reflejos, sacó a Eve del apuro.
—E-Eve es una criada que sirve té a los invitados. Como tiene que mostrar las manos al servir, las cuida mucho.
—Oh, había escuchado algo así antes. Gracias por explicármelo, Lian.
—No hay de qué. Q-Qué alivio que hayamos aclarado este malentendido entre amigas.
Eve, agradecida por haber contado con Lian como criada, habló para desviar la atención.
—Espero que disfrutes mi té, Limona. Te mostraré lo delicioso que puede ser.
—De acuerdo. Iré rápido porque las señoritas deben estar esperando.
—Bien.
Lian acompañó a Limona hasta el salón, mientras Eve las despedía agitando la mano.
—Haa, ahora debo preparar el té.
—Te ayudaré.
Michael, que había estado esperando fuera del vestidor, siguió a Eve. Pronto, el aroma del té comenzó a llenar la cocina.
Mientras tanto, Limona, vestida con el elegante vestido azul, llegó al salón. Sedella y las tres invitadas ya estaban sentadas, conversando animadamente.
Limona, al entrar, intentó saludar y ofrecerse para cantar, pero Sedella le sugirió primero que tomara asiento. Yulia explicó el motivo.
—Será después. Aún falta alguien por llegar.
—Entendido.
Aunque su respuesta fue tranquila, Limona estaba bastante sorprendida por dentro.
No conocía mucho sobre la familia Arpel, pero sabía bien quiénes eran las familias de las invitadas presentes: la joven Marquesa de Amelrose, la joven Condesa Luchiad y la joven Condesa de Yegrin. Eran familias muy influyentes en la capital imperial de Hadelun.
¿Entonces, ¿quién sería esa persona a quien estas damas llamaban ‘Su Alteza’?
Limona no tenía idea.
En ese momento, Olivia, con un tono amable, se dirigió a Limona. Incluso con ella, Olivia mantenía un trato respetuoso.
—Señorita Lund, pensé que solo podría verla en los salones de la Marquesa de Sayer. Nunca imaginé que asistiría a una reunión social privada organizada en la casa de los Arpel.
—Ah, sí…
Limona no estaba acostumbrada al lenguaje refinado de los nobles. Yulia intervino para interpretar la intención de Olivia.
—La señorita Yegrin está preguntando qué relación tienes con la señorita Arpel.
—¡Ah! Lo siento. No me di cuenta de que era una pregunta.
—No pasa nada. Todavía no estamos acostumbradas las unas a las otras.
Limona, después de calmarse un poco, respondió con serenidad.
—Recibo el apoyo de la señorita Sedella.
Al escuchar esto, las tres invitadas abrieron los ojos con asombro.
—¿La señorita Arpel es la benefactora secreta de la señorita Lund?
—Entonces, técnicamente, ¿no es Su Alteza quien está patrocinando a la señorita Lund?
—¡Dios mío! ¿Su Alteza tiene influencia incluso en el mundo del arte?
—Acabo de sentir escalofríos.
—Yo también.
Esta vez fue Limona quien abrió los ojos de par en par.
—¿Su Alteza?
—¿Hm? ¿Señorita Lund, no lo sabía? La señorita Arpel aquí presente es la doncella personal de Su Alteza, la Séptima Princesa. Es su asistente más cercana y la que representa su voluntad.
Limona, sorprendida hasta el punto de contener la respiración, quedó completamente petrificada.
¿Re-realeza? ¿Y además la Séptima Princesa?
Finalmente entendió quién era el misterioso benefactor que ni siquiera la Marquesa Sayer había podido identificar. No era un noble cualquiera, sino la Séptima Princesa, quien recientemente había estado ganando prominencia dentro y fuera del palacio imperial.
Cuando el impacto inicial comenzó a disiparse, fue reemplazado por una profunda vergüenza.
¿Acaso no soy la protagonista de un musical inspirado en mi benefactora?
Al principio, Limona había pensado que la Séptima Princesa había solicitado a la compañía de teatro Pegaso un musical basado en ella como parte de una estrategia de promoción.
Sin embargo, el periodo en que la compañía comenzó a trabajar en ese musical coincidía mucho antes del día en que Limona, por pura suerte, conoció a Eve en el mercado y obtuvo el apoyo de su benefactor.
Cuando examinó cuidadosamente el orden de los acontecimientos, todo resultó ser una coincidencia.
¿Habrá visto alguna vez mi interpretación como la Princesa? Es un musical para plebeyos, así que probablemente no lo haya visto. Pero si lo vio, ¿qué haré? Ahh…
Limona se sonrojó intensamente, su rostro completamente encendido.
En ese momento, Yulia miró su reloj de bolsillo y comentó con tono quejumbroso.
—Por cierto, ¿cuándo llegará Su Alteza?
—Sí, ya ha pasado mucho tiempo y aún no se ha presentado. ¿No hay noticias al respecto, señorita Arpel?
—Bueno, no estoy segura…
Sedella intentaba evitar la pregunta cuando se escuchó el suave sonido de una bandeja deslizándose sobre la alfombra. Una doncella entró con una voz clara y melodiosa.
—Les traje té, deben de estar sedientas.
Anais, Yulia y Olivia giraron la cabeza al unísono como si lo hubieran acordado. Sus ojos reflejaron puro asombro.
¿¡Eh?! ¿Su Alteza?
Eve, fingiendo ignorancia, comenzó a realizar su trabajo como doncella.
Con movimientos suaves, colocó en la mesa una bandeja de tres niveles llena de dulces y sirvió cuidadosamente las tazas de té.
Aunque sus gestos eran lentos y no tan precisos como los de una criada profesional, tenían una elegancia peculiar que atraía la mirada.
Chrr…
El aroma del té, una mezcla armoniosa de flores y menta, se elevó desde la taza de Sedella.
Luego, Eve se acercó a las invitadas, sirviendo té a cada una de manera individual.
Olivia, observando de cerca cómo Eve inclinaba la tetera, no pudo evitar que su mirada vacilara.
—¿Por qué, por qué está aquí…?
—Señorita Yegrin.
Sedella se llevó un dedo a los labios y negó ligeramente con la cabeza, recordándole que debía guardar silencio.
Gracias a este gesto, Olivia recordó lo que casi había olvidado.
¡Ah, cierto! Se supone que esto es una prueba de reflejos y percepción.
Convenciéndose de ello, trató de mantener la calma.
—El té, el té tiene un aroma encantador.
—Es un té negro combinado con menta y pétalos de rosa, conocido por sus propiedades relajantes.
—Ya veo… Relajación… Qué efecto tan bueno.
La siguiente en turno fue Anais, cuyos ojos también temblaban, igual que los de Olivia.
—Tenga cuidado, está caliente, señorita Condesa.
—Sí… Digo, eh, sí, gracias.
Solo Yulia logró manejar la situación con total naturalidad.
—Oh, qué té tan único y lleno de sabor. ¿Lo preparaste tú misma?
—Sí, así es, señorita.
—Es un talento tan deseable que quisiera tenerte siempre a mi lado. ¿Qué opinas? ¿Te gustaría trabajar en la casa de los marqueses de Amelrose?
—Le agradezco mucho su propuesta, pero le pido disculpas. Estoy en deuda con la señorita Sedella, y no puedo dejar la casa Arpel hasta que ella me libere.
—Qué respuesta tan envidiable. Pero no me rendiré fácilmente. Visitaré con frecuencia, así que, si cambias de opinión, no dudes en decírmelo.
Yulia ciertamente estaba demostrando por qué había afirmado que superaría la prueba con la mejor calificación.
Por último, Eve se acercó a Limona para servirle el té y susurrarle algo.
—Empieza con los dulces de la bandeja superior. Las flores flotando en el té son solo decorativas, no se comen.
—Ah, ya veo. Gracias por decírmelo.
Tras terminar su tarea, Eve hizo una reverencia y se retiró hacia una esquina de la habitación.
—Les deseo una charla agradable.
La Princesa dejó su huella en cada uno de los presentes.
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