⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Tras pasar por una gran ciudad con un portal de teletransporte, el grupo se dirigió hacia el territorio del Barón Parnell.
Una ostentosa carroza, que desentonaba con el paisaje rural, avanzaba acompañada de unas veinte personas.
La carroza, pintada con un brillante tono esmeralda siguiendo la última moda, llevaba el emblema de la séptima princesa, Eve.
Dentro de la carroza, Eve descansaba cómodamente en un diván mientras era atendida por Peony.
En el asiento opuesto, Alben, visiblemente pálido por el largo viaje, se apoyaba contra la pared.
Peony miró a Alben con compasión.
—No sabía que el joven maestro Redmond no podía montar a caballo, Su Alteza.
—Sí, es una sorpresa.
—Menos mal que Su Alteza es tan compasiva y le permitió viajar en la carroza. De lo contrario, ¿qué habría sido de él? Debería estar agradeciéndoselo ahora mismo.
—G-Gracias, Su Alteza…
Alben se sentía un poco agraviado.
Había dejado la apestosa región de Redmond para convertirse en un funcionario en la capital, y de repente, el día anterior, recibió la orden imperial de unirse al grupo de exploración para buscar la cola de Galamut.
Eve, con empatía, se dirigió a Peony.
—No seas tan dura, Peony. Fue por necesidad que incluí al joven maestro Redmond en el equipo de exploración. Sus habilidades son indispensables.
Luego, Eve se volvió hacia Alben.
—¿No te dije cuánto confío en ti? El hecho de que te haya llevado en esta misión es prueba de mi confianza. Aunque será un viaje agotador, cuento contigo para que todo salga bien.
—¡Gracias, Su Alteza!
Alben, de repente lleno de energía, se enderezó y sus ojos marrón oscuro brillaron con determinación.
—Su Alteza.
Desde fuera de la carroza, se escuchó la voz de Michael. Peony rápidamente retiró la cortina de la ventana.
—Hemos entrado en el territorio del Barón Parnell. A este ritmo, llegaremos al castillo del Barón al atardecer.
—¿Nos llevará unas horas más?
El territorio de Parnell era el más cercano al yacimiento de Galamut y al Cañón Zelcatos.
Convenientemente, el Barón Parnell, Andrés, también era un secretario que administraba tierras reales, incluido el yacimiento de Galamut.
Por lo tanto, era natural que el Barón y su casa se encargaran del alojamiento y la asistencia para la misión dirigida por la princesa.
Actualmente, las personas que acompañaban a Eve eran algo más de veinte.
Para atenderla personalmente, Peony estaba a su lado.
Sedella se quedó en el palacio real porque debía desempeñar el papel de representante de la princesa en su ausencia.
Lian y Hugh se quedaron para asistir a Sedella.
Como escolta, naturalmente, estaba Michael, su caballero directo.
Hosen Sánchez, un Conde del departamento de protocolo, se unió al grupo para asistir a Eve en su primera misión en el exterior, y Alben Redmond fue incluido por elección directa de Eve.
Además, para realizar la exploración propiamente dicha, la Torre de Marfil había enviado a veinte magos bajo el mando de Natasha Emrick, una maga de alto rango.
Era un grupo compacto que incluía únicamente a las personas necesarias. Gracias a los portales de teletransporte de largo alcance, el viaje había sido reducido a menos de un día, permitiendo esta configuración.
Eve se dirigió a Michael, quien cabalgaba fuera de la carroza.
—Quiero llegar directamente al castillo del Barón, ¿alguien necesita descansar?
—El Conde Sánchez se ha estado quejando de dolor en el trasero desde hace rato. Exactamente desde que el joven maestro Redmond subió a su carroza, Su Alteza.
Al escuchar el nombre de Hosen Sánchez, Alben frunció el ceño.
—¡Sigamos adelante!
—Lo has escuchado, sigamos.
Michael, con una respuesta afirmativa, azuzó a los caballos y se adelantó.
Alben, con el rostro molesto, habló:
—En cuanto al Conde Sánchez, tiene acusaciones de malversación de fondos y soborno, pero no ha recibido ningún castigo. Parece que tiene un respaldo muy poderoso.
—Si investigamos un poco más, quizás encontremos conexiones con el Marqués Chensley, quien financia a mi hermana Betty, o incluso con el Marqués Reimkal, que es pariente político.
Brigitte no podía permitirse que se descubriera un nuevo yacimiento de cristales mágicos.
Para ella, era una amenaza tanto que Eve ganara méritos como que el precio de los cristales mágicos que el grupo de Chensley había acumulado cayera drásticamente.
Era previsible que Brigitte intentara obstaculizar enviando a alguien a interferir.
Pero que Betty haya colocado a alguien del departamento de protocolo y sea precisamente el Conde Sánchez… es irónico.
Era una coincidencia curiosa, ya que la persona que Eve había designado para supervisar, Alben, tenía un historial de haber humillado al Conde Sánchez antes.
Como era de esperar, Alben esbozó una sonrisa maliciosa desde el frente.
—Je, je. Conde Sánchez, deberías haber aceptado tu castigo en silencio. Ahora, este será tu final…
Alben era, sin duda, un servidor confiable.
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El personal estaba más ocupado que nunca preparándose para recibir a la princesa y al grupo de exploración que llegarían pronto.
Una criada, que estaba moviendo un jarrón, notó a lo lejos a una mujer de cabello negro que se acercaba con pasos firmes.
Era una belleza de ojos afilados, vestida con un traje de cuero ceñido y llevando a un costado un látigo de aspecto intimidante.
—Oh, Lady Velcram.
—Estás trabajando duro, Lena.
La mujer de cabello negro era Kadelin Velcram, la supervisora general de la mina de cristales mágicos de Galamut.
Se encargaba de extraer el máximo esfuerzo de los homúnculos que trabajaban en el lugar.
Por lo general, el puesto de supervisora general de una mina tenía un mandato rotativo de dos años debido a las exigencias extremas de satisfacer la demanda de cristales mágicos de la familia real mediante la explotación de los homúnculos.
Sin embargo, Kadelin llevaba ya cinco años en el cargo, manteniendo el símbolo de autoridad de la supervisora, el látigo de cuero, demostrando así su capacidad sobresaliente.
En ese momento, Kadelin estaba buscando a su señor.
—¿Dónde está el Barón?
—Está en su oficina.
—Gracias.
Kadelin cruzó rápidamente el pasillo y, sin siquiera tocar, abrió de golpe la puerta de la oficina.
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