⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Con esto, Eve se dio cuenta con certeza de algo: Alben no tenía talento para consolar a los demás.
Como siempre, quien percibió con rapidez el ánimo decaído de Eve fue Michael. Una vez que Alben y Peony se marcharon para ayudar en la distribución, dejándolos a solas, Michael le habló en voz baja, lo suficientemente bajo como para que solo ella pudiera escucharlo.
—Los homúnculos no son tontos. Pronto habrá quienes comprendan tus verdaderas intenciones.
—No lo hago esperando que lo entiendan —respondió Eve.
—Yo sí espero que lo hagan. Deseo que el camino de mi princesa esté lleno de honor y reconocimiento.
Como siempre, las palabras de reconocimiento de Michael tenían un significado especial para Eve. Mientras sus mejillas se teñían ligeramente de rojo, la profunda voz de Michael continuó resonando en sus oídos.
—No quiero que devalúes la nobleza de tus acciones pensando que estás expiando en lugar del linaje real. Independientemente de tu sangre, lo que estás haciendo es valiente y admirable. ¿No lo dije ya? La liberación de los homúnculos es una idea tan radical que ni siquiera los rebeldes se atreven a considerarla con ligereza.
A diferencia de Alben, Michael tenía un don para consolar. Al escuchar sus palabras hasta el final, Eve se sintió conmovida y lo llamó.
—Michael.
—Dime.
—¿Quieres ser el número uno por hoy?
—¿Por hoy nada más? Qué cruel.
Michael fingió sentirse dolido, pero Eve le sonrió con alegría mientras confesaba:
—No importa lo que piense el resto, creo que con que tú lo entiendas es suficiente.
—Esas son palabras de gran honor.
—Lo digo en serio.
En ese momento, para Eve, el hecho de que Michael fuera el rey de los homúnculos no tenía ninguna importancia. Lo único que le importaba era que su reconocimiento valía más que el de todos los demás homúnculos juntos.
Eve miró nuevamente a los homúnculos que recibían la comida y comentó:
—De ahora en adelante, me aseguraré de que al menos una comida al día sea como esta.
—Hoy, siendo el primer día, hubo muchos errores al hacer el pan. Cuando estén más acostumbrados, será más eficiente.
—Sí, y cuando llegue ese momento, también les dejaré recetas para panes con frijoles o carne.
—¿Carne?
—Pensaba comprar carne con mi dinero personal y enviarla a través de la Baronesa Parnell.
—Si gastas dinero, quedará un registro del flujo de fondos. No será bueno si se descubre que ayudas regularmente a los homúnculos del campo de extracción.
—Si se hace bien, nadie se enterará. Tengo a Alben, así que estará bien.
Por un momento, los ojos de Michael se endurecieron ligeramente.
—Confías mucho en el joven Redmond.
—Sí, tanto como en ti.
Esa simple respuesta suavizó la mirada de Michael al instante. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que sintiera una sensación extraña y molesta.
El solo hecho de ser comparado con Alben le resultaba irritante.
¿Qué es este molesto sentimiento?
Por más que lo pensaba, no lograba encontrar una respuesta.
Mientras tanto, un pensamiento importante que Eve había olvidado cruzó por su mente.
Ahora que todo está más o menos en orden, debería ayudar a Michael a despertar su poder como rey.
Para adelantar su despertar, Michael necesitaba interactuar y crear vínculos con los de su misma especie. Aunque sonaba abstracto, Eve lo interpretó de manera sencilla.
Supongo que se trata de aumentar la afinidad.
Para eso, primero debía encontrar una manera de que Michael se relacionara más con los otros homúnculos. Eve se dirigió a Michael y le dijo:
—Michael, ayudemos con la distribución.
—¿La distribución?
—Sí, yo, como miembro de la realeza, observaré desde aquí con los brazos cruzados, mientras tú entregas el pan. De paso, sería bueno que intentaras conversar con ellos de manera amigable.
—¿Amigable…?
Para Michael, esa palabra era desconcertante. Desde su tiempo en el centro de entrenamiento, había visto a innumerables homúnculos sentirse incómodos con él.
—Entendido.
Por supuesto, una vez que se le daba una orden, era deber de un caballero cumplirla con diligencia. Michael tomó una cesta de pan de centeno y organizó otra fila para la distribución. Sin embargo, pocos homúnculos se acercaron a su fila.
Como esperaba, se sienten incómodos conmigo.
No le sorprendió. Según lo que había observado, los homúnculos que lo trataban con naturalidad, como Silvestian, eran una minoría.
Ahora que lo pienso, esto también podría estar relacionado con el poder del rey.
A simple vista, era evidente que la fila frente a él era mucho más corta que las demás. Incluso aquellos que se acercaban a recoger el pan mostraban claros signos de incomodidad.
Intentar iniciar una conversación amigable solo empeoraría las cosas, así que Michael se mantuvo en silencio, concentrado únicamente en la distribución. Pasó un buen rato hasta que ocurrió algo inesperado.
—Disculpe… eh…
Un joven homúnculo fue el primero en dirigirle la palabra a Michael. Era un muchacho lo suficientemente joven como para que su cabello aún no hubiese comenzado a encanecer.
Reuniendo todo su coraje, el niño habló:
—¿Po-podrían repartir también pan y sopa en el refugio…?
El refugio era el lugar donde se alojaban los homúnculos enfermos o heridos.
—Casi lo olvido. Gracias por decírmelo.
Michael se dirigió de inmediato hacia Eve para obtener su permiso.
—Quisiera pedirte que ordenes repartir pan y sopa de Su Alteza también a los pacientes del refugio.
—Es cierto, está el refugio —respondió Eve.
Se levantó de su asiento. De todas formas, tenía pensado visitar el refugio ese día.
Escuché que aquí hay una enfermedad incurable que lleva a los homúnculos a la muerte de forma lenta. Necesito investigarlo.
Según el informe de Alben, la mayoría de los homúnculos en el refugio padecían una enfermedad llamada ‘Calor de Madera’. Ese era el nombre que se le daba en el pueblo de Lapis. Los síntomas consistían en una fiebre intensa y en que el cuerpo se endurecía como madera antes de morir.
Esta enfermedad había existido desde los inicios de la minería del cristalmagia, pero aún no se conocían ni sus causas exactas ni una cura.
No creo que sea realmente incurable. Solo afecta a los homúnculos, y la realeza simplemente lo ha ignorado por eso.
Para la familia real, los homúnculos de bajo rango no eran más que herramientas desechables. La muerte en las minas era considerada algo habitual, y la enfermedad conocida como Calor de Madera no despertaba mayor interés.
De hecho, incluso Eve no supo de su existencia hasta llegar al pueblo de Lapis. Era lamentable si se consideraba que numerosos miembros de la realeza habían visitado las minas en misiones oficiales sin preocuparse por esto.
Eve quería verificar personalmente el estado de los pacientes, no solo por responsabilidad, sino también por la gravedad del asunto.
—Dile a Lady Velcram que traiga la sopa. Nosotros llevaremos primero el pan.
—¿Tienes intención de ir personalmente al refugio, Alteza?
—Sí.
—Deberías reconsiderarlo. Ese es un lugar lleno de pacientes y enfermos. Si llegases a contagiarte, sería un desastre.
—No te preocupes. Según el informe de Alben, no es una enfermedad contagiosa. Además, quiero verlo con mis propios ojos.
—Si esa es tu voluntad, no insistiré.
La decisión de Eve de visitar el refugio en persona era contraria a su imagen de princesa cruel. Se envolvió en una capa y salió de su tienda.
Mientras tanto, Michael entregó la orden de Eve a Kadelin y cargó los panes de centeno en un carro.
El refugio no consistía en una sola casa como un establo, sino en varias casas agrupadas que formaban una pequeña zona.
Los dos entraron primero en la casa más apartada. Era un lugar oscuro, con poca luz, donde yacían una docena de homúnculos.
Sus cuerpos, extremadamente delgados y endurecidos, mostraban marcas similares a flores ardientes. Todos sufrían de fiebre alta, pero ni siquiera podían moverse debido a que sus músculos se habían petrificado.
Así que de ahí viene el nombre de Calor de Madera.
Parecían árboles secos a punto de arder, sin signos de vida. Tanto Eve como Michael oscurecieron sus expresiones al verlos.
Eve estaba algo conmocionada. Aunque había leído sobre su estado en el informe de Alben, verlo en persona era completamente diferente.
Le tomó un tiempo recuperar la compostura antes de poder hablar.
—El pan… no podrán comerlo, ¿verdad?
—Eso parece.
En ese momento, Kadelin llegó empujando un caldero de sopa y vio a Eve y a Michael. Al acercarse, comentó con amargura:
—Han entrado justo en la casa con los pacientes más cercanos a la muerte.
—Ya veo.
—La enfermedad de Calor de Madera afecta principalmente a los homúnculos que llevan más de 30 años en las minas. Por eso sospechamos que podría deberse al veneno mental que quedó atrapado en los depósitos de cristalmagia al aire libre… ¡Ah, Su Alteza!
Kadelin se detuvo de repente, sorprendida. Eve se había acercado en silencio a uno de los pacientes para palpar su frente.
—No te alarmes. Dijeron que no es contagioso, ¿verdad?
—Ah… sí, pero aun así, ¿cómo podría Su Alteza…?
Mientras Kadelin mostraba su nerviosismo, Eve continuó examinando al paciente. Además de medir su fiebre, presionó suavemente varias partes del cuerpo con sus dedos.
Por supuesto, Eve no era médica. Lo único que logró con su intento de diagnóstico fue confirmar la dureza y el calor del cuerpo afectado por la enfermedad.
Sin embargo, Eve era una maga y alquimista de gólems. La creación de gólems requería un conocimiento profundo de núcleos y circuitos mágicos.
Por lo tanto, Eve era una experta en identificar anomalías en los núcleos y circuitos de maná con solo introducir un poco de maná.
Decidida, comenzó a aplicar sus conocimientos.
—Hmm…
Michael y Kadelin, que observaban, trataron de no hacerse ilusiones.
Después de un rato, Eve retiró el maná de sus dedos y habló.
—Esto… me parece que es una enfermedad que conozco.
Comments for chapter "90"
MANGA DISCUSSION