⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El grupo de exploración de Eve había llegado al campo de magia de Galamut seis días atrás. El Conde Hosen Sánchez se encontraba en un estado de creciente ansiedad.
Hosen viajaba todos los días desde el fuerte del sur hasta el desfiladero de Zelkatos. Allí, vigilaba con ojos atentos las operaciones de exploración del campo mágico.
¡Maldita sea! ¿Quién habría pensado que me asignarían a un lugar tan remoto? Todo esto es culpa de Alben Redmond, ese insolente.
La ‘misión especial de Brigitte’ que Hosen había recibido esta vez era, en esencia, el pago por encubrir sobornos y malversaciones. Era algo que debía cumplir a toda costa.
Su Alteza la Tercera Princesa desea que la Séptima Princesa fracase. Para ello, lo mejor es sabotear los gólems de exploración sin que nadie se dé cuenta.
Desde que partió de la capital, Hosen ya había reclutado alquimistas y magos que planeaban quemar en secreto los circuitos de maná de los gólems.
Por fuera, los gólems parecerían estar en perfectas condiciones, pero en realidad no serían capaces de realizar sus funciones de exploración.
Si todo iba según el plan, Eve no encontraría nada en el desfiladero de Zelkatos, aunque lo explorara durante meses.
Si el equipo de exploración no obtiene resultados durante meses, la Séptima Princesa perderá la confianza de Su Majestad. Mientras tanto, el Marqués Chensley podrá vender los cristales mágicos. Luego, provocaremos un accidente para exponer la incompetencia de la Séptima Princesa y cuestionar su capacidad como líder. Una vez que sea destituida como supervisora, ¡todo estará completo!
El plan bien estructurado llenaba a Hosen de satisfacción.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que llegaran noticias indeseadas a sus oídos.
Eve había curado la fiebre del árbol, una enfermedad que era el mayor problema del pueblo de Lapis, y con ello, había aumentado enormemente la productividad de los homúnculos.
¿Fiebre del árbol? ¿Qué demonios es eso?
Era la primera vez que Hosen oía hablar de esa enfermedad. Se apresuró a investigar la situación.
Poco después, llegó una carta de Brigitte desde la capital. En resumen, decía: ¿Qué estás haciendo? ¿No puedes hacerlo bien?
Hosen se lamentaba. Sabía que el único defecto de su plan era que requería mucho tiempo para dar frutos.
Cuanto más logros acumulara Eve en la región, más difícil sería que su plan se completara.
Eso era un problema. Hosen quería regresar a la capital lo antes posible. Echaba de menos el ambiente del palacio, donde incluso una simple tos podía imponer respeto.
Reconoció su error al centrarse sólo en el desfiladero de Zelkatos. Decidió que también debía sabotear las actividades en el pueblo antes de que fuera demasiado tarde.
Sí, si puedo causar un gran problema en el pueblo, Eve no podrá concentrarse en la exploración del desfiladero. ¡Eso sería perfecto!
El villano brilló con una sonrisa maliciosa mientras maquinaba sus planes.
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Al día siguiente, mientras el grupo de Eve realizaba una sesión de entrenamiento con los homúnculos detrás del pueblo, como de costumbre, recibieron la noticia de que Hosen había llegado.
—Debemos recibir al Conde Sánchez. En este tipo de asuntos, Alben, eres el más indicado.
—Déjemelo a mí, Alteza.
Alben, seleccionado para la tarea, se dirigió solo a la entrada del pueblo. Allí, Hosen ya había llegado y miraba a su alrededor con una expresión desconcertada.
¿Qué es esto? Este pueblo está más decente de lo que esperaba.
Era natural, ya que los trabajos para renovar la ‘arquitectura del pueblo’ estaban casi terminados.
¿Cómo es posible que nadie haya venido a recibirme? Oh, ahí viene uno.
Reconociendo a Alben desde la distancia, Hosen frunció el ceño.
Quería pedir que llamaran a otra persona, pero el pueblo estaba desierto, probablemente porque era hora de que todos estuvieran trabajando en las minas.
Tch. No tengo otra opción.
Hosen, mostrando una falsa paciencia como si estuviera haciendo un gran sacrificio, decidió soportar a Alben.
Sin embargo, justo cuando Alben se acercaba a Hosen en línea recta, cambió repentinamente de dirección.
Ignorando a Hosen descaradamente, se dirigió directamente a su propia tienda, que estaba ubicada junto a la tienda de la Séptima Princesa, y entró sin decir una palabra.
¡Ese… ese insolente!
Indignado por la actitud abiertamente irrespetuosa, Hosen se llevó una mano a la nuca, irritado. Sin dudarlo, alargó sus cortas piernas y siguió a Alben hasta su tienda.
—¡Oye!
—¿’Oye’? ¿Acaso me toma por un vulgar delincuente? Aunque, ahora que lo pienso, ese tono le queda bien. Tal vez sea hora de que devuelva su título nobiliario.
—¡Humph! ¡¿Devolver mi título?! Por mucho que me ataques como un perro rabioso, no lograrás nada. ¡Si supieras quién me respalda, te quedarías boquiabierto!
Alben frunció el ceño con evidente disgusto, claramente recordando cómo, a pesar de las pruebas de malversación y soborno en contra de Hosen, este no había recibido ningún castigo.
Finalmente, Alben decidió ignorarlo y se sentó en su escritorio a revisar unos documentos.
Al ver esto, Hosen disfrutó una sensación de triunfo insignificante, convencido de que había ganado la discusión.
Sintiéndose satisfecho, su actitud se suavizó un poco. De repente, se interesó por los documentos que Alben estaba revisando y, cambiando de tono, se acercó a él.
—Hum, hum. Joven Redmond, tengo entendido que la Séptima Princesa confía en ti para manejar casi todos los asuntos relacionados con el pueblo de Lapis. ¿Podrías hablar conmigo un momento?
—Estoy ocupado.
—¡Ah, pero yo soy tu superior! ¡Solo quiero revisar si hay algún defecto en tu trabajo!
Con una voz autoritaria, Hosen le arrebató los documentos de las manos a Alben.
A pesar de los gritos de indignación de Alben, que exclamaba algo como ‘¡Pero qué descaro!’, Hosen no le hizo caso.
Se alejó unos pasos y miró la primera página del documento.
El título decía: ‘Métodos para aumentar la producción de cristales mágicos’, pero lo que realmente llamó su atención fue el subtítulo:
Cómo explotar eficazmente a los homúnculos.
Por un momento, Hosen sintió que su corazón latía con fuerza debido a lo fascinante que resultaba el tema.
Olvidando que estaba en territorio enemigo, comenzó a leer el documento con entusiasmo.
Cada página que pasaba lo llenaba de asombro y admiración. La intensidad de sus emociones era tal que sus manos temblaban.
Finalmente, después de terminar de leer, Hosen quedó impresionado.
—¡¿Cómo es posible ser tan despiadado en la explotación?!
Hosen levantó la vista hacia Alben, quien, al notar su mirada, carraspeó antes de responder.
—Solo seguí las órdenes de Su Alteza la Séptima Princesa.
—¡¿La Séptima Princesa?!
La modestia de Alben al atribuir el mérito a su superior sólo profundizó los malentendidos de Hosen.
Esto está en un nivel al que incluso la Tercera Princesa tendría que inclinarse.
Había oído hablar de las habilidades innatas de la Séptima Princesa para manejar homúnculos, pero su capacidad para explotarlos era algo fuera de lo común.
No era de extrañar que Brigitte se sintiera amenazada por ella.
Esto es lo que significa ser un verdadero candidato al trono.
El asombro de Hosen pronto se transformó en temor.
¡No puede ser! ¡A este ritmo, obtendrán resultados pronto! ¿Qué voy a hacer? Si eso pasa, la Tercera Princesa descargará su ira sobre mí.
En ese momento, Alben le arrebató los documentos de las manos.
Sacudiéndolos como si estuviera quitándose de encima algo sucio, comentó:
—Le recomiendo que no intente entorpecer nuestro trabajo, Conde Sánchez. Aunque, de todos modos, el pueblo ya está casi en una fase estable, así que no tendría mucho que sabotear.
—Tch…
—Su Alteza la Séptima Princesa pronto se centrará completamente en la exploración del campo mágico. Le sugiero que se prepare para lo que viene.
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