⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Tan abrió la puerta de golpe y salió.
Lat se dirigió a los dos.
—Los dos deberían volver así. Parece que pase lo que pase, tenemos que volver y echar un vistazo.
—Aunque Altheos probablemente dirá cosas desagradables.
Tan hablaba con un deje de diversión en su voz, mientras Lat suspiraba al bajar del carruaje.
Afuera se oyeron ruidos de conversación y un cambio de caballos. Entonces, Brynn y Brann entraron en el carruaje y tomaron asiento.
Al verlos uno al lado del otro, Lilica pudo confirmar fácilmente que eran hermanos, y sintió cierta envidia.
Jugó distraídamente con su pelo castaño. Hubiera sido mejor que fuera negro como el de Athil.
Alguna vez deseó que fuera rubio como el de su madre, pero ahora pensaba que el pelo negro también estaría bien.
Preguntó Brann.
—Pensábamos oírlo por separado, pero parece que lo oiremos juntos. ¿Qué ha pasado?
Athil explicó la situación exactamente igual que antes. Sin embargo, al igual que antes, e incluso ahora, no mencionó lo de recuperar su poder.
La expresión de Brynn se puso rígida. Se volvió hacia Lilica.
—Debes haber estado realmente conmocionada.
—Sí, fue un shock.
—Aun así, volviste. Fuiste valiente y lo hiciste muy bien.
Athil la abrazó con fuerza y Lilica se echó a reír. Al cabo de un rato, le hizo cosquillas juguetonamente en los costados, y las carcajadas que soltó Lilica estuvieron cerca de los gritos.
—¿Alteza? ¿Se encuentra bien? ¿Ha pasado algo?
Lauv golpeó la ventana apresuradamente y al oír esas palabras, Athil soltó a Lilica.
Ella habló mientras recuperaba el aliento.
—¡Athil me estaba intimidando!
Después de un momento de silencio, tal vez porque se acercó a la ventana o no, una sombra apareció en la pequeña ventana.
—¿Quieres venir aquí?
—Sí, quiero.
—Eh, espera un momento. ¿Ahora piensas escaparte tú sola?
Los ojos de Athil se abrieron de par en par, pero Lilica le sacó la lengua. La puerta del carruaje se abrió cuando aún estaba en movimiento.
Lauv alargó la mano y movió suavemente a Lilica delante de él. Cuando cerró la puerta del carruaje, Brynn y Brann miraron a Athil con una sonrisa.
Independientemente de que Athil estuviera gritando en el interior o no, Lilica disfrutaba de la sensación de ir montada en un gran caballo.
—Lauv, ¿estabas muy preocupado?
—Sí —Lauv soltó una carcajada con toques de suspiro—. Al menos he confirmado que mi vida nunca será aburrida a partir de ahora.
Sonaba amable, y Lilica se sintió aún más culpable.
—Erm, Lauv. Mañana pienso volver a salir. Debes venir conmigo mañana.
—¿Mañana también?
—Sí, tengo planes con Fjord. Es un secreto para Athil, ¿de acuerdo?
Lauv asintió a sus palabras susurradas. Mientras ella se lo dijera, no era un gran problema, pasara lo que pasara.
N/Nue: Mis protegidos, ayuda…
El grupo llegó al palacio ni muy despacio ni muy deprisa. Bajaron del caballo y del carruaje tras cruzar la primera puerta del palacio. Justo cuando pasaron la segunda puerta.
Una luz brillante apareció detrás de ellos.
—?!
Sorprendida, Lilica se dio la vuelta, y divisó una columna de luz azul que salía disparada en algún lugar de la capital.
—Ah.
Aunque los demás no lo supieran, Lilica podía sentir las fluctuaciones de la magia por todo su cuerpo.
Los ojos de Athil se entrecerraron.
Brann habló.
—Será mejor entrar rápidamente.
—Mm.
En la mente de Lilica aparecieron los rostros de Su Majestad y su madre. ¿Podría estar esto relacionado con ellos dos? ¿Qué podría haber pasado?
Sólo pensamientos desagradables vinieron a su mente.
Tuvo una sensación premonitoria. Y como siempre, la intuición de Lilica no se equivocaba.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—Princesa, Princesa.
Lilica levantó la cabeza ante el suave toque.
—Yo, yo no estoy dormida. No voy a entrar.
Lilica, que cabeceaba en el sofá vestida con su camisón, murmuró como si fuera una excusa.
Como se sentía bastante intranquila, estaba esperando a que volviera su madre para meterse en la cama y dormir. Pero dado lo ocurrido hoy y lo tarde que era, su cuerpo no aguantó y se quedó medio dormida en el sofá.
—Princesa, Su Majestad la llama.
Lilica levantó sus pesados párpados. El rostro de Brynn estaba serio, haciéndola volver en sí al instante.
—¿Qué sucede? ¿Ha vuelto Madre?
Brynn sujetó con fuerza los hombros de Lilica y habló con urgencia.
—Princesa, por favor, cálmate y escucha lo que tengo que decirte.
Lilica miró a Brynn con ojos temblorosos y asintió.
—Tu madre ha sido gravemente herida. Por eso Su Majestad te llama. Te pidió que trajeras el artefacto.
—!!
Todo su cuerpo retrocedió.
Ella no sabía qué hacer o cómo manejarlo. Ni siquiera podía entender a qué se refería Su Majestad.
—¿Qué artefacto?
—El Artefacto de la Magic Girl. Princesa, necesitas cambiarte de ropa primero. ¿Puedes moverte?
Lilica asintió. Se levantó entumecida, sintiéndose afortunada de que Brynn y Lauv estuvieran con ella.
Hasta que se montó en un caballo, lo único que pudo hacer fue asentir.
El festival seguía en marcha. Aunque no sabía cómo se explicaba aquella columna de luz azul, todos parecían alegres y felices.
Cuando ella estaba allí, también se sentía feliz, pero Lilica actualmente no lo estaba.
A pesar de su infelicidad, el mundo seguía girando.
Lauv rodeó el recinto del festival y condujo el caballo hacia adelante. Lilica no sabía adónde iban.
Lo único que podía hacer hasta que llegaran era agarrar con fuerza el colgante y meditar repetidamente en su mente.
¿Puedo hacerlo? ¿Puedo hacerlo?
Lauv detuvo el caballo. Era un callejón oscuro. No estaba en los barrios bajos, pero se bajaron delante de una casa destartalada, Tan estaba esperando.
Su expresión era sombría.
El olor a sangre llenaba el aire.
¿A quién pertenecía?
Tan abrió la puerta y habló.
—No estoy seguro de que este sea el camino correcto pero, no, me ahorraré mis palabras.
Ahora no era el momento de discutir. Cuando entraron, las cortinas colgaban en el salón, dividiendo la estancia.
Lat y Weil estaban de pie a un lado. Al otro lado, al abrir la cortina, se descubrió una cama desgastada, y en ella yacía su madre.
Su Majestad estaba sentado al lado. Parecía exhausto y tenía vendas atadas alrededor del brazo, pero abrió los ojos en cuanto entró Lilica.
—Ven aquí.
Lilica se acercó como poseída. El rostro de su madre estaba pálido, y la zona bajo su pecho estaba cubierta con una sábana.
Apestaba a sangre.
Casi involuntariamente, Lilica extendió una mano hacia su madre, pero Altheos la detuvo.
—No mires.
—¡Pero!
—Puedes arreglarlo sin verlo.
En cambio, mirarlo podría hacerlo imposible.
—Levanta el colgante.
Ante sus palabras, Lilica sacó el colgante con manos temblorosas. El colgante brilló mientras colgaba de sus manos.
Aturdida, Lilica se quedó allí, mirando a su madre.
Sorprendentemente, no le vino a la mente ni un solo hechizo mágico. Tenía la cabeza completamente en blanco.
Quería dar un paso atrás.
Quería llorar por no poder hacerlo.
Lilica se quedó mirando el colgante.
A medida que pasaba el tiempo, Altheos chasqueaba la lengua. Los hombros de Lilica temblaron. Altheos la llamó.
—Maga —Lilica se volvió para mirarlo. Altheos extendió una mano y le levantó la barbilla—. Tienes que hacerlo. No hay nadie más que pueda. Y tú puedes hacerlo. ¿Qué es lo primero?
La mirada de Lilica se clavó en la suya.
—Lo primero… lo primero es la luz.
Una luz en su pecho. Una luz que daba valor para caminar en la oscuridad.
Su colgante empezó a brillar.
Altheos retiró la mano.
Dirigió su mirada hacia Lydia.
Lilica cerró los ojos.
Debe curar a su madre.
He hecho ungüentos y he creado magia para curar heridas. Pero esta no es una herida normal.
Lilica Nara Takar.
Esta bien. Tu puedes hacer esto.
Entonces, ¿qué debo hacer? Piensa. Piensa.
¿Debo esperar que la herida se cure perfectamente? No, no es eso.
Justo entonces, un pensamiento apareció en su mente, como un suave susurro.
No sólo curar, sino restaurar.
No que falte, sino que rebose.
No una curación perfecta, sino una restauración completa.
El fuego es un triángulo, la defensa es un cuadrado.
Si es así, lo que debería dibujar es…
Algo que lo abarque todo.
Lilica abrió los ojos.
Los bordes de sus iris parecían brillar en dorado.
—Lava Tallaid (Círculo perfecto)
Los ojos de Altheos se abrieron de par en par antes de dejar escapar una sonrisa irónica.
No esperaba volver a oír ese hechizo.
Una luz dorada estalló. Era lo bastante deslumbrante como para que todos entrecerraran los ojos, pero no lo bastante cegadora como para que desviaran la mirada.
Parecía la suave y cálida luz del sol invernal.
Altheos se quitó las vendas del brazo.
Todo curado.
El poder no se concentró y se dispersó por los alrededores.
Eso significa que…
Altheos se levantó de su asiento y cogió a Lilica, cuyo cuerpo se balanceaba mientras la luz se atenuaba.
Significa que se excedió.
Lilica respiró hondo.
Le temblaban las manos.
En ese momento, Lydia abrió los ojos.
Sus ojos azules parpadearon lentamente y se incorporó bruscamente.
—¿Lilica? Un momento, ¿esto es?
Tiró la sábana que cubría su cuerpo. Debajo de su ropa, que tenía un gran agujero, se revelaba una piel suave sin un solo rasguño.
Lilica rompió a llorar y se lanzó hacia Lydia.
—M-mamá, mamá, huk, ack, huk-
—Lilica, está bien. Está bien, ¿eh?
Mientras consolaba a la llorosa Lilica, Lydia miraba a su alrededor con expresión desconcertada.
Altheos se desplomó en una silla, exhausto.
Había pasado una noche insoportablemente agotadora.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Lydia se dio cuenta de que estaba soñando.
Este tipo de sueño es la primera vez.
Un sueño en el que sabía que era un sueño.
Cuando observó su entorno, un vasto desierto se extendía en las cuatro direcciones. A la luz de la luna se veían palmeras.
Tal vez porque era un desierto de su imaginación, no era demasiado caliente o demasiado frío.
Qué interesante.
Nunca había visto el desierto, pero aparecía en su sueño.
Caminó por la arena hacia las palmeras.
Apareció un oasis.
Reflejaba la luz de la luna y brillaba con un misterioso color azul.
Era una visión hermosa que nunca había imaginado. Se quedó mirándolo distraídamente y alguien salió del agua.
Se oyó un chapoteo. ¿Había alguien nadando? ¿Por qué aparecía un extraño en su sueño?
No me digas que es uno de esos sueños en los que me enfrento a mí misma.
Lo odiaría.
Justo cuando tenía esos pensamientos, el nadador se acercó y se levantó. Se echó hacia atrás su larga melena negra.
La parte superior de su cuerpo, bien formada, brilló a la luz de la luna cuando salió del agua. El pelo, impresionantemente largo, llamaba extrañamente la atención. Giró la cabeza en su dirección y frunció el ceño.
Lydia se quedó boquiabierta.
—¿Altheos?
Se escurrió el agua de la larga melena, suspiró y empezó a caminar hacia ella.
La superficie del agua se agitó.
Inconscientemente, Lydia giró la cabeza y exclamó.
—Un momento, ¿por qué estás desnudo?
No, ¿estoy soñando con algo así?
¿Son deseos insatisfechos?
Dios mío.
Su mente se mareó con varios pensamientos.
—¿Hay alguien que llevaría ropa mientras nada en un sueño? Además, tampoco llevo nada en la realidad.
—¡Eso es cosa tuya! ¡¿Por qué te desnudas en el sueño de otro?!
—Este es mi sueño.
—¿Qué has dicho?
Lydia estaba a punto de mirarle, pero volvió a apartar la cabeza.
—He dicho que este es mi sueño. Ya lo has visto todo, así que por qué actúas como si fuera nuevo otra vez.
Su voz estaba llena de diversión.
Sintiéndose incómoda, Lydia dijo.
—Esto es diferente.
—¿Ah, sí? Entonces dame una toalla de tu lado.
Cuando miró hacia atrás, se había levantado una tienda que antes no estaba allí. Era una tienda de estilo nómada del desierto de aspecto plausible.
Lydia sacó una toalla de allí y se la lanzó.
—Qué quisquilloso.
Altheos se rodeó la cintura con la toalla al salir del agua. Sólo entonces Lydia volvió su mirada hacia él.
—¿Dices que este es tu sueño?
—Sí. Es mi sueño. Has entrado en mi sueño.
Su largo pelo negro se secó milagrosamente, como si nunca antes hubiera estado mojado. Su pelo era lo suficientemente largo como para caer en cascada más allá de sus caderas.
—¿Pero no tengo poderes?
Lydia habló, y él sacó una bata de la tienda, se la puso y tiró la toalla a un lado.
Se medio tumbó en la alfombra y habló con voz tranquila.
—Es porque hoy has bebido mi sangre.
En respuesta a sus palabras, Lydia se llevó involuntariamente la punta del dedo a los labios.
—¿Por qué lo has hecho?
Ante su pregunta, levantó la cabeza.
Altheos apoyó la parte superior de su cuerpo con un brazo y volvió a preguntar en posición reclinada.
—¿Por qué has hecho eso?
Lydia se acercó y se dejó caer sobre la alfombra.
—¿De qué estás hablando?
Ante su pregunta, los ojos de Altheos se entrecerraron. Lydia lo miró con curiosidad.
Normalmente, los sueños no eran tan detallados y vívidos. Incluso verse a uno mismo desde una perspectiva en tercera persona era raro, por no hablar de observar a los demás.
Sin embargo, ¿qué está pasando aquí ahora mismo?
Mientras le resultaba intrigante, Altheos le cogió la barbilla y la mejilla y la obligó a mirarle. Fue con un toque suave pero firme.
—¿Por qué te pusiste delante de mí?
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