⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Lydia parpadeó.
—No lo sé.
—…¿Qué?
Se le escapó una respuesta sin querer. La expresión de Lydia seguía siendo indiferente.
Altheos estaba desconcertado.
—Habrías muerto.
—Bueno, supongo que sí…
Fue un golpe asestado con un artefacto. Como iba dirigido a matar a Altheos, el resultado fue tremendo. Una parte de su cuerpo desapareció como si hubiera sido devorada por un cocodrilo gigante.
—¿No gritabas todos los días sobre tu misión de proteger a Lilica y hacerla feliz? ¿Qué harías si murieras?
Lydia se secó la cara.
Sólo había conseguido evitar la muerte instantánea gracias a las medidas de Altheos, y sólo había sobrevivido porque Lilica era una maga.
Si uno de ellos no hubiera estado allí, ella habría muerto. Cuando pensó eso, la respuesta se hizo clara.
—¿Si muero, no puedo intervenir, pero si me pasa algo, puedes ocuparte de las cosas…?
—¿Por qué en tono interrogativo?
—Es una respuesta muy lógica, pero no parece la que se me ocurrió en ese momento. Digamos que mi cuerpo se movió primero.
—….
Aparentemente insatisfecho, frunció el ceño.
Lydia le habló.
—De verdad. No quiero dar una respuesta conveniente. Porque no quiero mentir.
Mirándola fijamente, Altheos preguntó.
—¿Me quieres?
—No.
La respuesta llegó demasiado rápido, fue casi instantánea. Altheos enmudeció momentáneamente.
Frunciendo el ceño, habló mientras se acostaba.
—¿Por qué no vienes a mí? Después de oír una confesión de amor como ésta, ¿no es hora de que vengas poco a poco a mí?
—¿Sigues con ese tema?
La estupefacta Lydia se tumbó a su lado.
Altheos giró la cabeza para mirarla.
—¿Hay algo de mí que no te satisface?
La expresión de Altheos era seria.
Al parecer, no podía tomárselo a broma.
Lydia habló lentamente.
—No es cuestión de que te guste o no. Además, para empezar, tú no me quieres.
—¿Por qué?
—Soy humana, y tú odias a los humanos.
La cara de Altheos parecía haberle pillado desprevenido. Lydia sonrió.
—Además, simpatizo contigo hasta cierto punto. ¿No es peor recibir simpatía de alguien que te cae mal?
—Ya veo.
—Así es. Decirle ‘te quiero’ a alguien así… Además, es algo inaceptable para alguien tan retorcido como yo.
—¿Torcido?
—Sí.
Estaba siendo extrañamente honesta. ¿Era porque se trataba de un sueño? De repente, Lydia frunció el ceño y se levantó bruscamente.
—¿No me digas que estás jugando con mi mente?
—¿Qué?
—Dijiste que este era tu sueño. ¿Me has hecho algo raro?
Altheos la miró y se levantó lentamente.
Mientras le rodeaba el cuello con los brazos, susurró.
—Así es, es mi sueño. Puedo estropear el tú que entró en el mundo en mi mente. Puedo hacerte anhelar amor, hacerte rogarme o convertirte en una tonta.
Su agarre en el cuello de ella se tensó.
—Puedo aplastarte por completo.
Su rostro se acercó.
Ojos azules, fríos y helados, irradiando un azul intenso.
—Lo siento.
Lydia se disculpó.
No le temblaba la voz.
—¿Por qué?
—Dudé de ti, aunque me respetas.
El juramento del dragón.
Altheos soltó su agarre, dejando escapar una breve carcajada.
—Jajaja. Se te da bien escapar.
—Lo sé, por eso lo siento igual.
Volvió a tumbarse en el suelo.
—¿Y si te dijera que te quiero de verdad?
Lydia rió ante las palabras de Altheos.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—No confío en los humanos —Una respuesta escueta—. No puedo confiar en ellos, así que no hay manera de que pueda amar. En la única que confío es en Lily.
—¿Por qué?
Lydia rió, echando la cabeza hacia atrás.
—Porque soy hermosa.
Altheos la miró.
Detrás de ella, una esbelta luna creciente colgaba del cielo. Con la cabeza arrogantemente levantada, Lydia era inquietantemente hermosa.
Sus cabellos dorados brillaban bajo la luz de la luna. Sus ojos azules parecían los mares más australes. Un cuello largo y esbelto y un cuerpo de curvas perfectas.
Si alguien la viera, pensaría en ella como la diosa lunar que descendió al oasis.
—Comprendo —Susurró él en respuesta—. Por eso no confías en los humanos.
—No parece que lo entiendas.
—Fufu.
Lydia se limitó a sonreír.
No era algo que pudiera explicar con palabras.
Todo lo que había experimentado debido a su belleza. Incluso ella misma se había aprovechado de su propia belleza.
Muchos intentaron aprovecharse de ella.
Cuando una luz es fuerte, también lo es la sombra que proyecta, y ella lo había probado todo.
Todo se fundiría en las llamas de la pira ardiente.
Lydia miró al cielo.
—Es increíble.
Parecía que caían estrellas a raudales. El horizonte sin límites se llenó de estrellas.
Lydia se tumbó y contempló las estrellas. Sentía que caía sin parar. O tal vez se elevaba hacia el cielo.
Altheos se subió al cuerpo de Lydia. Se sostenía con los brazos y miraba desde arriba.
Su pelo negro caía en cascada como cortinas.
—No soy humano.
Lydia parpadeó.
Preguntó Altheos.
—¿Acaso la belleza de una humana importaría a los ojos de un dragón?
Los labios de Lydia se entreabrieron ligeramente. Miró fijamente a Altheos antes de agarrarle el dobladillo de la ropa.
—Entonces, ¿no te lo parezco?
Su voz estaba llena de confusión. Nunca había oído la frase ‘no eres guapa’ en toda su vida.
Incluso si oía a otros decir que no lo era, tenía la confianza para resoplar y comentar lo buenos mentirosos que eran.
Pero, ¿qué hay de la perspectiva de un dragón?
Como era la primera vez que recibía una evaluación de una especie diferente, Lydia se sintió extraña.
Sin embargo, pronto esbozó una sonrisa arrogante y habló.
—Así es. Eres un dragón, pero también eres humano, ¿no?
Altheos se limitó a seguir mirándola.
—¿Si fuera un dragón completo?
Por un momento, la forma de Altheos desapareció y quedó envuelta en una sombra. Los ojos de Lydia se abrieron de par en par.
—Madre mía.
Una exclamación involuntaria escapó de sus labios.
Un gigantesco dragón se alzaba sobre la arena. Su enorme cabeza bajó lentamente.
Un silbido y una oleada de calor emanaron de entre sus dientes. En la realidad podría haber causado quemaduras, pero en el sueño era caliente sin ser doloroso.
Las escamas de color negro azabache brillaban y resplandecían. Cuando las enormes alas se desplegaron, pareció como si proyectaran una sombra sobre el mundo entero.
Embelesada, Lydia se levantó y extendió una mano. Las escamas, que parecían frías, estaban sorprendentemente calientes, como si estuvieran llenas de fuego por dentro. El tamaño abrumador la hizo estremecerse. Sintió náuseas en el estómago. Incluso si la otra parte no tenía intención de hacer daño, el tamaño era suficiente para ser amenazante.
—¿Altheos…?
Cuando llamó suavemente, la cabeza del dragón se volvió hacia ella.
Las pupilas de sus ojos azules se alargaron verticalmente. No había emoción en ellos.
Eran ojos penetrantes y fríos. Los dragones no tenían emociones.
El control sobre las furiosas llamas de sus cuerpos se regía por una racionalidad helada.
Al momento siguiente, volvió a su forma humana.
—¿Qué te parece?
—Bueno, más de lo que había imaginado… —Lydia le miró aturdida—. Precioso.
Altheos rió ante sus palabras.
—Exactamente lo mismo que yo. Te ves hermosa incluso a través de los ojos de una especie diferente. Pero para mí no es sólo eso… —Se acercó un paso. Su palma tocó su abdomen—. Quiero tocarte. Quiero saborearlo todo, ver tus diferentes caras, oír cada sonido que haces. Quiero tragarte con mis llamas. ¿Cómo llamarías a este deseo, que yo no tenía cuando era dragón?
La mano que la tocaba era cálida. Los ojos azules estaban cerca. Aquellos ojos frígidos de cuando era dragón, ahora los sentía ardientemente calientes.
¿Llevaba fuego dentro, ya fuera dragón o humano?
Cuando estaba a punto de rodearlo con los brazos, Altheos se rió: ‘Ah’.
—¿Dormir juntos aquí es una forma de unión psicológica?
—……
Lydia bajó los brazos bruscamente. El ambiente se hizo añicos. Empezó a caminar hacia el oasis.
Splash, splash.
El agua estaba sorprendentemente fría, pero ella entró sin vacilar. Sorprendido, Altheos la siguió y la agarró del brazo.
—¿Qué haces?
—Voy a dormir aquí.
Lydia frunció el ceño.
Altheos hizo lo mismo.
—No te tocaré. Duerme. Sólo ver tu cara dormida ya es bastante agradable.
—Es la primera vez que oigo algo así. ¿Eh?
Al momento siguiente, se encontró tumbada sobre una mullida alfombra. Altheos impidió que la confundida Lydia se levantara.
—Es mi sueño, así que puedo hacer todo esto. Duerme, Lydia.
Apretó suavemente su frente. Lydia lo miró un momento antes de cerrar los ojos.
Los brazos de Altheos la abrazaron con familiaridad.
Mientras se preguntaba si podría volver a dormirse en un sueño, los sonidos del viento del desierto y el susurro de las hojas de las palmeras del oasis la arrullaron rápidamente.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—Heuk, hngh.
Se oyó un sollozo ahogado. Athil agarró a Lyrica por los hombros.
—Lyrica, está bien. Es sólo un sueño.
Lyrica estaba empapada en sudor frío y abrió los ojos bruscamente. Athil le apartó los húmedos mechones de pelo de la frente mientras hablaba.
—¿Qué tal si llamas a la tía?
Lyrica negó enérgicamente con la cabeza.
—No, acaba de recuperarse.
No puedo hacer berrinches.
—Entonces no podemos hacer nada.
Se subió a la cama, tirando de los brazos de Lyrica para rodearle la cintura.
Lyrica, adoptando una postura en la que enterraba la cabeza profundamente en el pecho de Athil, lo miró desconcertada.
Sus ojos enrojecidos por la pesadilla le parecieron entrañables, y Athil rió entre dientes.
—Ojos de conejo.
Lyrica parpadeó varias veces. Athil se apoyó en una almohada grande y afelpada y dijo.
—Te abrazaré toda la noche. No te preocupes, duerme.
—¿En serio?
—Sí.
—Yo, yo ya soy mayor…
—Diez años no es del todo maduro. Yo también pensaba que ya era mayor.
Haciendo entrenamiento espartano y todo eso. Pero mirando atrás, seguía siendo joven.
Lyrica dudó un momento y luego lo abrazó con fuerza. El calor de Athil era reconfortante, y tener a alguien a su lado la tranquilizaba.
—Podrías resfriarte así. Duerme pronto.
—Athil.
—¿Qué pasa?
—Cuéntame cualquier historia.
—¿Qué?
—O cántame una canción de cuna en su lugar.
La expresión de Athil se tornó ligeramente incómoda.
—¿Por qué yo?
—Porque creo que podré dormirme más fácilmente cuando oiga tu voz…
Murmuró y le miró con los ojos llorosos. El ceñudo Athil la miró por un momento y finalmente cerró los ojos.
—Oh, en serio.
Murmurando, empezó a acariciarle la espalda.
—Érase una vez, en un profundo bosque, un leñador. Un día, encontró una gran colmena. Entonces, para vender la miel, fue a la ciudad…
La rústica historia era sencilla. Lyrica sintió el reconfortante contacto de su mano acariciándole la espalda.
Mamá está a salvo, no pasa nada. Todo es sólo un sueño.
El alivio superó con creces su ansiedad, alejándola. Lyrica exhaló largamente y se hundió en la suavidad de la manta. La historia de Athil continuó.
—Entonces, el leñador le puso delante un cachorro de miel…
En su sueño, Lyrica se encontró rodeada de cachorros de miel.
Eran cachorros con colores como la luz del sol y olían dulce, como la miel.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Fjord no podía dormir. Se levantó de la cama, se puso una bata de dormir y bajó al salón.
Lisett estaba acurrucada en el sofá del salón sin luz.
Al ver a Lisett, que estaba acurrucada en el sofá como un guijarro circular y con el pelo plateado suelto, Fjord la miró un momento antes de darse la vuelta. Una voz aguda llegó desde detrás de él.
—¿Es divertido?
—…¿Qué?
Se volvió lentamente, y Lisett levantó la cabeza. Sus ojos ardían intensamente.
—¿Te divierte que haya fracasado? ¿Has venido a presenciar?
—Como era de esperar.
Parecía que Lisett era la causa de este alboroto. Si fuera el Duque Barat, ella no atacaría tan directa y descuidadamente.
—Debe haber sido toda una pérdida…
Murmuró, y Lisett se mordió el labio, sacando algo.
Era un espejo roto.
Le tendió el espejo en forma de corazón, y su reflejo apareció varias veces en el espejo destrozado.
Lisett habló en voz baja.
—Reina de Corazones, ¡absorbe!
Una luz azulada pareció destellar junto al espejo, pero desapareció. Al mismo tiempo, el espejo se hizo añicos y cayó al suelo.
Lisett tiró el espejo con rabia.
—Si te vas, yo también…
Lisett se puso en pie tambaleándose.
Paso a paso, se acercó.
Su mano agarró el dobladillo de su bata.
—¿Por qué, al principio fuiste amable, pero por qué?
De repente rompió a llorar. Fjord la miró perplejo.
En un instante, Lisett dejó de llorar, lo miró con fiereza y gruñó en voz baja.
—Yo, yo te mataré. Cuando sea más fuerte, te mataré. Y entonces, entonces. Me convertiré en la mejor, la mejor hija a los ojos de Madre.
Fjord tuvo que contenerse para no soltar chiquilladas como ‘Claro, como quieras’ o ‘No necesito este tipo de cosas’. En lugar de eso, le agarró la muñeca, lo que provocó un gemido de Lisett.
Fjord agarró la mano de Lisett y le subió la manga.
Los moretones aún no se habían formado, pero las marcas rojas, signos de haber sido golpeado, eran claramente visibles.
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