⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El rumor de que Lady Sheria Babeloa había regresado se extendió por todo el imperio.
Había vuelto de la mano del Duque Lenox Hesman, pero no había mucha gente que recibiera con agrado el escándalo amoroso de aquella pareja adúltera.
Nadie los invitó a salones ni bailes.
Por supuesto, dada la posición de Sheria y Lenox, la gente los trataba con amabilidad y cortesía en público.
Pero solo era una fachada.
—Qué descaro.
—Se hacía la modosita por fuera, ¿quién iba a imaginar lo que hacía a escondidas?
—Exactamente. Yo me moriría de vergüenza y no saldría de casa.
Los murmullos de la gente casi hacían temblar el techo.
Estaba segura de que Sheria no aguantaría tanta mirada encima, pero parece que me equivoqué.
La Sheria que yo conocía disfrutaba ser el centro de atención y que todos la alabaran.
Pero si ha estado callada, seguro hay un motivo.
No tenía pruebas concretas, pero sí una fuerte sospecha.
Esos dos insectos estaban esperando el día de su compromiso para hacer un gran anuncio.
Y, para ser sincera, lo que planeaban hacer era…
Están preparándose para revelar la verdad sobre el agua bendita, los artefactos sagrados y el poder divino. Es tan obvio.
Si Sheria no era tonta, no se limitaría a celebrar una simple ceremonia de compromiso.
Además, si el Duque Babeloa no era un idiota, no habría permitido la unión en este momento sin razón alguna.
Si Sheria manifestaba su poder divino, la gente olvidaría su pasado y comenzaría a hablar solo de ella.
Sheria usó su poder de sanación con todos. Con la Emperatriz enferma y con los mendigos de las calles.
Por eso, terminaron venerándola.
Yo no tengo el mismo poder de curación que Sheria.
Lo único que tenía de mi lado era un héroe, un demonio atrapado en una espada y el maestro de la Torre de Magia.
Me acaricié los labios y me sumí en mis pensamientos.
No logro entender exactamente qué tipo de poder es el poder divino. Sé que tiene propiedades curativas, pero ¿cómo es posible que sea tan fuerte? Hay algo extraño…
Un poder misterioso de origen desconocido, capaz de hacer caminar a los lisiados y devolver la vista a los ciegos.
Mientras revisaba la pila de cartas que llegaban a la papelería, no podía dejar de pensar en ello.
Algunos nobles astutos me escribían para adularme y conseguir una invitación a la coronación.
⌜Lady Meldenik,
Felicitaciones por su nombramiento como Marquesa de Kinnoa. Me encantaría asistir a su ceremonia de investidura como invitado.
Si lo desea, incluso podría ofrecerle temporalmente una residencia.
Y si no es mucha molestia, ¿podría preguntarle qué tiene planeado para la ceremonia?⌟
El problema era que estos mismos nobles, en el pasado, se habían dedicado a hablar mal de mí a mis espaldas.
¿Cómo pueden cambiar de actitud tan rápido, como si dieran vuelta la palma de la mano?
Ya había recibido varias cartas de este tipo en la papelería.
Todos querían saber cuál era mi poder. Había quienes especulaban que era ilusionismo, otros decían que alquimia.
—Que sigan adivinando.
Dejé las cartas descuidadamente sobre la mesa, apoyé el mentón en la mano y empecé a leer otra.
Entre tantos mensajes impregnados de hipocresía, también había cartas que me reconfortaban.
Últimamente, cada mañana, recibía lo que parecía casi una carta de amor de parte de Lady Hailey, de la Academia Supia.
Era una joven noble que estudiaba en la academia y que se había convertido en mis ojos y oídos en ese lugar.
A pesar de tener solo siete años, era sorprendentemente astuta y me traía información muy útil.
⌜Lady Meldenik, ¿cómo ha estado? Soy Hailey, estudiante de la Academia Sufia.
Gracias a su diario, paso días muy felices. Por eso quería devolverle el favor.
Algo extraño está ocurriendo dentro de la academia.
Algunas jóvenes nobles asistieron al baile que organizó Lady Sheria y, después de eso, comenzaron a compartir una especie de jugo entre ellas.
Hace poco, escuché a algunas decir: ‘Definitivamente, es agua bendita’.
El rumor de que Lady Sheria posee un poder divino se está extendiendo entre las jóvenes nobles.
Además, escuché que Lady Sheria pronto tendrá una cena con la Emperatriz.
Me escondí y escuché en secreto.
Parece que la Emperatriz ha estado sufriendo de un descontrol de maná durante diez años. Pero Sheria dice que puede curar su enfermedad.
¿Qué pasará si esa persona tan despreciable consigue incluso el favor de la Emperatriz?
¿No hay alguna forma de detenerla?
Hailey, pequeña como un hámster, pero muy inteligente.⌟
Lo sabía.
La carta de Hailey me confirmó que, al igual que en la historia original, Sheria estaba a punto de convertirse en la sanadora de la Emperatriz.
Abrí la mano y miré mi palma.
Yo también debo esforzarme para enfrentarla.
Debía entrenar mi maná.
Y al pensar en entrenamiento de maná, inevitablemente había una persona que venía a mi mente.
Isaac Reinhold.
Miré fijamente el pájaro blanco tallado en madera que descansaba sobre la mesa y me sumí en mis pensamientos.
¿Seguirá investigando el agua bendita?
Toc, toc.
Golpeé suavemente el pico del ave de madera mientras reflexionaba.
En la historia original, Sheria había logrado crear agua bendita y obrar milagros con ella.
El papa testificó que ella tenía el don de hacer caminar a los lisiados y devolver la vista a los ciegos.
Y así, Sheria se convirtió en una santa y todos la veneraron como una existencia sagrada.
—¿Tú también tienes curiosidad, pajarito?
Murmuré en voz baja hacia el pájaro de madera.
En ese momento, de repente, el pico sobresaliente del pájaro se pegó a la punta de mi dedo.
Y con un sonido de clic, las luces de toda la papelería parpadearon, se apagaron y luego se encendieron de nuevo.
Definitivamente le había hecho una pregunta al pájaro, pero esto era extraño.
—Sí, tengo curiosidad.
¿Por qué de repente escuché una voz masculina familiar?
Miré fijamente al hombre alto que entraba por la puerta de la papelería y abrí la boca.
—¿Isaac…?
Este hombre era realmente curioso.
¿Cómo podía aparecer justo en el momento en que estaba pensando en él?
Levanté la mano para saludarlo como bienvenida.
—¿Has estado bien?
Apenas habían pasado dos días sin verlo, pero sentía como si hubiera pasado un largo tiempo.
Era como si alguien estuviera saltando suavemente sobre mi corazón.
Isaac me propuso dar un paseo.
Acepté su sugerencia.
Después de todo, es mejor hablar mientras se siente la brisa fresca que hacerlo en una mesa.
Isaac y yo cerramos la puerta de la papelería y nos pusimos uno al lado del otro.
Como había estado dentro de la papelería todo el día, no me di cuenta de que ya había oscurecido. Caminamos por un camino diseñado como un sendero para pasear.
Incapaz de soportar el prolongado silencio que nos envolvía, pronuncié su nombre en voz baja.
—Isaac.
—Sí.
—¿A qué has venido?
Me detuve y lo miré.
Quizás por el aire frío de la noche o por la atmósfera, que de repente parecía extrañamente romántica.
A la luz de la luna, el rostro de Isaac parecía peligrosamente atractivo.
Isaac ajustó el chal que llevaba puesto y me susurró.
—La luna está en el cielo, pero no hay estrellas visibles esta noche.
Su comentario repentino me dejó perpleja, fruncí el ceño con confusión.
Se despeinó el cabello varias veces y dejó escapar una risa baja.
—¿Eh?
—Así que…
—¿…?
—Me acordé de ti.
¿Dice que al no ver estrellas pensó en mí?
Eso es una razón absurda y trivial.
Lo observé fijamente, tratando de descifrar su verdadero significado.
Pero él simplemente me miraba con una expresión completamente inocente.
Entrecerré los ojos, tratando de detectar algo sospechoso en su rostro.
Su expresión es la de siempre… pero sus orejas parecen estar extrañamente rojas.
Desvié la mirada de su rostro y me humedecí los labios con la punta de la lengua antes de responder con calma.
Sentía que cualquier error en mis palabras podría ser crítico.
Isaac parecía haber captado todos mis pensamientos.
Me miró desde arriba y dejó escapar una leve risa.
Mientras aseguraba mi chal, que el viento intentaba arrastrar, pronunció mi nombre en voz baja.
—Mel.
Su rostro estaba impregnado de una calidez sin fin.
Cubrió mis orejas frías con sus manos tibias.
Las orejas, que estaban medio entumecidas por el frío, comenzaron a derretirse bajo su toque.
Nuestros ojos se encontraron en el punto medio entre ambos.
Las largas y oscuras pestañas de Isaac proyectaban sombras sobre sus párpados.
No es que esté enamorada de este hombre. Pero era cierto que su rostro, tan cerca del mío, me dejaba sin aliento.
También es verdad que he desarrollado cierto afecto por él…
—Es una noche hermosa, somos muy cercanos…
Él enfatizó sus palabras mientras retiraba las manos que habían envuelto mis orejas.
—Si somos cercanos, es natural que quiera verte.
Así que básicamente ha venido porque quería verme.
En mi cabeza, se encendió y apagó una luz roja por un momento.
Cuando entró en la papelería antes, mi corazón latía rápido.
Pero ahora latía con fuerza.
Algo cayó pesadamente a mis pies de manera intangible, y no pude ocultar mi expresión.
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