Traductora / Correctora: Day.
No había lugar donde llevar a un niño al que no le gustaban los médicos, así que nos dirigimos a la papelería.
‘Se ha hecho un hechizo de limpieza, pero sigue pareciendo sucio’.
El niño, que entró en la papelería antes de la remodelación, parecía haberse escandalizado por el modesto interior. Pero, por suerte, se estaba lavando el cerebro con:
‘Soy un caballero. Esto es un campo de batalla’.
Saqué la medicina de urgencia que me llevé cuando salí del Ducado, desinfecté las piernas del niño y se las vendé.
—Ya casi está.
Encima, Dominique puso la mano en silencio. Probablemente era magia curativa, pero el niño cerró los ojos y no vio la magia en acción.
—No me duele nada.
—Eres como un caballero genial.
Mi mirada sobre el niño pronto se desvió hacia el objeto que tenía en la mano. El objeto que nunca se separaba de su mano, ni siquiera cuando estaba tumbado en el suelo solo o cuando le aplicaban desinfectante en la cara. Se aferraba a él como si no fuera a soltarlo, aunque muriera.
Era una cajita de música envuelta en un estuche transparente.
Me maravillé ante lo que parecía una vieja antigüedad. No es fácil ver una caja de música hoy en día.
—¿Te gustan este tipo de cosas?
La cara del niño se puso roja.
—… Eso es, no me juzgues por mi mal gusto.
Quizás a la gente no le gusta la idea de que las antigüedades sean viejas. El niño era simpático mientras intentaba negar desesperadamente que su gusto estuviera fuera de la tendencia dominante.
—¡No! A mí también me gustan estas cosas. Las cosas antiguas.
Entonces los ojos del niño se pusieron redondos como los de un conejo. El niño habló alzando la voz.
—¡Nunca he conocido a nadie a quien le gusten estas cosas como a mí!
—Las antigüedades son muy bonitas. Este tipo de caja de música también tiene canciones muy bonitas —Sonrió alegremente ante mis palabras, pero pronto se volvió huraño.
—La compré para el cumpleaños de mi hermano, pero… ¿le gustaría?
Hm. Me quedé pensando un momento. Los regalos de cumpleaños que se hacían populares entre los nobles estos días eran, por lo general, extremadamente caros y sofisticados.
Por ejemplo, un sombrero pulcro de precio elevado y buen acabado. Vestidos de alta gama confeccionados con telas importadas del otro lado del océano, que daban más fuerza al tejido que a la decoración.
Me encogí de hombros y me dirigí a la niña.
—Me alegraría mucho recibir el regalo. Y…
—¿…?
—Si le caes bien a tu hermano, le gustará cualquier regalo que reciba de ti. Si es al revés y te odia, igual aceptará cualquier regalo, pero sin pensarlo.
Una vez, Meldenique Vaveloa luchó por complacer a su padre. Así que, cada vez, compraba algo de última moda social y se lo regalaba a su padre. Aun así, nunca resultó bien.
‘Me alegro de que los regalos no acabaran en la basura’.
Mezclar palabras de mis propias experiencias hizo que los ojos del niño crecieran como si hubiera sido iluminado. Los dos ojos centelleantes me miraron fijamente.
—E-esas palabras profundas realmente me impresionaron…
‘Este bebé, ¿empezaba a gustarle?’
Sonreí y acaricié la espalda del niño. El pequeño, cuyo nombre aún desconocía, dejó su cabeza en mi mano como un gato.
‘Iba a regañarlo, a preguntarle cómo se llamaba y por qué se había hecho daño, pero…’
—¿Ha terminado el tratamiento?
—Sí, aunque está un poco descuidado… —Dominique asintió y estiró las piernas. No podía creer que aquellas piernas largas y delgadas pertenecieran al héroe de la leyenda. Habló con despreocupación, sintiendo mi mirada—. El niño debe de estar cansado.
—Iba a llamarle un carruaje enseguida… —Me incliné sobre el hombro del niño que empezaba a dormitar con el cuerpo lastimado—. Cariño, ¿quieres subir un momento a dormir una hora? Cuando te despiertes te llamaré para alquilar un carruaje.
El niño asintió con sus ojos soñolientos. Pero luego me tocó con cuidado el cuello de la camisa y susurró en voz muy baja.
—No hay fantasmas ahí arriba, ¿verdad?
—Sí, no los hay. Si sale un fantasma, le daré una paliza.
—…Veo que el caballero está lleno de espíritu. Viendo que vives en una casa abandonada, eres realmente como un caballero… —El niño cerró lentamente los ojos con fuerza.
‘Qué quieres decir con abandonada… está realmente destartalada. Supongo’.
Dominique dejó al niño dormido en el sofá del segundo piso y salió a trompicones.
—Ahora, ¿por qué no hablamos de la remodelación?
—¿Tan de repente? —Dominique se sentó en la silla sin piernas y me interrogó. Asentí enérgicamente a Dominique.
—Sí, de repente.
Mi plan era así.
Debe estar asistiendo a la Academia, así que promocionaré la papelería cuando despida al niño. Pero el edificio era tan desprolijo que parecía que las relaciones públicas no funcionarían. Además, no puedo dejar que un niño invitado se vaya con malos recuerdos.
—Creo que sería bueno mostrar un poco el jardín cuando despidamos al niño.
—Bueno… es… —Dominique apartó la mirada como si no pudiera negarlo.
‘… ¿es tan malo?’
Miré por la ventana y hablé. Vi maleza espesa, y la hierba húmeda que parecía un fantasma podría aparecer.
—…Empecemos por cortar rápidamente la hierba.
Una hora más tarde.
Dominique que me miraba como ‘¿Quieres usar una espada como yo para cortar el césped?’ se calmó.
‘Dominique… ¿hay algo que no puedas hacer?’
Tenía un talento increíble para cortar la hierba. Especialmente, cuando cortaba las ramas gruesas, quería alabarlo como el Dios de las flores.
—¿No crees que se ha limpiado?
—Así es —Dominique estiró los hombros y se apoyó en el árbol—. Ah, claro. Mel.
—¿Sí?
—Dije que había tres tipos vigilándonos ahí fuera, ¿verdad?
—… Sí.
Estaba nerviosa.
—Cuando llevé al niño, les lavé un poco el cerebro. Iba a informar a mi maestra —Dominique levantó su espada y cortó ligeramente la hierba. Podía oír cómo las ramas caían al suelo. Dominique habló, mirándome en cuclillas arrancando malas hierbas—. Bueno… En realidad, no es proteger, pero puedes considerarlo un regalo sorpresa.
‘Debe odiar a Lennox. Siempre está refunfuñando sobre él’.
Asentí y sonreí.
—¡Sí, lo hiciste bien!
—Suspiro… Creo que estoy cansado porque ha pasado mucho tiempo. Aunque me quedé quieto para la magia del lavado de cerebro.
—Lo hiciste bien, Dominique. ¡Vamos a comer carne más tarde —Le di un pulgar hacia arriba! Dominique, que era débil con los elogios, bajó su espada tratando de no sonreír.
—Hm hm. Ahora saquemos esta rama de aspecto peligroso de aquí.
Mientras lo miraba hacia el árbol, sonreí.
‘¿Será porque hace tanto tiempo que no usa magia? Está tan emocionado’.
Fue cuando Dominique le daba la espalda. Se oyó un extraño crujido en la hierba.
‘¿Qué es?’
Eché un vistazo alrededor.
‘No hay nada sospechoso… También les lavó el cerebro a los tres’.
Pero era extrañamente espeluznante.
Miré a mi alrededor.
‘¿Eh? Creo que puedo ver algo de la espada.’
Bajé la mirada. La espada negra que estaba en el suelo empezó a tambalearse. Me arrastré hacia los cerezos y Dominique, agarrándome fuertemente de su brazo.
—… ¿Dominique?
—¿Sí?
—Sobre esa espada.
—¿Sí? ¿Te refieres a mí que soy bueno podando, la espada de Dominique? —Dominique estaba tarareando y recogiendo cerezas.
Agarré el brazo de Dominique e intenté sacarle el tema de que la espada era extraña.
‘¿Eh? No puedo hablar’.
Extrañamente, mi boca estaba bien cerrada. Y por desgracia, la espada se movía más rápido. Desde el suelo, una energía negra humeante fluyó desde detrás de la espalda de Dominique.
¡PANG!
Con un fuerte ruido, el aire se volvió frenéticamente frío. Yo seguía sin habla, viendo como un trozo de humo salía de la espada y formaba una figura.
—¿Por qué se liberó el sello? —Dominique se mordió los labios como si fuera un fracasado.
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