⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Levanté la gran espada que sostenía en mi mano, alzándola en el aire.
«He llegado justo a tiempo para arruinar la fiesta.»
Gracias a la magia de teletransportación de Dominique, logré aparecer en el momento exacto.
«Ahora empieza.»
Finalmente, Dominique comenzó a materializarse desde la espada.
«¡Está caliente!»
El mango de la espada ardía tanto que en cuestión de segundos sentí que las ampollas comenzaban a formarse en mi mano.
Apreté con fuerza el mango, soportando el calor abrasador durante unos instantes. Entonces, Dominique empezó a emerger de la espada.
Su silueta, que al principio era apenas un borrón de humo, no tardó en adoptar una forma completamente humana.
Con un movimiento elegante, Dominique sacudió su cabello.
Echó un vistazo rápido a su alrededor antes de enviarme un mensaje telepático.
«¿Qué tal? ¿Me vi increíble, verdad?»
—E-ese hombre… ¿No es el adúltero?
—¿Qué demonios está pasando…?
Los invitados empezaron a murmurar al unísono. Entre las voces que hablaban en el idioma imperial, se mezclaban también lenguas extranjeras.
Parece que muchos habían visto el retrato de Dominique en los tabloides.
—…Hermana.
La voz de Sheria tembló con debilidad.
—Sí, Sheria.
Seguramente, ahora que su valioso compromiso había sido arruinado, querría fingir que era la víctima.
—Este es un lugar sagrado para la ceremonia de compromiso. No importa cuánto… no importa cuánto estés enojada conmigo, al menos podrías haber mantenido un mínimo de respeto.
Le dediqué a Sheria una sonrisa serena.
—¿Por qué no eres tú quien muestra un poco de respeto?
Su rostro se cubrió de confusión, como si no entendiera mis palabras.
—¿De qué estás hablando?
—He venido a exponer tu mentira.
Dejé que mis palabras se desvanecieran por un instante, antes de continuar con un tono exagerado, casi teatral.
—Dijiste que poseías la espada sagrada, un arma de la línea de sangre del héroe Dominique… pero eso fue una mentira.
Un sonido colectivo de jadeos recorrió el salón.
Entonces, el valiente conde Morally se levantó de golpe y habló.
—No puede ser… ¿Ese artículo es real?
Miré la esfera mágica que sostenía en su mano. En la pantalla, podía verse un titular de última hora publicado por el Diario del Palacio Imperial.
El artículo anunciaba que yo poseía la espada del héroe, Dominique.
Asentí con satisfacción.
—Es cierto.
—Dios mío…
El murmullo entre los invitados se intensificó.
—Hermana, ¿qué clase de noticia has…? No, más importante aún…
Sheria me miró con el rostro desconcertado.
—Si la espada sagrada es una mentira, ¿cómo puedes probar que esa espada que sostienes es realmente Dominique? ¡No mientas! ¡Todos saben que tú y él están teniendo una aventura!
—Sí, es cierto. Ese hombre fue quien tuvo un amorío contigo, ¿no es así?
Observé los ojos temblorosos de Sheria y el rostro pálido de Lennox, y sonreí con dulzura.
—La verdad, estaba esperando que dijeras eso.
Habría sido una lástima si no lo mencionaba.
—Si no me crees, te lo mostraré.
A mi lado, Dominique sonrió con cinismo.
—Humanos… ¿Saben por qué el héroe Dominique es tan famoso?
Chasqueó los dedos.
El lujoso arco nupcial del salón se convirtió instantáneamente en polvo.
—Porque cada campo de batalla al que fui, lo reduje a cenizas.
Sin esfuerzo alguno, Dominique convirtió la gran tarta de bodas en polvo, y luego hizo lo mismo con el altar del oficiante, que desapareció sin dejar rastro.
Con una sonrisa, Dominique contempló la escena.
Las cámaras mágicas estaban enfocándonos completamente.
Seguramente, esta transmisión se estaba emitiendo en todas las plazas del imperio en ese mismo instante.
Sabiendo esto, Dominique comenzó a hablar con rapidez.
—Escuchen bien. No solo no he cometido adulterio, sino que yo, Dominique, el héroe que salvó al imperio, he permanecido puro durante mil años.
Mientras Dominique avanzaba paso a paso, Sheria y Lennox retrocedieron ante su presencia abrumadora.
—Y sin embargo, no contentos con difamar la relación sagrada entre mi contratista y yo…
El cabello negro de Dominique se agitó suavemente con la brisa.
Las personas que lo rodeaban quedaron hipnotizadas por la escena sin darse cuenta.
—Incluso se atrevieron a fabricar un falso linaje. ¿Llamaron a esa cosa una espada sagrada? Yo jamás reconocí tal arma como parte de mi sangre.
Un silencio glacial se extendió por el lugar.
Entonces, Dominique blandió su espada impregnada de aura de manera veloz.
Desde la hoja de su espada emergió un poder ardiente que fue disparado directamente hacia Lennox.
Lennox, que notó la ofensiva demasiado tarde, sacó su espada de la cintura y se apresuró a defenderse con su propia aura.
El impacto lo obligó a rechazar el ataque de manera apresurada, y un dolor agudo recorrió su muñeca. Frunció el ceño y dejó escapar un quejido.
—Tsk…
Tal vez, por ahora, solo sienta dolor en la muñeca. Pero en poco tiempo, la agonía se extenderá hasta lo más profundo de su ser. Dominique se aseguró de ello.
Mientras lo veía gemir con angustia, volví a hablar.
En este preciso instante, Dominique, quien acababa de castigar a Lennox, se veía más majestuoso que nunca, como el espadachín supremo.
—Es un ataque que ni siquiera Su Excelencia, el Duque Lennox Hessman, de quien se rumorea que ha alcanzado el nivel de Maestro de la Espada, pudo bloquear por completo.
Recorrí con la mirada a los nobles a mi alrededor y volví a hablar.
—¿No es esto suficiente prueba?
Dominique sonrió y se acercó a mí nuevamente, pegándose como un gato arisco.
«¿Verdad que fue una gran decisión hacer un contrato conmigo?»
«Sí.»
Respondí en mi mente con una sonrisa. ¡Mi Dominique es el mejor!
Mientras todos seguían en shock por la identidad de Dominique, el sonido de pasos acercándose lentamente por detrás llegó a mis oídos.
Una voz somnolienta y fría resonó a mi lado.
Era Isaac.
—Mel, y también Dominique. He traído la espada sagrada que se atrevieron a hacer pasar por el linaje de Dominiqueous.
Era la falsificación que Sheria y el Duque Hesman habían proclamado como la espada que contenía la sangre de Dominique.
Isaac me agarró del hombro desde atrás y susurró en mi oído.
—He lanzado un hechizo de amplificación de voz y me aseguré de que la esfera mágica no pueda apagarse.
Mientras yo recibía mi título nobiliario, Isaac había lanzado hechizos por todo el lugar, tal como habíamos planeado ayer.
—Ellos usaron magia de proyección, así que haré que todos los magos que controlan las esferas se duerman y provocaré un fallo en ellas.
—¿Un fallo?
—Haré que no puedan apagarlas, por más que quieran.
—Así, todas las personas en las plazas podrán ver su humillación hasta el final.
Sonreí mientras escaneaba el interior del salón de compromiso. Las esferas mágicas de proyección estaban instaladas por todas partes en las paredes.
Era, sin duda, el escenario perfecto.
Sentí como si las luces brillantes me envolvieran.
Todos los nobles del Imperio, los enviados extranjeros e incluso los sacerdotes presentes me observaban con atención.
—¿Ladrones? ¿Se atrevieron a robar la espada sagrada?
—Ladrones, no. Su Excelencia.
Mi voz resonó con fuerza, y solo entonces Lennox pareció entrar en pánico.
Sin siquiera atreverse a acercarse, se quedó en su lugar, con la frente llena de venas hinchadas mientras gritaba.
Lo miré con frialdad y solté mi veredicto.
—No solo me engañaron y cometieron adulterio, sino que también trajeron una espada falsa, fingiendo que era del linaje de Dominiqueous, y con ello insultaron al héroe del Imperio.
Elevé la espada sagrada que Isaac me había entregado, alzándola alto en el aire.
Los ojos de Sheria se abrieron de par en par, presa de la obsesión que tenía por la espada.
Apretando los puños con furia, su cuerpo temblaba mientras gritaba.
—¡Devuélveme mi espada sagrada, hermana! ¡Te lo advertí!
—¿Espada sagrada? ¿De qué hablas? Esto es una falsificación.
El rostro de Lennox, obsesionado con su reputación, se tornó rojo de ira al darse cuenta de que estaba siendo humillado.
—A-apaguen la esfera mágica. ¡Ahora mismo!
Sonreí con diversión y caminé hacia ellos.
—¿Y por qué no mejor los escuchamos, Su Excelencia?
El bullicio había desaparecido por completo.
Todos estaban atentos a cada una de mis palabras.
—Siendo así, ¿no sería más rápido que estos dos adúlteros, que osaron suplantar el linaje de Dominiqueous y calumniaron el contrato sagrado entre él y yo, sean quienes desaparezcan?
Con una sonrisa, le entregué la espada a Dominique.
Y en ese instante, la espada se desmoronó en el aire, desintegrándose en polvo.
Si realmente hubiera sido la espada sagrada, no se habría descompuesto.
Pero, por supuesto, era solo una falsificación.
Sheria, sin saberlo, comenzó a gritar desgarradoramente.
—¡No! ¡Aaaah! ¡No puede ser…!
Se retorcía y gritaba como una loca, pero nadie le prestó atención.
—Sheria, vámonos. No vale la pena enfrentarnos a esa mujer.
Lenox la sostuvo por la cintura, intentando marcharse con ella como si fueran amantes trágicos.
Pero no iba a dejarlos ir de una manera tan melodramática.
—Miren eso, ahí va la pareja adúltera que se atrevió a suplantar el linaje del héroe.
Proyecté mi voz con claridad, asegurándome de que todos vieran su patético intento de huida.
Ellos soñaban con una ceremonia de compromiso hermosa, pero al final, lo único que lograron fue su propia ruina.
Era obvio.
Después de todo, ¿cómo se atreven a celebrar un compromiso cuando han cometido adulterio con tanta desfachatez?
Las personas que habían estado observando la escena empezaron a chasquear la lengua mientras los veían marcharse.
Su silueta tambaleante mientras se alejaban era un contraste absoluto con la arrogancia con la que solían caminar en el pasado.
Sonreí, recordando lo que había ocurrido antes.
—Sheria y tú parecen una pareja.
—No seas tan fastidioso y patético.
Ellos, que siempre se burlaban de Meldenique, ahora estaban avergonzados y marchándose con el rabo entre las piernas.
—Siempre confié en los productos de Hessman y la empresa Vaveloa.
Escuché los murmullos de la gente, y me sentí aún más satisfecha.
«La verdadera espada sagrada está bien sellada dentro de mi espada.»
«Bien hecho.»
Sonreí ante las palabras de Dominique.
No sabía qué pensarían ahora esos dos adúlteros que ya habían salido del lugar.
Su reputación se había hundido, pero cuando lograran recuperarse del impacto, intentarían contraatacar.
Todavía tenían dinero y títulos nobiliarios.
Pero ahora, yo también los tenía.
Mi venganza aún no había terminado.
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