⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Por eso, Rashid practicó esgrima hasta que sus pequeñas manos se llenaron de callos, estudió hasta el amanecer y, a los trece años, se dirigió a un campo de batalla devastador. Lo hizo porque eso hacía que su madre sonriera. Y a él le encantaba verla sonreír, así que seguía sus órdenes con entusiasmo.
Pero… ya no era así. Ahora había alguien mucho más valioso que las raras sonrisas que su madre le mostraba.
Por eso, Rashid dijo con una voz cargada de emoción:
—Lo siento, madre.
—…
—No quiero tener nada que ver con ninguna otra mujer que no sea Siana.
El rostro de la Emperatriz se endureció, pero Rashid no retiró sus palabras. Simplemente hizo una ligera reverencia y, sin esperar permiso, salió del palacio de la Emperatriz.
La Emperatriz, que había estado mirando con asombro el lugar donde Rashid desapareció, se llevó la mano a la frente y tambaleó. Evelyn, una de las doncellas, se acercó para sostenerla.
—¿Se encuentra bien, Su Majestad?
—… ¿Cuántas veces ha desafiado Rashid mis órdenes?
No había pasado ni un mes desde que regresó al palacio, pero durante ese tiempo, Rashid se había rebelado contra ella varias veces.
Una fue cuando hablaron de Aris, otra cuando intentó que se encontrara con Verónica.
Y ahora esto.
Rashid había expresado su voluntad de una manera más firme que nunca.
Estaba obsesionado con una simple doncella.
La Emperatriz murmuró con una voz fría:
—Actúa igual que su padre. Se vuelve loco por una mujer.
Evelyn, con los ojos muy abiertos, abrazó a la Emperatriz.
—Tranquilízate, María.
Afortunadamente, funcionó.
El rostro de la Emperatriz, que se había contorsionado de manera amenazante, volvió a su expresión tranquila habitual.
Apoyando la cabeza en el pecho de Evelyn, la Emperatriz habló.
—Evelyn, Rashid ha cambiado mucho más de lo que esperaba.
—Su Alteza ya tiene dieciocho años. Era de esperarse.
Rashid había comenzado a alejarse del seno de su madre y a expresar su propia voz.
Pero la Emperatriz no tenía intención de permitirlo.
Rashid tenía que entenderlo. No importaba la edad que tuviera, al final, debía actuar conforme a los deseos de la Emperatriz.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Empezaron a circular atrevidos rumores en el tranquilo palacio.
—¿Que Su Alteza el Príncipe Heredero tiene una relación especial con la señorita Verónica?
—Así es. Últimamente, la señorita Verónica ha estado viniendo con frecuencia al palacio. Aunque pretendía visitar a la Emperatriz, en realidad venía a ver al Príncipe Heredero.
—¡Oh, cielos!
El escándalo entre el valeroso Príncipe Heredero y la hermosa dama era demasiado tentador para no prestarle atención.
El rumor se extendió rápidamente.
Algunos decían que habían visto a la señorita Verónica y a Rashid juntos, e incluso que se habían besado apasionadamente.
Pero eso no fue todo.
Hubo un día en que la señorita Verónica regresó a su mansión de madrugada, y se decía que quien pasó la noche con ella no era otro que el Príncipe Heredero.
—…Eso es lo que se comenta.
Ante las palabras de su guardaespaldas Sol, Rashid soltó una risa incrédula.
Ya había escuchado los rumores sobre él y Verónica la primera vez, y entonces le parecieron absurdos, pero ahora estos se habían multiplicado como una bola de nieve.
—Qué asco.
Murmuró Rashid.
Sol no se atrevió a contradecirlo.
Lo único positivo era que casi nadie creía realmente en esos escandalosos rumores.
Era cierto que la señorita Verónica había estado visitando con frecuencia el palacio, pero no había ninguna otra prueba ni testigos que respaldaran las afirmaciones.
Era solo uno de los muchos rumores infundados que circulaban en el palacio y en la sociedad.
Sol habló:
—Aun así, no podemos dejar que estos rumores se propaguen. Deberíamos solucionarlo lo antes posible.
—¿Cómo?
—Su Alteza podría presentarse ante todos y decir: ‘¡No tengo el más mínimo interés en una dama como la señorita Verónica!’
—Eso sería interesante.
—Sí, lo sería.
Hubo un breve silencio entre los dos.
Sol se encogió de hombros y dijo:
—En realidad, es ridículo que Su Alteza tenga que aclarar cada uno de estos rumores absurdos. Eso podría dañar su honor. En lugar de eso, creo que sería mejor encontrar al responsable de difundir estos falsos rumores y castigarlo públicamente.
Sin embargo, Rashid negó con la cabeza ante las palabras de Sol.
—No es necesario.
—¿Va a dejar que el responsable se salga con la suya?
—Sí.
Sol abrió los ojos como platos, incrédulo.
—¡Eso no tiene sentido! ¡Debe pagar por difundir un rumor tan sucio!
Aunque Sol a menudo maldecía en silencio a su amo, nunca permitiría que alguien más lo pusiera en una situación difícil.
Con sus músculos enormes y tensos, Sol exclamó:
—Solo deme la orden. Mañana mismo encontraré a ese ser despreciable, vil y sucio que ha difundido este rumor y lo llevaré ante Su Alteza.
Sus ojos ardían con una lealtad inquebrantable hacia Rashid.
Pero Rashid no tenía intención de darle esa autorización a Sol.
Porque…
—La fuente del rumor es Su Majestad la Emperatriz, ¿verdad?
Siana, que sostenía una tetera, lo dijo.
Rashid, que había abierto los ojos con sorpresa, frunció el ceño poco después.
Era como si su expresión dijera: Sabía que no podía ocultártelo.
—¿Cómo lo supiste?
—No fue tan difícil.
El escándalo comenzó después de que la Emperatriz empezara a invitar a la señorita Verónica al palacio. La sincronización fue perfecta.
Y no solo eso.
—Normalmente, cuando surgen rumores escandalosos en el palacio, la Emperatriz suele intervenir primero para detenerlos, pero no ha mostrado ninguna señal de hacerlo.
La gente pensaba que la Emperatriz ignoraba el asunto porque no quería lidiar con algo tan vulgar, pero el juicio de Siana era diferente.
La razón por la que la Emperatriz no intervenía era porque ella misma había originado los rumores.
Y la razón por la que una mujer tan digna estaba detrás de tales rumores era…
Siana preguntó con una expresión ligeramente endurecida:
—¿Es por mí?
—…
—¿La Emperatriz ha difundido estos rumores porque le molesta que yo esté cerca del Príncipe Heredero?
Los ojos de Siana se oscurecieron.
Era comprensible. No era fácil para una simple doncella soportar el hecho de que la Emperatriz estuviera consciente de ella.
Rashid negó con la cabeza ante Siana.
—No es por ti.
—¿De verdad?
—Sí. Así que no tienes por qué tener miedo.
Rashid, tratando de tranquilizar a Siana, continuó:
—Aparte de eso, mi madre solo piensa que debo casarme ahora. Con la mujer que más me ayude en mi camino hacia el trono.
En ese momento, los hombros de Siana se tensaron, aunque Rashid no lo vio.
Hubo un breve silencio entre ellos.
Rashid, con una expresión angustiada, se pasó una mano por el cabello y finalmente dijo:
—Lo siento.
—¿Lo qué?
Rashid, solo ahora se daba cuenta de lo fácil que había sido para él tomar a la relación con Siana a la ligera.
—No sabía cuánto era de desagradable y repugnante estar en boca de todos por algo así.
—…
—¿Es esto a lo que te referías cuando te preocupabas?
Siana pronto entendió a qué se refería Rashid.
Cuando Rashid había confesado sus sentimientos por Siana, ella había expresado su preocupación por los rumores extraños que podrían surgir.
Eso era lo que Rashid estaba diciendo ahora.
—Si hubieran surgido rumores sobre nosotros dos, te habría sido mucho más difícil de lo que soy ahora.
Mientras Rashid estaba solo en su desagrado, Siana habría escuchado insultos y palabras despectivas de muchas personas.
Siana era solo una doncella.
Las críticas hacia los más débiles eran mucho más crueles.
—…
Siana miraba a Rashid con una expresión de sorpresa ante palabras inesperadas.
El rostro de Rashid estaba sombrío, como si hubiera cometido un gran pecado contra Siana.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Siana, acostada en la cama mirando al techo, murmuró:
—Hoy también no me ha llamado.
Llevaba varios días sin recibir una invitación de Rashid. Antes, él la llamaba más de tres veces al día, al menos para tomar té durante dos horas.
—Hmm.
Siana entrecerró los ojos.
Poco después, se levantó de la cama y fue a buscar a Sol, el guardaespaldas.
Sol, sorprendido al ver a Siana, exclamó:
—¿Qué te trae por aquí?
—Quería preguntarte algo.
—Entonces hazlo y vuelve.
Sol susurró con un rostro pálido:
—No sé qué hará el Príncipe si descubre que me he encontrado contigo. Él ya está de los nervios por no poder verte.
Siana frunció el ceño ante esas palabras.
—¿Y por qué no me llama?
—…
Los ojos de Sol se agrandaron aún más.
—¿Está evitando verme a propósito?
Sol asintió con una voz pequeña y temblorosa.
—Sí.
—…
Siana suspiró levemente.
—¿Por qué?
—… Últimamente, mucha gente está observando al Príncipe.
En el pasado, las doncellas solían hablar de Rashid, pero la mayoría eran comentarios sobre su belleza y crueldad.
Pero ahora era diferente.
El interés de la gente se centraba en los asuntos amorosos del joven Príncipe, y estos rumores se estaban volviendo cada vez más viles y persistentes.
—El Príncipe probablemente está preocupado de que te vean involucrada en esos rumores.
—¿Entonces por eso no me llama?
—Sí. Las doncellas y sirvientes del palacio son reservadas, pero nunca se sabe quién podría hablar.
—…
Siana se sintió frustrada, como si tuviera una piedra en el pecho.
¡¿Por qué alguien que solía actuar sin miedo ahora se preocupa de manera tan sensata?!
Por supuesto, Siana también se preocupaba por los rumores, pero esta precaución parecía excesiva.
—Aunque la situación sea así, todavía se puede invitar a la doncella encargada del té a tomar una taza, ¿verdad?
Sol tragó saliva al ver a Siana mordiendo sus labios.
—Entonces, cómo he respondido a tus preguntas, ¿puedo irme ahora?
Siana, que había atrapado a Sol mientras él intentaba irse, preguntó:
—¿Dónde está el Príncipe ahora?
Comments for chapter "113"
MANGA DISCUSSION