⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Pero si lo hacía, por mucho que fuera Rashid, se vería envuelto en una situación complicada. Por eso, Rashid reprimió su impulso violento y dijo:
—No importa lo que ella diga, no es verdad. Nunca he tenido ningún contacto con ella. Espero que en el futuro no vengas a verme con este tipo de asuntos desagradables.
La voz fría de Rashid convenció al Duque Angelus de algo: el joven príncipe heredero frente a él no tenía ninguna intención de hacerse responsable de lo que había sucedido. Con el rostro torcido, el Duque Angelus miró a Rashid y dijo:
—Entendido, entonces no queda más opción.
—……
—Informaré de esto a Sus Majestades el Emperador y la Emperatriz. A diferencia de Su Alteza, que es tan cobarde, ellos tomarán una decisión sabia y responsable.
En ese momento, la expresión de Rashid se volvió tan aterradora como la de un fantasma. Sin embargo, el Duque Angelus, a pesar de estar sudando frío, no retrocedió. No podía hacerlo, no por el bien de su hija, que había sido engañada por un hombre vil y ahora estaba embarazada.
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Las palabras del Duque Angelus no eran una fanfarronada. Fue a ver al Emperador y la Emperatriz para contarles lo sucedido. Mientras el Emperador se mostraba indiferente, la Emperatriz quedó profundamente impactada.
—¿Es esto cierto, Duque Angelus?
—Sí. Verónica no ha salido de su habitación recientemente. Desde que supo que estaba embarazada, ha estado esperando que Su Alteza, el príncipe heredero, viniera a verla, pero él no ha aparecido.
—Dios mío.
La Emperatriz se cubrió la boca con una mano, su rostro pálido. El Duque Angelus, con una expresión afligida, continuó:
—Realmente no sé qué hacer. Como bien sabe, Su Majestad, es inaceptable que una mujer noble soltera tenga un hijo.
Sería un escándalo en la alta sociedad, y la mujer sería marcada como alguien inmoral y tendría que vivir en soledad por el resto de su vida. En tales casos, las mujeres solían intentar abortar al bebé o, en algunos casos, se retiraban a un lugar lejano bajo el pretexto de un tratamiento, donde daban a luz en secreto y luego abandonaban al bebé en un monasterio.
Con una voz temblorosa, el Duque Angelus dijo:
—Pero no podía hacer eso. Porque el bebé que lleva mi hija es de sangre real.
La sangre real es sagrada. La línea de la familia imperial debe ser protegida y respetada a toda costa. Por eso, aunque el Duque Angelus sabía que la reputación de su familia y de Verónica se vería dañada, no podía simplemente ocultar este asunto.
—Su Majestad, por favor, tome una decisión sabia por el bien del valioso bebé que lleva mi hija.
El Emperador permaneció impasible, sin mostrar ninguna reacción, pero la Emperatriz no fue así. Asintió con la cabeza, mostrando que comprendía el corazón del Duque.
La Emperatriz convocó a Rashid de inmediato. No pasó mucho tiempo antes de que Rashid apareciera. La Emperatriz, dirigiéndose a Rashid, que la saludó respetuosamente, dijo:
—El Duque Angelus estuvo aquí.
Rashid respondió con calma, ya que era algo que esperaba.
—No importa lo que haya dicho, no es cierto. No ha sucedido nada entre la dama y yo.
Pero la Emperatriz no le preguntó si era verdad. Ni siquiera intentó verificarlo. Simplemente habló con un tono de decepción.
—Esto no es algo que puedas resolver con una simple negación.
No era un asunto insignificante, especialmente porque involucraba a la única hija del único Duque del Imperio. Aunque Rashid tuviera un poder inmenso como príncipe heredero, no era algo que pudiera ignorar. La Emperatriz propuso la solución más sencilla.
—Cásate con la dama Verónica, Rashid.
No era una sugerencia sorprendente. Desde hace algún tiempo, la Emperatriz había dejado claro que quería que Rashid se casara con la dama Verónica. De hecho, había sido la Emperatriz quien difundió los rumores sobre Rashid y Verónica.
Quizás incluso la mentira de que está embarazada de mi hijo sea parte del plan de mi madre.
La Emperatriz era capaz de eso. Podía sonreír con un rostro infinitamente benévolo, pero si había algo que quería, haría cualquier cosa para conseguirlo.
Rashid sintió una oleada de cansancio. En el pasado, nunca le molestaba ese aspecto de la Emperatriz porque siempre la había seguido incondicionalmente. No importaba lo que la Emperatriz pidiera, Rashid siempre asentía con la cabeza. Pero ahora no.
Rashid respondió con voz clara:
—No, madre.
Ante esa respuesta firme, la Emperatriz frunció el ceño. Luego, tratando de calmarse, habló suavemente.
—Rashid, esta situación no se puede resolver simplemente diciendo ‘no’. ¿Realmente planeas hacer del Duque Angelus un enemigo?
El Duque Angelus era uno de los nobles más poderosos del Imperio. Enfrentarse a él no traería nada bueno para Rashid. Incluso podría unirse a otros príncipes y poner en peligro el puesto de Rashid como príncipe heredero. Era un asunto serio.
Sin embargo, Rashid respondió con una expresión impasible:
—No me importa si el Duque se convierte en mi enemigo. Si alguien intenta controlarme, no aceptaré a esa persona.
Si se convertían en enemigos, sería más fácil. Simplemente los eliminaría.
En eso, al menos, Rashid tenía plena confianza.
La Emperatriz miró a Rashid con el rostro torcido. Estaba enojada con su hijo por atreverse a desafiarla. Pero lo que la ayudó a contenerse fue el hecho de que había anticipado esta reacción.
Aunque suele seguirme como un perro leal, nunca retrocede si algo no le parece bien.
La Emperatriz conocía bien a su hijo.
Por o tanto, ya había anticipado que con respecto a este matrimonio, no podría hacerme obedecer con solo unas pocas palabras. En lugar de enfurecerse como un hielo afilado, la Emperatriz hizo una propuesta.
—Entonces, ¿qué te parece esto?
—¿…?
La Emperatriz continuó, mirando a Rashid con los ojos entrecerrados.
—Escuchemos lo que Racta tiene que decir sobre cómo resolver este asunto.
Al oír ese nombre, las cejas de Rashid se elevaron. Racta, el Sabio, era el líder de la religión que veneraba a Ororo, uno de los muchos dioses del Imperio, y una de las personas más respetadas en todo el Imperio. A pesar de ser de sangre real, Racta había renunciado a su nobleza para servir a Dios, cuidar de muchas personas y orar por ellas. También era justa y sabia con todos.
Por eso, muchas personas acudían a Racta cuando surgía un problema, incluidos algunos miembros de la realeza y la nobleza. Cuando los conflictos se volvían tan intensos que solo parecía quedar la guerra como solución, y cuando querían evitar ese último recurso, buscaban a Racta. Ella escuchaba a ambas partes desde una posición neutral, recopilaba pruebas y testigos, y luego compartía su opinión. Aquellos que acudían a Racta solían seguir su juicio.
Sin embargo, Rashid frunció el ceño.
—Verónica está diciendo mentiras descaradas. ¿Por qué tendría que hacer eso?
—Esa es solo tu opinión.
Los rumores de que Rashid y Verónica podrían tener una relación especial ya estaban circulando. Hasta ahora, la mayoría los consideraba absurdos y sin sentido. Pero ¿qué pasaría si Verónica apareciera con el vientre abultado? Y si, con lágrimas en los ojos, dijera: ‘El padre de este niño es el Príncipe Heredero’… Entonces, muchas personas le creerían sin dudarlo, como lo hizo el Duque Angelus.
La Emperatriz intentó persuadir a Rashid.
—Con el tiempo, esto solo te causará más problemas. Pero si Racta determina que lo que dice Verónica es una mentira, todo este asunto se resolverá de manera limpia. Sería lo mejor para ti, ¿no crees?
—…
Rashid sintió un nudo de disgusto en el estómago. Sin embargo, no podía refutar las palabras de la Emperatriz. Porque, como ella decía, esta era la forma más segura de resolver este sucio asunto. Racta tenía ese poder.
Y si es Racta, ni siquiera mi madre ni el Duque Angelus podrán manipularla con algún truco vulgar.
Aunque Rashid no sentía una especial admiración por Racta, no dudaba de la imparcialidad del sabio, que había vivido durante tantos años. La confianza que Racta había ganado era impresionante.
Finalmente, Rashid asintió con la cabeza.
—Entendido. Pero si Racta determina que no hay nada entre la dama Verónica y yo, no vuelvas a intentar emparejarme con ninguna otra mujer.
—Así será. Pero tú también debes prometer que si Racta determina que tú y la dama Verónica tienen una relación especial, te casarás con ella y asumirás la responsabilidad.
Sin embargo, a diferencia de la Emperatriz, que asintió de buen grado, Rashid no respondió. Aunque le pareció insolente, la Emperatriz no dijo nada. Al fin y al cabo, la opinión de Rashid no era tan importante.
Si Racta apoya a la dama Verónica, todo el mundo clamará que Rashid debe casarse con ella, y no podré hacer nada al respecto.
Incluso para Rashid, conocido por su aterrador apodo de Príncipe de Sangre, sería difícil ignorar tal clamor.
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La familia real y el Duque Angelus enviaron una carta a Racta.
⌜La única hija del Duque Angelus, Verónica, que anhela un amor puro como el de una joven, ha quedado embarazada antes de casarse. Verónica ha señalado al Príncipe Heredero como el padre de su bebé. Sin embargo, el Príncipe Heredero, que busca la verdad y el honor, ha negado rotundamente sus palabras. Nos gustaría conocer la opinión del sabio Racta sobre este agudo conflicto entre los dos.⌟
Hasta hace poco, solo algunas personas en el palacio y ciertos nobles conocían el escándalo entre Rashid y Verónica. Pero ahora ya no era así. El hecho de que la noble familia real y la familia del Duque hubieran confiado un problema tan escandaloso a Racta se extendió rápidamente por toda la capital. Prácticamente todo el mundo lo sabía.
Siempre que la gente se reunía, hablaban con entusiasmo sobre este fascinante asunto.
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