⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Siana se sorprendió por la repentina acción de la doncella.
—Sé que te asustaste al ver una araña del tamaño de un puño frente a ti, pero huir así…
—No estoy huyendo.
—¿Qué?
—Ah, ¿no te lo dije? Hoy es mi último día en este palacio. Me transfirieron a la lavandería.
—…
—Quería irme de este horrible lugar hace tiempo, pero no había más doncellas que vinieran. Ahora que tú estás aquí, soy libre.
Ella miró a Siana y levantó una ceja.
—Como puedes ver, es un lugar espantoso. Pero si asignan a otra doncella, tendrás la oportunidad de escapar. Solo aguanta hasta entonces.
—E-espera un momento.
Siana agarró a la doncella.
—Aun así, deberías explicarme cómo funcionan las cosas aquí…
—No hay mucho que explicar. Solo tienes que cuidar de la princesa.
—¿Y las demás tareas?
El trabajo de una doncella no solo consistía en atender a su señora. También incluía lavar, limpiar y cuidar el jardín.
—Házlo con discreción. De todas formas, en este anexo solo estamos tú y ese pequeño demonio.
Estaba diciendo que, como no había nadie mirando, podía trabajar a su ritmo.
Con eso, la doncella se fue.
Siana se quedó sola en el pequeño palacio.
¿Qué significa todo esto?
Había sido sorprendente ser promovida de doncella en prácticas a doncella oficial de la princesa, pero esta situación era aún más increíble.
¿Tengo que cuidar de la princesa sola?
Siana dejó escapar un pequeño suspiro.
Bueno, si es lo que tengo que hacer, lo haré.
Entonces, ¿qué debería hacer primero?
Siana echó un vistazo al palacio.
Estaba tan sucio que era vergonzoso decir que una princesa vivía allí.
El suelo estaba ennegrecido por las manchas, los marcos de las ventanas estaban cubiertos de polvo y las cortinas estaban manchadas.
El jardín estaba tan cubierto de maleza que parecía una jungla.
Siana suspiró.
Ahora entiendo cuánto han descuidado las anteriores doncellas este lugar. Pero ahora que estoy aquí, no puedo permitir que siga así.
—Primero, limpiaré.
Siana puso sus manos en la cintura y declaró la guerra al polvo.
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Siana barrió el suelo con una escoba. El polvo acumulado era increíble.
—¡Cof, cof!
Luego, usó un cepillo para eliminar las manchas incrustadas.
A medida que frotaba el suelo con el cepillo, la superficie gris se volvía blanca.
El color original, oculto por la suciedad, comenzó a aparecer.
Hace cuánto que no limpiaban esto.
Pero al menos sentía que su esfuerzo valía la pena.
Cada vez que pasaba la mano, el cambio era evidente.
Limpiaba el suelo, las ventanas, y también los adornos esparcidos por todo el lugar.
Justo cuando observaba con satisfacción cómo el palacio se iba volviendo más limpio, una voz chillona interrumpió.
—¿Qué tontería estás haciendo?
—…
Unos pequeños pies descalzos.
Una voz aguda.
No hacía falta preguntar quién era.
Siana levantó la vista.
Era la princesa Aris.
Siana se enderezó rápidamente y juntó las manos.
—Princesa, ¿hay algo que desee que haga por usted?
—…
El rostro de Aris se torció.
Otra vez.
Era demasiado formal.
Era la primera vez que una doncella la trataba así.
Aris apretó los labios.
Debe actuar así porque no sabe nada. Por eso también está limpiando con tanto esmero.
Cuando descubriera que Aris era una princesa despreciada por el Emperador, su actitud cambiaría.
Sentiría lástima.
O la despreciaría.
Y luego me abandonará, como todas las demás. Lo sé muy bien.
Aris miró a Siana y dijo con desprecio:
—No finjas ser buena. Al final, huirás como las otras doncellas en cuanto tengas la oportunidad.
Siana abrió mucho los ojos y cubrió su boca.
—¡Vaya! Era un secreto, ¿cómo lo adivinaste?
La reacción de Siana sorprendió a Aris.
Siana sonrió, como si ya no tuviera sentido ocultarlo.
—Después de todo, soy una trabajadora asalariada. Si consigo un mejor puesto, es natural que me traslade.
—¿Qué?
Siana le dijo a Aris, que la miraba con incredulidad:
—Pero mientras esté aquí, haré todo lo posible por servirle. Soy su doncella, después de todo.
—…
Los grandes ojos violetas de Aris se agrandaron, como si nunca hubiera escuchado algo así antes.
Aris miró a Siana con la mente en blanco, luego corrió hacia un rincón del jardín y regresó con las manos llenas de hojas.
Las esparció con fuerza por el suelo.
—¿Y ahora?
—Sí.
Aris corrió esta vez hacia la ventana y presionó el cristal con sus manos. Las pequeñas huellas de sus manos quedaron marcadas por toda la ventana.
—¿Y ahora?
—Sí.—
—¡…!
Aun así, Aris continuó con sus travesuras. Tiró al suelo todas las mantas que estaban colgadas en el tendedero y pateó la basura que Siana había recogido. Pero Siana no se enfadó ni una sola vez. Respetaba a Aris como su dueña.
Además, este tipo de travesuras son hasta tiernas.
Siana pensó en la nueva reina. Si no le gustaba una doncella, le arrojaba comida o la atormentaba hasta que se calmaba. Comparado con eso, las acciones de la princesa eran comprensibles, o al menos eso pensaba, hasta que descubrió la verdad.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
En el gran castillo había una cocina, pero el palacio Ruby no tenía un lugar designado para cocinar. Así que Siana iba al comedor central para recoger la comida.
El menú de hoy consistía en pan dorado, uvas redondas y jugosas, leche blanca y un grueso filete de salmón a la parrilla.
Es una cena modesta para una princesa, pero sigue siendo mucho mejor que lo que comemos las doncellas. Se ve delicioso.
Siana tragó saliva mientras entraba en la habitación de Aris.
—Princesa, le he traído la comida.
Sin embargo, en cuanto Aris vio la comida, hizo una mueca de asco.
—Solo hay cosas que odio. Mejor trae galletas.
—…
—¿Qué estás esperando? ¡Ve rápido!
Las órdenes de la persona a la que servía eran absolutas. Tenía que obedecerlas sin importar qué.
Pero… su dieta es terriblemente desequilibrada.
Siana miró alternativamente la comida que había traído y a Aris antes de decidirse.
—Princesa, no es bueno sustituir una comida por galletas. Si realmente quiere comerlas, ¿qué le parece si al menos come un poco de esta comida primero?
—¿Por qué?
El rostro de Aris se mostró realmente confundido, con sus ojos bien abiertos. Siana no pudo evitar sentirse perpleja.
—Porque si solo come galletas, no podrá crecer sana y fuerte, especialmente siendo tan joven como usted.
Aris levantó las cejas, claramente no creyendo en lo más mínimo.
—No mientas. He estado comiendo solo galletas y he crecido perfectamente bien hasta ahora.
Siana sintió una sensación desagradable.
No me digas…
Siana miró a Aris con una expresión preocupada.
Estaba tan delgada que apenas tenía carne en los huesos, y también era muy baja.
Siana siempre había pensado que eso era porque Aris aún era pequeña y hablaba muy bien para su edad. Pero si eso era solo una ilusión…
Con voz algo más suave, Siana le preguntó:
—Princesa, disculpe, ¿pero cuántos años tiene?
—Tengo diez, ¿por qué?
¡No parecía tener más de ocho años!
Siana se llevó la mano a la frente, que empezaba a dolerle.
Sabía que la princesa Aris no había recibido los cuidados adecuados.
Vestía como una mendiga y se comportaba de manera ruda, como los niños de la calle. Nunca la había visto haciendo algo parecido a estudiar.
Pero al menos deberían haber cuidado lo básico.
Era un gran problema que una niña llevara una vida tan irregular que ni siquiera hubiera podido desarrollarse acorde a su edad.
Algo en el interior de Siana se removió.
No era el deber de una doncella, sino la responsabilidad de una persona mayor.
—Princesa Aris.
Aris abrió los ojos, sorprendida, al escuchar el tono bajo y diferente de Siana.
La atmósfera de Siana había cambiado; ya no era la misma que siempre había sonreído y soportado cualquier cosa.
Siana miró a Aris desde arriba y dijo:
—Le daré las galletas después de que haya terminado su comida. Así que…
—…
—Empiece a comer.
¿Por qué sentía que estaba diciendo: ‘Si no te comes este pan ahora mismo, verás algo aterrador’?
Aris, sin darse cuenta, se encogió de hombros.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Aris solía levantarse mucho después de que el sol ya estuviera alto. Nadie se encargaba de despertarla. Si alguien intentaba despertarla, se volvía tan feroz como una bestia, así que nadie lo hacía.
Sin embargo, las mañanas de Aris habían cambiado últimamente.
Toc, toc.
Con el sonido de una suave llamada a la puerta, se escuchaba la voz de Siana.
—Princesa, ya han despertado el sol y los pájaros. Es hora de que se levante.
Humph, como si me fuera a levantar.
Aris apretó los ojos y se cubrió la cabeza con la manta.
Siana, que ya había entrado en la habitación sin que Aris se diera cuenta, continuó hablando al bulto inmóvil bajo la manta.
—El menú del desayuno de hoy es estofado de pollo y patatas, galletas crujientes de queso y una fresca ensalada de fresas…
—…
—Parece que está cansada, así que le haré pasar el desayuno.
Ante esas palabras, Aris abrió los ojos de golpe.
Unos días atrás, Aris se había despertado tarde como siempre y había ordenado a Siana que le trajera el desayuno. Pero Siana solo le trajo un vaso de leche blanca y una ensalada enorme.
Para Aris, que odiaba la leche y las verduras más que nada en el mundo, fue una comida horrible.
( ¿Qué es esta porquería? ¡Tráeme un desayuno de verdad! )
( El desayuno es esto. Me comí el pan de crema y el pollo asado que se sirvió esta mañana. )
Los ojos de Aris se agrandaron de incredulidad.
Aris miró a Siana con el rostro lleno de asombro antes de gritar:
( ¿Estás loca? ¿Quién te crees que eres para comerte mi comida? )
Siana, con una expresión de inocencia, respondió a su pequeña y enfurecida señora:
( Solo estoy siguiendo el protocolo del palacio. Es costumbre que los sirvientes se coman lo que queda después de que la realeza haya comido a su hora. )
( ¿Qué? )
( Gracias a que la princesa no desayunó, yo pude darme un festín. )
Y Siana lo dijo mientras se reía y se sujetaba la barriga hinchada.
Con una cara roja de furia, Aris gritó como loca:
( ¡Devuélveme mi carne! ¡Si no me la devuelves ahora mismo, no te lo perdonaré!)
Cuando se comportaba así, las doncellas solían temblar y hacer lo que ella decía.
Pero Siana respondió con calma:
( Sí, como desee. )
Solo las palabras eran respetuosas, pero la mirada de Siana decía: ‘¿Y qué vas a hacer al respecto?’
Y ese día, Siana realmente no le dio nada más de comer a Aris hasta la hora del almuerzo.
Con un hambre voraz, Aris terminó comiéndose la ensalada y la leche con una expresión de puro sufrimiento.
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