⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue

Sol había servido a Rashid desde hace mucho tiempo.

Aunque Rashid era un señor difícil de complacer, también tenía muchas virtudes.

Para empezar, Rashid, a pesar de su apariencia fría como el hielo, nunca utilizaba palabras duras con sus subordinados.

Pero si cometías un gran error, te cortaba la cabeza antes de que pudieras dar una excusa.

Rashid casi nunca les pedía que hicieran tareas molestas.

No es que lo hiciera por consideración hacia sus subordinados; simplemente odiaba depender de otros para hacer las cosas.

Y sobre todo, siempre los recompensaba generosamente, tanto que casi parecía excesivo.

Esa es probablemente su mejor virtud. Hace poco, nos dio a todos una bonificación de diez millones de oro.

No solo a Sol, sino a todo el escuadrón que él comandaba.

Pero… aun así…

Últimamente, ha sido realmente difícil.

El rostro de Rashid, que estaba sentado frente a él con una expresión radiante, brillaba con tal intensidad que parecía deslumbrar. Rashid sostenía un pañuelo en la mano y, con una expresión de éxtasis, lo observaba mientras decía:

—Sol, ¿no es un pañuelo absolutamente perfecto? La suavidad de su textura, los delicados bordados, y ese sutil aroma a lavanda. Nunca había visto un pañuelo tan excelente.

Yo sí, y he visto muchos.

Sol reprimió esas palabras porque sabía que Rashid lo miraría con ojos fríos si se atrevía a decirlas, así que esbozó una sonrisa forzada.

—Sí, efectivamente. Las habilidades de la señorita Siana son realmente impresionantes.

Aunque Sol solo estaba cumpliendo con el protocolo, el rostro de Rashid se iluminó aún más.

—¿Verdad que sí?

—…

—¿Cómo es posible que con esas manos tan pequeñas haya creado algo tan extraordinario? ¿Será que en realidad es una maga?

Sí, parece ser algo así.

Cambiar a Su Alteza, que solía ser tan frío como el hielo, en este tonto embelesado… La señorita Siana es realmente increíble.

Sol se mordió los labios, reprimiendo el deseo de decir esas palabras.

¿No parece que realmente están saliendo?

La verdad es que no era tan sorprendente que la relación entre ellos se hubiera vuelto tan profunda. Los indicios estaban allí desde hacía tiempo. Sin embargo, Sol tenía dificultades para aceptar la situación.

Porque…

Siana debe saber que esto no es algo que se pueda resolver solo con que ambos estén contentos. ¿En qué estaría pensando cuando aceptó a Su Alteza?

¿Será que Siana, atrapada en los lazos del amor, ha olvidado su inteligencia?

Si es así, estamos en problemas.

La relación entre ellos no era algo que pudiera mantenerse de forma normal. Al menos uno de los dos debía mantener la cordura.

Pero al final, las preocupaciones de Sol resultaron ser infundadas.

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Mientras tomaban té en el jardín, Siana le preguntó a Rashid:

—Su Alteza, ¿qué ha pasado con el asunto de la señorita Verónica?

Rashid abrió los ojos con sorpresa.

Después del veredicto en Racta, la opinión pública se inclinó rápidamente a favor de Rashid. Verónica huyó de regreso a su territorio en el sur.

Por supuesto, Rashid no tenía la intención de dejar pasar el asunto sin más.

No puedo dejar impune a quien intentó sacudirme con mentiras tan repugnantes.

Paga diez veces lo que te hicieron. Solo así te aseguras de que no se repita.

Este era el principio que Rashid había adoptado después de tantas batallas.

Rashid había investigado exhaustivamente los pasos de Verónica antes de su embarazo, con el objetivo de encontrar al padre del bebé en su vientre.

No fue una tarea fácil, ya que Verónica había eliminado meticulosamente cualquier rastro.

Sin embargo, después de una investigación persistente, finalmente lograron encontrar una pista.

Habían logrado reclutar a la doncella de confianza de Verónica.

Bueno, en realidad la engañamos con una falsa promesa y luego la atrapamos en una trampa para amenazarla, pero no es necesario entrar en detalles.

Incluso Rashid, a pesar de estar profundamente enamorado, tenía la suficiente astucia como para darse cuenta de esas cosas.

Rashid tomó un sorbo de té y dijo:

—Se supo que la señorita Verónica pasó una noche con el cochero de la casa del Duque Angelus.

Siana se llevó la mano a la boca con un jadeo.

El cochero.

Era alguien que nunca hubiera imaginado.

Sol, que había estado escuchando en silencio, añadió:

—Es un hombre corpulento y fuerte, como un caballo, y parece que tenía bastante popularidad entre las mujeres. La noche en que la luna llena estaba en el cielo, la señorita Verónica lloraba en la carroza, devastada después de ser rechazada por Su Alteza, y fue consolada por el cochero, con quien terminó teniendo una relación íntima…

—Basta.

Rashid cortó la conversación de inmediato.

No quería ensuciar los oídos de Siana con ese tipo de historias desagradables.

Sol respondió con un rápido ‘Entendido’ y cerró la boca.

Rashid continuó:

—En cualquier caso, ahora que tenemos un sospechoso principal, si lo capturamos y encontramos algunas pruebas más, la señorita Verónica estará acabada.

La hija de un Duque, habiendo pasado una noche con un plebeyo, un simple cochero, y quedando embarazada.

Y no solo eso, sino que Verónica había intentado involucrar al príncipe heredero en un escandaloso engaño.

Era un crimen imperdonable.

Cuando esta verdad saliera a la luz, el nombre de la familia del Duque Angelus y la vida de Verónica se hundirían en la ruina.

Sin embargo, Siana, que había estado escuchando en silencio, habló con cautela:

—Su Alteza, ¿qué le parece si no hacemos pública esa información?