⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El primer día de la prueba de la Emperatriz.
Siana decidió cambiar su uniforme de doncella por un vestido. Eve, la jefa de las doncellas del palacio del príncipe heredero, la ayudó a vestirse. Mientras observaba a Eve arreglar la amplia falda del vestido, Siana comentó:
—Eve, cuando revelé que estaba saliendo con el príncipe heredero y cuando se supo que soy una princesa extranjera, siempre has permanecido igual.
Eve nunca había mostrado reacción alguna, como una roca ante cualquier situación. Con una expresión serena, Eve respondió:
—Mi deber es solo servir al príncipe heredero de manera cómoda. Todo lo demás no es asunto mío —Podría haber sonado como un comentario frío, pero Eve continuó hablando en voz baja, casi como un murmullo—. En ese sentido, no podría pedir nada mejor que ver al príncipe heredero con una buena pareja. Nunca lo había visto tan feliz como ahora.
Siana sintió una extraña sensación de cosquilleo en su pecho.
Como no era un evento formal, omitió los adornos y se vistió de manera simple pero adecuada. Al salir de la habitación, encontró a Rashid esperando por ella. Cuando la vio, sus ojos se suavizaron y se curvaron con ternura.
—Hoy también te ves hermosa.
Siana, con los ojos bien abiertos, se aclaró la garganta y respondió:
—Tú también te ves bien.
Riéndose juntos, se dirigieron al Palacio Imperial.
Tan pronto como entraron, una abrumadora sensación de intimidación los envolvió. En el centro estaban la Emperatriz y el Emperador, con las cuatro consortes a su lado, y frente a ellos, los príncipes y princesas.
Rashid miró a Siana con preocupación.
Está bien, pensó Siana, sonriendo levemente.
Rashid, con una expresión de angustia, finalmente comenzó a caminar hacia su asiento, que estaba al frente, junto a los demás príncipes.
Una vez que Rashid se sentó, la Emperatriz habló.
—A partir de ahora, comenzaremos la prueba de la Emperatriz para Siana de Asilond von Sylith. Si superas esta prueba, serás aceptada como parte de la familia imperial.
—Sí. Haré todo lo posible —respondió Siana inclinando la cabeza.
La Emperatriz continuó hablando.
—Por el contrario, si no logras superar la prueba, demostrarás a todos que no eres digna de pertenecer a la familia imperial. Sabes lo que eso significa, ¿verdad?
Era una clara insinuación de que debía dejar a Rashid si fallaba.
Rashid frunció el ceño con disgusto, pero Siana respondió con valentía:
—Por supuesto.
La Emperatriz sonrió con ironía y comenzó a explicar.
—La prueba de la Emperatriz consta de tres exámenes. La primera prueba evalúa las cualidades básicas que debe tener una mujer del Palacio Imperial. Debes demostrar tus conocimientos y etiqueta ante 10 miembros selectos de la familia real.
Siana se preparó para ser evaluada por los 10 miembros de la realeza.
Primero, demostró sus modales. Caminata, saludos, comidas, danza, oratoria, ceremonia del té, recitación de poesía, bordado y caligrafía.
Los 10 miembros de la realeza, que la observaban con desdén al principio, pronto abrieron los ojos con asombro y cubrieron sus bocas.
—…Es realmente perfecta.
—Es cierto que es una princesa.
Sus movimientos eran tan refinados que solo podían haberse aprendido desde la infancia.
Siana sonrió para sí misma.
Tengo confianza en mi etiqueta.
El problema fue la cultura.
La cultura abarcaba el conocimiento sobre la historia y la cultura del imperio, algo que, como extranjera, Siana conocía sólo hasta cierto punto. A pesar de haber pasado varias noches estudiando para este día, tenía sus limitaciones.
Siana no pudo responder algunas de las preguntas que le hicieron los 10 miembros de la realeza.
Sin embargo…
—Su puntuación en cultura es baja, pero su puntuación en etiqueta es perfecta… Sumando ambas, pasa por poco.
Con las palabras de la Emperatriz, Siana celebró internamente.
La segunda prueba consistía en ganarse el favor de los miembros de la familia real.
El método era simple.
Se distribuían cuentas rojas y azules entre los miembros de la familia real, excluyendo a las consortes. Después de 10 días, debían decidir sobre Siana colocando una cuenta en una caja. Una cuenta roja indicaba aprobación, una azul, desaprobación.
Si hubiera varios candidatos, ganaría quien recibiera más cuentas rojas. Pero como Siana era la única participante, aprobaría si recibía más cuentas rojas que azules.
La Emperatriz, jugando con las cuentas en sus manos, pensó.
Vaya, puedes intentar halagar a los miembros de la familia real durante estos 10 días. Al final, sigues siendo una princesa de un reino caído y ahora no eres más que una simple doncella. No importa lo que hagas, serás una figura desagradable para ellos.
Y no solo eso.
El Emperador y la Emperatriz, que tenían el control absoluto del palacio, estaban en contra de Siana. Por mucho que temieran a Rashid, los miembros de la realeza tendrían más miedo de ofender a los poderosos.
… Sin embargo, la Emperatriz había subestimado la situación.
Diez días después, la mayoría de las cuentas en la caja eran rojas.
Mientras la Emperatriz miraba incrédula, Siana pensó.
Las personas que colocaron las cuentas son miembros de la realeza sólo de nombre. Al final, son solo competidores por el trono.
Para ellos, era más satisfactorio ver al príncipe heredero Rashid tomar como consorte a una mujer sin poder, que preocuparse por la desaprobación del Emperador y la Emperatriz.
Mis supuestas carencias han resultado ser una ventaja para el príncipe heredero.
Con una sonrisa compleja, Siana miró a la Emperatriz, cuyo rostro se había endurecido.
Sin embargo, la Emperatriz pronto recobró la compostura.
Con una expresión calmada, miró a los miembros de la familia real reunidos y dijo:
—Entiendo lo que piensan.
—¡…!
Los miembros de la realeza se estremecieron levemente, pero no se preocuparon demasiado. Las cuentas se habían colocado de manera anónima.
—Sea lo que sea, siempre puedo decir que yo puse una cuenta azul.
Eran expertos en mentir sin vergüenza. Así comenzó la tercera prueba. Y esta era, sin duda, la parte más difícil de la prueba de la Emperatriz.
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La Emperatriz bajó la mirada mientras hablaba.
—La prometida del príncipe heredero no debe limitarse a satisfacer su cuerpo y su corazón. En el futuro, podría convertirse en la princesa consorte y luego en la Emperatriz, gobernando el país.
No se podía confiar un papel tan importante a una mujer incompetente. La mujer de la familia imperial debía ser inteligente, y esta prueba estaba diseñada para demostrarlo. La Emperatriz miró a Siana y le dijo:
—No importa si se trata de un descubrimiento que revolucione el mundo académico, de un servicio a los ciudadanos o de la compra de un país entero; mientras demuestres tu sabiduría y valentía, será suficiente. Debes presentar un logro que todos los miembros de la familia imperial puedan aceptar. Esa es la última prueba de la Emperatriz.
Un logro.
Esto era algo abrumador para cualquier mujer. Para superar esta prueba, tendría que movilizar toda su riqueza, contactos y recursos para presentar el resultado más grande posible.
Siana pensó para sí misma:
Qué prueba tan cruel.
Pero precisamente por eso tenía sentido. Cuanto más difícil fuera, más reconocida sería por la altiva familia imperial si lo lograba. Siana inclinó la cabeza.
—Traeré algo que satisfará a los nobles de la familia imperial.
Ante esas palabras atrevidas, la Emperatriz levantó una ceja. Su mirada parecía decir: Veamos qué tan impresionante será lo que traigas.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
En el jardín del palacio del príncipe heredero, Rashid, Siana y Sol estaban sentados alrededor de una mesa redonda. Sol aplaudió con entusiasmo mientras reía.
—Realmente impresionante, Lady Siana. Superaste en un abrir y cerrar de ojos las pruebas de la Emperatriz y ahora solo queda la última.
Siana frunció el ceño.
—Esa última prueba es la más difícil.
Además, cuando había dos o más mujeres compitiendo, la más sobresaliente siempre ganaba, lo que significaba que una de ellas siempre pasaba. Pero Siana estaba afrontando la prueba sola, sin comparación alguna, y tenía que demostrar por sí misma que merecía ser reconocida.
Era una situación mucho más complicada.
Sol, tratando de tranquilizarla, dijo:
—Pero tienes al príncipe heredero a tu lado, Lady Siana. Cualquier cosa que desees, el príncipe heredero la hará realidad.
Asintiendo con la cabeza, Rashid preguntó:
—Siana, ¿qué logro te gustaría alcanzar?
La pregunta sonó como si preguntara: ‘¿Qué caramelo quieres?’ Rashid continuó hablando:
—¿Qué tal si capturamos al dragón que duerme en la cordillera del norte?
—¡¿Qué?!
Siana abrió los ojos con sorpresa.
—Podríamos reunir a los mejores caballeros y magos, formar una expedición y capturarlo. Aunque sería un poco complicado.
Al ver la mirada atónita de Siana, Rashid se dio cuenta de que no era una buena idea y rápidamente cambió de tema.
—¿O qué tal construir una carretera que conecte el oeste y el este del imperio? La llamaremos la carretera Siana.
Construir una carretera requeriría una cantidad astronómica de dinero, pero para Rashid era posible.
Tenía tierras con minas de diamantes y una fortuna incalculable acumulada a través de numerosas guerras. Sin embargo, Rashid pronto frunció el ceño.
Pero construir una carretera llevaría demasiado tiempo.
Eso era un problema. Rashid frunció el ceño mientras pensaba en qué más podría hacer.
Al ver esa expresión, Siana se rió.
—Parece que mi hombre tiene más poder del que imaginaba.
Si recibiera la ayuda de Rashid, estaba segura de que podría superar esta prueba fácilmente. Pero…
Siana habló.
—Alteza, en realidad tengo algo en mente en cuanto al logro.
—¿Qué es?
Rashid preguntó con ojos brillantes. Cualquiera que fuera el deseo de Siana, incluso si quería la luna del cielo, él estaba dispuesto a hacerlo realidad.
Pero lo que Siana dijo fue completamente diferente de lo que Rashid esperaba.
—Quiero regresar al reino de Asilond.
—¡¿…?!
Rashid la miró con los ojos muy abiertos, y Siana continuó hablando.
—Allí hay algo que solo yo puedo hacer.
El logro que Siana tenía en mente era revivir un país caído.
N/NUE: ¡ESO MI AMOR!
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