⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Siana pensó mientras masticaba una galleta.
Es sorprendente que toda esta comida haya salido de la bolsa de la princesa Grace, no importa cuántas veces lo vea.
Grace había llenado su bolsa con alimentos fáciles de conservar, siguiendo su firme principio de que no se podía permitir saltarse una comida.
Aunque no era necesario sacarlos en lugares con restaurantes, en lugares como este, donde no había un lugar adecuado para comer, la comida de su bolsa resultaba muy útil.
Gracias a esto, Siana no había pasado hambre ni una sola vez durante el viaje.
De hecho, lejos de pasar hambre, había comido tan abundantemente en cada comida que su rostro había ganado un poco de peso.
Este viaje que emprendí con tanto esfuerzo está resultando demasiado cómodo.
Siana, sintiendo una mezcla de emociones, mordió una almendra.
Grace, que estaba masticando diez trozos de carne seca a la vez, miró a Siana y le preguntó:
—¿Cómo es el Reino de Asilond?
Grace y Chuchu sabían muy poco sobre el Reino de Asilond.
Además de estar lejos del imperio, era un país tan pequeño que apenas conocían su nombre.
Siana respondió con rostro tranquilo:
—El Reino de Asilond es un país completamente corrupto.
La realeza y la nobleza solo estaban interesadas en la comida deliciosa que podían llevarse a la boca y en las joyas con las que adornaban sus cuerpos.
Celebraban banquetes y bailes suntuosos todos los días y se reían alegremente.
Mientras tanto, los plebeyos que estaban debajo de ellos tenían caras tan pálidas como peces muertos.
Desde el momento en que comenzaban a caminar, tenían que soportar un trabajo agotador, y si molestaban a los poderosos, corrían el riesgo de perder la cabeza.
—El Reino de Asilond no habría durado mucho, incluso si el ejército imperial no lo hubiera invadido. Habría caído por sí mismo o bajo la invasión de otro país.
Después de las palabras de Siana, el silencio reinó.
Chuchu y Grace, con las manos llenas de comida, miraban a Siana con asombro.
Los ojos de Siana, que siempre solían sonreír, estaban ahora tan fríos como el viento invernal.
Chuchu y Grace tragaron saliva.
Chuchu le preguntó con cautela:
—Siana, ¿no te gusta tu país?
Siana se sorprendió ante la pregunta, algo que nunca antes le habían preguntado.
Honestamente, Siana no sentía ningún afecto por su país natal.
Después de todo, Siana no tenía buenos recuerdos del Reino de Asilond, ni siquiera tan pequeños como la punta de una uña.
Todo lo que tenía eran recuerdos dolorosos.
Por eso, intentaba no pensar en ello.
A pesar de todo…
—Siempre he tenido ese nombre en el fondo de mi mente… porque soy la princesa del Reino de Asilond.
Por eso decidió regresar al Reino de Asilond.
En los ojos de color esmeralda de Siana, había una emoción profunda, poco común para una chica de solo dieciocho años.
Era imposible imaginar por lo que había pasado.
Grace y Chuchu, dándose cuenta de la gravedad del asunto, la abrazaron suavemente.
—Hicimos bien en venir contigo.
—Si alguna vez te resulta difícil, puedes apoyarte en nosotras.
Envuelta en los grandes y reconfortantes brazos, Siana sonrió con las cejas caídas.
Solo con un abrazo, mi corazón se siente tan cálido…
En su país natal, no había nadie que abrazara a Siana de esta manera.
Eso la llenaba de amargura.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Dos semanas después de haber salido del palacio imperial, el carruaje de Siana y su grupo finalmente llegó al Reino de Asilond.
A pesar de lo largo del viaje, Siana no enfrentó ninguna dificultad importante.
En la frontera, donde se dice que abundan los bandidos, y en las montañas, donde aparecen monstruos, no pasó nada.
Siana sabía que eso no era simplemente una cuestión de suerte milagrosa.
Era gracias a la protección perfecta que les brindaba la Orden de la Sombra Negra durante todo el viaje.
Aunque dijeron que no importaba si se acercaban, se mantuvieron ocultos todo el tiempo, así que ni siquiera pude ver sus rostros…
Aun así, había aprendido a comunicarse con ellos de alguna manera.
Siana formó un círculo con sus manos y, mirando hacia cualquier lado, gritó:
—¡Gracias por su ayuda! ¡Llegamos bien gracias a ustedes!
En ese momento, los arbustos cercanos se movieron ligeramente, como si respondieran.
El cochero, que había asomado la cabeza por la ventana, miró a Siana y le preguntó:
—¿A dónde la llevo?
—Lléveme al palacio real.
Entonces, el carruaje comenzó a dirigirse hacia el palacio.
Mirando por la ventana hacia el paisaje de la capital, Grace murmuró:
—Este lugar es muy tranquilo y no se ve mucha gente.
Chuchu asintió.
—Sí, es un lugar tan sereno que me recuerda a mi hogar, le he tomado cariño.
Siana sonrió incómoda ante los comentarios de ambas.
En realidad, sus palabras habían sido una manera amable de describirlo.
Los edificios estaban deteriorados, las calles sin pavimentar, y los rostros de las personas que paseaban por las calles eran uniformemente sombríos.
No parecía en absoluto la capital de un país.
Sin embargo…
Cuando Grace y Chuchu llegaron al palacio, sus bocas se abrieron de asombro.
—Es completamente diferente de lo que vimos en la ciudad.
—Tienes razón.
Chuchu asintió con expresión de sorpresa.
Aunque no era tan grande como el palacio imperial, el palacio del Reino de Asilond era deslumbrantemente lujoso y hermoso.
El techo estaba lleno de pinturas, las columnas y ventanas adornadas con delicados grabados, y por todas partes había innumerables esculturas.
Grace acarició una estatua de bronce de una diosa y comentó:
—Todo parece de muy buena calidad. Debió costar bastante dinero.
Finalmente, el rostro de Siana se sonrojó intensamente, como una olla calentándose.
El lujoso y extravagante palacio, en contraste con las calles en ruinas, era obra del rey y la nueva reina.
A pesar de la bancarrota del país, los dos nunca dejaron de embellecer el castillo.
El hecho de que una sola de las joyas decorativas en la puerta del palacio podría alimentar a cien ciudadanos hambrientos fuera de sus muros durante un mes no era algo que les importara mucho.
Por eso, Siana sentía una profunda vergüenza por este lugar.
Afortunadamente, en ese momento, un hombre salió del interior del palacio.
El hombre, que vestía una armadura plateada y una capa con el emblema del Imperio, inclinó la cabeza hacia los tres.
—Ha sido un largo viaje, deben estar agotados.
El hombre continuó:
—Soy Daltan, comandante del ejército imperial asignado al Reino de Asilond. Estaba esperando su llegada tras recibir el mensaje del Príncipe Heredero.
Siana sonrió y respondió con cortesía:
—Gracias por su hospitalidad.
Grace asintió con la cabeza, y Chuchu hizo una reverencia de 90 grados.
Los tres siguieron a Daltan hasta la sala de recepción.
Después de tomar un sorbo de té, Siana preguntó:
—¿Cuál es la situación actual del Reino de Asilond?
Daltan respondió:
—Tal como se informó en la carta anterior.
Hace unos meses, el ejército imperial había ocupado el Reino de Asilond.
El día que el castillo cayó, todos los miembros de la familia real, excepto Siana, fueron ejecutados, y los nobles se arrastraron ante el ejército imperial, rogando por sus vidas.
Sin embargo, no todo había ido sin problemas.
—Los plebeyos del Reino de Asilond han formado un ejército revolucionario con la intención de crear un nuevo país y están resistiendo al ejército imperial y a los nobles.
Por supuesto, aunque la resistencia era fuerte, la mayoría de ellos eran civiles sin armas adecuadas.
Si el ejército imperial se tomara en serio, podrían sofocar la rebelión.
Pero no lo hicieron porque Rashid había dado órdenes estrictas de no aplastar brutalmente al pueblo de Asilond.
Me preguntaba por qué Su Alteza, que nunca había mostrado interés en lo que sucedía después de una conquista, había dado una orden tan poco característica… y ahora entiendo por qué.
Daltan todavía no podía creer que la joven que tenía frente a él, la única sobreviviente de la familia real de Asilond, fuera la amante del Príncipe Heredero Rashid.
Era una historia tan increíble.
Sin embargo, Daltan no era lo suficientemente ingenuo como para dejar ver su sorpresa, por lo que mantuvo un semblante calmado mientras decía:
—Si la Princesa se presenta, la fuerza del ejército revolucionario disminuirá. Muchos de ellos no luchan por el deseo de crear un nuevo país, sino por la desesperación causada por la desaparición de la familia real de Asilond.
Si la princesa, heredera de la sangre real, apareciera, ellos regresarían a sus lugares originales.
No solo eso, sino que los nobles, que habían estado observando cautelosamente al ejército imperial y al ejército revolucionario, se unirían alrededor de Siana para buscar una manera de prolongar la vida del Reino de Asilond.
Para el ejército imperial, no había nada que perder en esta situación.
Era mucho más eficiente formar una relación amistosa con una ‘reina hormiga’ que enfrentarse a un sinfín de enjambres de hormigas y así gobernar el reino.
Daltan dijo:
—Anunciaré oficialmente su regreso como princesa mañana mismo. También informaré que el ejército imperial la respeta como la única integrante de la familia real de Asilond y que reconocemos parcialmente su autoridad para gobernar este país.
Daltan pensó que era una oferta sumamente generosa para Siana.
¿Qué nación ocupante ofrecería tantas consideraciones a una princesa sin poder?
Todo esto era posible porque Siana era la amante del Príncipe Heredero.
Sin embargo, sorprendentemente, Siana frunció el ceño y dijo:
—General Daltan, creo que está cometiendo un grave error. No vine aquí para recuperar mi estatus como princesa y tomar el poder.
—¿…?
Daltan abrió los ojos con asombro ante sus palabras inesperadas.
Siana continuó:
—Me han informado de que hay revolucionarios encarcelados. Permítame reunirme con ellos. Tengo asuntos importantes que discutir.
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