⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El nuevo país que se estaba formando era completamente diferente al antiguo Reino de Asilond. La diferencia más notable era que el país sería gobernado por un parlamento compuesto por personas elegidas por el pueblo. Sin embargo, eso no significaba que la realeza y la nobleza desaparecieran por completo, ya que aún había personas entre el pueblo que sentían nostalgia y apego por el Reino de Asilond. Para ellos, el cambio repentino de la desaparición de la realeza y la nobleza era algo difícil de aceptar, lo que podría haber llevado a un rechazo del nuevo estado. Por eso, Siana decidió mantener formalmente los títulos de la realeza y la nobleza.
—Pero eso será solo una fachada; todos los privilegios y el poder que tenían la realeza y la nobleza desaparecerán —dijo Siana con una voz clara.
Vera la miró con una expresión compleja. A veces olvidaba que la pequeña princesa que estaba frente a ella tenía solo 18 años. Normalmente, Siana parecía una chica amable y gentil, pero cuando actuaba como princesa, era extremadamente inteligente y fría.
Y desde hace algún tiempo, cada vez que Siana actuaba así, Vera sentía su corazón latir con fuerza. Vera apretó los dientes, sorprendida por esto.
¿Por qué mi corazón late por una chica que es diez años menor que yo?
¿Será porque no había tenido relaciones amorosas desde que comenzó su actividad en el ejército revolucionario? ¿O tal vez su cuerpo estaba reaccionando de manera extraña porque las cosas habían ido demasiado bien desde que conoció a Siana? Mientras Vera se sumía en estas preguntas, Siana le entregó algo. Era un montón de papeles gruesos. Vera frunció el ceño.
—¿Y esto qué es ahora?
—Son los documentos de cesión de derechos que hemos preparado.
—¿Qué…?
Con los ojos muy abiertos, Vera empezó a leer cada página. La mayoría contenía cosas como:
⌜Todas las propiedades y tierras de la realeza se transfieren al estado.⌟
⌜El palacio que utilizaba la realeza se convertirá en una instalación para asuntos administrativos, y los libros y obras de arte en su interior se pondrán a disposición de todos para que puedan leerlos y disfrutarlos.⌟
Vera, que no se esperaba nada de esto, se detuvo en una parte del documento. Murmuró, sorprendida:
—¿También se transfieren todos los derechos sobre las flores misteriosas al estado?
Siana asintió.
—Sí.
Las flores misteriosas eran cruciales para el nuevo país que estaba comenzando. Eran un escudo que podía proteger a la nación del gran Imperio, y una fuente de esperanza para traer dinero y sustento a esta tierra devastada. Sin embargo, había una peculiaridad en las flores: sólo florecían con el hechizo pronunciado por un descendiente directo de la familia real de Asilond. Por lo tanto, en ese momento, solo Siana podía hacer que las flores florecieran.
Siana explicó:
—Es un recurso vital para el crecimiento del nuevo país, pero creo que muchas personas se sentirían inseguras si lo gestionara yo sola. Por eso preparé este documento de cesión de derechos —Siana añadió—: Con ese documento, ni yo ni nadie podrá usar o vender las flores por motivos personales. Son propiedad del estado.
Vera se quedó con la boca abierta ante las palabras de Siana.
Siana ya le había dado muchísimo al ejército revolucionario: obtuvo el apoyo del pueblo, consiguió la aprobación de los nobles, y negoció exitosamente con el ejército imperial. Y ahora, les estaba dando aún más… Vera, con el rostro torcido, miró a Siana y le dijo en tono de reproche:
—Oye, princesa. ¿Eres mi abuela que vive en el campo o la dueña del restaurante que frecuento?
—¿Eh? No, no lo soy.
Vera gritó hacia Siana, quien inclinó la cabeza, confundida:
—¡Entonces, ¿por qué actúas como si estuvieras desesperada por darme todo lo que tienes?!
Siana abrió los ojos, sorprendida por las palabras de Vera, y luego sonrió bajando las cejas.
—Ese comentario parte de una premisa equivocada. Desde el principio, esas cosas nunca fueron mías. Solo estoy devolviéndolas a sus legítimos dueños.
—¿Qué…?
Con una expresión serena, Siana continuó:
—Así que no hay necesidad de agradecerme ni sentirte incómoda. Acéptalo con confianza y úsalo para construir el nuevo país en esta tierra.
Al escuchar a la pequeña princesa que apenas llegaba a sus hombros, Vera sintió un nudo en la garganta, como si estuviera a punto de llorar.
Maldita sea. Mi corazón está latiendo otra vez.
Pero esta vez, no era un latido suave; era un latido fuerte y rítmico, ¡bum, bum! Vera, con una expresión incómoda, apretó con fuerza el montón de papeles que Siana le había entregado.
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Después de que Vera se fue, Siana regresó a su habitación y se desplomó en la cama, agotada como una medusa.
Uf. Mi cuerpo se siente tan pesado como una esponja empapada.
Desde que llegó al Reino de Asilond, Siana había pasado meses con el mínimo de sueño y comida, sin detenerse ni un momento. Pero valió la pena.
Con una mejilla apoyada en la suave almohada, Siana murmuró:
—Todo ha salido mejor de lo esperado.
La negociación con el Imperio se concluyó satisfactoriamente, y logró silenciar a los nobles. Lo que más le preocupaba era la reacción del ejército revolucionario y los plebeyos, pero afortunadamente, ellos también cooperaron activamente con las palabras de Siana.
—Bueno, más que por mí, debe ser por su gran deseo de un nuevo país…
Siana recordó las caras de los plebeyos con los que había estado conviviendo durante esos meses. Todos eran inteligentes, rápidos y trabajadores, muy diferentes de lo que los reyes solían decirle a la joven Siana.
( No necesitas tratar bien a esos plebeyos. Son estúpidos como insectos, y si les das la mínima oportunidad, solo querrán ser perezosos. )
Siana frunció el ceño y murmuró:
—¿A quién llamas estúpido y perezoso? ¿Te estás describiendo a ti mismo?
Además, había muchos plebeyos que tenían más conocimiento o habilidades que la realeza o la nobleza. Esto no era sorprendente. La realeza y la nobleza tenían comida y dinero en abundancia sin tener que esforzarse, por lo que se pasaban los días riendo y organizando bailes, pero los plebeyos no tenían esa suerte. Tenían que hacer cualquier cosa para sobrevivir, y esa lucha los había fortalecido.
Con los ojos brillando, Siana dijo:
—Este país es pequeño y no tiene muchos recursos, pero la gente aquí tiene mucho que ofrecer. Son trabajadores e inteligentes. Si la realeza y la nobleza que los oprimían desaparecen, y se les da una pequeña oportunidad, seguro que crecerán.
En la mente de Siana, se dibujó la imagen del nuevo país que estaba por venir: gente moviéndose activamente bajo un cielo azul, riendo, enfadándose, entristeciéndose, pero finalmente encontrando la libertad y la felicidad. De repente, sintió una sensación de cosquilleo en su corazón. Nunca había imaginado este lugar, que solía parecerle un infierno, de manera tan esperanzadora.
Con el rostro ligeramente sonrojado, Siana inconscientemente tocó la bellota que llevaba en el cuello. No es que hubiera perdido completamente el contacto con Rashid. A través de la Orden de los Caballeros de la Sombra Negra, intercambiaban telegramas cada pocos días.
—Pero eso no era oír su voz… Y además, ahora que el trabajo aquí está casi terminado…
Quizás era el momento de usar una de las dos oportunidades que había estado guardando.
Justo cuando Siana, decidida, iba a pronunciar el nombre ‘Rashid’ a la bellota, la puerta se abrió de golpe, y Grace y Chuchu aparecieron. Ambas gritaron al unísono:
—¡Siana, sal de la habitación!
—¡El palacio se está incendiando!
Siana abrió los ojos de par en par ante la impactante noticia.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Siana salió de la habitación rápidamente. Tal como habían dicho Grace y Chuchu, llamas rojas estaban brotando en varios lugares del palacio, y la gente evacuaba en pánico.
—¿Cómo ha pasado esto?
Grace, tirando de la mano de Siana, respondió:
—No lo sabemos con certeza, pero parece que no es un incendio común. No hay un solo punto de origen; las llamas están apareciendo en varios lugares, como si un mago hubiera lanzado un hechizo.
—¡…!
Chuchu gritó a Siana, que tenía los ojos muy abiertos:
—Tenemos que salir del palacio lo antes posible. Las llamas son tan feroces que el palacio pronto se convertirá en cenizas.
Pero a pesar de la urgencia en sus palabras, Siana se detuvo y gritó:
—¡Las flores! ¡Tenemos que salvar las flores!
—¡…!
Grace y Chuchu abrieron los ojos sorprendidas ante las palabras de Siana. Ellas también sabían sobre las misteriosas flores ocultas en lo profundo del palacio. Pero…
—¿Te preocupan las flores ahora? ¡Estamos en peligro! ¡No sabemos a dónde irán las llamas!
Grace gritó con seriedad, pero Siana no retrocedió.
—Es algo esencial para el nuevo país. Si las dejamos aquí y se queman, todo lo que hemos preparado hasta ahora se perderá.
Su voz estaba llena de desesperación.
Grace y Chuchu la miraron con caras de preocupación antes de responder:
—Entonces, nosotras las traeremos. O se lo pedimos a los soldados más rápidos.
—Sí, hagamos eso.
Pero Siana negó con la cabeza.
—Las flores están en un espacio secreto que se conecta con la alcoba del rey. Solo yo sé exactamente cómo llegar allí.
—¡…!
—Soy rápida y conozco bien los caminos del palacio. No se preocupen, ustedes evacuen a un lugar seguro. Yo las seguiré pronto.
Diciendo esto, Siana se soltó de las manos de las dos y comenzó a correr hacia el otro lado.
—¡Siana!
Aunque Grace y Chuchu la llamaron desde atrás, Siana no se detuvo.
Afortunadamente, la habitación del rey estaba intacta, sin signos de fuego. Siana rápidamente presionó la pared detrás de la cama. La pared se abrió, revelando un camino oscuro. Siana corrió sin detenerse.
Finalmente, llegó frente a la habitación secreta donde florecían las flores.
—Ha… ha…
Su rostro estaba cubierto de sudor, y respiraba con dificultad. Siana apoyó la mano en la pared. La puerta, que parecía una pared, giró, revelando el espacio interior.
Y ahí estaba… Una habitación tranquila y silenciosa.
En ese lugar, donde florecían hermosas y misteriosas flores, estaba una mujer.
Era la nueva reina, que se creía muerta hace mucho tiempo.
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