⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue

El hombre murmuró.  

—Todo esto es gracias a la Princesa Siana.

En realidad, hasta entonces, Siana era una princesa tan insignificante que nadie sabía de su existencia.  

Nunca se había mostrado formalmente ante el pueblo, y cuando el ejército imperial invadió, desapareció sin dejar rastro.  

Después de eso, la gente se olvidó de Siana.  

No importaba si estaba viva o muerta.  

De todos modos, el futuro de este país estaba lleno de desesperanza.  

Sin embargo…  

Siana regresó.  

Y mostró acciones increíbles.  

Siana negoció con el ejército imperial y logró expulsarlos de estas tierras. Además, apoyó a los revolucionarios y persuadió a los nobles, contribuyendo en gran medida a la fundación de un nuevo país.  

Por supuesto, independientemente de sus logros, todavía había muchos que fruncían el ceño.  

Esto se debía al profundo resentimiento hacia la realeza ineficaz y a los rumores de que tenía una relación especial con un alto miembro del imperio.  

Sin embargo, la mayoría de las personas tenían una opinión favorable de Siana.  

Poco después, al sonido de una trompeta, se escuchó una voz poderosa.  

—¡La Princesa Siana ha llegado!

Con esas palabras, la multitud que estaba charlando enmudeció y miró hacia la plataforma frente a la plaza.  

Pronto, Siana apareció.  

Siana llevaba un vestido color cielo, una corona brillante, y una capa con el emblema de la familia real de Asilond.  

Era una princesa tan hermosa como un cuadro.  

La gente, cautivada, observó su figura.  

En ese espacio que se volvió silencioso en un instante, Siana abrió la boca.  

—Agradezco a todos los que asistieron hoy. He organizado este evento para hacer un anuncio importante.

Siana continuó, mirando a la multitud con ojos claros.  

—Antes del anuncio, primero quiero hablar sobre la familia real de Asilond. Hasta ahora, la familia real de Asilond no se ha preocupado en absoluto por el bienestar del pueblo y se ha entregado al lujo. Como resultado, provocaron la tragedia de ser invadidos por el enemigo. Como la última princesa que queda de la familia real, siento una gran vergüenza y error. Lo siento mucho.

Siana juntó las manos y bajó la cabeza.  

Una disculpa de la princesa.  

Ante la escena impactante, la gente murmuraba con rostros sorprendidos.  

Después de un largo rato, Siana levantó la cabeza y dijo.  

—Pero este pecado no puede terminar con solo una disculpa. Por eso, como la última miembro sobreviviente de la familia real, estoy dispuesta a asumir la responsabilidad que me corresponde.

A continuación, siguieron palabras sorprendentes.  

—Yo, Siana Asilond von Sylith, pongo fin hoy a la larga historia del Reino de Asilond y apoyo la fundación de un nuevo país.

Era lo que todos habían anticipado.  

Sin embargo, al escuchar esas palabras de la boca de Siana, la gente sintió una avalancha de emociones complejas.  

Algunos incluso sollozaban, derramando lágrimas.  

Por muy corrupto que estuviera el país, aún quedaba un vestigio de afecto por él.  

En ese sentido, la persona que más debería estar triste era Siana, pero su rostro mostraba solo serenidad.  

—No estoy diciendo que desapareceré irresponsablemente, dejando todo en manos del nuevo país. Haré todo lo que esté a mi alcance para ayudar al nuevo país. Pero ahora solo seré una colaboradora, ya que ustedes serán quienes lideren el nuevo país.

A diferencia del Reino de Asilond, que era gobernado por un pequeño grupo de la realeza y la nobleza, el nuevo país sería dirigido por un parlamento compuesto por personas elegidas por el pueblo.  

Siana recibió un papel de un sirviente que estaba a su lado y dijo.  

—Hace una semana, se realizaron votaciones en cada región. Anunciaré a los 50 parlamentarios elegidos por el apoyo del pueblo.

Siana comenzó a enumerar los nombres de los elegidos, uno por uno.  

—Johan Barte, Jin Nael, Lina Pelleret…

Los llamados salieron y se pusieron sobre la plataforma.  

La mayoría eran plebeyos, pero también había algunos nobles.  

Eran aquellos que, milagrosamente, habían mantenido su dignidad y recibido respeto entre los nobles corruptos.  

Entre ellos, también estaba Vera, la líder de los revolucionarios.  

Pronto, se pronunciaron todos los 50 nombres.  

Siana los miró con una expresión suave y dijo.  

—A partir de ahora, ellos representarán al pueblo y dirigirán el nuevo país.

Por supuesto, a los parlamentarios no se les otorgaría el poder ilimitado y los privilegios que habían tenido el rey y los nobles. Por el contrario, serían evaluados con deberes más pesados y criterios más estrictos.  

Aun así, los ojos de aquellos que estaban en la plataforma brillaban como joyas.  

Era la pasión de crear un país hermoso y próspero.  

Al ver eso, Siana esbozó una sonrisa.  

Ahora, mi tarea es convertirme en la última princesa de la familia real y apoyarlos silenciosamente.

Siana dio un paso atrás. Al mismo tiempo, Vera, que estaba entre los parlamentarios, avanzó al centro de la plataforma.  

Vera miró a los que se habían reunido en la plaza y dijo.  

—Antes de presentarme como parlamentaria en representación del pueblo, tengo un anuncio que hacer. En el nuevo país que estamos comenzando, el Nuevo Asilond, no habrá un rey. Sin embargo, no podemos simplemente dejar vacante el cargo de representante del país. Por eso, los 50 parlamentarios han discutido y elegido a una persona para ese puesto. La persona elegida se convertirá en el primer ministro del Nuevo Asilond y desempeñará el papel de equilibrar el parlamento mientras realiza actividades tanto internas como externas.

Como ya se había anticipado a través de los medios, Siana no se sorprendió. Lo mismo ocurrió con la gente reunida en la plaza.  

Lo que les interesaba no era el papel del primer ministro, sino quién sería elegido.  

Vera abrió la boca.  

—El primer ministro del nuevo Asilond es…

Vera Perlson.  

Siana pensó que ese sería el nombre que se anunciaría.  

Vera era la líder de los revolucionarios, tenía una gran reputación y fue quien más luchó por la fundación del nuevo país.  

Sin embargo, el nombre que salió de la boca de Vera fue…  

—Siana Asilond von Sylith.

—¡¿…?!

Siana abrió los ojos de par en par, como si hubiera escuchado algo que nunca imaginó.  

Solo después de un rato, Siana comprendió la situación y, con una expresión de desconcierto, gritó.  

—Soy una princesa del antiguo reino. Soy un símbolo del pasado que el nuevo país debe dejar atrás. Es absurdo que me convierta en la líder del nuevo país.

A diferencia de la seria Siana, Vera respondió con una voz despreocupada.  

—Eso no es un gran problema. La razón por la que la elegimos como primera ministra es únicamente por su capacidad.

—¡……!

—La mayoría de nosotros solo hemos estado en este pequeño país, por lo que no sabemos nada sobre la situación internacional. Por otro lado, usted es muy conocedora de la situación exterior y tiene una habilidad excepcional para obtener lo que desea. No hay mejor persona para representar al nuevo Asilond.

No era una simple adulación.  

Este momento, en el que se comenzaba un nuevo país pacíficamente sin derramar una gota de sangre, era la mayor prueba de la capacidad de Siana.  

Sin embargo, la expresión tensa de Siana no se relajó en absoluto.  

Siana, en un tono tan bajo que solo Vera, que estaba justo frente a ella, podía escuchar, dijo.  

—Tengo una relación especial con Su Alteza, el Príncipe Heredero del Imperio.

La estrecha relación con el Príncipe Heredero del Imperio que había invadido este país no era algo que pudiera ser bien recibido.  

Sin embargo, Vera negó con la cabeza.  

—Es cierto que el ejército imperial invadió el país por su cuenta, pero, sorprendentemente, la resistencia del pueblo no fue tan fuerte.

Durante su ocupación, el ejército imperial nunca maltrató ni robó a los ciudadanos del reino.  

De hecho, se comportaron con más decencia que la misma realeza y la nobleza de Asilond.  

Gracias a eso, algunos llegaron a sugerir que sería mejor ser absorbidos por el Imperio.  

Vera frunció el ceño y dijo.  

—Es un pensamiento ingenuo. El ejército imperial se comportó tan correctamente no porque fueran bondadosos o porque les gustara este país, sino por la influencia del Príncipe Heredero.

Vera continuó hablando.  

—De todos modos, en esta situación, incluso si se descubre que tiene una relación especial con el Príncipe Heredero, la gente no le dará mucha importancia. De hecho, lo celebrarán.  

Dirán que es una gran fortuna que el temido Príncipe Heredero de Sangre esté completamente enamorado de nuestra princesa.  

De hecho, aunque corría el rumor de que Siana tenía una relación especial con un poderoso del Imperio, el pueblo no mostró mucha resistencia.  

Y no solo eso.  

—Otros países tampoco se atreverán a subestimar esta tierra. Temerán ser aplastados por el Príncipe Heredero del Imperio si se atreven a tocarla. De muchas maneras, la relación entre usted y el Príncipe Heredero nos beneficia.

—…….

Sin embargo, Siana seguía con la boca cerrada, incapaz de decir nada.  

No podía pensar tan positivamente como Vera.  

Siana cargaba con la culpa de no haber podido proteger adecuadamente su país como miembro de la realeza.  

Vera, que miraba fijamente a Siana, dijo.  

—¿O acaso piensas abandonarnos nuevamente?

—¡……!

La mirada que hasta hace un momento era desafiante en Vera había cambiado de repente.  

Parecía la de una niña que temía ser abandonada.  

En ese momento, Siana sintió como si su respiración se detuviera.  

De hecho, antes de llegar al Reino de Asilond, Siana tenía un deseo.  

Quería crear un nuevo país, convertirse en su reina y luego regresar al Imperio. Así podría superar con orgullo las pruebas para convertirse en emperatriz.  

Pero después de conocer a los revolucionarios, abandonó ese deseo.  

Porque se sintió muy arrepentida y avergonzada de haber albergado tal ambición por un asunto tan personal.  

Sin embargo…  

Siana lentamente desvió la mirada.  

Los 49 parlamentarios que estaban detrás de Vera, y las innumerables personas que la observaban con ojos brillantes.  

Todos ellos anhelaban.  

No a una princesa de un reino caído que se ocultaba en las sombras para apoyarlos en silencio… sino a una líder fuerte, compasiva y sabia.  

…No soy una persona tan grandiosa.

En ese momento, alguien en la plaza gritó.  

—¡Larga vida a la Princesa Siana!  

Pronto, como una ola, comenzaron a resonar los gritos que proclamaban el nombre de Siana.