⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
A pesar de que la Marquesa Wilhelm mostró una expresión incómoda, no evitó responder.
—De hecho, princesa, lo que ha notado es cierto. No hay muchos nobles que realmente sigan a Su Majestad la Emperatriz.
—¿Por qué es eso?
Siana no sentía afecto por la Emperatriz, ya que esta no había brindado a Rashid el amor que merecía. Sin embargo, fuera de eso, no le veía fallas. La Emperatriz no era derrochadora, era generosa con todos, y sus acciones siempre eran elegantes y cuidadosas. No veía razones para que los nobles la despreciaran.
La Marquesa Wilhelm negó con la cabeza.
—No, los nobles tienen una razón decisiva por la que no pueden respetar a Su Majestad. …La Emperatriz proviene de una familia Baronial de baja condición.
De hecho, el término ‘familia Baronial de baja condición’ era incluso demasiado generoso. La familia de la Emperatriz, los Barones de Boarne, residía en una región fronteriza en el lejano este del imperio. Además, hacía tiempo que habían perdido todas sus riquezas, quedándoles solo una montaña de deudas. Era una situación vergonzosa para cualquier noble.
La Marquesa continuó explicando.
—Por eso, cuando Su Majestad el Emperador anunció que se casaría con la joven de Boarne, que ahora es la Emperatriz, muchas familias nobles se enfadaron.
Por más que fuera deseo del Emperador, no podían aceptar que una mujer de una casa tan insignificante se convirtiera en Emperatriz. Eso sería una mancha en la honra de la familia imperial y en la dignidad del Emperador.
—Por supuesto, Su Majestad el Emperador no prestó atención a esas palabras. De hecho, envió enormes regalos a la casa de los Barones de Boarne para demostrar su posición.
El Emperador demolió la vieja casa en ruinas de los Barones y les construyó una mansión lujosa. También les dio suficiente oro y joyas para saldar todas sus deudas. Incluso intentó otorgar al Barón un título de Marqués para elevar su estatus, aunque por alguna razón eso nunca se concretó.
—Como Su Majestad estaba tan decidido, los nobles no tuvieron más remedio que dejar de oponerse.
Finalmente, los nobles retrocedieron porque prolongar la discordia con el Emperador habría perjudicado al país.
—Los nobles felicitaron a Su Majestad por su matrimonio con la Emperatriz. Las damas nobles, en particular, cuidaron mucho de Su Majestad la Emperatriz cuando llegó por primera vez a la capital.
Por más que susurraran que era una belleza, el Emperador, que era conocido por ser frío y distante, se había enamorado perdidamente de ella. Eso, pensaron, solo podía deberse a su apariencia angelical y su amable carácter.
Sin embargo…
—Esas palabras no eran sinceras. Muchas de esas damas nobles estaban enamoradas del Emperador y codiciaban el puesto de Emperatriz.
Para esas nobles, la Emperatriz era un objeto de celos y resentimiento.
—Pero como el favor del Emperador hacia ella era tan evidente, no podían expresar abiertamente esos sentimientos. En su lugar, comenzaron a circular rumores maliciosos sobre Su Majestad entre la nobleza.
Siana, que había estado escuchando en silencio, frunció el ceño.
—¿Rumores, dice…?
La Marquesa Wilhelm miró a su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie cerca, luego se inclinó hacia Siana y susurró en su oído.
—Dicen que Su Majestad la Emperatriz tenía un amante.
—¡…!
—Estaban tan profundamente enamorados que incluso habían prometido casarse, pero Su Majestad lo abandonó fríamente, cegada por la brillante corona dorada que el Emperador le ofreció.
Pero la historia no terminaba ahí.
—El hombre, incapaz de olvidarla, visitó varias veces el palacio. Temerosa de que su pasado fuera revelado, la Emperatriz hizo que lo mataran sin dejar rastro.
Un escalofrío recorrió la espalda de Siana.
La Marquesa Wilhelm, al ver la expresión impactada de Siana, sonrió con las cejas bajas, como disculpándose por haber asustado a una joven inocente.
—Ya lo dije antes. No es más que un rumor malintencionado inventado por los nobles.
—¿Entonces es mentira?
—Con alta probabilidad, sí. ¿Acaso no es inconcebible que una Emperatriz tan bondadosa cometiera un acto tan terrible?
Sobre todo cuando el Emperador estaba tan locamente enamorado de ella en ese momento. Se enfurecía incluso si la Emperatriz hablaba con un simple sirviente o con otros nobles. Si ella hubiera tenido a otro hombre en su vida, el Emperador lo habría sabido de inmediato.
Incluso si lo hubiera habido, el Emperador habría tomado medidas antes que nadie.
—Pero tampoco tiene sentido, ¿verdad? Si hubiera pasado algo así, Su Majestad el Emperador y la Emperatriz no habrían mantenido una relación tan buena.
Casi veinte años después de su matrimonio, el Emperador y la Emperatriz seguían teniendo una relación sólida. Por eso, los nobles no tuvieron más remedio que ocultar sus verdaderos sentimientos hacia la Emperatriz y sonreírle falsamente.
—Pero últimamente las cosas han cambiado mucho.
La Marquesa Wilhelm bajó la mirada mientras hablaba.
—Aprovechando la situación, algunos nobles están comenzando a mostrar lo que realmente sienten, después de haberlo ocultado durante tanto tiempo. Es algo realmente lamentable.
Al escuchar la verdad sobre la relación entre la Emperatriz y los nobles, Siana se quedó con una sensación de incomodidad.
Le pedí a Su Alteza que construyera una fuerza para oponerse a la Emperatriz, pero no deseo que estén en conflicto para siempre.
Mientras la Emperatriz no manipulara a Rashid ni le causara dificultades, no quería continuar con esa relación deteriorada.
Después de todo, la Emperatriz es la madre biológica de Su Alteza.
Aunque Rashid no lo demostraba abiertamente frente a Siana, amaba profundamente a la Emperatriz. Por eso, Siana quería llevarse bien con ella, por el bien de Rashid.
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En el palacio de la Emperatriz.
Frente a la Emperatriz, que estaba sentada en silencio, apareció una figura con una capucha. La persona se quitó la capucha, revelando un rostro misterioso. Una cara pálida, con cabello largo y completamente canoso. Sus ojos negros eran inusualmente grandes, casi no se veía el blanco de ellos. Era difícil saber si era un hombre o una mujer, y no solo por su apariencia.
—Es un placer volver a verla, Su Majestad la Emperatriz.
Su voz era alta y peculiar, como la de un niño que aún no había pasado por la pubertad.
Cada vez que lo veo, me provoca escalofríos.
Ocultando sus verdaderos sentimientos, la Emperatriz respondió con una expresión serena.
—Sí, ¿has estado bien?
—Sí, he estado muy bien. He podido dedicarme sin preocupaciones a mis investigaciones mágicas. Todo gracias a usted, Su Majestad.
La persona era Yong, un mago a quien la Emperatriz había contratado para lanzar un hechizo que eliminaba las emociones del Emperador. A cambio, la Emperatriz le había pagado una enorme suma de dinero. No solo como recompensa por el éxito del hechizo, sino también por su silencio.
Aunque incluso sin ese dinero, no tenía intención de divulgar nada sobre el Emperador.
Si se supiera, tanto la Emperatriz como Yong estarían en una situación delicada. Eran cómplices en el mismo barco.
Con una sonrisa, Yong habló.
—Cuando nos despedimos, Su Majestad me dijo que no volveríamos a vernos. También lo creí así. Por eso, me sorprendió cuando me llamó de nuevo, después de tan poco tiempo.
La Emperatriz bajó la mirada antes de hablar.
—Así fue. Ha surgido otro favor que necesito pedirte.
Los ojos negros de Yong brillaron ante esas palabras. La Emperatriz, observando la mirada inescrutable del mago, continuó hablando.
—Quiero que lances un hechizo sobre el Emperador, uno que me permita controlarlo como desee.
—¡…!
Los ojos de Yong se agrandaron.
El hechizo actual que había lanzado sobre el Emperador solo suprimía sus emociones, como una especie de anestésico que temporalmente aliviaba el dolor. No le causaba ningún daño al cuerpo del Emperador. De hecho, era posible que el Emperador estuviera disfrutando de una sensación de calma, libre de las jaquecas y el estrés que lo habían atormentado toda su vida.
Sin embargo, la magia de control mental era completamente diferente.
Yong habló.
—Es un hechizo que penetra en la mente y fuerza el control tanto del cuerpo como de la psique. Quien sea manipulado experimentará un estrés y un dolor extremos.
Tras una breve pausa, Yong continuó.
—Es muy probable que la mente de Su Majestad se desintegre en pedazos. O podría ser que su cuerpo no soporte la ruptura mental y muera.
Las palabras eran aterradoras. A pesar de ello, la Emperatriz sonrió.
Era como si hubiera escuchado la noticia más placentera.
—Un final que encaja perfectamente para ese hombre demoníaco.
—…….
Luego, con la sonrisa desaparecida, la Emperatriz añadió:
—Pero no puede morir mañana. Necesito usarlo hasta obtener lo que quiero. ¿Cuánto tiempo podría resistir bajo el hechizo?
—El cuerpo de Su Majestad aún es fuerte. Al menos podría resistir tres años. Después de eso, no puedo garantizar nada.
Tres años. La Emperatriz frunció el ceño.
Era menos tiempo del que había anticipado. Aun así, decidió seguir adelante con su plan.
—Te prepararé un lugar discreto. Lanza el hechizo sobre el Emperador.
Para convencer al mago, la Emperatriz le ofreció una recompensa mucho mayor que cualquier pago anterior.
—Si logras controlarlo, te daré lo que desees.
Ya fuera miles de piedras mágicas esparcidas por el continente o el tesoro del antiguo reino escondido en lo más profundo del palacio imperial, la Emperatriz estaba dispuesta a pagarlo.
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