⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—……
La Emperatriz quedó momentáneamente sin palabras.
Rashid era el hijo legítimo del Emperador y la Emperatriz, y desde muy joven había sido esperado como el próximo Emperador. Por ello, Rashid nunca había doblado la rodilla ni inclinado la cabeza ante nadie, ni siquiera ante el Emperador y la Emperatriz.
Que él actúe de esta manera…
Algunas mujeres podrían haber sentido una profunda tristeza al ver a su hijo comportarse de una manera tan desconocida. Otras podrían haber admirado a su hijo por expresar valientemente lo que deseaba.
Pero la Emperatriz no era ninguna de las dos.
Dentro de ella, la rabia contenida estalló como un torbellino.
La Emperatriz, con una expresión escalofriante, miró a Rashid y murmuró:
—Te di una última oportunidad. Fuiste tú quien la desperdició.
—¡¿…?!
Rashid abrió los ojos de par en par ante las incomprensibles palabras de la Emperatriz.
En ese momento, el Emperador, que había estado sentado en silencio, se levantó de golpe.
—No, Rashid, eso no está bien. Debes escuchar a tu madre. Eres un buen chico, ¿no es cierto?
El Emperador murmuró en voz tan baja que Rashid, quien estaba cerca, apenas pudo oírlo.
Entonces, sacó algo de entre sus ropas.
—¡…..!
Rashid abrió los ojos de par en par.
El Emperador sostenía una espada con una hoja afilada y brillante. Aunque no era grande, la hoja afilada parecía lo suficientemente letal como para herir a alguien.
En el instante en que Rashid se encontró con los ojos del Emperador, quien lo miraba sosteniendo la espada, pensó:
¿Mi padre intenta hacerme daño?
Si ese era el caso, Rashid estaba dispuesto a sacrificar una parte de su cuerpo al Emperador.
Si resultaba herido por el Emperador, Rashid obtendría una justificación para oponerse a él.
Sin embargo…
Rashid frunció el ceño.
La espada en la mano del Emperador se movió hacia un lugar completamente inesperado.
¡Zas!
Con el sonido de la afilada espada cortando carne, la sangre brotó del cuerpo del Emperador.
Clang.
La espada que sostenía el Emperador cayó al suelo.
Al mismo tiempo, la Emperatriz gritó con un tono agudo:
—¡Su Majestad!
Al escuchar el grito de la Emperatriz, los guardias que esperaban en la puerta irrumpieron en la habitación. Eran los guardias personales del Emperador.
Cuando vieron la sangre roja goteando del costado del Emperador, sus rostros se llenaron de horror.
—¿Quién, quién ha hecho esto…?
El Emperador, con el rostro pálido, levantó una mano. La mano temblorosa señaló a Rashid.
El Emperador habló:
—¡Atrapen a ese hombre de inmediato! ¡Es un traidor que intentó asesinarme!
Rashid parpadeó lentamente, sin comprender lo que sucedía.
Y entonces lo vio.
Detrás del Emperador, la Emperatriz esbozaba una pequeña sonrisa.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
En el Palacio del Príncipe Heredero, Siana estaba sentada con una expresión ansiosa.
( Iré a hablar con mi padre de la manera más amable posible. Así que no te preocupes. )
Rashid había hablado con una sonrisa suave antes de ir a ver al Emperador.
Siana confiaba en Rashid.
Aunque a veces puede parecer un poco loco, jamás miente.
Además, Rashid siempre cumplía lo que prometía a Siana. Haría exactamente lo que le había dicho.
Aun así, Siana no podía ocultar su inquietud.
Era por el Emperador.
Siana no lo conocía bien, ya que nunca había tenido una conversación adecuada con él.
Sin embargo, había oído muchas veces sobre su carácter impredecible durante su estancia en el palacio.
Dicen que el Emperador arde como una llama por la mañana, se vuelve más frío que el hielo por la tarde y tan suave como la brisa otoñal por la noche.
No podía prever cómo reaccionaría el Emperador si Rashid se atrevía a desobedecer sus órdenes.
Siana unió sus manos como si rezara y pensó:
Ojalá todo termine bien y sin que el asunto se agrande…
En ese momento, Siana abrió los ojos de par en par. La bellota que colgaba de su cuello comenzó a brillar.
Con una expresión de sorpresa, Siana tomó la bellota y gritó:
—¡Rashid!
Recitó un encantamiento y, desde la bellota, se escuchó la voz de Rashid.
«Siana.»
Antes de que Siana pudiera responder, la voz de Rashid continuó.
«No te asustes demasiado. No tengas miedo. No te preocupes. Come bien y duerme bien. Pronto regresaré a tu lado.»
—¿Qué quieres decir con eso…?
«Te amo.»
Eso fue todo.
La luz que emanaba de la bellota desapareció, y ya no se escuchó nada.
Justo cuando Siana estaba a punto de recitar el encantamiento nuevamente hacia la bellota, la puerta se abrió de golpe.
Era Sol, el guardia.
Al ver la expresión sombría de Sol, Siana supo que algo malo había sucedido.
Sol gritó con voz urgente:
—¡Su Alteza ha sido acusado de intentar asesinar al Emperador y ha sido arrestado!
—¡….!
Siana contuvo la respiración ante lo que nunca habría imaginado.
Sol continuó hablando.
—El Emperador, enojado, ha ordenado arrestar a todos los que se encuentran en el palacio del príncipe heredero. Los acusa de ser cómplices de traición.
—¡…!
—Es una tontería. ¿Qué podrían saber los simples sirvientes y doncellas? Lo que el Emperador realmente busca es a usted, Lady Siana.
El Emperador sabía que al tener a Siana en sus manos, tendría la manera más fácil de manipular a Rashid.
—Debe abandonar el palacio de inmediato, Lady Siana. El príncipe ha dado órdenes de priorizar su seguridad si ocurría algo inesperado.
Sol habló rápidamente mientras levantaba la mano. En ese instante, los Caballeros de la Sombra Negra, que estaban escondidos, aparecieron.
Uno de los caballeros, vestido con una armadura negra, levantó a Siana en sus brazos.
—Perdón por la falta de respeto. Sabemos que es usted rápida, pero la situación es crítica, así que permitanos escoltarla.
Siana deseaba liberarse de sus brazos de inmediato. No quería marcharse dejando a Rashid acusado de un crimen.
Pero no podía hacer nada al respecto.
No hay nada que pueda hacer aquí, aunque lo intente.
Sol tenía razón. Si la capturaban, solo sería una cadena más para atar a Rashid.
Siana reprimió las palabras que quería decir y se mordió los labios. Luego, con fuerza, abrazó el cuello del caballero que la llevaba.
Sol la miró y le dio una despedida.
—Por favor, cuídese, Lady Siana.
Esas fueron las últimas palabras que escuchó antes de salir del palacio del príncipe heredero.
De inmediato, los Caballeros de la Sombra Negra comenzaron a moverse con una velocidad relámpago.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
En lo profundo del palacio, en una torre blanca conocida como la ‘Torre de los Condenados’, un hombre estaba prisionero, con los brazos atados.
Era Rashid.
Rashid murmuraba con la mirada baja.
—Siana.
—…….
—Siana.
Pero la piedra mágica en su cuello no respondía.
Ya había usado las tres oportunidades que tenía, así que era natural que no funcionara. Incluso si le quedara alguna oportunidad, no habría podido escuchar la voz de Siana en ese lugar. Ese espacio especial bloqueaba todo tipo de magia.
Aunque lo sabía, Rashid continuó llamando a Siana, esperando que ocurriera un milagro y pudiera escuchar su voz por un momento.
Fue entonces cuando escuchó un sonido.
El chirrido de una puerta abriéndose en la distancia y pasos acercándose.
A través de las rejas, aparecieron la Emperatriz y su doncella, Evelyn.
Evelyn dio un paso atrás mientras la Emperatriz se acercaba un paso más hacia las rejas.
La Emperatriz observó a Rashid y frunció el ceño.
—Realmente, tienes un aspecto terrible, Rashid.
Después de haber sido señalado como el autor del intento de asesinato del Emperador, Rashid no se dejó atrapar fácilmente.
A pesar de no tener armas, golpeó a una docena de caballeros, y luego, con una espada robada a uno de ellos, derribó a decenas más.
Era una habilidad impresionante, digna del príncipe de sangre.
Pero su magia terminó allí.
Ni siquiera Rashid pudo derrotar a todos los caballeros, armados y equipados adecuadamente.
Finalmente, Rashid fue capturado.
Estaba cubierto de innumerables heridas y manchas de sangre.
La Emperatriz chasqueó la lengua mientras observaba la lamentable condición de Rashid.
—Deberías haberte dejado capturar sin oponer resistencia. Al menos habrías conservado tu dignidad como príncipe heredero.
En lugar de responder a sus palabras, Rashid preguntó:
—¿Cómo está mi padre?
—El Emperador perdió mucha sangre y cayó inconsciente, pero ahora ha despertado. Necesita reposo, pero afortunadamente su vida no corre peligro.
—…….
—Pero no pienses que es una suerte que no haya muerto. En cuanto despertó, lo primero que hizo fue gritar que quiere tu cabeza.
En el rostro de la Emperatriz se dibujó una extraña alegría mientras informaba a su hijo prisionero de la furia del Emperador.
Rashid la miró fijamente antes de hablar lentamente.
—¿Estás manipulando a mi padre, madre?
Fue una pregunta inesperada.
Sin embargo, la Emperatriz no se sorprendió. De hecho, asintió con total calma.
—Sí.
Era la respuesta que Rashid había anticipado.
Aun así, sintió como si su cuerpo se enfriara por completo.
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